Ante las recientes tragedias y accidentes en Estados Unidos, como los incendios forestales en Los Ángeles y el accidente aéreo sobre el río Potomac el 29 de enero, ha surgido una narrativa peligrosa que intenta culpar a los esfuerzos de diversidad, equidad e inclusión. Estos discursos están siendo promovida por canales oficiales, figuras del sector público y privado, así como creadores de contenido. Es importante que estemos alertas ante esta tendencia para poder contrarrestarla.
Personajes como Elon Musk -quien escribió en su plataforma X el 8 de enero que “han priorizado la diversidad, equidad e inclusión en lugar de salvar vidas y hogares” seguido de otra entrada ese mismo día que decía “DE&I means people DIE”- y periodistas como Megyn Kelly (quien fuera llevada a la pantalla grande por Charlize Theron en la película Bombshell) buscan culpar sin sustento alguno la inversión monetaria y los esfuerzos realizados por las oficinas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), bajo la falsa premisa de que apostar por la inclusión de alguna forma demerita la actividad “sustantiva”. Estos discursos han cobrado notoriedad en diferentes espacios, particularmente en redes sociales.
En este caso, se centran en que la jefatura del Departamento de Bomberos de Los Ángeles está ocupada por una cuota de diversidad o “diversity hire”, en particular por Kristin Crowley, la primera mujer lesbiana en dirigirlo y quien tiene, de acuerdo con información del sitio del Departamento de Bomberos de Los Ángeles, 22 años de experiencia pasando por diferentes frentes entre bombera, paramédica, ingeniera y capitana. No obstante, su vasta experiencia suele omitirse por grupos con una narrativa antiDEI.
Por su parte, el 30 de enero la Casa Blanca publicó un memorándum dirigido al secretario de Transporte y a la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, en donde menciona que las estrategias implementadas durante la administración de Joe Biden en materia de DEI, y en particular aquellas dirigidas a la contratación de personas que viven con algún tipo de discapacidad, habían sido las responsables de la tragedia. Esta afirmación no solo es capacitista, también es peligrosa y tendenciosa.
Como hemos apuntado, figuras visibles como Musk han aprovechado una narrativa que culpa a grupos minoritarios o a los esfuerzos de DEI 1 en discursos carentes de sustento, centrando la atención en personas que pertenecen a uno o más grupos históricamente discriminados. En lo político, resaltan diferentes órdenes ejecutivas publicadas en los primeros dos días desde que Donald Trump entró a la Oficina Oval, que debilitan de manera preocupante distintas iniciativas y programas de DEI; por ejemplo, se revocan las acciones en materia de DEI que se protegían en la Orden Ejecutiva 11246. 2 El argumento (que parece más bien falacia) es que se genera un supuesto antagonismo entre el “mérito individual” en favor de iniciativas que promueven igualdad y equidad al interior del gobierno estadounidense. 3
En resumen, se trata de señalar al otro, culparle, separarle, segregarle y cosificarle, lo cual no es algo nuevo en lo público ni en la política.
Utilizar discursos que culpan a grupos históricamente discriminados o vulnerados como el objeto político y social de la ineficacia gubernamental, desastres naturales o rentabilidad en empresas es una estrategia política y una narrativa cíclica. ¿Por qué? Porque los grupos en situación de vulnerabilidad son vistos como motín y arma política.
El empleo de estas narrativas no son un caso aislado. El peso de los estereotipos y estigmas se manifiesta de manera distinta en todo el mundo, aunque en este momento están tomando mayor visibilidad frente a los cambios visibles en la política en los Estados Unidos; también se han visto en Argentina y en otras latitudes, lo que a su vez se magnifican debido a las redes sociales.
Dada la influencia política y cultural de los Estados Unidos, no resultaría descabellado que estos discursos antiderechos continúen reproduciéndose en otros países, bajo la premisa de proteger o ser contrapeso frente a lo “woke”. En pocas palabras, frente a la lucha de sociedades más justas, equitativas y que busquen reparar el daño.
No obstante, frente a estos cambios, es importante recordar que el mercado, ya seamos consumidores, talento o inversionistas, es por naturaleza diverso, dinámico y en constante cambio, y que como consumidores tenemos también el poder de decidir sobre cómo y dónde estamos consumiendo.
La narrativa que ve en los esfuerzos en materia de Diversidad, Equidad e Inclusión una “imposición ideológica” es peligrosa, al punto que las derechas la entienden como una “batalla cultural”.
Para quienes nos dedicamos a la DEI, los cambios políticos en los Estados Unidos y el avance de corrientes políticas que atentan contra los derechos humanos son preocupantes. Por ello, no debemos perder la atención en estos discursos que están teniendo eco entre diferentes grupos poblacionales, los cuales, como infodemia, se propagan sin sustento, evidencia o rigor, con afirmaciones falsas, genéricas y vagas y que pueden ser la antesala a un crimen de odio.
Los esfuerzos en Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) no solo son una cuestión de justicia social, sino también una estrategia esencial para el desarrollo sostenible y la competitividad de las organizaciones, los gobiernos y las sociedades. Los discursos que buscan desacreditar estos esfuerzos se mantendrán en diferentes espacios. Frente a estos desafíos, es crucial mantener un compromiso firme con todas las iniciativas que velen por los derechos humanos y que estén apoyados en datos, evidencia y estrategias integrales que promuevan un entorno inclusivo y equitativo para todos.
* Mauricio Ariza (@Mau_Ariza) es especialista en Inclusión Laboral y presidente del Consejo Consultivo GENDES A. C.
1 Elon Musk And More Right-Wing Critics Blame Diversity, Equity and Inclusion For LA Wildfires—With Little Evidence. Forbes. Enero 9, 2025.
2 Presidential Actions. Publicado el 21 de enero de 2025. Executive Order: Ending Illegal Discrimination and Restoring Merit- Based Opportunity.
3 Presidential Actions. Publicado el 20 de enero de 2025. Executive Order: Ending Radical and Wasteful Government DEI Programs and Preferencing.
Es la iniciativa que el gobierno de Xi Jinping lanzó en 2013 y desde entonces se han sumado más de un centenar de países, pero Panamá decidió ahora retirarse.
Panamá no renovará el acuerdo entendimiento que firmó con China en 2017 en el marco de la llamada Ruta de la Seda.
La medida fue anunciada el domingo por el presidente José Raúl Mulino horas después de reunirse con el secretario de Estado de EE.UU. Marco Rubio.
Rubio había exigido “cambios inmediatos” sobre el Canal de Panamá, ante lo que dijo era “la influencia y el control del Partido Comunista Chino”.
El Canal de Panamá es una ruta comercial vital que maneja el 6% de todo el tráfico marítimo mundial.
La visita de Rubio a Panamá se produce tras más de un mes de tensiones diplomáticas después de que el presidente Trump manifestara su intención de recuperar el control del Canal.
Tras su reunión con Rubio el presidente Mulino no hizo mención a su decisión de no renovar el acuerdo con China.
“Fue un encuentro muy tranquilo y respetuoso”, dijo, y agregó: “Queremos trabajar con Estados Unidos como siempre lo hemos hecho”.
El llamado memorándum de entendimiento de la Ruta de la Seda fue firmado entre Panamá y China en noviembre de 2017, bajo el gobierno del presidente Juan Carlos Varela (2014-2019).
Panamá se convirtió así en el primer país latinoamericano que se incorporaba a la iniciativa, que es emblema del gobierno de Xi Jinping, y que consiste en una ola de fondos chinos para grandes proyectos de infraestructura en todo el mundo.
Al igual que la antigua ruta comercial marítima, la Nueva Ruta de la Seda tiene como objetivo vincular a China con Europa, Medio Oriente, África y América Latina.
Xi lanzó la iniciativa en 2013, y desde entonces se han sumado más de un centenar de países.
Y el conocimiento y dinero chinos se han esparcido por el mundo, principalmente en la construcción de puentes, carreteras, puertos comerciales, centrales eléctricas y proyectos de telecomunicaciones.
Al comienzo, América Latina quedó fuera del mapa oficial de la iniciativa, pero tras el acuerdo alcanzado con Panamá varios países de la región se fueron sumando a la misma mediante memorandos de entendimiento.
Hasta ahora 21 países latinoamericanos se han unido a la Ruta de la Seda, incluidos incluidos Uruguay, Ecuador, Venezuela, Chile, Uruguay, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Perú, Nicaragua y Argentina.
Los memorandos ya se tradujeron en proyectos e infraestructuras concretas en la región.
En Ecuador, la reconstrucción del aeropuerto internacional “Eloy Alfaro”, en la ciudad de Manta -que se vio afectado por el terremoto de magnitud 7,8 en abril de 2016- se llevó a cabo con capital chino.
Ecuador recibió un crédito por US$20,7 millones de un banco chino, y un aporte del Estado ecuatoriano de US$4,5 millones, según la agencia china Xinhua.
Un consorcio chino también construye dos puentes en las localidades de Canuto y Pimpiguasí, todas ellas en la provincia de Manabí, en el occidente del país.
En Perú el propio presidente Xi Jinping asistió a la inauguración del megapuerto de Chancay en 2024.
El complejo portuario, a unos 70 kilómetros al norte de Lima, se inauguró con grandes expectativas de los gobiernos peruano y chino y de los sectores económicos potencialmente beneficiados.
Se trata de un gigantesco proyecto liderado por Cosco Shipping Company, empresa estatal china dedicada al transporte marítimo, con una inversión total prevista de US$3.400 millones, para construir un complejo de 15 muelles, oficinas, servicios logísticos y un túnel de 2 kilómetros de largo para dar salida a la carga.
Cabe destacar, sin embargo, que aún sin la Ruta de la Seda, China lleva más de una década siendo un actor protagonista en las inversiones América Latina, donde sus bancos de desarrollo han prestado más de US$150.000 millones en los últimos 15 años.
El objetivo de China con su iniciativa es acelerar la llegada de sus productos a mercados más lejanos.
China ya ha financiado trenes, carreteras y puertos, y las empresas de construcción chinas han obtenido contratos lucrativos para conectar puertos y ciudades, financiados por préstamos de bancos chinos.
Se espera que la iniciativa implique un total de US$1 billón en inversiones.
Pero para los críticos, la Nueva Ruta de la Seda no solo representa un audaz aumento de la influencia geopolítica y estratégica de China, sino también el endeudamiento de los países receptores.
Desde 2023, el derroche sin precedentes de infraestructura de China ha inyectado dinero a casi 150 países de todo el mundo.
Los resultados no siempre han sido beneficiosos: muchos proyectos quedaron sin terminar y muchos países en desarrollo que se adhirieron a la generosidad de Beijing se encontraron agobiados por la deuda.
Ahora, igual que el resto del mundo, América Latina se prepara para cuatro años difíciles, y si Estados Unidos y China inician una guerra comercial de gran escala, la región corre el riesgo de quedar atrapada en el fuego cruzado.
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