“La desilusión no debe paralizar nuestras esperanzas de construir un futuro mejor”.
Ban Ki-moon, exsecretario general de la ONU
La realidad política de nuestro país ha consolidado un régimen en el que el poder se ejerce sin contrapesos; el ejercicio del poder se ha vuelto discrecional y arbitrario.
Nos encontramos en una época donde el poder prevalece sobre la ley, y cuando algo se interpone en la implementación de políticas públicas, el régimen cuenta con las leyes y la estructura necesarias para imponer su voluntad.
Actualmente, estos cambios aún no generan una respuesta significativa de la ciudadanía común, pues muchos no perciben cómo afectan su vida cotidiana. Temas como el sistema de justicia, la militarización y el rumbo económico parecen lejanos para la mayoría.
Además, los partidos de oposición parecen más interesados en preservar sus puestos y privilegios que en representar los intereses del pueblo.
Vivimos una era de dualidades: por un lado, el mundo virtual nos ofrece nuevas interconexiones y herramientas que abren oportunidades, especialmente para los jóvenes en su preparación para la vida labora. Por otro, enfrentamos un contexto político restrictivo que exige, a quienes queremos prosperar, coraje e innovación en nuestra vida diaria.
Aunque estos mundos puedan coexistir temporalmente, es inevitable que, en el futuro, emerja un conflicto entre una vida que exige enfrentar nuevos desafíos y una realidad política que no proporciona condiciones de seguridad ni incentivos para el desarrollo personal.
En esta realidad, es crucial que cultivemos nuestra creatividad y espíritu de superación para avanzar y contribuir a la construcción de un tejido social renovado, pese al entorno político adverso.
Los tiempos actuales nos muestran una sociedad desencantada con la vieja política, una que ya no inspira ni motiva a participar.
El gran desafío es, entonces, encontrar nuevas formas de organización y promover ideas frescas que respondan con dignidad a las necesidades y aspiraciones de nuestra comunidad.
* Elio Villaseñor Gómez es director de Iniciativa Ciudadana para la Promoción del Diálogo A.C. (@Iniciativa_pcd).
La pareja gobernante se convertiría en “coordinadora” de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ordenó este miércoles una amplia reforma de la Constitución de su país que le otorgaría a él y a su esposa, Rosario Murillo, el poder absoluto sobre los tres poderes del Estado.
El ejecutivo de Ortega presentó la propuesta de “Ley de protección de los nicaragüenses ante sanciones y agresiones externas” a la Asamblea Nacional para que la tramite con carácter urgente, informaron medios locales y agencias.
Con la reforma, Rosario Murillo, que es la vicepresidenta del país, pasaría a ser “copresidenta”, una nueva figura que se incorpora a la carta magna.
Según la reforma, la pareja gobernante se convertiría en “coordinadora” de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que hasta ahora la Constitución reconocía como independientes.
El presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, adelantó que la ley será aprobada en los próximos días, previsiblemente este mismo viernes.
La reforma afectará a más de 100 artículos de la actual Constitución que el gobierno de Ortega ya ha enmendado en 12 ocasiones desde 2007, incluida una que le permitió ser reelegido de forma indefinida en el cargo.
Otra de las enmiendas propuestas permitirá cesar de su cargo a los funcionarios públicos que disientan de los “principios fundamentales” del régimen, una práctica que ya se venía dando de forma no oficial, según denuncian organizaciones.
La reforma también limitará aún más la libertad de expresión a cuando esta “no transgreda el derecho de otra persona, de la comunidad y los principios de seguridad, paz y bienestar establecidos en la Constitución”.
Además, la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido de Ortega que gobierna el país, se oficializa como símbolo patrio junto a la bandera nicaragüense azul y blanca, el himno y el escudo nacional.
Se espera que la reforma constitucional tenga el visto bueno de la Asamblea Nacional, donde 75 de los 91 diputados son del FSLN y el resto no suelen oponerse a las iniciativas que allí se presentan.
Ortega, de 79 años, eliminó los límites que la Constitución establecía para el mandato de un presidente, lo que le ha permitido renovar su cargo varias veces desde 2007 en procesos electorales considerados fraudulentos por varios países y organizaciones internacionales.
Su esposa, Rosario Murillo, gobierna junto a él como vicepresidenta de Nicaragua desde el año 2017.
Ambos renovaron sus cargos tras las elecciones de 2021, que se celebraron con los principales candidatos de la oposición suspendidos y encarcelados, y fueron consideradas un fraude por gran parte de occidente y organizaciones internacionales.
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