Hace algunas semanas me operaron de la rodilla en el Hospital de Traumatología y Ortopedia del IMSS. Desde las primeras veces que asistí, ya fuera por consulta o para hacerme estudios, me costó mucho trabajo estacionarme. Y es que toda la avenida de Calzada de las Bombas está llena de franeleros que cobran por estacionarse. Hay algunas opciones de estacionamiento, pero son caros y a veces están muy llenos.
Uno de esos días que iba corriendo para llegar a mi cita, encontré un lugar justo en frente de la entrada del hospital. No había huacal, no había cubeta y no era entrada, así que me enfilé para estacionarme. Estaba ya terminando de hacerlo cuando de pronto escucho a lo lejos un chiflido y el clásico ”¡viene, viene!”. Al bajarme del auto, le dije amablemente al franelero -—buenas tardes—. Él me respondió —buenas tardes, el dinero es por adelantado—. Serio, pero sin alzar la voz, le contesté —ahorita que salga—. Él se limitó a decir -ok—, y yo me metí al hospital.
Un par de horas más tarde, salí de mi consulta para encontrarme con la llanta trasera de mi auto completamente ponchada. Claramente, el franelero ya no estaba. Mientras maldecía en mi cabeza, pasó frente a mí una patrulla de tránsito. La paré. Se bajaron dos policías. Después de explicar lo sucedido, los policías se limitaron a decirme que como el franelero ya no estaba, si yo quería, debía ir al Juez Cívico a interponer mi denuncia. La realidad es que yo tenía que volver al trabajo, no tenía tiempo para ir con el Juez Cívico y tampoco tenía pruebas de que el franelero hubiera sido. Así que me tragué el coraje, cambié mi llanta y me fui. Días después, llevé mi llanta a reparar. A la llanta le habían dado tres cuchilladas.
Esta historia no es más que un reflejo de lo que ocurre todos los días en la Ciudad de México. Miles de franeleros se apoderan de las calles y amedrentan a los automovilistas para que les den dinero a cambio de lugares y con la promesa de cuidarles el auto. Si bien puede haber algunos que lo hagan de manera amable, es una realidad que hemos normalizado el tener que darles dinero a personas que nos extorsionan y que no tienen derecho de apropiarse de la vía pública.
El artículo 28 de la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México establece que son infracciones contra la seguridad ciudadana: (…) impedir o estorbar de cualquier forma el uso de la vía y el espacio público, la libertad de tránsito o de acción de las personas, siempre que no exista permiso ni causa justificada para ello (…). Este tipo de infracciones se sancionan con una multa que va de las 11 a 40 Unidades de Medida, o arresto de 13 a 24 horas o trabajo en favor de la comunidad de 6 a 12 horas. La ley hace la salvedad de que tratándose de personas trabajadoras no asalariadas (como el caso del franelero), la multa no excederá del equivalente a un día de su ingreso.
Hace algunas semanas, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, presentó una iniciativa a la Ley de Cultura Cívica para sancionar el uso indebido del espacio público. En ella propone aumentar el arresto por hasta 36 horas para quienes amenacen, intimiden o cobren cuotas para estacionarse. Desde mi punto de vista, aumentar las sanciones de poco servirá, pues son contados los ciudadanos que tienen el tiempo, el dinero y la determinación para ir y denunciar. Y sin denuncia o queja, no se puede perseguir la infracción. Además, dados los altos niveles de impunidad y corrupción, muy probablemente esas quejas no se materialicen en sanciones.
En conferencia de prensa, Brugada mencionó que la iniciativa vendrá acompañada de un programa de empleo formal y emprendimientos, así como una campaña de concientización sobre el respeto al espacio público. Celebro esta acción, pues es verdad que las personas que se dedican a esto muchas veces lo hacen por no contar con oportunidades de empleo digno y formal; sin embargo, para que el programa dé resultados se debe aplicar de manera rigurosa y con un gran alcance; de lo contrario, sólo quedará en buenas intenciones.
Finalmente, algo que creo que puede funcionar es que la iniciativa establece que “de manera oficiosa, los policías, aunque no haya ninguna queja formal, sino en flagrancia, intervendrán para garantizar la vida en paz, garantizando la movilidad”. Esto ya se ha aplicado en algunas alcaldías, como Benito Juárez, donde en el último trimestre se retiraron y remitieron ante el Juez Cívico a más de 400 franeleros. Este tipo de acciones son una obligación institucional, porque en una democracia funcional, no puede recaer en el ciudadano la carga de defender su derecho al espacio público. Es el Estado quien debe asumir la responsabilidad de liberar las calles de intereses privados y garantizar condiciones reales de acceso, seguridad y equidad para todas las personas. Lo contrario no solo perpetúa la impunidad, sino que normaliza la renuncia del gobierno a sus funciones más básicas.
* Emiliano Montes de Oca (@EmilianoMDO) es coordinador de proyectos anticorrupción en Ethos Innovación en Políticas Públicas (@EthosInnovacion).
Si te cuesta trabajo empezar una rutina de ejercicios, los movimientos isométricos pueden ser un gran punto de partida.
Pocas cosas cuestan más que empezar un nuevo programa de ejercicios.
Pero en el frenético mundo de 2025, quedarse quieto no es la mejor opción: la evidencia científica muestra que la actividad física regular resulta imprescindible para tener una buena salud física y mental.
Por eso, un número creciente de deportólogos y entrenadores personales está recurriendo a un recurso sencillo y versátil: los ejercicios isométricos.
Se trata de posturas que se mantienen durante al menos 30 segundos y que se pueden realizar en casa y sin equipamiento.
“Para quienes llevan años sin moverse, los isométricos son una puerta de entrada segura: fortalecen sin impacto y ayudan a reconectar con el cuerpo desde el primer día”, le dice a BBC Mundo la médica deportóloga Catalina Blanco.
La doctora Patricia Puiggròs, autora de Pausa tu dolor de espalda, coincide: “Son tan versátiles que una mujer posparto, un paciente con artrosis o un ejecutivo sin tiempo pueden usarlos como punto de partida y notar cambios reales en pocas semanas”.
A continuación, te contamos qué son los ejercicios isométricos, cómo integrarlos en tu rutina y cuáles puedes probar hoy mismo.
El término isométrico proviene del griego isos (igual) y metron (medida): hace referencia a una contracción en la que el músculo mantiene la misma longitud mientras genera tensión.
En un curl de bíceps típico la fibra muscular se acorta (fase concéntrica) cuando se sube la mancuerna y se alarga (fase excéntrica) cuando se baja.
La otra opción es sostener la pesa a medio camino, sin moverla, con lo cual el bíceps trabaja de forma isométrica: la articulación no se desplaza, pero las fibras siguen “encendidas”.
Esa quietud aparente reduce la carga sobre tendones y cartílagos, lo que convierte a estos ejercicios en aliados de la rehabilitación y en un punto de partida ideal para quienes salen del sedentarismo.
Pero los isométricos no son solo para novatos.
La entrenadora personal Paola Carbajal, quien trabaja en la zona de Roatán, Honduras, y le dijo a BBC Mundo que los atletas de élite incorporan los ejercicios isométricos para mejorar la salida en velocidad, reforzar la estabilidad de los músculos abdominales o afinar la técnica en movimientos explosivos.
“Mantener una zancada estática con peso sobre la espalda durante 45 segundos quema más que veinte sentadillas ligeras”, dice en base a su experiencia con ciclistas y velocistas de alto rendimiento.
En resumen: no se trata solo de “quedarse quieto”, sino de sostener la tensión en el ángulo exacto en el que el músculo puede ganar fuerza sin castigar la articulación.
Como está generando tensión sin desplazarse, el músculo está actuando como si fuera un amortiguador que estabiliza la articulación. Blanco lo compara con “poner el freno de mano y acelerar el motor al mismo tiempo”: el cuerpo trabaja duro, pero no hay sacudidas internas.
Ese “empuje silencioso” despierta fibras profundas —las mismas que protegen la columna y las rodillas— y crea una respuesta vasodilatadora que los cardiólogos están empezando a estudiar. Blanco cuenta que en hipertensos leves, practicar cuatro series de 30 segundos, cuatro días por semana, puede reducir la presión sistólica hasta 7 mm Hg.
“Cuando la articulación duele, el músculo tiende a apagarse; una postura isométrica lo reactiva sin irritar la zona sensible”, apunta Puiggròs.
Los ejercicios isométricos también mejoran la conexión mente-músculo: pasados veinte segundos en plancha, la conciencia se clava en el abdomen. Adquirir esa sensibilidad se convierte en un paso clave para poder llevar a cabo movimientos más complejos con estabilidad.
En definitiva, el músculo se vuelve en un aliado: gana fuerza donde más se necesita y “enseña” a las articulaciones a moverse con mayor control una vez que se reanudan las repeticiones tradicionales.
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Aunque integrar ejercicios isométricos a la rutina de ejercicios es fácil y seguro, hay ciertos grupos que deben tener cuidado y consultar con un médico antes de empezar a hacerlos.
“Personas con hipertensión arterial no controlada o con antecedentes cardiovasculares importantes deben consultar con su médico antes de realizar ejercicios isométricos”, dice la doctora Puiggrós, agregando que “lesiones musculares agudas o dolor intenso en la zona a trabajar requieren valoración previa antes de comenzar”.
Además, la doctora recuerda que los ejercicios isométricos solos no son una rutina completa: “No mejoran de forma directa la movilidad, la coordinación ni la capacidad cardiovascular. Por eso, no deben sustituir un programa completo, sino integrarse como parte de un enfoque más global, que incluya también ejercicios dinámicos, movilidad articular, estiramientos y descanso adecuado.”
Las especialistas consultadas por BBC Mundo sugieren empezar con tres sesiones semanales. Las posturas deben mantenerse un mínimo 30 segundos y se puede finalizar con estiramientos a la zona que se trabajó.
Es clave también mantener la atención en la respiración, inhalar por la nariz al acomodarse en la posición, exhalar de forma constante mientras se sostiene, y volver a inhalar al finalizar.
“Cuando la respiración fluye, el cuerpo entiende que la tensión es controlada y no dispara alarmas”, dice Puiggròs.
La columna debe permanecer neutra, las rodillas alineadas con los pies y la mirada fija en un punto para mantener el equilibrio. Un espejo o la cámara del teléfono ayudan a corregir ángulos indeseados.
“Para los atletas, los isométricos son oro: mejoran la rigidez del tendón y la capacidad de aplicar fuerza rápidamente”, recuerda Blanco. Por eso ciclistas y velocistas los usan para potenciar la salida o la cadencia de pedaleo.
Cuando los 30 segundos resulten cómodos, se avanza a 45 o 60 segundos o se añade carga externa (bandas, discos ligeros). Otra opción es preceder cada isométrico con 8-10 repeticiones dinámicas del mismo ejercicio: el músculo llega fatigado y la postura final produce un estímulo extra de fuerza y resistencia.
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Las expertas consultadas por la BBC coincidieron en cuatro ejercicios isométricos clave que pueden ayudar a alguien que quiera comenzar una rutina de ejercicios.
Con los antebrazos y puntas de los pies en el suelo, hombros sobre codos, abdomen activo.
Según Puiggròs, esta posición activa “la faja natural” que protege la zona lumbar y despierta el core profundo.
Con la espalda pegada a la pared y las rodillas en ángulo de 90°.
Blanco se la receta a hipertensos y oficinistas: refuerza los cuádriceps y glúteos sin impacto y ayuda a romper las horas de sedentarismo.
Boca arriba y con las rodillas flexionadas, se eleva la pelvis hasta alinear rodillas, cadera y hombros.
Es un ejercicio que ayuda a aliviar la zona lumbar y, en el posparto, ayuda a reconectar con el suelo pélvico.
Un paso largo al frente, ambas rodillas a 90 °; tronco erguido.
Carbajal lo define como “triple tiro” para cuádriceps, glúteo medio y core; en rehabilitación de tobillo, refuerza el control neuromuscular.
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