Ningún sector económico, en ningún lugar del mundo, está a salvo de presentar brechas de género. Lo que organismos internacionales 1 definen como “la diferencia de acceso a oportunidades y derechos entre mujeres y hombres” puede ocurrir en todos lados. Precisamente por eso, es necesario analizar cada caso, tanto en las actividades privadas como públicas, para así poder identificar si existen barreras distintas para mujeres y hombres.
Aún hoy en día, hay sectores económicos donde la participación de las mujeres es muy baja. Áreas que históricamente han sido consideradas para hombres. Un ejemplo de esto es el sector de movilidad y transporte.
Por diversas razones, entre ellas, los estereotipos de género y la masculinización de esta actividad, pocas mujeres se animan a participar en el sector transporte, sin saber que pueden estar perdiendo una oportunidad para generar un ingreso para ellas y sus familias.
En 2023, la empresa Uber México solicitó a Simetría A. C. un estudio para entender las oportunidades y barreras que enfrentan las mujeres para ser conductoras y repartidoras con las apps de Uber y Uber Eats en México. El objetivo: contar con más información para entender las condiciones que enfrentan las mujeres que ya usan las apps y comprender cómo lograr que más mujeres participen. En este texto describo algunos de los hallazgos que encontramos en la realización de este proyecto.
La investigación incluyó 4 elementos: 1) una encuesta a conductoras y repartidoras con las apps de Uber y Uber Eats a nivel nacional; 2) elaboración de grupos de enfoque con conductoras y repartidoras y con hombres que también usen las apps en 4 ciudades de México; 3) interpretación de los resultados cuantitativos y cualitativos, y 4) un análisis de buenas prácticas a nivel internacional para promover la participación de las mujeres en el sector transporte y movilidad.
En lo que se refiere a seguridad, la principal razón mencionada para sentirse inseguras durante sus actividades fue dirigirse a zonas percibidas como peligrosas (67.8 %) mientras que el comportamiento de los usuarios fue mencionado en segundo lugar (18.8 %).
En todos los casos las mujeres mencionaron que las apps les permiten generar ganancias y tener libertad. Para las socias que son mamás usar las apps implicó la diferencia entre ver a sus hijas e hijos durante el día y no hacerlo. Una participante en Cancún comentó: “En esta ciudad hay mucho empleo en la actividad turística, pero los horarios son de 12 horas. No ves a los hijos en todo el día”. Otra mujer en CDMX mencionó que, utilizando la app, puede llevar a sus hijos a la escuela en la mañana, en la tarde pasar por ellos, y durante el día incluso puede ir a su casa a ver cómo están los niños. Una participante de Tijuana compartió que con la app de Uber puede atender cualquier emergencia que surja con su bebé. También puede cuidar a sus abuelos. Una repartidora lo dijo con mucha claridad: es la única actividad económica que me permite generar ganancias y ver a mis hijos.
En el caso de las mamás fue muy apreciado no tener un jefe porque no tienen que pedir permiso para estar al pendiente de las actividades de sus hijos o hijas. Cuando han tenido un jefe, se han sentido apenadas y con culpa por tener que pedir permisos para atender temas de sus hijas o hijos.
Tanto en Cancún como en CDMX, las participantes calificaron las ganancias obtenidas mediante esta actividad como ‘buenas’. En CDMX una de ellas dijo que ella puede generar entre veinte mil y treinta mil pesos mensuales. Otra mujer consideró que una persona que “sólo estudió la primaria”, en las apps puede llegar a tener este nivel de ganancias, y “eso no pasa en ninguna otra actividad”. En Hermosillo una conductora señaló que “en las maquiladoras, las obreras se matan trabajando y ganan menos que usando las apps”.
En contraste, en el caso de los hombres, la principal razón para usar las apps es la generación de ganancias. Ellos no mencionaron el tema de cuidados de los hijos e hijas, ni que pueden estar al pendiente de ellos por la autonomía y flexibilidad.
Al ver los resultados, parece que las apps llenan un vacío que el mercado laboral difícilmente puede cubrir. Por un lado, permiten generar ganancias económicas, pero al mismo tiempo tener flexibilidad y libertad, lo cual es muy importante para promover la participación de las mujeres en cualquier actividad económica, por la inequitativa distribución de las labores de cuidado, de acuerdo con la ENUT 2019 del INEGI 2 que señala que las mujeres dedican el 67 % de su tiempo a actividades no remuneradas de los hogares en comparación con los hombres que le dedican el 28 % .
Por otro lado, las apps brindan la posibilidad de generar mayores ganancias a aquellos sectores de la población que no cuentan con niveles de escolaridad altos. Al mismo tiempo, permiten que personas con altos niveles de escolaridad encuentren otras alternativas de generar ganancias económicas en un mercado laboral que no les brinda opciones flexibles.
El estudio con las conductoras y repartidoras de las apps de Uber muestra no solo las barreras y oportunidades para ellas en este tipo de plataformas, también señala fallas que el mercado laboral en México, el sistema educativo y la política económica no han logrado corregir en mucho tiempo.
Las apps tienen áreas de oportunidad que deben abordarse. Sin embargo, también han representado una válvula de escape para que diversas personas en México generen ganancias económicas. Adicionalmente, muestran las desventajas de un mercado laboral excesivamente rígido y sin flexibilidad, que afecta principalmente a las mujeres en lo que se refiere a tener mayores oportunidades para desarrollarse económicamente o ser autónomas en su economía.
* Liliana Ruiz (@Liliana_Ruzi) fue directora de Simetría A. C. Actualmente dirige Presupuesta Policy Consulting.
Te contamos la fascinante vida de Shirley Temple, la estrella infantil que trajo alegría durante la Gran Depresión y fue la salvadora del estudio de cine Fox.
En diciembre de 1933, Shirley Temple, de cinco años, firmó contrato con Fox Studios, que estaba casi en quiebra. La serie “En la historia” de BBC Culture repasa cómo resucitó la fortuna del estudio y se convirtió en una superestrella.
“La lección que me enseñaron es que ‘el tiempo es dinero’ y que ‘es trabajo, no juego’. Y eso lo aprendí antes de convertirme en estrella”.
Cuando Shirley Temple fue entrevistada por la BBC en 1989 sobre su infancia como superestrella, estaba disfrutando de un notable segundo acto en su carrera, como diplomática estadounidense.
A pesar de haber sido en un tiempo la estrella mejor pagada de Hollywood, de mayor tuvo que trabajar porque la mayoría de sus millones se habían esfumado hacía tiempo.
“También salvaste a 20th Century Fox de la quiebra, ¿no?”, le preguntó el presentador de un programa de entrevistas, Terry Wogan, a la mujer que por entonces era conocida por su nombre de casada, Shirley Temple-Black. “Creo que sí”, respondió ella.
En 1933, Fox Studios estaba al borde de la quiebra. Fundado por William Fox en 1915, el estudio prosperó durante la era del cine mudo. Cuando llegó la Gran Depresión, operaba con pérdidas, debía millones y el precioo de sus acciones se había desplomado.
Hasta que llegó al rescate una niñita rubia de pelo rizado.
Dos semanas antes de firmar su contrato con el estudio, había sido elegida para actuar en Stand Up and Cheer! (“¡Seamos optimistas!”), junto a James Dunn, que interpretaría a su padre. Si bien sus papeles eran relativamente pequeños, la pareja causó tal impresión que inmediatamente los eligieron para más películas juntos. Shirley Temple se convirtió en un nombre conocido.
La primera incursión de Temple en el mundo del espectáculo se produjo cuando su madre la llevó a clases de baile, cuando tenía dos años y medio.
Ella le dijo a la BBC: “Tenía tanta energía y no quería echarme una siesta, así que me inscribió en una escuela de baile del barrio que estaba a menos de tres kilómetros de nuestra casa. Allí me ejercitaba, aprendía rumba y tango”.
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Fue en esa escuela donde el director Charles Lamont la descubrió y la eligió para una serie de cortometrajes llamados Baby Burlesk.
Le pagaban un total de 10 dólares por cada día de rodaje, pero no le pagaban por los ensayos y Temple no elogió la producción. “No era un gran productor. Era un productor muy tacaño. Era parte de un lote en Hollywood conocido como ‘Poverty Row‘ (La fila de la pobreza)”.
Lamont, junto con el productor Jack Hays, trabajaba para Educational Films Corporation. La niña de 3 años protagonizó ocho cortometrajes, pero el set de filmación no era un lugar agradable para Temple ni para los otros actores infantiles que estaban allí.
Describió un castigo por mal comportamiento: “Tenían dos cajas de sonido en nuestro escenario. Una de ellas tenía un gran trozo de hielo dentro, y cuando alguno de nosotros se portaba mal, nos metían en la caja negra para que nos enfriáramos y pensáramos en ello. A oscuras, con la puerta cerrada”.
“Me hacía doler mucho los oídos, me salieron muchos orzuelos, tuve muchos problemas por eso. Estuve en la caja varias veces“, contó.
Además, a los padres no se les permitía estar con sus hijos durante la filmación. En lugar de eso, la madre de Temple confeccionaba los disfraces, le daba clases de interpretación y todas las noches le peinaba el pelo con sus característicos rizos.
Los temas de Baby Burlesk, a estándares de hoy, parecen increíblemente inapropiados. Temple las describió como “parodias de películas para adultos”.
Uno de los primeros personajes que interpretó se llamaba Morelegs Sweet Trick, un juego de palabras que hacía alusión al nombre de la estrella de cine Marlene Dietrich.
War Babies presentaba a Shirley, de 3 años, vestida con una blusa sin hombros y un pañal sujeto con un gancho cómicamente grande, bailando para otros niños que hacían de soldados, que se peleaban por ella y le daban piruletas.
En Polly Tix in Washington, era una “ramera” enviada para seducir a un “senador”. En su primera escena, lleva un sujetador y se está limando las uñas.
Más tarde aparece en la oficina del senador luciendo un collar de perlas y le dice al niño que interpreta al senador que la han enviado para “entretenerlo”.
Temple señaló en su autobiografía, Child Star (“Estrella infantil”), que estas películas eran “una explotación cínica de nuestra inocencia infantil” y también “ocasionalmente eran racistas o sexistas”.
El siguiente paso fue una serie de pequeños papeles bajo contrato con el productor, guionista y director Jack Hays.
Cuando este se declaró en quiebra, el padre de Shirley recompró su contrato, tras darse cuenta de lo malo que era. Poco después, un compositor que trabajaba para Fox vio a Temple bailando en un vestíbulo.
Le pidieron que hiciera una audición para “¡Seamos optimistas!”, una película que se estaba rodando en ese momento. Obtuvo un pequeño papel, lo que supuso dos semanas de paga.
La premisa de la película era que la Gran Depresión era el resultado de una falta de “optimismo”, por lo que se realizaban audiciones para encontrar artistas que animaran a la gente.
Temple y James Dunn fueron compañeros en una secuencia de baile. No había tiempo suficiente para que ella aprendiera una nueva coreografía, por lo que le enseñó a Dunn un baile que había aprendido para otra actuación.
Inmediatamente después del rodaje, le ofrecieron un contrato de un año, con una posible extensión de siete años, por US$150 a la semana.
A su madre también le pagaron para que la acompañara en el set. Firmaron el contrato el 21 de diciembre de 1933. En su autobiografía, Temple lo llamó “la primera de una serie de nubes que se cernieron oscuramente durante los siguientes siete años”.
La siguiente película de Temple y Dunn fue Baby, Take a Bow (“Gracia y simpatía”), que se estrenó en abril de 1934. También la cedieron a otros estudios por miles de dólares, muchas veces más de lo que le pagaban.
Más tarde ese año, se estrenó Bright Eyes (“Ojos cariñosos”). Escrita específicamente para la pareja, la película incluía una canción que se convertiría en su melodía característica: On the Good Ship Lollipop (“En El Dulce Barco Piruleta”).
Pero Fox Studios había estado en problemas desde la caída de la bolsa de valores de 1929, y en 1934, se fusionó con 20th Century Pictures para convertirse en 20th Century Fox.
Según la revista Vanity Fair, el ejecutivo de Fox, Winfield Sheehan, dijo: “No compraron el estudio Fox, compraron a Shirley Temple”.
En su primer año en la compañía, apareció en 10 películas. Ese año su trabajo fue tan notable que en los Oscar de 1935 recibió el primer premio juvenil de la Academia, y sigue siendo la persona más joven en recibirlo (esa categoría se eliminó en 1961).
Temple resultó ser un gran atractivo de taquilla para el público en la época de la Gran Depresión, que quería ver películas optimistas y felices en los cines.
El presidente Franklin D. Roosevelt dijo de ella: “Durante esta depresión, cuando el ánimo de la gente está más bajo que en cualquier otro momento, es una cosa espléndida que por sólo 15 centavos un estadounidense pueda ir al cine y mirar la cara sonriente de un bebé, y olvidarse de sus problemas“.
A medida que sus películas se volvían más lucrativas, su salario también aumentaba hasta convertirse en la estrella mejor paga de Hollywood, todo ello a los 10 años.
Su horario de trabajo pudo haber sido intenso, pero de adulta lo recordaría con cariño.
Después de firmar el contrato con Fox, su madre siempre estaba con ella en el set.
Una cosa notable que diferenciaba a Temple de otras estrellas infantiles era que tenía una relación cercana con sus padres. Dedicó su autobiografía a su “amada madre”. Otras estrellas infantiles no tuvieron tanta suerte.
En 1939, California aprobó la Ley de Actores Infantiles de California, conocida comúnmente como la Ley Coogan, en honor a Jackie Coogan.
Coogan, nacido 13 años antes que Temple, se convirtió en una de las primeras estrellas infantiles cuando apareció con Charlie Chaplin en la exitosa película de 1921, The Kid (“El chico”). Ganó millones de dólares, pero se los gastaron su madre y su padrastro, a quienes demandó en 1938.
La batalla legal llevó a que California aprobara una ley que especificaba las condiciones laborales y garantizaba que el 15% del salario de un actor infantil se destinaría a una llamada cuenta Coogan.
La buena suerte de Temple con sus padres no llegó tan lejos. Como su padre había trabajado en un banco, se convirtió en su administrador.
Sin embargo, como ella le contó a la BBC, “dejó la escuela justo después del séptimo grado” y terminó haciendo malas inversiones.
Para cuando la estrella cumplió 22 años y decidió involucrarse en sus finanzas descubrió que “de los US$3,2 millones que había ganado con todo -venta de muñecas, libros, ropa y demás- me quedaban US$44.000 en una cuenta fiduciaria”.
Muchos aspectos de sus películas no envejecieron bien. Temple le dijo a la BBC que, si bien ella y Bill “Bojangles” Robinson fueron los primeros compañeros de baile interraciales en la pantalla, las escenas en las que se tocaban solían ser eliminadas.
Mientras tanto, fuera de la pantalla, Hollywood era a menudo un lugar siniestro para los actores jóvenes. Mucho después de que terminara su carrera cinematográfica, Temple contaría el comportamiento depredador que sufrió cuando tenía apenas 12 años.
Se retiró del cine a los 22; su última película fue “Un beso para Corliss”, en 1949.
Sin embargo, no marcó el final de su interesante carrera: continuó trabajando en relaciones internacionales y sirvió en el gobierno de Estados Unidos como embajadora en Ghana y Checoslovaquia.
En su entrevista, Temple le dijo a Wogan que el puesto de embajadora en Ghana “fue el mejor trabajo de toda mi vida”.
Wogan le preguntó: “¿Estás harta de esa canción On the Good Ship Lollipop?”
“No”, respondió Temple. “Me ha llevado lejos”.
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