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De la manipulación emocional a la colaboración: el reto político de un nuevo gobierno
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De la manipulación emocional a la colaboración: el reto político de un nuevo gobierno

El nuevo gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum enfrenta la responsabilidad de reconstruir la confianza ciudadana, poniendo fin a la narrativa del "nosotros contra ellos" que ha polarizado a la sociedad.
11 de octubre, 2024
Por: Elio Villaseñor Gómez

La tolerancia, el respeto y el diálogo deben sustituir al miedo, la exclusión y el odio”.

Declaración Universal de la Diversidad Cultural, Naciones Unidas.

 

Durante el sexenio de AMLO, las emociones jugaron un papel central en la política mexicana. El miedo, la incertidumbre y el resentimiento se convirtieron en los principales motores del discurso público, influyendo de manera significativa en la percepción ciudadana. Esta manipulación emocional no solo fue una estrategia política efectiva, sino que transformó nuestra manera de enfrentar los retos colectivos. En lugar de fomentar el análisis crítico o el debate informado, se nos ofreció una visión simplificada y fantasiosa del mundo, en la que la realidad fue moldeada por intereses políticos que apelaron a nuestras emociones más primarias.

El ambiente emocional: miedo, resentimiento e incertidumbre

El gobierno de AMLO hizo un uso calculado de ciertas emociones para consolidar su narrativa. El miedo fue explotado de manera estratégica: miedo al otro, al cambio, y a perder lo poco o mucho que se tiene. Este miedo, acompañado de resentimiento e incertidumbre creó una visión negativa del presente y del futuro. Estas emociones, alimentadas deliberadamente, generaron una especie de parálisis colectiva en la sociedad. En lugar de abordar los problemas reales, quedamos atrapados en una narrativa diseñada para dividir y mantener el control.

La construcción de una realidad fantasiosa

La estrategia fue sencilla, pero eficaz: se ofreció una única visión de la realidad, donde las complejidades sociales se reducían a explicaciones simplistas y las soluciones se convertían en promesas imposibles. Este relato emocional nos sumergió en una fantasía en la que todo parecía estar bajo control, siempre y cuando siguiéramos ciegamente la narrativa oficial. Cualquier intento de cuestionar esta visión era rápidamente etiquetado como traición o amenaza.

En este contexto, el debate y la crítica desaparecieron. No se nos invitó a dialogar sobre propuestas ni a evaluar diferentes perspectivas, sino a aceptar sin reservas la versión oficial. Los matices y las contradicciones se volvieron peligrosos, y la política se redujo a un juego emocional en el que lo que realmente importaba no era lo que era cierto, sino lo que sentíamos como cierto.

La polarización como escenario predeterminado

El resultado de esta manipulación emocional fue una polarización social profunda. La narrativa dominante dividió a la sociedad en dos bandos irreconciliables: aquellos que aceptaban la versión oficial de los hechos y aquellos que se atrevían a cuestionarla. Estar en uno de estos bandos implicaba que el otro no era un interlocutor válido. Dialogar con “el otro” era visto como una traición. En este esquema binario, no había espacio para la duda o la diversidad de opiniones: los que respaldaban la versión oficial eran los “buenos”, mientras que quienes la rechazaban se convertían en “traidores” o “enemigos del pueblo”.

Este enfoque no solo empobreció el debate público, sino que lo cargó de una peligrosa emocionalidad. Al eliminar la posibilidad de un diálogo auténtico, la política se convirtió en un campo de batalla, alimentado por el odio y la descalificación. El espacio público se transformó en un terreno de confrontación, donde las emociones negativas fueron explotadas para mantener la división y el control.

La llegada de Claudia Sheinbaum: una nueva oportunidad para el discurso político

Con la llegada del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum se presenta una coyuntura crítica para romper con este ciclo de manipulación emocional. El desafío es monumental: desmantelar una estrategia basada en el miedo, el resentimiento y la división, y reemplazarla con una política fundamentada en la apertura al diálogo, la transparencia y la colaboración. Este nuevo gobierno enfrenta la responsabilidad de reconstruir la confianza ciudadana, poniendo fin a la narrativa del “nosotros contra ellos” que ha polarizado a la sociedad.

Sheinbaum tiene ante sí la tarea de liderar un cambio radical en el tono y contenido de la política nacional. Es imprescindible abrir espacio para la rendición de cuentas y fomentar una conversación inclusiva en la que todas las voces sean escuchadas. No será un proceso sencillo. Transformar una cultura política anclada en emociones negativas requiere valentía, determinación y una clara voluntad de integrar diversas perspectivas.

Las emociones no deben ser erradicadas del debate, pero sí canalizadas de manera constructiva. En lugar de usarlas para dividirnos, deben ser el motor que nos una en torno a objetivos comunes. Este nuevo discurso debe basarse en hechos verificables y en la rendición de cuentas, pero también debe reconocer el poder movilizador de emociones positivas como la resiliencia, la esperanza y el sentido de comunidad. Solo con una combinación de datos sólidos y un liderazgo emocionalmente inteligente, se podrá recuperar la confianza y construir una política orientada hacia el bien común.

La dignidad de enfrentar la realidad con hechos

El camino hacia una vida digna no se encuentra en aceptar narrativas simplificadas ni en someternos a la manipulación emocional. La verdadera dignidad reside en nuestra capacidad para enfrentar la realidad, por dura que sea, con hechos y con la voluntad de construir soluciones reales. Este proceso requiere resiliencia y la convicción de que los logros alcanzados, tanto a nivel individual como colectivo, son fruto de nuestro esfuerzo compartido.

Con este nuevo gobierno, debemos romper el ciclo de manipulación emocional que ha mantenido a la sociedad dividida y confundida. Solo cuando reivindiquemos nuestra dignidad y derechos, podremos poner fin a la política del odio y la mentira. Es momento de construir puentes, no muros, y de enfrentar juntos los retos que presenta la agenda pública.

Conclusión: la fuerza de una nueva política emocional

El reto que enfrentamos es enorme, pero no imposible. Debemos dejar de ser rehenes de la manipulación emocional y recuperar el control de nuestras vidas y de nuestro destino político. La política debe ser un espacio de diálogo, construcción y colaboración, no un campo de batalla emocional.

Con la llegada del nuevo gobierno se abre la posibilidad de romper con el ciclo de miedo y división. Si despertamos a esta nueva realidad, podremos construir una sociedad más justa, basada en el respeto, la verdad y la dignidad compartida. La política del futuro debe ser una política de emociones positivas, cooperación y esperanza, donde todas las voces sean escuchadas y donde, juntos, podamos construir un país plural y tolerante.

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Imagen BBC
¿Te has preguntado por qué la mayoría de las personas son diestras y no zurdas? Te contamos
6 minutos de lectura

Dada la menor esperanza de vida de los zurdos, podemos considerar que su condición sigue entrañando la “mala suerte” que tradicionalmente se le ha asociado.

28 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Es curioso que la mayoría de los humanos seamos diestros, pero ¿es algo azaroso o es consecuencia de la selección natural?

En general, lo derecho se asocia con destreza, competencia y corrección, mientras que lo izquierdo está cargado de connotaciones negativas.

De hecho, zurdo, según la RAE, es sinónimo de maligno, siniestro, perverso o amenazador, consideración presente desde tiempos remotos.

Sin ir más lejos, en las representaciones paleocristianas del Juicio Final los justos se sitúan a la derecha de Dios Padre, mientras que los condenados eternamente se ubican a su izquierda.

En culturas orientales se encuentran valoraciones similares y en el mundo islámico se reserva la mano izquierda para funciones escatológicas.

En cualquier caso, lo siniestro ha incorporado culturalmente un estigma negativo, asociándose con “rarezas sospechosas” y marginando a sus portadores.

Algo similar a lo que sucede con otras anomalías, como el albinismo en el África negra.

¿A qué obedece esta distinta valoración?

La explicación intuitiva es que lo más frecuente, estadísticamente, es tener más habilidad en el brazo derecho que en el izquierdo.

Aunque hay variaciones entre distintos pueblos (China: <5 % de zurdos, Occidente: 10-12 %), la opción diestra siempre es mayoritaria.

No obstante, lo frecuente no tiene por qué ser lo mejor en términos adaptativos, pudiendo obedecer a una contingencia aleatoria.

Entonces, ¿por qué somos mayoritariamente diestros? ¿Qué es lo que subyace biológicamente a este fenómeno?

niños escribiendo
Getty Images
En general, lo derecho se asocia con destreza, competencia y corrección, mientras que lo izquierdo está cargado de connotaciones negativas.

Primera hipótesis: naturaleza genética ligada al sexo

Se sabe que los zurdos tienen una probabilidad ligeramente menor de sobrevivir hasta edades avanzadas y su porcentaje es superior en los hombres, por lo que se ha relacionado con los niveles de testosterona.

La condición zurda se fija en torno a la pubertad y se asocia con mayor frecuencia de enfermedades inmunes, migrañas y desórdenes cognitivos durante el aprendizaje y la maduración.

¿Está entonces la condición zurda codificada genéticamente en los cromosomas sexuales?

En el cromosoma Y desde luego que no, puesto que hay mujeres zurdas. Entonces, ¿se localizaría este supuesto gen en el cromosoma X?

En tal caso, la condición hemicigótica masculina (XY) haría más frecuente tales fenotipos si fuese un carácter recesivo.

No obstante, esta propuesta tampoco sería satisfactoria, puesto que no explica que la condición zurda sea más frecuente en mellizos, neonatos prematuros e individuos que han soportado estrés o condiciones de hipoxia fetales.

De hecho, tales circunstancias ocasionan también una prevalencia de la condición zurda en los chimpancés, nuestros parientes vivos más próximos.

Tampoco las frecuencias de aparición responderían a una herencia mendeliana típica ligada al sexo, pues entonces sería esperable que un 50 % de los hombres fuesen zurdos y sólo el 25 % de las mujeres. De tener, pues, una naturaleza genética, se trataría de algo más complejo.

Segunda hipótesis: la presunta ventaja adaptativa de los diestros

Aunque ambas manos pueden, potencialmente, desarrollar la misma fuerza y destreza, la realidad es que no lo hacen.

Esta asimetría morfológica podría evidenciar procesos anatómicos internos que sufren desarrollos diferenciales en ambos lados del cuerpo.

Las primeras etapas embrionarias de los mamíferos responden a un desarrollo de órganos y sistemas de clara simetría bilateral. No obstante, el aparato digestivo manifiesta asimetrías muy tempranas en el posicionamiento de sus órganos.

También aparecen en la configuración diferencial de los pulmones (dos lóbulos en el izquierdo frente a tres en el derecho).

Igualmente, el vaso circulatorio primigenio se curva, retuerce, compartimenta y crece diferencialmente, generando un mayor desarrollo del arco aórtico izquierdo (en mamíferos, porque en aves el dominante es el derecho).

El resultado es que el órgano vital por antonomasia, el corazón, se sitúa desplazado hacia el hemitórax izquierdo, al igual que la aorta.

Reflexionemos sobre este hecho. Dado que cualquier lesión potencial revestirá más peligrosidad en el tórax que en el abdomen, y más en el hemitórax izquierdo que en el derecho, los humanos hemos tendido siempre a proteger esta zona.

La bipedestación aumentó la exposición y vulnerabilidad de nuestro tórax. Esto nos llevaría a pensar que la condición diestra es potencialmente más “adaptativa”, por implicar una mayor tasa de supervivencia.

Aunque ambas manos pueden, potencialmente, desarrollar la misma fuerza y destreza, la realidad es que no lo hacen.
Getty Images
Aunque ambas manos pueden, potencialmente, desarrollar la misma fuerza y destreza, la realidad es que no lo hacen.

Los ejércitos de diferentes culturas han desarrollado escudos que, portados con el brazo izquierdo, protegen el hemitórax de este lado del cuerpo.

Con ello, dejan libre para atacar la mano derecha. Ahora bien, en biología evolutiva hay que tener en cuenta que, en ciertas características, se da una selección inversamente dependiente de la frecuencia.

En otras palabras, los zurdos tienen ventajas de cara al combate individual en un mundo de diestros.

No obstante, esta razón se descarta porque integrar zurdos en formaciones militares cerradas acarrea más problemas de coordinación con los diestros que ventajas individuales.

Además, esta explicación no afecta a las mujeres, que no han participado masivamente en formaciones militares.

Para intentar contrastar esta hipótesis necesitaríamos conocer si las primeras manifestaciones de lo zurdo son anteriores a la aparición, relativamente reciente, de escudos y espadas.

Efectivamente es así, pues las poblaciones de cazadores-recolectores actuales, con un género de vida similar al del Paleolítico y que no usan escudos, son también predominantemente diestras.

Estimaciones tempranas de la condición zurda las tenemos en la argentina cueva de las Manos, cuyos motivos más antiguos se han datado en el octavo milenio a. e. c.

En ella, las 829 impresiones negativas de manos izquierdas, frente a tan solo 31 derechas, nos hablan de que sus pobladores eran mayoritariamente diestros.

Las manos estampadas con técnicas parecidas en cuevas españolas, francesas e italianas reflejan una condición similar en poblaciones europeas más antiguas: el caso de las 57 manos izquierdas impresas de la cacereña cueva de Maltravieso (quizás de neandertales por su cronología, estimada en más de 64 000 años) o las 275 de la santanderina cueva del Castillo, la mayoría de mujeres.

Otra forma de conocer la naturaleza zurda o diestra de las poblaciones primigenias sería el análisis de la lateralidad en marcas y ralladuras producidas con útiles líticos sobre los huesos de sus presas o sobre su propia dentición.

En la población de la Sima de los Huesos de Atapuerca, con más de 450 000 años de antigüedad, se ha descubierto así que los Homo heidelbergensis eran ya predominantemente diestros.

Otras especies más antiguas de nuestro linaje evolutivo muestran en sus moldes cerebrales evidencias de dominancia diestra.

Según lo expuesto, pues, no queda definitivamente clara la causa del predominio de la condición diestra.

En cualquier caso, y considerando que la esperanza de vida de los zurdos es algo menor que la de la población general, podría considerarse que esta condición sigue entrañando “mala suerte”.

* Idefonso Alonso Tinoco, A. Victoria de Andrés Fernández y Paul Palmqvist Barrena son profesores de la Universidad de Málaga.

Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original aquí.

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BBC

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