El Encuentro de Pueblos, Barrios y Colonias por la Defensa del Territorio de Ciudad de México ha hecho una declaración pública que desde nuestra Asamblea Ecologista Popular nos hace muy felices: la esperanza no reside en los partidos políticos, reside en nosotres, la gente. Es por ello que en su novena asamblea presencial, a celebrarse este sábado 4 de mayo, se harán talleres comunitarios para impulsar una ciudad comunal, comités vecinales autónomos y propuestas de democracia directa basadas en la justicia socio-ambiental, la interseccionalidad, la innovación y el amor a nuestro territorio.
La novena edición del encuentro, a iniciarse a las 10 am en “las Islas” de Ciudad Universitaria, bajo la Facultad de Filosofía y Letras, avanzará hacia la formación de una “Ciudad Comunal”: crear comités comunales con nuestres vecines, y desarrollar desde allí soluciones contra la gentrificación, el despojo de los pueblos y barrios originarios, el cartel inmobiliario, la destrucción de áreas de conservación, entre otras problemáticas.
La tarea principal de los comités comunales será la creación de un Programa General de Ordenamiento Territorial (PGOT) de manera asamblearia. Y es que es desde el PGOT que se establece el modelo de desarrollo y la organización del territorio de Ciudad de México en temas como uso del suelo, infraestructura, transporte, vivienda, medio ambiente y más.
El camino hacia este momento fue marcada por las fervientes protestas que surgieron en contra del último PGOT propuesto por el Gobierno de la Ciudad de México. Estas fueron posibles solo gracias a que durante los últimos años la indignación social creció lo suficiente como para impulsar la formación de nuevas redes de defensa territorial, como el mismo Encuentro de Pueblos, Barrios y Colonias, fundado a inicios de 2022.
Durante las protestas, las organizaciones partícipes del Encuentro se esforzaron por visibilizar cómo el proyecto anterior de PGOT carecía de falta de lineamientos básicos y directrices claras, así como de indicadores medioambientales completos, entre otros problemas significativos.
Con el respaldo de más de 23 mil firmas y el apoyo decidido de autoridades académicas, estudiantes y movimientos sociales, el Encuentro de Pueblos, Barrios y Colonias se enfrentó a una serie de desafíos, incluida la represión policial y el agotamiento constante. A pesar de todo, al final, ganamos: Martí Batres, actual jefe de Gobierno, anunció el retiro tanto de sus propuestas de PGOT como de Plan General de Desarrollo.
El Encuentro de Pueblos, Barrios y Colonias está ahora comprometido directamente en la elaboración de su propia propuesta de PGOT. En la red participan numerosas organizaciones y asambleas territoriales de la ciudad, como la Asamblea Ciudadana del Pueblo de Xoco, la Asamblea Popular Resistencia Atlitic, el Frente por la defensa de los derechos de los pueblos y barrios originarios de la cuenca del Anahuac, el Colectivo Claudia Cortés, el Centro Nacional de Organizaciones en Reingeniería Urbana y Social A.C., el Movimiento Vecinal de Tlalpan, el Colectivo de Vecinos Originarios de la Colonia Tabacalera, la Asamblea Vecina Contra las mega-construcciones Tlalpan Coyoacán Cooperativa Acción Comunitaria, Legado Gaia, la Red de Mujeres en la Defensa del Territorio y, por supuesto, la Asamblea Ecologista Popular, organización ambientalista juvenil y LGBTQ+.
Y si la anterior propuesta de PGOT se negaba confrontar a los grandes capitales y planteaba reformas ecocidas, ahora toca impulsar un proceso justo, que redignifique a la gente y a la naturaleza. La bio-arquitecta Ameyalli Magallón, integrante del Encuentro, también profundiza sobre esto: “Tenemos que avanzar hacia indicadores para la vida. Indicadores de calidad, que por ejemplo eviten el desplazamiento forzado de las personas por la falta de acceso a la vivienda en el centro de la ciudad, por la mala calidad del agua entubada que se reciben los hogares, o por el asedio de la ciudad mercancía”.
Durante la asamblea del 4 de mayo se realizará también una breve protesta frente a la Facultad de Arquitectura para denunciar cómo muches de sus egresades, amparándose en una supuesta apoliticidad, han contribuido como principales arquitectos del modelo de ciudad-mercancía que actualmente enfrentamos y que genera tantos problemas.
Desde la Asamblea Ecologista Popular allí estaremos durante todo el evento, y esperamos que ustedes lectores también jalen: 4 de mayo, a las 10 de la mañana, en “las Islas” de Ciudad Universitaria bajo la Facultad de Filosofía y Letras. ¡Bonita semana!
* La Asamblea Ecologista Popular (@AsambleaEpop) es una organización de defensa del territorio, liderada por juventudes LGBTQ+, cuyo objetivo principal es profundizar la democracia comunitaria para fortalecer a nuestros territorios ante la actual crisis ecológico-social. El objetivo es promover la participación ciudadana y abordar la crisis civilizatoria a través de la implementación de redes de apoyo mutuo, la defensa del territorio, proyectos jurídico-legislativos disruptivos, y manifestaciones. Buscamos fortalecer vínculos entre la defensa del territorio, las luchas sociales y el movimiento climático internacional, pues creemos que solo la unión de luchas, de manera estratégica, solidaria, profundamente democrática e interseccional, logrará crear una alternativa política capaz de evitar el colapso climático.
El ave del terror superaba los 2,5 metros de altura y tenía poderosas extremidades y un pico enganchado con el que destrozaba a sus presas.
Hace 13 millones de años, en los amplios pantanales primitivos de Sudamérica, un enorme reptil aviar no volador, conocido como el “ave del terror”, dominaba el entorno con violenta voracidad.
Estas aves eran depredadoras por excelencia; podían alcanzar estaturas de más de dos metros y tenían poderosas extremidades, afiladas garras y potentes picos encorvados con los que despedazaban la carne de sus presas.
Sin embargo, un nuevo estudio de un fósil encontrado en Colombia hace varios años concluyó que el ave del terror posiblemente no lo tenía todo a su favor y también fue víctima de otros depredadores en un mundo de “todos contra todos”.
Los paleontólogos en el país sudamericano observaron unas marcas de colmillos en un hueso fosilizado que pertenece a una de estas peligrosas aves, lo que supone que algún otro animal aún más grande la pudo haber matado.
Los expertos compararon las perforaciones de los colmillos en el hueso de pata fosilizado con la dentadura de otro reptil prehistórico de tipo caimán o cocodrilo.
Escaneos en 3D de las mordeduras permitieron a los científicos reconstruir lo que creen que fue una “pelea a muerte” que el ave del terror no sobrevivió.
El nuevo estudio, publicado en la revista Biology Letters, comparó el tamaño y la forma de las marcas de dientes con los cráneos y dientes de depredadores similares a cocodrilos en colecciones de museos.
Los investigadores dicen que la muestra es una rara evidencia de la interacción entre dos de los principales depredadores extintos de la época.
El hueso estudiado fue descubierto hace más de 15 años en el desierto de Tatacoa en Colombia.
Cuando el ave habitaba en los pantanos de la región hace 13 millones de años, tendría unos 2,5 metros de altura y se cree que usaba sus poderosas extremidades para dominar y despedazar a su presa.
Lo que los científicos no han podido probar de forma concluyente es si esta particular y desafortunada ave del terror murió en el ataque o si el caimán la devoró como carroña.
“En las marcas de mordedura del hueso no hay señales de curación”, explicó el principal investigador Andrés Link, de la Universidad de los Andes, en Bogotá.
“Así que si ya no estaba muerta, murió en el ataque. Ese fue el último día en que el ave estuvo en este planeta. 13 millones de años después se encontró un pedazo del hueso de su pata”.
El desierto de Tatacoa es rico en yacimientos de fósiles de una época conocida como el Mioceno Medio.
En ese entonces, era un pantano húmedo, donde la sedimentación de los ríos atrapaba y fosilizaba los huesos de animales muertos, resultando en los restos preservados que se encuentran en la actualidad.
Este hueso en particular fue descubierto hace 15 años por César Augusto Perdomo, un coleccionista de fósiles de la región.
Los científicos colombianos trabajaron conjuntamente con Perdomo, estudiando y catalogando los fósiles que había recopilado en su museo.
Allí se dieron cuenta de que el trozo de hueso del tamaño de un puño correspondía a la pata de una ave del terror.
Ese fue un descubrimiento emocionante, porque los fósiles de ave del terror son raros.
Link y sus colegas también quedaron fascinados con las marcas de perforaciones en el hueso, que claramente habían sido hechos por los colmillos de otro poderoso depredador.
Dichas marcas corresponderían a una especie de caimán extinto llamado Purussaurus neivensis, un tipo de cocodrilo que midió hasta cinco metros de largo.
Los investigadores piensan que emboscó a su presa desde la orilla del río, muy similar a como lo hacen los cocodrilos y caimanes modernos.
“Me imaginaría que estaba esperando a que una presa se acercara”, expresó Link.
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Si eso, en efecto, fue una batalla entre dos depredadores ápice, que permite formar una idea de lo que era un antiguo ecosistema.
Las feroces aves del terror pudieron ser mucho más vulnerables a los depredadores de lo que se pensaba.
“Cada pedazo de un cuerpo nos ayuda a comprender mucho sobre cómo era la vida del planeta en el pasado”, declaró Link a la BBC.
“Eso es algo que me asombra, cómo un pequeño hueso puede completar una historia”.
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