El francés Jean Anouilh (1910, Burdeos, Francia – 1987, Lausana, Suiza) presenta por primera vez la obra Antígona (Editorial Losada, Buenos Aires, 1964) en 1944, cuando Francia está ocupada por el ejército de Alemania. Se basa en la obra homónima de Sófocles (Atenas, 495 a.C. – Atenas, 406 a.C.), que fue representada en su ciudad natal en 440 a. C.
Cuando Anouilh escribe la obra tenía 32 años y en ella retoma el texto del trágico griego. Antígona es hija de Edipo y Yocasta. Sus hermanos, Eteocles y Polinices se han dado muerte entre sí. Creonte, ahora rey de Tebas, decide enterrar solamente al que había ayudado a su ciudad (Eteocles) y dejar insepulto al otro (Polinices).
Antígona cree que su deber es conseguir que su hermano descanse en paz, tratando de cubrir su cuerpo, a pesar de la prohibición de su tío Creonte. Ella es descubierta por los centinelas, que informan al rey, quien se ve obligado a condenar a su sobrina a muerte en la aplicación de la ley. Tras una larga discusión con su tío acerca del sentido de la vida, es enterrada viva.
En el momento en que se cierra la tumba se descubre que el prometido de Antígona, Hemón, hijo de Creonte, su primo, se ha enterrado con ella. Al volver a abrir el sepulcro es demasiado tarde: Antígona se ha ahorcado con el cinturón y Hemón escupe a su padre y se abre el vientre con su propia espada. Al saber la noticia, la madre de Hemón se corta el cuello. El cuerpo de Polinices nunca recibirá sepultura.
La Antígona de Sófocles aborda el problema moral y la ley divina, pero en la Antígona de Anouilh los temas son otros. Es la misma historia, que cuenta Sófocles, pero con distintos diálogos.
En la tragedia de Anouilh no hay culpables y cada uno de quienes intervienen en ella deben aceptar y desempeñar el papel que le ha tocado en suerte. Su Antígona es alguien que rechaza todo lo que limite y condicione su libertad. Y ella está dispuesta a pagar cualquier precio con tal de ser verdaderamente libre, incluso frente a la posibilidad de perder la vida.
En esta obra, la muerte aparece como la única solución posible para alcanzar el ideal de la libertad. La muerte, que es la absoluta negación, la absoluta imposibilidad de ser, es -al mismo tiempo-, la absoluta negación de los límites. Desde el no-ser es imposible encadenar al ser. He ahí el sentido que Antígona encuentra en la muerte.
Creonte se muestra como incapaz de comprender la posición de Antígona. Para él, ella está obsesionada por la autenticidad individual, que le conduce inexorablemente al hundimiento del barco de su vida. ¿Es el barco tan importante como para sacrificar la felicidad individual de uno mismo? Tal vez no, pero ha de cumplir el papel que le corresponde, aunque ello exija esfuerzo, trabajo, sudor y lágrimas. ¿Quién de ellos tiene razón?
En la misma tragedia está la imposibilidad de que los personajes encuentren un “modus vivendi” que solucione la situación, la ausencia de un punto, sea el que sea, que pueda servir como puente entre las posiciones radicales que cada uno de ellos defiende. Sus posturas son irreconciliables.
La obra de Anouilh encierra una doble tragedia: la del que ha sido sentenciado por el destino a la muerte y la del que ha sido condenado por los dioses a dictar la sentencia y a ocupar un lugar que no quiere, pero al que no puede negarse porque es necesario servir a los intereses públicos. Creonte no ha elegido el papel que le toca representar, pero lo tiene que hacer, es su destino.
A Creonte el principio de la responsabilidad es el motor que impulsa a continuar adelante. Hay que hacerlo y se hace. Creonte termina renunciando a la vida individual en favor de una vida dedicada a la polis, que no le reportará más beneficio que el de la ingratitud. Sin embargo, está absolutamente convencido de que el pueblo necesita de alguien que lo mantenga a flote. El desgarramiento de Creonte es tan auténtico como su sentido de la responsabilidad.
En la Antígona de Anouilh, el tema que una y otra vez aparece es el del sentido de la existencia y de los límites que la vida impone a la autenticidad, así como la imposibilidad de elegir el personaje a representar; es decir, la determinación absoluta a la que nuestra conducta está expuesta desde el principio de nuestro nacimiento. Creonte renuncia a la autenticidad personal en virtud de la responsabilidad a la que está obligado, que es la de gobernar, y Antígona, por su parte, representa el anhelo absoluto de autenticidad, aunque haya que renunciar a la vida, que es justamente la que lo hace imposible.
Antígona
Jean Anouilh
Editorial Losada
Buenos Aires, 1964
pp. 114
México celebrará el 1 de junio una elección única en el mundo en la que se elegirá a los jueces del país. ¿Qué está en juego con este proceso?
A las 8 de la mañana de este 1 junio, en México se iniciará una votación única en el mundo.
Cien millones de electores están habilitados para participar en la elección de los ministros de la Suprema Corte, magistrados regionales y jueces de distrito, en un tipo de comicios que no existe en ningún otro país.
Bolivia, el país con el sistema de votación de jueces más parecido, solo abre la elección a la ciudadanía para los cargos de los altos tribunales. Otros países, como EE.UU., limitan la votación a la elección de algunos jueces estatales.
En México, la elección por voto popular de todos los miembros de la judicatura se convirtió en una de las banderas políticas más importantes del movimiento político Cuarta Transformación (4T) del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Durante su gobierno (2018-2024), López Obrador planteó la idea de “democratizar” al Poder Judicial para que fueran los ciudadanos los que eligieran directamente a sus integrantes. Los votos en el Congreso, sin embargo, no lo favorecían.
No fue hasta la abrumadora victoria que consiguió la coalición de la 4T en 2024, en la que la presidenta Claudia Sheinbaum fue electa, que la coalición gobernante obtuvo los escaños suficientes para impulsar una reforma judicial constitucional.
Para quienes la apoyan, es un esquema pionero que abre al escrutinio social las decisiones y la actuación de los jueces de todos los niveles, dando a la ciudadanía el poder de destituirlos si no hacen bien su trabajo.
Para los críticos, es una amenaza a los contrapesos que el Poder Judicial ejerce frente al Ejecutivo y el Legislativo, que tiene el potencial de abrir las puertas a jueces que respondan a poderes fácticos, incluido el crimen organizado.
“Para mí ha sido un gran reto intelectual tratar de entender la reforma sin prejuicios”, le dice a BBC Mundo la analista mexicana Viri Ríos, doctora de la Universidad de Harvard especializada en políticas públicas y gobierno.
“Estamos viviendo un momento trascendental en la historia de México. Y es un momento para cuestionarnos muchos de los dogmas sobre los que yace la democracia liberal”, añade.
Para la académica, a partir de la votación del domingo, Sheinbaum y el movimiento de la 4T podrían ser señalados por el desempeño del Poder Judicial.
“Es el inicio de un momento muy complejo para la coalición gobernante, porque anteriormente el Poder Judicial no funcionaba bien, pero nadie atribuía esa disfuncionalidad a una coalición política. Se le atribuía al propio Poder Judicial”, advierte.
“Pero del 1 de junio en adelante, se va atribuir a la coalición gobernante. Porque ellos crearon esta fórmula y promovieron la idea de que se iba reducir la impunidad a partir de esta reforma”.
El analista político Héctor Alejandro Quintanar, por su parte, dice que la nueva etapa del Poder Judicial mexicano va más allá de la disputa política actual en el país.
“Yo creo que lo que está en juego rebasa a la Cuarta Transformación. Es la idea de que ahora vivamos en una etapa de México más politizada donde el voto ciudadano toma otra dimensión y otro papel”, señala el también profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Es verdad que el Poder Judicial es un contrapeso al Ejecutivo y al Legislativo, pero pareciera que el Judicial no tiene contrapesos en sí mismo. Y es aquí donde entra la variable del voto ciudadano que sí puede convertirse en uno y en un paso a la eliminación de sus élites”, sostiene.
Aunque el objetivo de la reforma judicial es la renovación total del Poder Judicial a través del voto popular, el Congreso estableció que esta se realizaría de forma escalonada.
Por ello, a nivel federal, el domingo solo se elegirán 386 jueces y la mitad de los magistrados de circuito (464).
La Suprema Corte de Justicia de la Nación sí se renovará por completo, pero ahora en lugar de tener 11 integrantes tendrá 9.
También se votará por dos magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral, la cual tiene otros cuatro integrantes. Se renovarán la totalidad de las 15 magistraturas de las salas regionales de dicho tribunal.
Y los votantes elegirán a los cinco magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial, el nuevo organismo que controlará el desempeño de jueces, magistrados y ministros.
En 19 de los 32 estados del país, se elegirá a los jueces locales (casi 1.700), además de celebrarse elecciones a alcaldías y otros cargos locales.
De esta manera, habrá ciudadanos que recibirán hasta 13 papeletas de votación para llenar.
Con reglas muy estrictas para las campañas, conocer los perfiles de los cientos de candidatos que concurren a las elecciones ha sido un reto mayúsculo.
Una estimación del Instituto Nacional Electoral (INE), que organiza la elección de jueces federales, señaló que los ciudadanos tardarán unos 9 minutos en seleccionar a sus candidatos.
Y en México, votar no es obligatorio, lo que se ha reflejado en el abstencionismo en elecciones pasadas como la presidencial (38%, en promedio) y mucho más en las intermedias (47%) y consultas populares (82%).
De ahí que la participación este 1 de junio se anticipa baja. El INE prevé que acudan entre el 8% y el 15% de los votantes.
La autoridad electoral también ha ordenado detener la distribución de “acordeones”, unas tarjetas que presuntamente han repartido funcionarios y operadores de partidos políticos que indican a los ciudadanos a qué candidatos elegir.
La reforma judicial fue uno de los temas más relevantes de las elecciones de 2024, con la coalición gobernante de la 4T (Morena-PT-PVEM) haciendo una férrea defensa de sus beneficios, frente a las críticas de los partidos de oposición y de un importante bloque de los actuales ministros, jueces y funcionarios del Poder Judicial.
Estos últimos insistieron en que el objetivo último de la reforma de López Obrador era “apoderarse” de la Suprema Corte y otros tribunales que durante su gobierno declararon inválidas reformas de leyes e iniciativas de todo tipo, desde nacionalización energética hasta cambios en las elecciones.
Hubo protestas y duros debates en el Congreso en los que los detractores de la reforma advertían que los puestos de juzgador requieren la especialización de la carrera judicial y que abrirlos a la elección popular permitiría la entrada de jueces que respondieran a los intereses de los partidos políticos, los grupos económicos o el crimen organizado.
“Defensorxs”, una organización que revisó los perfiles de candidatos que compiten en las elecciones del domingo, identificó a 19 aspirantes de “alto riesgo” por sus posibles vínculos con narcotraficantes o por señalamientos de violencia y corrupción.
La oposición también denunció que la mayoría absoluta de la coalición de la 4T dejaría bajo su control la aprobación de las candidaturas, que vinieron de propuestas del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, pero que finalmente pasaron por el filtro del Congreso.
También advirtieron de que el país tendría una mala imagen en el extranjero, por ejemplo a ojos de las calificadoras financieras que evalúan el riesgo de inversión en países sin independencia judicial.
“Para mí es un engaño para la ciudadanía. No van a elegir a sus jueces y magistrados. Falso”, dijo esta semana el ministro de la Suprema Corte Javier Laynez, uno de los principales críticos de la reforma.
“Lo señalé desde el principio, hay un riesgo de cooptación de la justicia federal y local. No les gusta que alguien les diga esto está mal hecho, esto es ilegal, esto es inconstitucional”, señaló en entrevista con la cadena Radio Fórmula.
Entre quienes rechazan la reforma, en los últimos días se abrió un debate sobre asistir o no a las urnas para participar en el proceso. El ministro Laynez dijo que no habrá garantías del buen conteo de votos, por lo que él no votará.
Otros consideran que no participar no ayudará en nada en el objetivo de revertir la reforma judicial o para contar con ministros y jueces que hagan de contrapeso frente a las decisiones de los otros poderes.
López Obrador argumentó durante mucho tiempo que el Poder Judicial era “ajeno” a los intereses del pueblo y que abrirlo a una votación le permitiría “limpiarse, purificarse”.
Al sucederlo, la presidenta Sheinbaum continuó con la defensa de los cambios, argumentando que el modelo pasado le permitía nominar a los jueces de la Suprema Corte y que la coalición de la 4T tenía la mayoría para aprobarlos, por lo que su objetivo no era controlar el Poder Judicial.
“Las personas que vayan a votar van a decidir quién va a estar en el Poder Judicial. Y quienes resulten triunfadores en esta elección, que resulten elegidos por el pueblo, elegidas, pues van a responder al pueblo. Esa es la gran diferencia”, dijo la presidenta mexicana el miércoles.
La creación de un tribunal para vigilar la actuación de jueces, aseguran desde el bloque de la 4T, permitirá detectar casos de corrupción y sancionar a los juzgadores como nunca antes.
Para una parte de los analistas del país, la elección del Poder Judicial ya ha superado la discusión de sus pros y contras, ya que para que la oposición pudiera revertirla debería conseguir una mayoría parlamentaria.
De esta manera, el país avanza hacia un escenario inédito.
Viri Ríos señala que la coalición de la 4T ha promovido este cambio constitucional como uno que va a “reducir la impunidad” del país y si eso no ocurre, los malos resultados ya no serán solo atribuidos al propio Poder Judicial. “Se van a atribuir a la coalición gobernante. Porque ellos crearon esta fórmula”, sostiene.
Desde su perspectiva, el nuevo Poder Judicial será un reflejo del país, igual que lo son los otros poderes.”¿Va a haber narcotraficantes que sean jueces? Hagamos un ejercicio de honestidad intelectual: ¿hay presidentes municipales que le responden al narco en México? Claro que sí, hay cero dudas”.
“Cuando a mí me dicen que se va a destruir al Poder Judicial prístino y profesional que teníamos, pienso ‘¿En qué país vive esta gente?'”, añade.
Quintanar, por su parte, argumenta que la previsible baja participación en las elecciones del domingo no será un reflejo del rechazo ciudadanos a la reforma judicial, pues esta ya fue validada con la abrumadora votación de 2024 a favor de la coalición gobernante. En su opinión, se abrirá un nuevo espacio de escrutinio de los ciudadanos a un Poder Judicial que tradicionalmente estaba cerrado.
“La reforma judicial y la votación del domingo por supuesto que son ampliamente criticables. Va a ser complicado para el ciudadano por las boletas y los candidatos a elegir, tiene mucho de perfectible. Pero la democracia es así”, considera.
“Yo creo que lo que está en juego rebasa a la Cuarta Transformación. Es la idea de que ahora vivamos en una etapa de México más politizada, en la que el voto ciudadano toma otra dimensión y otro papel”.
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