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La 4T y el cheque en blanco
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La 4T y el cheque en blanco

Votar por un proyecto ganador no se traduce en un cheque en blanco para que tomen decisiones sin consultar a nadie, no transparenten los procesos administrativos y el uso de recursos públicos, evadan responsabilidades y la rendición de cuentas y, finalmente, se piensen como el origen de la legitimidad de su propia autoridad, lo cual es incompatible en un contexto democrático.
13 de septiembre, 2024
Por: Gerardo López García

He leído a distintos y distintas analistas y activistas manifestar que en las últimas elecciones votaron por la candidata oficialista a la presidencia y por (casi) todas las candidatas y candidatos de la Coalición Juntos Hacemos Historia (MORENA-PT-Verde), y entre las razones que aluden es la coincidencia ideológica de un proyecto progresista que vela por la reivindicación de derechos de las mayorías, abandonados durante décadas por el sistema económico predatorio y la esperanza de seguir reduciendo las desigualdades imperantes en el país.

Estas voces críticas rematan sus exposiciones declarando que su voto no significó un cheque en blanco para MORENA y aliados ni para el nuevo gobierno que encabezará la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum.

Sin embargo, recientes actitudes y acciones de funcionarios del actual gobierno y de representantes y gobernantes electos, como lo sucedido en el Congreso con la reciente aprobación de la reforma judicial, hacen temer que, efectivamente, la autodenominada 4T piensa que lo que la población les ha dado, con una victoria tan amplia en la elección federal, es precisamente un cheque en blanco.

Pero ¿qué significaría exactamente este “cheque en blanco”? A grandes rasgos, se refiere a un ejercicio del poder a discreción, lo que se traduce en una toma de decisiones sin consultar a nadie, ausencia de transparencia en los procesos administrativos y en el uso de recursos monetarios, la evasión de responsabilidades y rendición de cuentas y, finalmente, que los y las funcionarias y representantes populares se piensen como el origen de la legitimidad de su propia autoridad, lo cual es incompatible en un contexto democrático.

Pero ¿acaso no es como ya estaba trabajando el presidente Andrés Manuel López Obrador? Definitivamente la popularidad y amplia legitimidad con la que cuenta el presidente, expresada en los altos niveles de aprobación, le brindan un amplio margen de acción por lo que ha sido capaz de meter en la agenda pública temas ásperos como intentos de reformas importantes, por ejemplo, la reubicación administrativa de la Guardia Nacional a la SEDENA, así como le permitió evadir el repudio público por los deficientes resultados en algunas áreas y los grandes pendientes de su gobierno, como la crisis de seguridad.

Pero no podemos decir que tenía un cheque en blanco y ni siquiera que él haya considerado contar con uno, ya que sabía que después de prácticamente 12 años de campaña (presidencial) y de haber participado en tres procesos electorales para finalmente alcanzar la presidencia, tenía la gran responsabilidad de responder a las demandas de su base de apoyo, principalmente de reducir la pobreza, a lo cual dio respuesta durante su gobierno en mayor o menor medida (o por lo menos existe la percepción de que así fue) y de ahí la enorme legitimidad que goza aún al final de su mandato y que ayuda a cimentar el régimen que continuará su sucesora.

Pero con las elecciones del pasado 2 de junio el panorama cambió: en primera instancia, la elección fungió como un plebiscito, una consulta popular donde lo que se sometió a consideración de la población fue la continuidad del actual régimen iniciado por López Obrador y que ahora seguirá con Sheinbaum a la cabeza. Ya nadie duda de la mencionada amplia legitimidad de López Obrador como el líder moral del movimiento autodenominado “cuarta transformación”.

Como resultado de ese proceso electoral hoy tenemos a una oposición disminuida a un nivel de debilidad e incapacidad de competencia que hacía años no se veía (justamente, desde la hegemonía priísta de partido único), lo que en un juego de suma cero todo poder perdido por la oposición fue exitosamente absorbido por el oficialismo (sin olvidar que en cierto grado se fortaleció Movimiento Ciudadano, partido al que, sin embargo, en ningún escenario le alcanzaban los votos para representar una verdadera competencia).

Este escenario político, de un régimen hegemónico como señalan algunos, es previsible tenga continuidad durante la siguiente década, por lo que MORENA mantendrá la presidencia sin ningún riesgo real de perderla. Esto se traduce en este momento en una posición política segura, donde las tentaciones autoritarias siempre presentes comiencen a surgir, y gobernantes y representantes populares sientan que nada les ata a sus electores, por lo que podrán abocarse a sus proyectos políticos-empresariales personales y de sus camarillas políticas. De ahí que puedan pensar que cuentan con un cheque en blanco.

Frente a este posible escenario, ¿qué puede hacer la población? El primer coto de resistencia se encuentra en los colectivos sociales organizados, aquellos que se encuentran en digna resistencia desde hace décadas en contra de las desigualdades impuestas por el sistema de explotación, y que han sido continuamente despojados del fruto de su trabajo. Aún frente a las acciones del presidente López Obrador para confrontar la profunda desigualdad en el país, aún hay largo camino por recorrer y quienes siempre han hecho frente a estas desigualdades no dejarán de hacerlo y de exigir al gobierno (pronto encabezado por Sheinbaum) tomar las medidas necesarias por atender de manera efectiva e inmediata estas demandas.

También hay organizaciones que nacieron de forma más reciente y que responden a las coyunturas actuales, como los grupos contra el cambio climático o los que buscan la reducción de la jornada laboral, cuyo activismo será importante para no permitir que gobernantes y legisladores/as dejen a un lado temas de tal relevancia e impacto en la vida diaria de la población.

Para la transparencia y la rendición de cuentas desde la academia y la investigación serán importantes los trabajos dedicados a evaluar el impacto de las políticas públicas con metodologías probadas, datos de calidad y resultados confiables que nos den elementos necesarios para saber si las tomadoras/es de decisiones van por la ruta correcta y hacerles saber cuando no es así. Para hacer frente a las narrativas oficiales y dominantes del “todo va bien” se requerirá contar información veraz y objetiva.

Por último, el periodismo de investigación seguirá con un papel preponderante para la rendición de cuentas. Como ha sucedido en el pasado con casos como la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, los Panama Papers, o las investigaciones realizadas en Animal Político, como La Estafa Maestra, Matar en México, No fuimos Dinamarca, o Votar entre balas, estas investigaciones seguirán sacando a la luz los negocios y crímenes que se esconden detrás de los acuerdos políticos públicos, para impedir que la política sea por completo esa caja negra cuyo interior es un misterio para la mayor parte de la población.

En una democracia representativa como la nuestra, una vez que elegimos a nuestros/as representantes y gobernantes, deseablemente éstos dejan de responder a intereses particulares y pasan a ser representantes de la nación. El resto de la población nos quedamos con la confianza de que, efectivamente, van a velar por los intereses colectivos y a procurar el bien común, pero eso no significa que nos quedemos como espectadores, como simples asistentes al teatro de la política. Podemos ser personas activas y exigir más de nuestras/os gobernantes y representantes. Nuestra participación y capacidad de acción no se reduce a las urnas y será importante que lo recordemos o realmente les habremos dado un cheque en blanco.

* Gerardo López García (@gera_emp) es licenciado en Ciencias Políticas y maestro en Estudios Políticos, ambos grados por la UNAM. Realizó el Diplomado en Defensa y Seguridad Nacionales en la UNAM y se especializa en análisis de seguridad pública, delincuencia organizada y control territorial. Ha sido funcionario público federal y local (INEGI, FGR Y SSC-CDMX).

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Imagen BBC
Así es la vida de los astronautas que están atrapados en el espacio hasta 2025
8 minutos de lectura

La estación cuya construcción comenzó en 1998 aloja a dos nuevos huéspedes desde el pasado junio.

17 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Dos astronautas estadounidenses dejaron la Tierra en junio esperando pasar ocho días en la Estación Espacial Internacional (EEI).

Pero tras los temores de que su nave espacial Boeing Starliner no fuera segura para retornar, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE.UU. (NASA) retrasó la vuelta de Suni Williams y Butch Wilmore hasta 2025.

Ambos comparten ahora un espacio del tamaño de una casa de seis habitaciones con otras nueve personas.

Williams lo llama su “lugar feliz” y Wilmore dice que está “agradecido” de estar ahí.

¿Pero cómo se siente realmente estar a 400 kilómetros sobre la Tierra? ¿Cómo se lidia con compañeros de tripulación complicados? ¿Cómo se hace ejercicio y se lava la ropa? ¿Qué se come y, más importante, cuál es el olor del espacio?

En conversación con la BBC, tres exastronautas revelan los secretos para sobrevivir en órbita.

Estación Espacial Internacional
BBC

Cada cinco minutos del día de los astronautas los organiza la misión de control en la Tierra.

Se despiertan temprano. Cerca de las 6.30 -hora de Greenwich (GMT)-, los astronautas emergen desde los dormitorios, del tamaño de una cabina telefónica, en el módulo Harmony de la EEI.

“Tiene el mejor saco de dormir del mundo”, dice Nicole Stott, una astronauta estadounidense de la NASA que pasó 104 días en el espacio en el marco de dos misiones, una en 2009 y otra en 2011.

Los compartimentos tienen computadoras portátiles para que la tripulación pueda estar en contacto con su familia y un rincón para objetos personales como fotografías y libros.

Estación Espacial Internacional
BBC

Los astronautas pueden luego usar el baño, un compartimento pequeño con un sistema de succión. Normalmente el sudor y la orina son reciclados como agua apta para beber, pero una falla en los sistemas de la EEI ha obligado a la tripulación a almacenar la orina.

Posteriormente, los astronautas van a trabajar. Labores de mantenimiento o experimentos científicos les llevan la mayor parte del tiempo en la EEI, estación que es aproximadamente del tamaño del Palacio de Buckingham o de una cancha de fútbol americano.

“Por dentro son como muchos autobuses concatenados. En medio día puede que no veas a nadie más”, explica el astronauta canadiense Chris Hadfield, comandante de la Expedición 35 en 2012-2013.

“La gente no va deprisa por la estación. Es grande y tranquila”, dice.

Estación Espacial Internacional
BBC

La EEI tiene seis laboratorios dedicados a experimentos y los astronautas usan monitores cerebrales, cardíacos o sanguíneos para medir su respuesta a un ambiente que es físicamente desafiante.

“Somos como ratas de laboratorio”, dice Stott. “El espacio acelera el proceso de envejecimiento de huesos y músculos y los científicos pueden aprender de ello”.

Si los astronautas pueden, trabajan más rápido de lo que la misión de control puede prever.

Hadfield explica: “Tu reto consiste en encontrar cinco minutos libres. Yo me acercaba a la ventana para ver pasar algo. O componía música, hacía fotografías o escribía a mis hijos”.

Estación Espacial Internacional
NASA
Las obras para construir la Estación Espacial Internacional comenzaron en 1998.

A unos pocos afortunados se les pide hacer una caminata espacial, cambiando la EEI por el vacío espacial exterior.

Hadfield ha hecho dos. “Esas 15 horas afuera, con nada más entre el universo y yo que mi visor de plástico, fueron tan estimulantes y de otro mundo como cualquier otra experiencia de 15 horas en mi vida”.

Pero ese paseo también puede introducir algo novedoso a la estación espacial: el “olor espacial” metálico.

“En la Tierra tenemos montones de olores diferentes, como la ropa recién salida de la lavadora o el aire fresco. Pero en el espacio sólo hay un olor y nos acostumbramos a él rápidamente”, explica Helen Sharman, la primera astronauta británica, quien pasó ocho días en la estación espacial soviética Mir en 1991.

Los objetos que van al exterior, como un traje espacial o un kit científico, se ven afectados por la fuerte radiación del espacio.

“La radiación forma radicales libres en la superficie y ellos reaccionan con el oxígeno que hay en el interior de la estación, generando un olor metálico”, dice.

Cuando volvió a la Tierra, ella valoró mucho más sus experiencias sensoriales. “No hay clima en el espacio, no hay lluvia cayendo sobre tu cara o viento en tu pelo. Ahora valoro esas experiencias mucho más”, señala 33 años después.

Estación Espacial Internacional
BBC

Entre las jornadas de trabajo, los astronautas que pasan largas temporadas en el espacio deben hacer dos horas de ejercicio diarias. Tres máquinas diferentes ayudan a contrarrestar el efecto de la gravedad cero, el que reduce la densidad ósea.

El Dispositivo Avanzado de Ejercicio Resistivo (ARED, por sus siglas en inglés) es bueno para hacer sentadillas, peso muerto y remo, ejercicios que trabajan todos los grupos musculares, dice Stott.

Los tripulantes usan dos cintas de correr, a las que deben atarse para no salir flotando, y un ergómetro de bicicleta para entrenamiento de resistencia.

Estación Espacial Internacional
BBC

“Un par de pantalones para tres meses”

Pero todo ese ejercicio genera un montón de sudor, advierte Stott, lo que lleva a una cuestión muy importante: el lavado.

“No tenemos lavandería, solo agua que se forma en gotas y algo de jabón”.

Sin gravedad que haga correr el sudor del cuerpo, los astronautas quedan cubiertos en una capa de sudor, “mucho más que en la Tierra”, explica.

“Sentía que el sudor crecía en mi cuero cabelludo. Tenía que pasarme un hisopo por la cabeza. No querrías sacudirlo porque saldría volando por todas partes”.

Astronautas en la Estación Espacial Internacional
NASA
Nicole Stott estuvo 104 días en la Estación Espacial Internacional.

Esas ropas se ensucian tanto que tienen que ser desechadas en un vehículo de carga que se quema en la atmósfera.

Pero sus ropas de uso cotidiano se mantienen limpias, señala.

“En gravedad cero, la ropa flota sobre el cuerpo, así es que los aceites corporales y todo lo demás no le afectan. Tuve un solo pantalón durante tres meses”, expone.

En cambio, la comida era el mayor peligro. “Alguien abría una lata, por ejemplo, de carne y salsa”, relata, “y todo el mundo estaba alerta porque salían pequeñas bolas de grasa”.

“La gente flotaba hacia atrás, como en la película Matrix, para esquivar las bolas de jugo de carne”.

Estación Espacial Internacional
BBC

En cierto punto, otra nave puede llegar con nuevos tripulantes o suministros de alimentos, ropa y equipamiento. La Nasa manda algunas al año. Llegar a la estación espacial desde la Tierra es “asombroso”, dice Hadfield.

“Es un momento que te cambia la vida cuando miras la EEI en la eternidad del universo; ves esta pequeña burbuja de vida, un microcosmos de creatividad humana en la oscuridad”, afirma.

Estación Espacial Internacional
BBC

Después de un duro día de trabajo es tiempo de cenar. La comida es mayormente reconstituida y se encuentra en paquetes que se separan en diferentes compartimentos por nación.

“Era como comida de camping o raciones militares. Era buena, pero podría ser más sana”, dice Stott.

“Mi favorito era el curry japonés o los cereales y sopas rusas”, agrega.

Las familias envían a sus seres queridos paquetes de comida extra. “Mi marido y mi hijo eligieron pequeños caprichos, como jengibre cubierto de chocolate”, explica.

La tripulación comparte la comida la mayor parte del tiempo.

Los astronautas son preseleccionados por atributos personales -tolerantes, relajados, tranquilos- y entrenados para trabajar como un equipo. Eso reduce la probabilidad de conflicto, explica Sharman.

“No se trata sólo de aguantar el mal comportamiento de alguien, sino de denunciarlo. Y siempre nos damos metafóricas palmaditas en la espalda para apoyarnos mutuamente”, afirma.

 Butch Wilmore y Suni Williams
Getty Images
Los astronautas de la Nasa Butch Wilmore (izquierda) y Suni Williams salen del Edificio de Operaciones y Control Neil Armstrong en el Centro Espacial Kennedy.

Ubicación, ubicación, ubicación

Y al final, la cama nuevamente, y tiempo para descansar después de un día en un ambiente ruidoso (los ventiladores funcionan constantemente para dispersar las bolsas de dióxido de carbono para que los astronautas puedan respirar, por lo que es tan estridente como una oficina muy ruidosa).

“Podemos dormir ocho horas, pero la mayoría de la gente se queda pegada a la ventana mirando a la Tierra”, afirma Stott.

Los tres astronautas hablaron acerca del impacto psicológico de ver su planeta a 400 km en órbita.

“Me sentí muy insignificante en la inmensidad del espacio”, dice Sharman. “Ver la Tierra con tanta claridad, los remolinos de nubes y los océanos, me hizo pensar en las fronteras geopolíticas que construimos y en cómo en realidad estamos completamente interconectados”.

Stott dice que le encantó vivir con seis personas de diferentes países “haciendo este trabajo en nombre de toda la vida en la Tierra, trabajando juntos, averiguando cómo hacer frente a los problemas”.

“¿Por qué no puede ocurrir lo mismo en nuestra nave espacial planetaria?”, se pregunta.

Eventualmente todos los astronautas deben dejar la EEI, pero estos tres dicen que volverían sin pensarlo.

No entienden por qué la gente piensa que los astronautas de la Nasa Suni Williams y Butch Wilmore están “atrapados”.

“Soñamos, trabajamos y nos entrenamos toda la vida esperando una estancia prolongada en el espacio”, dice Hadfield. “El mayor regalo que se le puede hacer a un astronauta profesional es permitirle quedarse más tiempo”.

Y Stott dice que al abandonar la estación pensó: “Van a tener que tirar mis manos arañando de la escotilla. No sé si voy a poder volver”.

Línea Gris
BBC

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Gráficos de Katherine Gaynor y Camilla Costa

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