Al ingresar a la jungla de las políticas públicas, los gobiernos se aventuran en un mundo para el cual requieren de instrumentos técnicos que los ayuden a salir bien librados. Sin duda habrá quien crea que el olfato político y el sentido común son herramientas suficientes para un sexenio exitoso, pero los gobiernos requieren de indicadores y de elementos de evaluación que les permitan orientar y corregir el rumbo del proyecto para el que fueron electos. Sería insensato deshacerse de brújulas, mapas y teléfonos satelitales precisamente al iniciar un viaje increíblemente complejo. Hay demasiado en juego si los aventureros se extravían o terminan caminando en círculos.
El Congreso está por aprobar la iniciativa que envió el Ejecutivo para desaparecer a organismos autónomos como el INAI, la Cofece y el IFT, sin aclarar quién ni cómo se harían las funciones encomendadas a los órganos que desaparecen. Una de las instituciones que se propone desaparecer es el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). El CONEVAL es una institución reconocida a nivel internacional por su credibilidad, relevancia y rigor, lo cual debe en gran medida a su transparencia y a su estructura de gobernanza, basada en decisiones colegiadas con seis consejeros académicos independientes y apartidistas que aportan amplia experiencia técnica.
Las principales funciones del CONEVAL que desaparecerían con él son: la definición, actualización y estimación de la medición oficial de pobreza; la evaluación independiente de los programas federales que implican un mayor gasto presupuestal; el asesoramiento a autoridades federales, estatales y municipales en el diseño e implementación de sus órganos de evaluación, y la emisión de recomendaciones de política social. Todo esto es lo que está en juego, tan sólo con uno de los organismos cuya eliminación votará la Cámara de Diputados el próximo 14 de noviembre.
La iniciativa que desaparece al CONEVAL menciona escuetamente que sus funciones se dirigirán al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). Aunque el INEGI es un organismo autónomo que goza de amplia credibilidad, el problema radica en que -por su naturaleza- este instituto sólo puede adoptar la primera función, sobre medición de pobreza. La iniciativa implícitamente sugiere que se eliminarán las evaluaciones independientes, se dejará de asesorar a otros niveles de gobierno y se perderán las recomendaciones autónomas. Aprobar esta iniciativa significaría que el gobierno se aventura en su política social sin instrumentos que lo guíen.
Al desaparecer el CONEVAL también se pierden conquistas institucionales fundamentales. Un ejemplo es el mandato vigente para que la evaluación de los programas sociales se retome en los análisis de asignación presupuestaria. Esto significa que se perderían los candados institucionales que evitan seguir financiando programas públicos caros que no obtienen los resultados para los que fueron creados. Cuando los programas no se condicionan a obtener resultados positivos en el bienestar de la población, cuando no hay una rigurosa rendición de cuentas, entonces aumenta significativamente el riesgo de usar los programas sociales con fines electorales.
Ante este escenario no conviene perder la brújula, ni la memoria. La relevancia de la política social de México requiere que se defina quién y cómo se harán las funciones que están en duda ante la desaparición del CONEVAL. Para evitar la pérdida de avances institucionales hay algunos elementos que se deben mantener. Se necesita defender la autonomía en la estimación de la pobreza y en la evaluación de programas sociales, así como en la emisión de recomendaciones de política social. La imparcialidad de la evaluación depende en gran medida de la separación entre la instancia que implementa programas sociales y la instancia que los evalúa. La actualización de los criterios de medición y evaluación, así como las reglas de contratación, deben ser transparentes y predeterminadas, además de cuidar el rigor técnico, la transparencia en las fuentes de datos, las estimaciones y los reportes sobre política social. Será importante que continúe la periodicidad e independencia en todas las mediciones que actualmente genera CONEVAL. Y se necesita garantizar la disponibilidad pública y accesible de todos los estudios –nuevos e históricos– que se generen de política social.
El CONEVAL ha sido una de las mejores prácticas en el impulso de una gestión basada en resultados. Es un referente global por la calidad de la medición de pobreza y en los análisis y recomendaciones que sirven de orientación a los distintos órdenes de gobierno. México fue de los primeros países en coordinar a estados y municipios para crear áreas locales de monitoreo y evaluación, que son utilizadas por gobiernos de todos los partidos políticos. No será fácil reconstruirlo.
Bien se ha estudiado que las instituciones son una causa fundamental para explicar las capacidades gubernamentales y su eficiencia social. Si se aprovechan mejor los recursos tendremos una mejor implementación de políticas públicas y mejores resultados para la ciudadanía. De ahí la importancia de que México siga aumentando la calidad de la evaluación y de la medición de pobreza al retomar la evidencia que brinda mayores y mejores resultados a la ciudadanía. Porque como bien lo hemos aprendido del CONEVAL, lo que se mide, se puede mejorar. La evidencia es un gran aliado de la política pública; dejemos de cancelar a las brújulas y a los mapas, es mejor corregir el rumbo.
* Graciela Teruel Belismelis es directora de la División de Estudios Sociales de la Universidad Iberoamericana. Pablo Gaitán Rossi es director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad. Edgar Martínez Mendoza es coordinador de Evaluación del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad.
Descrita por algunos como un “enigma”, se espera que Trump regrese a sus funciones en la Casa Blanca “en sus propios términos”.
Un día después de la gran victoria en EE.UU. de su esposo Donald Trump, Melania Trump utilizó las redes sociales para enviarle un mensaje a la nación.
“La mayoría de los estadounidenses nos han confiado esta importante responsabilidad”, afirmó la señora Trump.
“Salvaguardaremos el corazón de la República: la libertad”, prometió, e instó a los estadounidenses a superar las diferencias ideológicas por el bien del país.
Fue un mensaje breve, pero sugirió un cambio en cómo la ex primera dama abordará el papel esta segunda vez.
Cuando Donald Trump ganó su primera presidencia en 2016, su esposa inicialmente no se mudó a la Casa Blanca y se quedó en Nueva York con su hijo pequeño.
A veces se mostró reticente a seguir las tradiciones establecidas por las primeras damas que la precedieron.
Pero los expertos dicen que esta vez, Trump probablemente será más prudente en su enfoque del papel en gran parte indefinido de ser la Primera Dama de Estados Unidos.
Nacida como Melanija Knavs, la ex modelo esloveno-estadounidense de 54 años cambió su vida glamorosa rodeada de las paredes doradas de la Trump Tower de Manhattan por los confines de la vida política que conlleva la Oficina Oval, durante una presidencia que a menudo estuvo plagada de controversias.
Descrita por algunos como un “enigma”, Trump ha preferido ser menos pública que sus predecesoras y ha pronunciado menos discursos tanto en la Casa Blanca como durante la campaña electoral.
“Ella ha sido única en comparación con otras primeras damas modernas”, dijo Tammy Vigil, profesora asociada de comunicaciones en la Universidad de Boston y autora de un libro sobre Michelle Obama y Melania Trump.
“Hace las cosas como quiere, no como tiene que hacerlas, pero cumple con las expectativas básicas”.
En los últimos años, se alejó del centro de atención mientras su marido impugnaba varios casos legales en su contra mientras hacía campaña para un segundo mandato.
Su ausencia inspiró varios artículos periodísticos este verano que preguntaban: “¿Dónde está Melania?”.
Trump ha hecho apariciones en ocasiones clave, como cuando su esposo anunció a finales de 2022 que volvería a presentarse como candidato.
También asistió a la Convención Nacional Republicana en julio vistiendo un traje rojo brillante de Christian Dior, pero no pronunció ningún discurso, otra ruptura con la tradición.
Cuando habla, sus palabras parecen cuidadosamente elegidas y ofrecen pistas sobre sus opiniones.
En el mitin de su esposo en el Madison Square Garden, pocas semanas antes de las elecciones, hizo comentarios breves pero concisos, en línea con el mensaje de ley y orden de la campaña de Trump, describiendo a la ciudad de Nueva York como una “gran metrópolis” en decadencia debido a la delincuencia desenfrenada.
También habló después del primer intento de asesinato contra su marido, pidiendo unidad y calificando al agresor de “monstruo”.
En una rara entrevista en Fox, más tarde acusó a sus oponentes políticos y a los medios de comunicación de “alimentar una atmósfera tóxica” que condujo al ataque.
La señora Trump declaró su postura a favor del aborto en sus recientes memorias, lo que la puso en desacuerdo con los activistas provida dentro del Partido Republicano.
Los comentarios provocaron especulaciones sobre la relación de los Trump, pues en aquel momento su esposo estaba haciendo campaña por la revocación de Roe v Wade.
Trump ha escrito sobre su carrera como modelo, su admiración por su esposo y sus desacuerdos políticos pasados, pero ha decidido mantener privados los detalles de esas disputas.
Pero ha apoyado públicamente a su esposo en asuntos controvertidos como su falsa afirmación de que las elecciones presidenciales de 2020 fueron robadas.
“No soy la única persona que cuestiona los resultados”, escribió en su libro.
Sobre los disturbios del Capitolio del 6 de enero de 2021, escribió que “no estaba al tanto” de lo que estaba sucediendo porque estaba preocupada por sus obligaciones.
Su exsecretaria de prensa, Stephanie Grisham, escribió en sus propias memorias que Trump se negó a emitir una declaración condenando la violencia, lo que llevó a la señora Grisham a dimitir.
Algunos comentaristas han cuestionado si ella disfrutó del papel de primera dama.
Una de sus biógrafas, la ex reportera de CNN Kate Bennett, sostiene que lo hizo a pesar de su renuencia inicial.
“Le gustaban todos los accesorios que conlleva ser primera dama y vivir en la Casa Blanca”, dijo Bennett a la revista People en 2021. “Creo que realmente lo disfrutó mucho”.
En sus memorias, la señora Trump escribió que tiene un “fuerte sentido del deber de usar la plataforma como Primera Dama para el bien”.
Y dijo en una entrevista de 1999 que si Trump alguna vez se postulara a la presidencia, usaría a las ex primeras damas Jacqueline Kennedy y Betty Ford como modelos a seguir, calificándolas de “muy tradicionales”.
Kennedy fue un ícono de la moda que se dedicó a la preservación de la Casa Blanca, mientras que Ford fue conocida como una pionera que abogó por el derecho al aborto y los derechos de las mujeres.
Después de mudarse a Washington, Trump comenzó a asumir funciones de primera dama, como organizar almuerzos y cenas de Estado para los líderes mundiales que estaban de visita.
También se centró en la estética de la Casa Blanca, ordenando amplias renovaciones y supervisando ambiciosas decoraciones navideñas (y una vez la grabaron en secreto quejándose de esta última tarea).
Su vestimenta era objeto de fascinación y controversia en los medios, particularmente después de que la vieran usando una chaqueta con la frase “Realmente no me importa, ¿a ti sí?” durante un viaje a un centro de detención de niños migrantes en 2018.
Dijo que la chaqueta era un mensaje para “la gente y los medios de izquierda” que la criticaban.
Trump volvió a ser objeto de críticas después de que su antigua amiga y asesora principal la grabara en secreto.
En la grabación, Trump expresaba su frustración por las críticas que recibió por la política de su esposo de separar a los niños inmigrantes de sus familias.
Más tarde reveló que la política la había tomado por sorpresa y le había dicho a Trump en privado que no la apoyaba.
El presidente abandonó la política en junio de 2018 después de una tormenta de controversias.
El profesor Vigil dice que uno de los mayores desafíos que enfrentó Trump en el primer mandato de su esposo fue su inexperiencia política, así como la de su personal, igualmente inexperto y a veces desleal.
Pero Trump se mantuvo ocupada en silencio, agrega Vigil, abogando por cuestiones como el bienestar de los niños a través de su campaña Be Best contra el acoso en línea.
También abogó por los niños afectados por la crisis de los opioides y desde entonces ha creado una fundación que recauda fondos para la educación de los niños en hogares de acogida.
Muchos esperan que ese trabajo continúe una vez que regrese a Washington, aunque no está claro si vivirá allí a tiempo completo.
Vigil dice que el papel de la primera dama ha evolucionado a lo largo de los años y que la señora Trump “tomará decisiones sobre cuán activa quiere ser en público”.
“Y creo que lo hará de forma mucho más intencional”.
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