¡Ay, la hombría! ¡Ay, los policías! ¡Ay, los maricones! Muchos ays con la nueva y flamante campaña de Tecate #TeHaceFaltaVerMásBox. La narrativa es clara y Sylvester Stallone imponente. Sale un hombre flaco, más bien débil, un tanto torpe, haciendo mariconadas, cotidianidades con resabios de feminidad. Que si se toma selfies en el elevador, que si canta en la regadera o que si quiere rentar una película romántica. Sí son hombres, pero poco hombres, menos hombres. Insisto: hacen mariconadas, cosas que no son de hombres. Stallone los sorprende –por atrás– y dice, impertérrito, severo: te hace falta ver más box. Y pues ya, como siempre, la cerveza Tecate es patrocinada por boxeadores mexicanos. Entre que ya no agrede (directamente) a las mujeres y entre que se propone marcar pautas de hombría con un discurso que promueve se señalen las mariconerías, las mariconadas y se reprueben públicamente. No seas puto, wey.
Cuando hablo de mariconadas o joterías no sólo estoy hablando de hombres homosexuales. Los hombres de los videos no son directamente homosexuales (mira que eso se huele), sólo son amanerados, torpes, debiluchos. ¿Quién tiene a Beyoncé como ring tone, Dior mío? Super gay llegar a casa y ponerse orejeras rosas. Sin duda. Algunos amigos míos, heterosexuales hasta la médula, son gays; ojo, no como orientación sexual, sino como gai en francés, felices, un poco como actitud y bastante como estética. Todo es mucho más sutil y fluido. Lo que Tecate nos dice es: hay que corregir al varón afeminado, hacerlo más macho. ¡Alguien préndale el box, por favor! Denle unos putazos y luego unos golpes. Hay también un tono de salvación y redención, un consejo amigo. Oye, no te está diagnosticando cualquier pendejo: ¡es Sylvester Stallone!
Mi desencanto no es únicamente por la censura a mis modos (¡déjenme en pants!), sino también porque creo que muchas de las prácticas que critican son muy beneficiosas para todos, hombres y mujeres. Imaginemos. ¿Un niño que juega con muñecas? ¡Qué horror! Seguramente será muy buen padre de sus eventuales bebés. ¿Un bebé que se pone los zapatos de su abuela? Podría volverse diseñador de modas, drag queen, modelo o tal vez simplemente se trate de una persona empática con los demás. ¿Un hombre que renta películas melosas de amor, habiendo tantos Batmans y Rockys? Quizá acaba de romper con su novio y está sensible; quizá su chica lo espera en casa para “ver películas”. ¿Un hombre que canta en la regadera? En una de ésas forma parte del coro de la iglesia o podría estar preparándose para estudiar Ópera en el Met de Nueva York. ¿Tú qué sabes, Tecate? En todo caso, ¿qué te importa? Unos ven el Super Bowl y otros vemos el medio tiempo. Unos vemos el Cruz Azul–América y otros ven los Óscares. De viernes a domingo, todos tomamos cerveza (y también vino y mucha Coca Cola).
Les voy a contar rápido de un amigo, nutriólogo para deportes de combate como box, tae kwon do, judo, etcétera. Siempre me invita a que vaya a consulta y al gimnasio a ponerme una rutina. Yo le contesto que sí, pero no le digo cuándo. Varonil como es, mi amigo me cuenta sobre los deportistas y sobre sus amigos del gimnasio. Los deportistas siguen dietas estrictas y practican mucho sexo, mucho sexo homosexual también. Palabras mayores. Igualmente, me cuenta que entre sus amigos del gimnasio hay muchos putos, maricones con cuerpazos. ¡Vamos a hacerte musculoca, Campi! Sí, plis mil.
El deporte no tiene orientación sexual y de hecho deberíamos cuestionarnos más la arquitectura de género que las rígidas categorías hombres/mujeres suponen (léase a Beatriz Preciado o vean esta entrevista para RTVE). En prácticamente todos los deportes, hombres y mujeres compiten por separado, lo cual nos parece lógico, porque los hombres son más fuertes y las mujeres son más flexibles (o algo así hemos escuchado toda la vida). Quizá sí, pero hay que notar que este tipo de discursos refuerzan la barrera y no favorecen la inclusión, en tanto emplean esencialismos (eres cursi porque eres mujer…) en vez de la libertad (eres cariñoso porque así lo has querido…). En general, instituciones sociales como el deporte indican qué espacios y qué prácticas corresponden a los hombres y las mujeres, lo cual es contrario a la igualdad de género, pues dividen y no reúnen.
Vamos a ver más box. ¿Cuántos boxeadores mexicanos e internacionales, campeones mundiales, han declarado públicamente su homosexualidad? Acuérdense del drama cada cuatro años en las olimpiadas, que si no se vale que las parejas homosexuales sí puedan dormir juntas o que si en Londres 2012 se cayó Grindr, la principal red social de encuentro gay. En Youtube hay mil videos de futbolistas festejando goles, muy alegres, tocándose en lugares muy íntimos. Tenemos el fabuloso ejemplo de Tom Daley, guapo, talentoso y carismático clavadista inglés de 21 años, que hace poco más de un año declaró que estaba saliendo con un chico y que era muy feliz. Inspiring and brave, como sentenciara Su Majestad Kyle Minogue vía Twitter. Y aquí me detengo con la diversidad deportiva, para ya no hablar de los gimnastas o de los bailarines.
Pensemos también en atletas mexicanas de primer nivel que por razones culturales han sido masculinizadas. Pienso en la senadora Ana Gabriela Guevara o en la entrañable Soraya Jiménez (descansa en paz, querida). También están los deportistas jóvenes, por los que muches babeamos, que han sido sexualizados y un tanto homoerotizados. Es el caso de incontables futbolistas (¿quién no quiere que Memo Ochoa se la pare?); incluso algunos han tenido que salir del clóset y declarar públicamente su heterosexualidad, como sucediera con Iván García, pollito clavadista, 100% hombrecito, bien mojadito, como la traigas, papito. Napoleón Bonaparte, un hombre bajito pero enorme, decía que la altura se mide de la cabeza al cielo. Otros creemos que la hombría se cuenta en centímetros de carne que entra en el cuerpo. Si hablamos de medir, hablamos de ciencia (y habría que ser serios).
No me malentiendan. Cuento con una panza chelera marca Latón de Tecate (cerveza Indio se quedó en mi juventud, aunque creo que es momento de rejuvenecer con ellos). No les doy tanta importancia. Prefiero la Victoria, pero no siempre la hay. La campaña es muy sugerente, la verdad (si no, no estaría escribiendo). Voy a hacer un millón de chistes sobre ustedes en las fiestas. Como lo dijo Hegel y luego lo corrigió Marx: la historia sucede primero como tragedia y luego como farsa. Por mi parte sacaré al Sylvester Stallone que llevo dentro y lo pondré al servicio de la mayor extravaganza eleganza que RuPaul pueda imaginarse. Seré la fashion police de la jotería mexicana. Sashay away, Tecate Light!
Compañeras y compañeros consumidores de Tecate (los de carne y hueso). Que viva el box y que vivan los hombres muy hombres. Viva la testosterona. ¡Viva! Vivan los boxeadores que nos hicieron erectar. ¡Vivan! Viva también la diversidad, no solo la sexual, sino la de masculinidades, estilos de vida, lógicas estéticas, pragmatismos. Por favor no vengan a imponernos un modelo rígido, cervecero, mercadotécnico, de cómo debe comportarse un hombre que se respete. Pinche Puto Maricón Jotolón, gritaremos en el bosque/madura. Si nos agreden, se van a ir a la v… (y vaya que somos expertos en la materia). ¿Por qué no mejor hacen una investigación sobre cómo somos les que tomamos cerveza Tecate? Seguro hay unos bien machirrines, jotas heteronormadas, muchísimas mujeres (me gustan las altas y las chaparritas, las flacas, las gordas y las chiquititas, solteras y viudas y divorciaditas), además de todo el espectro, el entramado varonil, femenil y transexual. Anden, intenten hacer mejor su trabajo. Les dejo un ejemplo de una buena campaña: “There will be haters”.
Suárez, Bale, James y Benzema para Adidas football. They hate the way you walk. They hate the way you talk. They hate the way you stand up and the way you stand out. ¿Te suena, Tecate? Tengámoslo claro: se pronuncia homofobia, pero se lee misoginia. Alguna vez leí en el muro de Omar Feliciano que la homofobia es el miedo de un hombre a que lo traten como él trata a una mujer. Y como señaló lúcidamente Simone de Beauvoir y con ella me despido: uno no nace mujer (ni hombre), uno se convierte en ellos.
* Santiago Álvarez Campero estudió Política y Administración Pública en El Colegio de México. Le interesan la economía política de la desigualdad económica (de eso va su tesis), la trayectoria pública del matrimonio igualitario, la política del futbol y las dancefloor politics (masculinidades, adicciones, historias y Estados).Tiene fotos y videos en instagram (@sacamperonix) y de repente hace anotaciones en sacampero.tumblr.com. El twitter es @sacampero, pero ya nadie da RT, puro favorito.
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