Arquitectura del Siglo XVI (UNAM, 2010) es un trabajo del arquitecto Agustín Piña Dreinhoffer, con prólogo del arquitecto Juan Benito Artigas.
Ofrece una panorámica de la arquitectura del siglo XVI en la Nueva España, que es un estilo que se deriva de la combinación de elementos indígenas, árabes, góticos tardíos y de los que aparta el Renacimiento.
En el texto aborda la arquitectura civil y la religiosa, que divide en la que realizan las órdenes mendicantes -franciscanos, dominicos y agustinos- y en la que levanta el clero secular.
De la arquitectura civil que se hizo en el siglo XVI queda muy poco, pero hay ejemplos notables como el Palacio de Cortés, de Cuernavaca, que sigue los patrones estilísticos de los palacios renacentistas italianos y españoles.
La gran arquitectura del siglo XVI son los conjuntos conventuales, que se componen de la iglesia y el convento. Se levanten en el centro de lo que será el nuevo poblado.
Elementos propios que caracterizan la arquitectura conventual novohispana son el atrio, el portal de peregrinos, la capilla abierta, las capillas posas y la cruz atrial.
Las capillas abiertas fueron una gran innovación arquitectónica que se propuso contar con espacios que se pudieran construir muy rápido y pudieran servir a grandes contingentes.
Al inicio del siglo proliferaron en las regiones de la primera evangelización, pero luego se dejaron de hacer al asentarse en su lugar las nuevas iglesias conventuales y reducirse la población.
A lo largo del siglo las iglesias más comunes fueron de una sola nave. Al inicio las hubo también de planta basilical y hacia final en forma de cruz latina con cúpula de crucero.
Los conventos siguen el patrón de las construcciones europeas con un patio central rodeado por el claustro que pude tener uno o dos niveles.
En el siglo XVI fue muy importante la pintura mural en el interior de las iglesias y los conventos. Es obra de manos indígenas, la más de las veces copiando estampas europeas de la época.
Subsisten ejemplos notables como los del claustro bajo de Malinalco, Estado de México; los del convento de los Santos Reyes de Meztitlán, Hidalgo; los de Atlihuetzía, Tlaxcala; Uatlatlaucan, Puebla y Santa María Xoxoteco, Hidalgo.
Aunque mucho se ha avanzado, el campo de la investigación de la obra arquitectónica del siglo XVI tiene todavía mucho por descubrir.
Y queda mucho por hacer en el ámbito de la conservación del patrimonio monumental, que es no solo extraordinariamente importante sino también muy basto.
Arquitectura del Siglo XVI
Agustín Piña Dreinhoffer
Material de Lectura 3
Serie Artes de México
Departamento de Humanidades
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
México, 2010
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