En el mundo actual, nos enfrentamos a enormes retos y de todo tipo: sociales, ambientales, políticos, económicos, etc. El papel de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) para hacerles frente es fundamental.
Las organizaciones no gubernamentales promueven y trabajan para conseguir el bienestar de la sociedad de manera independiente; con la premisa de luchar contra la corrupción y los intereses políticos de grupos selectivos. Su labor es indispensable en países en desarrollo, pero también en los países ricos, pues no importa el contexto, las necesidades humanitarias existen en todas partes.
Como mexicanos sabemos que, ante las emergencias más catastróficas, la empatía y solidaridad nos activa un instinto que no distingue nivel socioeconómico y nos mueve a compartir con quien más lo necesita, tengamos mucho o tengamos poco. Pero ¿qué pasa cuando no es una crisis espontánea, sino una catástrofe profunda y permanente que afecta a grupos vulnerables desde hace mucho tiempo?
Desafortunadamente, estos desafíos no siempre son atendidos por el gobierno, ya sea por falta de recursos o por priorizar otros intereses, lo que deja a millones de personas desprotegidas. Ante esta situación, dentro la sociedad civil hay personas que se organizan para llegar a donde los poderes públicos no llegan, y así nacen diferentes tipos de ONG que, independientemente de si su intervención es local, nacional o internacional, enfocan su actividad para conseguir los cambios necesarios que quizá podrían comenzar en lo familiar o comunitario, pero que terminan impactando positivamente al planeta entero.
Más allá de responder reactivamente ante crisis sociales, climáticas o humanitarias, las ONGs desarrollan un papel clave para informar y sensibilizar a la sociedad, las empresas y los gobiernos sobre los problemas que afectan a las personas más vulnerables y con menor acceso a protección y atención que han padecido esto por generaciones.
Así es como nació nuestra organización. Save the Children lleva más de 100 años protegiendo a las niñas, niños y adolescentes en el mundo, y más de 50 en territorio mexicano. Y todavía quedan muchos desafíos que atender.
Tan solo en 2024, atendimos a 647, 898 niñas, niños, adolescentes y sus familias. A través de nuestros ejes temáticos —educación, salud, nutrición, protección, pobreza, migración y respuesta humanitaria— intervenimos en 20 estados de la República Mexicana para proteger sus derechos e impulsar su desarrollo a corto, mediano y largo plazo.
Detrás de cada número hay un rostro, una historia, una esperanza renovada. Todas las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a una vida plena, segura y feliz. Para lograrlo, se necesita algo más que buenas intenciones: se necesita compromiso, acción y muchos corazones dispuestos a transformar vidas.
La suma de voluntades es crucial para que las acciones de organizaciones como la nuestra puedan amplificar su impacto y potenciar sus acciones. Gracias al apoyo de empresas colaboradoras, voluntarios, instituciones y donantes individuales, es que podemos seguir transformando la vida de cientos de miles de niñas, niños y adolescentes. Gracias a la colaboración de medios de comunicación, líderes de opinión y personas como tú, que se interesan en informarse sobre la situación de las niñas, niños y adolescentes en México, es que podemos lograr que ellas y ellos sean protagonistas de su propio desarrollo y tengan mejores oportunidades.
Jean-Paul Sartre decía “El compromiso es un acto, no una palabra”, y desde Save the Children seguiremos trabajando para crear un mundo en el que cada niña, niño y adolescente tenga bienestar, protección, desarrollo y participación, hasta que tengan un presente y un futuro digno.
* Save the Children (@SaveChildrenMx) es la organización independiente líder en la promoción y defensa de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Trabaja en más de 120 países atendiendo situaciones de emergencia y programas de desarrollo. Ayuda a los niños y niñas a lograr una infancia saludable y segura. En México, trabaja desde 1973 con programas de salud y nutrición, educación, protección infantil y defensa de los derechos de la niñez y adolescencia, en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas.
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Investigadores proyectan que el potencial de recolección de niebla en zonas geográficas con condiciones favorables podría extender esta práctica (comúnmente utilizada a escala rural) al abastecimiento de urbes donde el agua es escasa.
Esto es lo que han concluido investigadores de ese país tras analizar el potencial de la recolección de niebla en Alto Hospicio, una ciudad ubicada en el norte de Chile, en la región árida del desierto de Atacama.
Con poca o ninguna precipitación, la principal fuente de agua de las ciudades de la zona son los acuíferos subterráneos, que se recargaron por última vez hace miles de años. La precipitación promedio es de menos de 5 mm al año. Y, en algunas zonas, la escasez hídrica obliga a abastecer de agua a la población con camiones aljibe.
Pero la ciudad de Alto Hospicio tiene una particularidad geográfica que favorece la formación y captura de la niebla.
“Se ubica en uno de los corredores de entrada de la niebla al continente”, explica a BBC Mundo la investigadora Virginia Carter Gamberini, de la Universidad Mayor de Chile.
Precisamente esas condiciones son las que podrían permitirle a la ciudad apoyarse en la cosecha de niebla como una alternativa viable y sostenible para abastecer de agua potable a su población.
Las conclusiones del estudio, que fue publicado en febrero en la revista Frontiers of Environmental Science, apuntan a que las nubes de niebla que se acumulan regularmente sobre la ciudad montañosa son una fuente desaprovechada de este recurso tan valioso.
Con el crecimiento de la población urbana y la creciente demanda de agua por parte de la minería y la industria, los investigadores advierten que es urgente encontrar otras fuentes sostenibles.
Sobre todo, considerando que en el caso particular de Alto Hospicio, se enfrentan graves problemas de pobreza y un acceso reducido de sectores de la población a redes de suministro de agua limpia.
La idea de capturar el agua de niebla no es nueva.
De hecho, Carter cuenta que ella ha participado en proyectos similares en otras zonas de Chile, Guatemala, Canadá y África.
Uno de los sistemas de recolección de agua de niebla más grandes se encuentra en Marruecos, en el borde del desierto del Sahara, mientras que experiencias emblemáticas en América Latina son las del Chungungo, también en Chile, o los atrapanieblas de las colinas del sur de Lima.
La novedad, señala la investigadora, es que hasta ahora los proyectos de esta naturaleza se habían entendido con la perspectiva de abastecer a comunidades rurales y no así a poblaciones urbanas.
“Esto apunta a un cambio de percepción. Siempre se pensaba en usar agua de niebla para abastecer a pequeños poblados o asentamientos rurales. En este caso, queremos explorar la posibilidad de abastecer una ciudad”, afirma.
“Nuestros hallazgos demuestran que la niebla puede servir como suministro urbano complementario en zonas áridas donde el cambio climático exacerba la escasez de agua”.
Carter recalca que una “nueva era” de recolección de niebla a una escala mucho mayor podría proporcionar un suministro de agua más seguro y sostenible en entornos urbanos donde más se necesita, no solo en Chile sino también en otras urbes del mundo.
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Capturar el agua de la niebla es extraordinariamente sencillo: se cuelga y tensa una malla entre dos postes y se forma el “atrapaniebla”. Cuando las nubes cargadas de humedad atraviesan esa fina malla, se forman pequeñas gotitas, que se canalizan hacia tuberías y tanques de almacenamiento.
La niebla de Alto Hospicio se forma sobre el océano Pacífico cuando el aire cálido y húmedo fluye sobre el agua fría y luego es empujado hacia las montañas. Las condiciones de niebla constantes en la zona permitieron a los investigadores identificar las áreas donde se podría recolectar el mayor volumen de agua de manera regular.
Con un trabajo de campo que se extendió por un año, realizaron evaluaciones in situ, lo que combinaron con datos obtenidos mediante un método predictivo (AMARU), que procesa información meteorológica y la cruza con datos que se obtienen mediante sensores remotos.
Durante la temporada alta del estudio, entre agosto y septiembre de 2024, el potencial de recogida alcanzó hasta 10 litros por metro cuadrado al día, según los investigadores.
Basándose en una tasa promedio anual de recolección de agua de 2,5 litros por metro cuadrado de malla al día, calcularon que:
Carter explica que Chile es “muy especial” en cuanto a la niebla marina, “porque tenemos el océano a lo largo de todo el país y también tenemos la cordillera”.
Su equipo está trabajando actualmente en un “mapa de recolección de niebla” con el objetivo de identificar otros lugares en donde este modelo se pueda implementar.
El “agua de las nubes”, como la describe Carter, podría, según ella, “mejorar la resiliencia de nuestras ciudades ante el cambio climático y, al mismo tiempo, mejorar el acceso al agua potable”.
La investigadora destaca, sin embargo, que la posibilidad de alcanzar esos volúmenes en otras zonas que enfrentan una grave escasez hídrica dependerá siempre de su potencial de formación y captación de niebla, que está dado por diversos elementos.
“Los factores clave que influyen en la eficiencia de la recolección de niebla incluyen la dirección y la velocidad del viento, así como las características geográficas, especialmente la presencia de montañas”, explica.
Por ejemplo, Petorca, una de las zonas más afectadas por la escasez hídrica en Chile, no tendría -a primera vista- las mismas posibilidades de abastecerse en grandes volúmenes de agua a partir de la niebla. Pero sí otras zonas costeras del país.
“Yo he tomado siempre agua de niebla”, dice Carter, pero señala que el estudio que realizaron no contempla un análisis químico respecto de la calidad del recurso hídrico.
En ese sentido, destaca que “va a ser importante hacer otras investigaciones…Ya sabemos cuánta agua y dónde encontrarla. Después habrá que profundizar en la calidad del agua y los métodos mas adecuados para potabilizarla”.
“Puede ser que ahora ya está bien para tomarla, el punto es que no lo sabemos”, dice otra de las investigadoras, Nathalie Verbrugghe, de la Universidad Libre de Bruselas.
Las investigadoras son cautas sobre las expectativas que se han generado en torno a los hallazgos de esta investigación:
“Nosotras no vamos solucionar la crisis hídrica de Chile o del desierto de Atacama” y “probablemente esta tecnología tampoco, pero esperamos que sea un complemento”.
*Con información de Victoria Gill e Isabel Caro
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