Agencia cívica se ha usado para enmarcar las capacidades de las familias buscadoras para organizarnos, exigir justicia e incidir políticamente. Más que plantear críticas sobre este concepto, desde el colectivo Buscadoras Guanajuato queremos compartir que en nuestra convivencia cotidiana hay un panorama más complejo que incluye una sobrecarga de acciones obligadas y no sólo el paso de víctimas a sujetas políticas activas. Las fallas estructurales del Estado y las desigualdades de género se intersectan para colocar esta desproporción, especialmente en las mujeres cuidadoras-buscadoras.
Y desde esta otra textura de agencia: ¿cómo se dio ese paso del dolor y de la exigencia a la gestión de espacios para la escucha activa y la acción sin daño en espacios de apoyo psicosocial?
Recientemente, llevamos a cabo la Plenaria Comunitaria de Apoyo Psicosocial para Niñas, Niños, Adolescentes y Personas Cuidadoras con Familiares Desaparecidos, coordinada por el Colectivo Buscadoras Guanajuato, apoyada técnicamente por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), implementada por Profesionales de la Salud Mental y el Grupo de Investigación en Antropología Social y Forense (GIASF), contextualizada por Sociólogas y Antropólogas Sociales y, por supuesto, con un financiamiento sostenido por Fondo Semillas. Esta acción colectiva también fue acompañada por el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo en Jalisco (CEPAD), con quienes intercambiamos saberes en la fase de planeación en 2024.
Este actuar colectivo surgió en respuesta a nuestras necesidades como mujeres buscadoras y de la de los niños, niñas y adolescentes (NNA) a nuestro cuidado en el estado de Guanajuato, en México. Durante 2022 y 2023 se documentaron los impactos psicosociales en el marco de diagnósticos en los talleres de teatro, cuentos, dibujo, cartonería y mural desarrollados con familias y colectivos buscadores agrupados en los municipios de León, San Francisco del Rincón, Guanajuato, Celaya y San Luis de la Paz.
Desde esa sistematización y con la coordinación técnica de la psicóloga Norma García Flores con colaboradores de diversas disciplinas, conformamos la metodología para generar un modelo de intervención psicosocial con enfoque de niñas, niños, adolescentes y personas cuidadoras, que nos permitiera fortalecer los mecanismos de afrontamiento individuales, familiares y comunitarios a raíz de la desaparición de nuestros familiares y las violencias actuales en nuestro estado.
Para el desarrollo de las plenarias comunitarias, se realizó un ejercicio de priorización de problemáticas y necesidades centradas en niñeces y juventudes, con cuatro ejes temáticos:
En este sentido, siguiendo los protocolos de acompañamiento psicosocial del CICR, se llevaron a cabo acciones sin daño con el objetivo de fortalecer las capacidades en contextos de violencia extrema sin provocar impactos contrarios o no intencionales. Esta metodología nos ofrece pasos concretos para asegurar intervenciones sensibles a las circunstancias. Ser sensibles a las circunstancias implica comprender el entorno en el que operamos, la interacción entre nuestras intervenciones y la comunidad, así como actuar basándonos en esa comprensión para mitigar los impactos negativos y maximizar los positivos.
Previo a las plenarias comunitarias realizamos junto a las antropólogas sociales Liz Navarro y Matilde Domínguez, un análisis de los perfiles socioculturales de las y los participantes en el espacio comunitario. Las compañeras llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas con el fin de indagar sobre las causas y condiciones en torno a la desaparición, las circunstancias relacionadas con la búsqueda y localización de las personas desaparecidas. También se exploraron las condiciones históricas, políticas, económicas, sociales y culturales de la población o comunidad de origen o residencia de las familias, las situaciones de riesgo en dichos lugares, las condiciones de salud y el contexto de intervención tanto de las instituciones como de la sociedad civil.
Con esta información de encuadre, el grupo de especialistas formuló cartas descriptivas con objetivos y actividades alineadas a los ejes temáticos para implementación en los tres espacios: infancias, jóvenes y personas cuidadoras. La experiencia de facilitación de Joyce Rosas, May-ek Querales, Brenda López, Eulise Rosas e Isabel Beltrán; la contención de David Nájera, Elizabeth Alfaro, Florencia Martínez, Eréndira Espinosa y la incidencia en territorio de Rebeca Aguayo complementario esta plenaria comunitaria.
El Programa de Apoyo Psicosocial tiene el reto de ser un proceso transformador y de incidencia a través de guías y protocolos de actuación que decanten en políticas públicas para exigir la responsabilidad estatal. Junto a ese punto, es crucial resignificar la “agencia” viendo lo que implica actuar desde el profundo dolor, la digna rabia y el amor que nos mueve.
* Matilde Domínguez Cornejo es acompañante solidaria del Colectivo Buscadoras Guanajuato, investigadora adscrita al Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. Ma Alejandra Díaz Castro es integrante del Colectivo Buscadoras Guanajuato, por 18 meses estuvo buscando a su hermano Felipe desaparecido en Guanajuato. Actualmente acompaña a más familias en su búsqueda a través de la vinculación y gestión proyectos para la incidencia política, cultural y de acción ciudadana.
El aliado de Pablo Escobar había estado en Alemania desde 2020, después de cumplir su condena por narcotráfico en Estados Unidos. Fue detenido al llegar a Bogotá.
La última vez que el excapo Carlos Lehder Rivas salió de Colombia, hace casi cuatro décadas, estaba escoltado por la policía. Y su regreso al país la tarde del viernes tuvo una suerte similar.
El antiguo narcotraficante, uno de los líderes del extinto Cártel de Medellín junto a Pablo Escobar, fue detenido el viernes por las autoridades colombianas al llegar al país procedente de Alemania.
El jefe de la Policía Nacional, Carlos Fernando Triana, dijo en su cuenta de X que Lehder fue trasladado el viernes por la noche a una unidad policial en Bogotá “para verificar su situación judicial”.
Previamente, Migración Colombia informó que el excapo de 75 años llegó a Bogotá en un vuelo procedente de Frankfurt, Alemania, y que tenían información sobre “una orden de captura vigente” en su contra.
Hasta este sábado, las autoridades no habían reportado más sobre su situación. Su abogada, Sondra McCollins, aseguró a la prensa local que su cliente no tiene un proceso judicial abierto y que espera que sea liberado pronto.
En 1987, Lehder fue detenido por las autoridades colombianas y extraditado a Estados Unidos, donde fue sentenciado a 135 años de prisión por tráfico de cocaína. La sentencia se redujo 55 años después de que Lehder accedió a testificar contra el exlíder militar y jefe de facto de Panamá Manuel Antonio Noriega.
Fue liberado en 2020 cuando su salud se deterioró. Se trasladó a Alemania, donde tiene ciudadanía por su ascendencia paterna.
En un principio, Lehder había solicitado al Estado colombiano que le permitiera una vida en libertad después de cumplir su condena en Estados Unidos, que lo tuvo aislado, sin visitas y sin llamadas por la mayor parte del tiempo en prisión.
Al no conseguirlo, optó por irse a Alemania donde también se sometería a un tratamiento por el cáncer de próstata que le fue detectado.
La vida de Carlos Lehder dejó de estar entre los parámetros considerados normales desde que sus padres se separaron cuando tenía 4 años: pasó su niñez entre internados y viajó a Nueva York a los 15 años a vivir la adolescencia con otros familiares.
En los años 70, Lehder lideró una red de compraventa y contrabando de carros robados en Estados Unidos que lo llevó a la cárcel en Connecticut.
Apenas salió, en el 75, empezó a traficar marihuana y cocaína.
Su andar criminal lo llevó a aliarse con Pablo Escobar, dándole al incipiente Cartel de Medellín los saberes necesarios para entrar y traficar en el país que más droga consume en el mundo, Estados Unidos.
En 1978, compró y se apoderó de una isla en las Bahamas que luego convirtió en lugar de paso de avionetas que venían de Colombia cargadas de marihuana y, cada vez más, cocaína.
En sus biografías, Lehder es descrito como un hombre que está por encima del promedio intelectual de sus pares narcotraficantes: hablaba tres idiomas y se jactaba de una justificación política sobre sus prácticas ilegales.
Nacionalista y antimperialista, era crítico de la política estadounidense de la cual se lucraba: la prohibición y la guerra contra las drogas.
En los 80, patrocinó un movimiento político de corte fascista y latinoamericanista, fundó un periódico y montó un hotel campestre llamado La Posada Alemana, que contaba con dos leones enjaulados y una estatua tamaño natural de John Lennon desnudo.
A sus 37 años, el 4 de febrero de 1987 Carlos Lehder fue capturado por las autoridades durante una fiesta en su casa.
Sobre su captura hay varias versiones.
Una de ellas dice que su aliado, Pablo Escobar, lo traicionó y delató por una relación que Lehder tuvo con la pareja de uno de sus sicarios.
Otra teoría decía que Escobar estaba preocupado por las conversaciones que Lehder supuestamente tenía con el gobierno para intercambiar información sobre guerrilleros por amnistías.
Una tercera hipótesis señalaba que la captura fue un mero accidente en una fiesta aguada por policías.
Lo cierto es que es mismo 4 de febrero de 1987, Lehder se convirtió en el primer narco colombiano extraditado a EU.
En ese momento, la extradición era la causa principal de una fuerte guerra entre el Estado colombiano y los narcos, que se organizaron bajo el nombre “Los extraditables” y decían preferir “una tumba en Colombia que una cárcel en los Estados Unidos”.
En 1991, en una búsqueda de una paz pactada no solo con los narcos sino con las guerrillas, una nueva Constitución acabó con la extradición.
Pero ahí Lehder ya había sido sentenciado a más de un siglo en la cárcel en EU.
“La leyenda de Carlos es mucho mayor a lo que en realidad pasó”, dijo uno de sus abogados, Óscar Arroyave, en una entrevista con BBC Mundo en 2020.
“Porque Carlos nunca traficó grandes cantidades de cocaína; hoy se incautan barcos que llevan la misma cantidad que Carlos traficó en toda su carrera y los culpables son condenados a penas que no pasan los 10 años”, señaló.
“Su caso quedará en la historia como un ejemplo de lo que pueden hacer las malas decisiones de un gobierno y un sistema (judicial en EU) que condena todos los días a gente sin evidencias”.
Lehder nunca se declaró culpable. De haberlo hecho, habría podido pasar la mitad del tiempo en la cárcel.
Con información de Daniel Pardo, de BBC News Mundo.
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