Hace algunas semanas la presidenta Claudia Sheinbaum turnó al Congreso un proyecto de reformas a la Ley General en materia de desapariciones forzadas que pretende, entre otras cosas, dotar al Estado de una robusta base de datos biométricos que ayude a la identificación de las víctimas. Sin duda el propósito es loable, sin embargo, es en la posible instrumentación que surgen severas dudas. Veamos.
En México tenemos por la vía de los hechos un documento nacional de identidad que es la credencial para votar que expide el INE. Es un instrumento registral robusto, pero que sólo brinda identidad confiable a los mexicanos mayores de 18 años; los menores de 18 años y los mexicanos residentes en el extranjero son una asignatura pendiente.
Lo que la reforma propone es que todas las autoridades que tengan registros administrativos de los ciudadanos transfieran sus bases de datos al Registro Nacional de Población. Ahí empiezan los problemas. Para transferir los datos personales es necesario que el titular de ellos dé su anuencia. El INE tiene 100 millones de registros, esos 100 millones tendríamos que autorizar que los datos que le confiamos al INE pasen a formar parte de otra base de datos. No parece sencilla la operación.
Al hacer obligatoria la CURP con biométricos para todos los ciudadanos mexicanos, en principio se resuelve el asunto de contar con un documento de identidad confiable para todos, pero los efectos sobre la calidad y confiabilidad del padrón electoral pueden ser devastadores. Tendríamos una coexistencia de dos documentos de identidad: por un lado, la naciente CURP con biométricos y por el otro la credencial para votar. En la medida que esta última pierda efectividad para hacer diversos trámites, se convertirá sólo en un instrumento para votar y es previsible que la cobertura que hoy tiene esa base de datos se vea severamente mermada.
Hay un problema adicional, en la reforma propuesta no se contempla la actualización de la CURP. Una vez obtenida, el ciudadano no varía su estatus, lo único que modifica esa base son los nacimientos y las defunciones. Por el contrario, en el caso del Registro de electores, la reforma que más benefició la actualización del padrón fue aquella que le dio vigencia a la credencial: a partir del 2008, los ciudadanos tenemos que renovar periódicamente nuestra credencial y es de esa manera que el INE registra la migración interna, nuestros cambios de domicilio. No es menor la diferencia: mientras que la CURP está pensada como un registro más estable, el INE es un registro más vivo que se interesa no sólo por dónde nacemos, sino dónde vivimos, dónde votamos.
La reforma aún no se aprueba, y faltan conocer muchos detalles de su instrumentación, pero ojalá no retrocedamos en todo lo que hemos ganado en materia registral. El Registro Federal de Electores es una institución ejemplar no sólo en México, sino que tiene una bien ganada reputación internacional. No sólo cuenta con la capacidad tecnológica para incorporar todas las innovaciones, tiene también todos los mecanismos para dar confianza a los partidos políticos, pero sobre todo a la ciudadanía. Espero que no tiremos por la borda esa conquista colectiva.
* Rodrigo Morales M. (@rodmoralmanz) fue consejero electoral en el Instituto Electoral del Distrito Federal y en el Instituto Federal Electoral. Actualmente es consultor internacional en materia electoral.
Los fieles pueden acudir hasta el viernes a la Basílica de San Pedro para presentar sus respetos y dar el último adiós al papa Francisco.
Miles de católicos se congregan en la Basílica de San Pedro del Vaticano para darle el último adiós al papa Francisco.
El féretro fue instalado en el templo este miércoles, tras luego de los rituales iniciales que siguieron al fallecimiento del pontífice, ocurrido la mañana del lunes.
La fila de creyentes avanzaba constante alrededor del sencillo ataúd. Algunos se arrodillaban o se persignaban en señal de respeto.
Entre los asistentes estaba una pareja de recién casados, Luis y Macarena, que dijeron a la BBC que viajaron a Roma con la esperanza de recibir la bendición del papa Francisco: “El papa Francisco es un santo y nos bendecirá desde el cielo”, dijo Luis.
El féretro de Francisco, que permanecerá abierto en la Basílica de San Pedro hasta el próximo viernes, contiene algunos símbolos que te describimos a continuación.
La vestimenta más notable que tiene el cuerpo del papa Francisco es la casulla roja.
Se trata de una túnica litúrgica que simboliza tanto el amor y la compasión como la sangre derramada de Cristo.
Este tipo de prendas son usadas en fechas importantes de la tradición católica, como el Domingo de Ramos, el Viernes Santo o la fiesta de Pentecostés.
Sobre la casulla, Francisco porta un palio blanco con cruces bordadas en negro.
Se trata de un ornamento que consiste en una banda de tela de unos dos metros de largo que los papas y otros altos jerarcas llevan sobre los hombros en las misas pontificales.
Es tradición que la prenda que usa el Papa sea confeccionada por las monjas benedictinas de Santa Cecilia en Roma.
Sobre el palio también descansa una pieza dorada que representa los clavos de Jesucristo, una pieza que suele ser incluida en los funerales papales.
Sobre la cabeza, Francisco porta una mitra blanca adornada con un ribete dorado.
Se trata de un tocado alto, rígido, usado por el Papa y los obispos en ocasiones solemnes y que representa la dignidad, la santidad y la autoridad papal.
Anteriormente, los papas portaba una tiara que se imponía en el ritual de la coronación del pontífice y en algunas ocasiones especiales, como la bendición Urbi et Orbi. El papa Pablo VI fue el último que la usó en 1963.
El cuerpo de Francisco yace en su féretro con las manos sobre el abdomen. En el dedo anular de su mano derecha, el Papa porta un anillo de plata.
Se trata de una pieza que Francisco ha usado desde su época como obispo de Buenos Aires.
Los rituales de la muerte de un Papa indican que el Anillo del Pescador, que recibe un pontífice cuando es elegido como símbolo del poder papal, debe ser destruido para marcar el fin de su autoridad sobre la Iglesia católica.
Los restos se reutilizan para hacer el anillo del siguiente Papa. Pero cuando Francisco asumió como el 266° pontífice, el papa emérito Benedicto XVI no había fallecido, así que fue confeccionado un nuevo anillo.
Entre las manos, Francisco también lleva un rosario, como lo han hecho los papas en sus funerales desde Pablo VI.
El que lleva Francisco es uno discreto, con las decenas de color negro, una cadena plateada y un pequeño crucifijo.
Uno de los cambios significativos en el entierro del papa Francisco es el ataúd.
Los ataúdes utilizados para los entierros papales anteriores consistían en tres féretros hechos de ciprés, plomo y roble, pero Francisco pidió ser enterrado en un sencillo ataúd de madera y zinc.
El pontífice también pidió permanecer en el ataúd abierto para su funeral, mientras que otros papas han sido colocados descansando sobre cojines en una plataforma llamada catafalco.
En su testamento, Francisco pidió ser enterrado en un nicho sencillo y sin adornos en la Basílica Papal de Santa María la Mayor de Roma, a diferencia de otros papas que fueron sepultados en la cripta vaticana de la Basílica de San Pedro.
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