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Evo Morales, el pedófilo
Lo que quiso decir
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Rubén Aguilar Valenzuela: Socio fundador de Afan y Asociados, S.C. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor... Continuar Leyendo
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Evo Morales, el pedófilo

Que el presidente Evo Morales, en Bolivia, ha abusado sexualmente de menores es algo que saben los integrantes del gobierno que presidió, la dirigencia de su partido, y amplio sector de la sociedad boliviana, pero nadie decía nada. Se asumía como algo “normal”.
13 de noviembre, 2024
Por: Rubén Aguilar

En la década de 1980, el comandante Daniel Ortega, entonces presidente de la junta que gobernaba Nicaragua después del triunfo de la Revolución Sandinista, abusaba sexualmente de una menor, la hija mayor de su entonces compañera, Rosario Murillo, con el consentimiento de esta.

Era algo que se sabía en los círculos altos del gobierno y también del partido, el FSLN. Se veía como algo “normal”. En esos años viví en Nicaragua y me tocó estar en reuniones, en casas de ministros, donde se hablaba del tema, sobre todo las mujeres, pero no había juicios de condena contra Ortega.

Que el presidente Evo Morales, en Bolivia, ha abusado sexualmente de menores es algo que saben los integrantes del gobierno que presidió, la dirigencia de su partido, y amplio sector de la sociedad boliviana, pero nadie decía nada. Se asumía como algo “normal”.

El reconocido intelectual boliviano, Carlos Toranzos, que vivió en México en los años de la dictadura en su país, fue profesor de la UNAM y enseñó El Capital de Marx, escribe El límite de la inmoralidad (Brújula, digital.net 11.11.24) donde plantea que “quien comete estupro, comete delito penal y debe ser llevado a la cárcel; el que comete trata de personas, de niñas con objetivo sexual, también debe ser juzgado e ir a prisión. El que está acostumbrado a la pedofilia, por lo menos debería tener una sanción moral”.

Y añade: “durante más de una década Bolivia sabía que eso sucedía con el Jefazo, ¿por qué no se hablaba públicamente del tema, o por qué eran pocos los que señalaban los delitos? Simplemente porque el caudillo era el dueño del poder y quien señalaba sus delitos era juzgado y debía purgar sus palabras acusadoras en la cárcel; el poder lo blindaba a Morales”.

Continúa: “pero Morales no actuaba solo, era secundado, apoyado por decenas de obsecuentes que facilitaban sus delitos, que ocultaban pruebas de las obscenidades de Morales. Sí, eran muchos ministros y ministras, líderes sociales, dirigentes cocaleros y de sus movimientos sociales los que oficiaban de alcahuetes de los delitos penales del presidente de la República”.

Pero también “había otros cómplices, muchos padres y madres de niñas, en especial del Chapare que eran entregadas al Jefazo para que éste cumpla sus aberraciones, esas entregas tenían un precio, la entrega de favores políticos y económicos a esos padres y madres que incurrían en trata de personas al entregar a sus hijas al Jefazo”.

“Muchos de los dirigentes cocaleros no se inmutaban sobre el tema porque decían que en las comunidades originarias es algo normal la entrega de niñas a viejos dotados de poder. Hay que aclarar que el Chapare no alberga a comunidades originarias e indígenas, al contrario, se trata de centros urbano-rurales de campesinos mestizos que sí deberían entender la violación de las leyes por parte de Morales”.

Y afirma Toranzos: “pero su silencio y complicidad está explicada por la ceguera política e ideológica de apoyo a un líder manchado de aberraciones sexuales, pero, ante todo, se explica porque ese presidente les otorgaba facilidades para seguir negociando la coca, moviéndola libremente como parte del circuito coca y cocaína. Es decir, que el narcotráfico dice presente en esta trama de delitos”.

Termina su artículo: “¿Por qué ahora todos hablan de los delitos sexuales de Morales? ¿Hubo una revolución moral en toda la sociedad boliviana? No, simplemente eso sucede porque Morales y sus obsecuentes ya no poseen el poder de antes y no pueden seguir ocultando lo que hizo durante su gobierno, sucede también porque las pugnas internas dentro del MAS, llenas de inmoralidades, facilitan los datos para que todos sepan cómo operaba la violación de las leyes por parte de Morales”. ¿Evo Morales será juzgado y llevado a la cárcel?

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Imagen BBC
5 puntos para descifrar México a través de Pedro Páramo
7 minutos de lectura

Ya está en Netflix la última adaptación al cine de la famosa novela mexicana. Una obra que supo identificar elementos centrales de la vida y la idiosincrasia de los mexicanos. Acá te explicamos por qué Pedro Páramo terminó siendo tan ilustrativa de este país inabordable.

12 de noviembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Hay libros para entender México y luego está Pedro Páramo, la emblemática novela del jalisciense Juan Rulfo, publicada en 1955.

Y está luego porque, si bien es una de las tres o cuatro novelas insignes mexicanas, Pedro Páramo no entra en los moldes y códigos usuales de la literatura: es compleja, ambiciosa, enigmática, intensa. Y por eso, muy mexicana.

Ahora la novela, precursora del llamado “boom latinoamericano” y descrita por Jorge Luis Borges como “una de las mejores de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura”, llegó al cine.

Es la cuarta vez que se intenta una adaptación cinematográfica de la novela. Se hizo en 1966, 1978, 1981. Y la nueva es, probablemente, la más ambiciosa.

La produjo Netflix. La dirigió Rodrigo Prieto, un reputado cinematógrafo mexicano. La escribió Mateo Gil, un laureado guionista español. Y ha generado, como era de esperarse, críticas y elogios enérgicos, porque el reto es mayúsculo, casi inabordable.

Este es un libro colosal de solo 132 páginas. Propone un abordaje profundo, amplio y trascendental de México. Lo hace con innovaciones conceptuales, narrativas y visuales.

Y es tan emblemático porque expuso facetas de la mexicanidad que quizá hoy parecen obvias, pero que en los años 50 se estaban empezando a identificar, y hoy siguen vigentes.

Rulfo, en parte por su condición de huérfano, de víctima de guerras civiles, de curioso viajero, supo no solo identificar, sino mágicamente exponer cinco de las facetas de México que acá recogemos de manera breve.

Juan Rulfo
Getty Images
Juan Rulfo murió en 1987, a los 68 años. Su obra, si bien corta, es una de las más importantes de América Latina.

1. La relación con la muerte

Como le muestran al mundo cada 1 y 2 de noviembre, los mexicanos tienen una íntima relación con la muerte: la acogen, la honran, la tienen en cuenta.

Y Pedro Páramo es, sobre todo, una novela de fantasmas.

La premisa de la novela es más o menos esta: el joven Juan Preciado viaja al pueblo de Comala tras la muerte de su madre en busca de su padre, Pedro Páramo, un cacique y patriarca en tiempos de guerra civil que sufre una pena de amor.

Preciado, alucinado y confundido, se encuentra con personajes que, como el pueblo, parecen estar en tránsito hacia la muerte.

Juan Villoro, un escritor mexicano, explicó en una conferencia de 2016 sobre el tema en el Colegio Nacional mexicano: “Los fantasmas de Rulfo no son para dar miedo, sino fantasmas en pena, ánimas que están tratando de llegar al más allá, y no llegan (…) Los fantasmas de Rulfo, al ser pobres, son fantasmas de verdad”.

Preciado busca a su padre, pero en el camino se da cuenta que está en el mismo tránsito que los personajes que se topa.

“Ha atravesado —elabora Villoro— el río de la inmoralidad y pasa la historia buscando un segundo río que le conceda la muerte, la muerte como bendición (…) Los personajes esperan no solo una muerte física, sino también una muerte que los redima moralmente”.

Una muerte, pues, entendida a la mexicana.

Pedro Paramo de Netflix
Netflix
Los personajes de Pedro Páramo no están ni vivos ni muertos: están en transición.

2. Una sociedad de pobreza y exclusión

Pedro Páramo es, también, una novela sobre la realidad social de un país.

Julia Santibáñez, escritora y gestora cultural, explica: “Rulfo sufrió las consecuencias de la guerra y fue víctima de la economía que surgió de las guerras (…) La pobreza, la exclusión y la violencia no son solo temas que le importan, sino que vivió y que están en la novela de manera tentacular, en cada página”.

Los padres del escritor murieron cuando él tenía menos de 10 años en plena Guerra Cristera por las reformas liberales de una revolución que recién terminaba. Rulfo se crio en orfanatos, no fue a la universidad y trabajó en la burocracia del Estado y fundaciones, cargos que le permitieron viajar y ver el país de primer mano.

Volvemos con Villoro: “Rulfo plantea una historia de aquellos que han sido expulsados de la historia de los hechos. Son tan pobres, están tan desposeídos, que ni siquiera tienen derecho a que nada les suceda: no tienen propiedad, destino propio ni historia”.

Esta es una novela sobre los excluidos. Una obra sobre un país de pobres. Una realidad social que en 70 años ha cambiado, pero que en muchos sentidos sigue igual: hoy, uno de cada tres mexicanos es pobre y la desigualdad está entre las cinco más agudas del mundo.

La novela, según Villoro, “nos hace preguntarnos cuántos mexicanos están en la condición de expulsados de la historia”.

3. Esas maneras de expresarse

Hay expresiones de los personajes de Pedro Páramo que, aunque sea inventadas por Rulfo, parecen sacadas de la calle en cualquier rincón de México.

Santibáñez explica que Rulfo “puso el centro de gravedad en el lenguaje y creó un lenguaje que se parece al del campo, pero que no es estrictamente igual y podríamos morir pensando que es el lenguaje del campo”.

Y esa, según Villoro, fue la clave de la gran innovación lingüística de la novela, porque “toma elementos del habla popular, pero lo recrea de tal manera que el habla popular se convierte en algo más auténtico que lo que dicen los campesinos (…) Es algo incluso más auténtico que el mundo de los hechos”.

Qué puede parecer más mexicano, así no lo sean del todo, que adjetivos como “desconchinflado”, o arcaísmos como “si consintiera en mí”, o frases involuntariamente poéticas como “tú que tienes los oídos muchachos”, o enunciados redundantes como “esto prueba lo que te demuestra”.

Los mexicanos tienen expresiones, dialectos, formas que revelan parte de su idiosincrasia: van desde expresiones simples como “a poco” y “qué crees” hasta construcciones complejas como “de tocho morocho” y “nos cayó el chahuistle”.

Y Rulfo, más que hacer el ejercicio periodístico de reportar las expresiones más mexicanas, creó otras tan originales, tan mundanas, tan cercanas, que parecen sacadas de la boca de cualquier habitante de este país.

Pedro Paramo de Netflix
Netflix
La obra de Rulfo manifiesta un profundo conocimiento del campo mexicano.

4. Una geografía seca, recóndita, infértil

La vida de Rulfo estuvo, no precisamente por razones felices, en constante movimiento: cuando joven vivió en varias partes del diverso estado de Jalisco, pasó tiempo en Guadalajara y Ciudad de México y, ya adulto, recorrió el país como parte de sus labores como burócrata, investigador y fotógrafo aficionado.

Gracias al movimiento conoció las regiones de México, un país que tiene todo tipo de ecosistemas, pero que en su mayoría se conoce como un espacio seco, árido, caliente e inhóspito.

Dice Villoro que Comala, el pueblo donde trascurre la novela, remite el comal, esa plancha de barro sobre la cual los mexicanos han cocinado sus alimentos durante siglos, porque se trata de un lugar caliente y seco.

Famosa es esta frase de uno de los personajes: “Dicen que en Comala los que se mueren y se van al infierno regresan a Comala por su cobija”.

“Es un paisaje filtrado, indeciso, intermedio, inseguro; lo que ves está tamizado; hay nieblas, polvo, tolvaneras, humo, oscuridad, sombras que tienen eco”, explica Villoro.

Pero además de esta recreación precisa del espacio mexicano, Rulfo también hizo un análisis político sobre la tierra, que tras la revolución habría de ser distribuida equitativamente, pero la promesa se rompió.

“El reparto que hubo a consecuencia de la revolución fue terrible, porque se supone que se repartió para responder a las exigencias revolucionarias, pero luego se supo que eran arenales, tierras no cultivables como son las tierras de Comala”, señala Santibáñez.

Pedro Páramo de Netflix

Netflix

Pedro Páramo es, también, un perfil crítico del hombre mexicano.

5. El patriarca mexicano

Un quinto elemento del retrato que hace Rulfo de México tiene que ver con la figura del patriarca en una sociedad machista: Pedro Páramo, el cacique en Comala, es padre de niños que no reconoce, revolucionario que traiciona la revolución y tirano que asesina a sus adversarios impunemente.

“No es que Rulfo tuviera una preocupación por el machismo o una mentalidad feminista, sino que identificó algo central de la personalidad del mexicano”, dice Santibáñez.

Alrededor del 40% de las familias mexicanas, según datos oficiales, carecen de una figura paterna. Eso ocurre hoy, pero viene de décadas atrás.

Pedro Páramo es la figura del padre tiránico de la familia mexicana”, dice Villoro.

Y lo es por varias razones: porque abandona a sus hijos, porque administra el poder de manera arbitraria y traicionera y porque lleva el desamor de Susana San Juan de manera arrogante y arbitraria.

Una faceta que, en general, sigue vigente en la cultura mexicana, según Santibáñez: “Pedro Páramo bien le podría cantar a Susana una canción de Luis Miguel diciendo ‘tengo todo excepto a ti’”.

Línea
BBC

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