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Convocar al diálogo: un llamado ante un México amenazado
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Convocar al diálogo: un llamado ante un México amenazado

México necesita, con urgencia, abrir un espacio amplio de diálogo nacional que permita enfrentar los desafíos tanto internos como externos. Este diálogo debe incluir a empresarios, académicos, organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general, con el objetivo de sumar propuestas y construir soluciones.
02 de diciembre, 2024
Por: Elio Villaseñor Gómez

                  “En tiempos de crisis, el diálogo es la herramienta más poderosa que tenemos para resolver conflictos y construir un futuro sostenible”.

António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.

Los tiempos que vivimos no son alentadores. En medio de una coyuntura crítica, se ha presentado un presupuesto basado en buenas intenciones y promesas de un entorno idealizado, pero alejado de la realidad.

La llegada de Donald Trump añade un nivel de complejidad significativo, con medidas que amenazan impactar a México en áreas clave como el comercio, la migración y la seguridad. Frente a esta situación, el gobierno ha optado por transmitir una falsa sensación de control, asegurando que las decisiones del vecino del norte no nos afectarán.

Sin embargo la realidad, terca como siempre, nos obliga a reconocer un panorama adverso que requiere acciones concretas y coordinadas. No se trata de adoptar posturas optimistas o pesimistas, sino de aceptar que enfrentamos desafíos que demandan respuestas colectivas y bien estructuradas.

Por ejemplo, el presupuesto carece de ingresos suficientes para cubrir los gastos necesarios, lo que lleva a cuestionarnos: ¿de dónde saldrán los recursos que faltan? Al mismo tiempo, las medidas que Trump podría implementar afectarían nuestro crecimiento económico, limitarían la inversión extranjera y agudizarían las amenazas de deportaciones masivas.

Ante este escenario, es inevitable preguntarnos: ¿estamos preparados? ¿Es realista pensar que un gobierno centralizado y autosuficiente podrá enfrentar solo estos retos?

La respuesta no es sencilla. En el contexto actual es crucial fomentar un diálogo abierto y transparente entre todos los sectores de la sociedad para diseñar estrategias efectivas, no reactivas.

El diálogo como vía de solución

Es fundamental dejar atrás la soberbia en el ejercicio del poder. México necesita, con urgencia, abrir un espacio amplio de diálogo nacional que permita enfrentar los desafíos tanto internos como externos. Este diálogo debe incluir a empresarios, académicos, organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general, con el objetivo de sumar propuestas y construir soluciones.

No es momento de creer que el gobierno y sus aliados por sí solos podrán sacar adelante al país. La agenda nacional exige abordar temas de fondo e implementar políticas públicas clave, como una reforma fiscal integral que fortalezca la economía interna, diversifique las fuentes de ingresos y reduzca la dependencia de factores externos. Asimismo, es necesario ampliar alianzas estratégicas, no solo con la Casa Blanca y el Capitolio, sino también con la diáspora mexicana en Estados Unidos, para defender nuestros intereses de manera coordinada y eficaz.

Construir colaboración en lugar de politización

El gobierno debe abrirse a la sociedad con una actitud proactiva, priorizando la suma de esfuerzos y la coordinación de acciones en defensa del futuro de México. Es imprescindible abandonar la política de la polarización y la politización para dar paso a una verdadera colaboración entre todos los sectores sociales.

Aunque el panorama actual presenta numerosos desafíos, también ofrece una oportunidad para replantear nuestras estrategias y construir un país más fuerte y unido. La clave está en la acción coordinada y en nuestra capacidad de adaptarnos a un entorno interno y global en constante cambio.

Los tiempos exigen un diálogo respetuoso y constructivo, en el que cada actor aporte desde su experiencia y perspectiva para defender los intereses de México. Solo así podremos enfrentar las amenazas del presente y construir un futuro sostenible para nuestro país.

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Imagen BBC
Revolución Mexicana: conoce a Adela Velarde, la mujer que dio nombre a las “adelitas”
7 minutos de lectura

En la historia de Adela Velarde, que posiblemente inspiró el corrido más famoso de la revolución mexicana y dio nombre a las “adelitas”, se entreteje la memoria y la leyenda.

20 de noviembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0
Toda revolución necesita un héroe y una musa.

Adela Velarde Pérez fue las dos cosas.

Pero, como sucede con todos los mitos identitarios, en la historia de esta mujer que posiblemente inspiró el corrido más famoso de la revolución mexicana y dio nombre a las “adelitas”, se entreteje la memoria y la leyenda.

La imagen de Adela Velarde, jovencísima, de ojos grandes, mirando intensamente a la cámara bajo su enorme sombrero, agarrando una bandera mexicana en una mano y una espada en la otra, su diminuto cuerpo cruzado por un cinturón de balas, encarna la esencia de un espíritu nacional, de una identidad mexicana valiente y revolucionaria.

Ella representa a las miles de mujeres anónimas que se unieron a la Revolución mexicana (1910-1920) a las que se conoce como “adelitas”, y que consiguieron derrocar la dictadura de Porfirio Díaz.

El corrido de “La Adelita”, quizás el más famoso de toda la época de la revolución, se cantaba obsesivamente en los frentes y hoy se sigue escuchando, popularizado por cantantes como Jorge Negrete o Amparo Ochoa. Sin embargo, la historia de la “Adelita” original sigue siendo en parte un misterio.

Qué sabemos de la “Adelita” real

Se sabe que nació en el estado de Chihuahua, probablemente en Ciudad Juárez, en el año 1900, en el seno de una familia acomodada.

Adela Velarde Pérez.
Wikimedia Commons
Adela Velarde Pérez.

Según la biografía que el gobierno de México tiene sobre ella, fue nieta del destacado general juarista Rafael Velarde, que luchó contra las tropas francesas.

Siendo aún adolescente se unió a las filas de la revolución, apoyando a la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca en labores de enfermería.

Formó parte de la División del Norte del Ejército Constitucionalista, y posteriormente se incorporó al Cuerpo de Ejército del Noreste.

El 22 de febrero de 1941, Velarde fue reconocida como “Veterana de la Revolución” por la Secretaría de Defensa Nacional mexicana y, según el Museo de la Mujer, fue nombrada miembro de la Legión de Honor Mexicana en 1962.

Al acabar la revolución trabajó en Ciudad de México como mecanógrafa en la administración de Correos. En 1965 se reencontró con un coronel que había conocido en sus años de lucha, Alfredo Villegas, con quien se casó en 1965.

Poco después, la pareja se mudó a Estados Unidos, donde vivió hasta su muerte en 1971, debido a un cáncer de ovario. Sus restos yacen en el cementerio de San Felipe, en Del Río, Texas.

Hombres y mujeres junto a un pozo en la Revolución Mexicana.
Getty Images
El trabajo de las mujeres fue esencial en la Revolución Mexicana.

Estas es, practicamente, casi la única información contrastada que se tiene de ella.

A partir de ahí, casi todo son relatos, más o menos fabulados, inspirados por el romanticismo de su personaje.

El mito la retrata como una muchacha valiente y bella, cuyos ideales revolucionarios la convirtieron en un ejemplo para otras mujeres que se unieron al alzamiento, a las que hoy se conoce como “adelitas” y que desempeñaron un papel fundamental en las guerrillas.

Las “adelitas”

Pocos han descrito el papel de las “adelitas” de una forma más hermosa que la escritora Elena Poniatowska en su libro “Las indómitas”.

“Yo te doy agua. Yo llevo las ollas y las cazuelas para hacerte tu comida. Yo te despiojo. Yo te lío tu petate. Yo te lavo tu ropa. Yo junto la leña para hacer lumbre. Yo te aceito tu fusil. Yo te prendo tu cigarrito, y si no hay tabaco, te hago uno de macuche, aquí tengo hojas de maíz. Yo cargo tu Mauser y tus cartuchos. Yo cuido de que no se moje la pólvora. Yo te hago casa en el campo de batalla. Yo soy tu colchón de tripas. Yo tengo a tu hijo en la trinchera”.

Una portad de
Getty Images
El papel de las mujeres en la Revolución Mexicana traspasó fronteras.

Sin ellas, afirma la autora mexicana, no habría habido revolución. Muchas fueron llevadas por sus hombres, esposos, padres o hijos, al combate como apoyo. Otras fueron obligadas a participar por la fuerza y, aunque la mayoría ejercía apoyos básicos y de enfermería, algunas llegaron a tener cargos importantes.

Después de haber dado sangre, sudor y lágrimas en la batalla, con el fin de la guerra la mayor parte de estas mujeres regresaron a los antiguos roles que la sociedad les deparaba, y sus hisotrias de olvidaron.

Solo un puñado de nombres de “adelitas” han sobrevivido al anonimato de la Historia, entre ellos el de Adela Velarde, en gran parte gracias al corrido que lleva su nombre.

Mujeres con cestas.
Getty Images
Tras la revolución, gran parte de las mujeres volvieron a sus roles tradicionales.

La versión más edulcorada de la historia de esta famosa canción, que se convirtió en símbolo de la revolución y responsable de que medio mundo hispanohablante no pueda escuchar la palabra “Adelita” sin tararear “se fuera con otro…”, la narra el historiador mexicano José Alberto Galindo.

La leyenda

Galindo es el autor del libro “Un cielo lleno de metrallas: La verdadera historia de la Adelita”, en el que relata la siguiente historia:

Velarde entró en el ejército revolucionario como enfermera, por lo que fue repudiada por su familia, que consideraba, como otras de su época, que las mujeres solo podían abandonar el hogar de su familia para casarse.

Al poco de unirse a la revolución, la joven conoció a Antonio Gil Del Río Armenta, sargento del ejército de Pancho Villa, y ambos mantuvieron un tórrido romance.

De acuerdo con algunos relatos no corroborados, ambos tuvieron un hijo, que más tarde moriría en la Segunda Guerra Mundial.

La historia de amor tuvo también un final trágico.

Revolucionarios mexicanos caminando.
Getty Images
Fueron muchas las mujeres que acompañaron y lucharon con las tropas revolucionarias.

El sargento fue alcanzado por una bala en la ciudadad de Gómez Palacio, y murió en los brazos de su amada. Sin embargo, antes de fallecer, le pidió a su enamorada que mirara dentro de su petate, donde Velarde encontró un papel con la letra de la canción que se convertiría en un himno nacional revolucionario. Ella había sido su musa y sería su último amor.

¿Demasiado perfecto? Pues hay más.

Según Galindo, la letra de la canción no estaba completa, por lo que Gil Del Río Armenta le cantó allí mismo, y con su aliento postrero, la última estrofa, que Adelita apuntó en el papel de su puño y letra.

Algunas versiones dicen que esta última estrofa dictada al borde de la muerte fue la que dice: “Si acaso yo muero en campaña /y mi cadáver lo van a sepultar, /Adelita por Dios te lo ruego /que con tus ojos me vayas a llorar”.

Sin embargo, en una entrevista con el diario “Excélsior” en 1948, la propia Velarde confirmó que fue ella quien inspiró al compositor, aunque el corrido original solo contaba con tres estrofas:

“Popular entre la tropa era Adelita, /la mujer que el sargento idolatraba, /porque a más de ser valiente era bonita /que hasta el mismo coronel la respetaba.

Y si Adelita se fuera con otro/ la seguiría por tierra y por mar; /si por mar, en un buque de guerra /si por tierra, en un tren militar.

Si Adelita quisiera ser mi esposa, /si Adelita fuera mi mujer, /le compraría su vestido de seda /para llevarla a bailar al cuartel”.

Mujeres vestidas de
Getty Images
Las “adelitas” siguen desfilado en cada aniversario de la revolución mexicana.

El historiador Galindo afirma, además, que el “coronel” que menciona la canción es, para rizar más el rizo, hombre con el que finalmente se casó Adela Velarde en 1965, Alfredo Villegas.

Sin embargo, existen diferentes versiones sobre el origen de la canción que, según la Secretaría de Defensa Nacional (SDN) mexicana, fue difundida por la División del Norte entre 1914 y 1915.

Según el libro “Las Fuerzas Armadas en la Revolución Mexicana”, editado por la SDN en 2013, algunos atribuyen su autoría al joven capitán Elías Cortázar Ramírez, otros a un tal Ángel Viderique.

Otra interpretación afirma que se trata de una canción anónima que el general Domingo Arrieta y sus tropas escucharon en el estado de Sinaloa, y otra más que el mismo general Arrieta se la encomendó a un maestro de su banda militar, Julián S. Reyes, para que la escribiera y la instrumentara.

Pero en la creación de los mitos el relato es importante, y una buena historia de amor trágico siempre será más potente que un anodino encargo.

Línea gris.
BBC

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