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La política del resentimiento
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Roberto Heycher Cardiel Soto es especialista en materia político-electoral, comunicación política e innovación. Dos décadas... Continuar Leyendo
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La política del resentimiento

La ira se ha convertido en una herramienta política. Los gobiernos, en lugar de buscar la paz y la felicidad de sus ciudadanos, alimentan la división y azuzan el resentimiento social para consolidar poder.
08 de noviembre, 2024
Por: Roberto Heycher Cardiel

La ira, en tiempos recientes, ha desplazado a la inteligencia y la razón como herramientas de gobierno. Este cambio representa un peligroso retroceso en la calidad del debate y la gestión pública, donde la confrontación y el arrebato emocional se han impuesto sobre el análisis y la deliberación serena. Cuando la ira se erige como el motor de las políticas y discursos, se sacrifican la capacidad de diálogo y la búsqueda de soluciones equitativas. Las decisiones dejan de responder a un interés común y se convierten en actos impulsivos que, aunque aplaudidos por las masas enardecidas, erosionan las bases de una sociedad fundada en la comprensión y la cooperación. Gobernar desde la ira es ceder al impulso de la división, mientras que la razón exige un esfuerzo mayor: el de tejer puentes y mantener la cohesión en medio de la diversidad.

Vivimos en un tiempo que desafía la lógica de los sueños antiguos. La ciencia, que una vez fue el oráculo de nuestra esperanza, ha estirado los límites de la existencia humana, dándonos vidas más largas y, en muchos casos, más cómodas. La tecnología, por su parte, ha tejido un tapiz invisible que nos conecta al instante, sin fronteras ni barreras. Sin embargo, en este mundo de avances, de permanentes promesas de progreso, se oculta un eco discordante: la ira. Una ira que no es solo un grito individual, sino el murmullo ensordecedor de una sociedad al borde de un colapso emocional.

El gobierno de la ira

La paradoja de nuestra era es desconcertante: los avances tecnológicos, la conectividad constante y una vida más larga conviven con una furia que arde en el discurso público y en las calles. Este fenómeno, que podría llamarse “el gobierno de la ira”, es más que una simple expresión de descontento; es el reflejo de una sociedad desgarrada que, aunque conectada, está emocionalmente desvinculada.

Este es el tiempo de la ira, donde las redes digitales se han convertido en coliseos modernos, donde la palabra es la lanza y el anonimato, el escudo. Cada interacción, cada comentario, se mide no por su verdad, sino por el impacto que genera, por la intensidad del choque. Hemos confundido la voz con el ruido y, en ese proceso, la furia ha encontrado un hogar.

Lo preocupante es que, lejos de ser un fenómeno natural o espontáneo, esta ira se ha convertido en una herramienta política. Los gobiernos, en lugar de buscar la paz y la felicidad de sus ciudadanos, alimentan la división y azuzan el resentimiento social para consolidar poder. La narrativa del “ellos contra nosotros”, una retórica que separa a los que tienen de los que no, se ha convertido en el combustible que alimenta la polarización afectiva. Y es aquí donde la contradicción alcanza su punto más agudo: un gobierno que debería ser garante de la armonía, se convierte en arquitecto del encono.

En nuestro país, la exaltación de las mayorías y la estigmatización de las voces críticas han avivado una atmósfera de resentimiento. Las palabras de los líderes se convierten en sentencias que dividen, donde aquellos que piensan diferente son catalogados como enemigos del “pueblo”. La ira, así promovida desde el poder, se convierte en un medio para mantener el control, explotando los agravios históricos de desigualdad y corrupción en beneficio de una causa política egoísta, interesada y facciosa.

Imagen que simboliza el ejercicio del gobierno mediante la ira y la soberbia. Generada por Roberto Heycher con la Herramienta DALL E 2024
La imagen simboliza el ejercicio del gobierno mediante la ira y la soberbia. Generada por Roberto Heycher con la Herramienta DALL E 2024.

Dividir el futuro

El uso de la ira en el discurso público no solo es una táctica de control; es una forma de silenciar la disidencia y desviar la atención de problemas profundos que requieren soluciones más complejas que una confrontación simplista. La ironía radica en que, mientras se promueve la división, se desmantelan los puentes necesarios para construir un futuro compartido y verdaderamente democrático.

Para revertir este ciclo, es fundamental recordar que la democracia y el bienestar no se forjan desde la confrontación sino desde la construcción de empatía y entendimiento. El gobierno, lejos de ser un provocador de conflictos, debe ser un mediador que busque la reconciliación y la justicia social sin sacrificar la cohesión. La verdadera prosperidad de un pueblo radica en su capacidad para reconocer las diferencias, no para explotarlas.

Es urgente reconocer los peligros de la ira utilizada como herramienta de poder y exigir un retorno a la política como arte de la conciliación. Si no lo hacemos, la era de la ira se convertirá en la era de la pérdida: pérdida de diálogo, de entendimiento y, finalmente, de la democracia misma.

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Imagen BBC
Qué es una DANA, el fenómeno meteorológico que provocó lluvias torrenciales y que ha dejado más de 70 muertos en España
4 minutos de lectura

Más de 70 personas han muerto y decenas permanecen desaparecidas por las graves inundaciones que han afectado principalmente a la región de Valencia, en el este de España.

31 de octubre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Más de 70 personas han muerto y decenas permanecen desaparecidas por las graves inundaciones que han afectado principalmente a la región de Valencia, en el este de España.

En unas pocas horas cayó en algunas zonas el equivalente a un año de lluvia, lo que provocó grandes riadas que arrasaron localidades enteras, dejando atrapadas a miles de personas.

En algunos lugares se registraron hasta 445,4 litros por metro cuadrado.

Las precipitaciones, que llegaron acompañadas de fuertes vientos y tornados, fueron provocadas por un fenómeno meteorológico conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que ha afectado a una amplia zona del sur y el este del territorio español.

Un fenómeno habitual en el Mediterráneo

Una fila de coches apiñados después del paso de los torrentes de agua causados por la DANA.
Getty Images
Una fila de coches apilados después del paso de los torrentes de agua causados por la DANA.

El término DANA empezó a ser usado por meteorólogos españoles hace unas décadas para diferenciarlo del de “gota fría”, más genérico e impreciso y que suele utilizarse para hacer referencia a cualquier situación de lluvia intensa y abundante, sobre todo cuando ocurre en la costa mediterránea de la Península Ibérica durante el otoño.

La DANA es un fenómeno en el que una masa de aire polar muy frío queda aislada y empieza a circular a altitudes muy elevadas (entre 5.000 y 9.000 metros), lejos de la influencia de la circulación de la atmósfera.

Luego, al chocar con el aire más cálido y húmedo que suele haber en el mar Mediterráneo, genera fuertes tormentas, sobretodo a finales del verano boreal y principios del otoño, cuando las temperaturas marítimas son más elevadas.

“Crea un entorno intensamente inestable, y ahí es donde el aire se eleva. Muy rápidamente, permite que las nubes de tormenta realmente vuelen, ayudadas e instigadas por los vientos que golpean terrenos más altos y también se elevan. Y cuanto más altas son las nubes de tormenta, más humedad hay en ellas”, explicó el meteorólogo de la BBC Matt Taylor.

Una persona barre el lodo de la puerta de su casa en una calle absolutamente anegada de agua.
Getty Images
La Agencia Española de Meteorología ha calificado el temporal actual como el “más adverso del siglo en la Comunidad Valenciana”.

Este fenómeno puede durar varios días y viene acompañado de una bajada de las temperaturas, ambiente muy inestable y eventos climáticos extremos, como se está viendo estos días en la costa este de España.

A diferencia de un temporal común, que se desplaza hacia el este, una DANA puede permanecer varada en el mismo lugar varios días o incluso moverse hacia el oeste (lo que se denomina retrogresión), según explican desde la la Agencia Española de Meteorología (AEMET).

No todas las DANAs crean condiciones climáticas extremas como las de esta última.

Su potencial destructivo aparece justamente cuando se mezclan con las cálidas temperaturas terrestres y marítimas.

“Las DANAs son una estructura relativamente frecuente en nuestras latitudes (España) y, por suerte, la mayoría de ellas no llegan a ser tan noticiosas”, señala la meteoróloga de la AEMET Delia Gutiérrez en el blog de la agencia.

Históricamente en España ha habido DANAs muy recordadas por sus destructivas consecuencias, como la de 1973, que afectó a Almería, Granada y Murcia, en el sureste del país, y dejó a su paso muchas pérdidas humanas y materiales.

La AEMET ha calificado el temporal actual como el “más adverso del siglo en la Comunidad Valenciana”.

“Ha sido un temporal histórico, a la altura de los grandes temporales mediterráneos y entre los tres más intensos del último siglo en la región”, añaden.

España
Getty Images
Las destrucción causada por la DANA en la región de Valencia.

Cambio climático

La creciente frecuencia de las DANAs y la intensificación de las lluvias asociadas a ellas están estrechamente ligadas al cambio climático, según los expertos.

El progresivo aumento de la temperatura del mar Mediterráneo facilita que se den las condiciones para que haya más energía y humedad necesarias para que se dé una DANA más potente.

“Estamos viendo más fenómenos de este tipo a medida que nuestro clima se calienta”, explicó el meteorólogo de la BBC Matt Taylor.

“Aunque tales eventos han sucedido en el pasado, se están volviendo más habituales”, señaló Taylor.

El año pasado, un estudio de la Sociedad Meteorológica Estadounidense detectó un incremento de las DANAs desde la década de 1960 a escala global.

España
Getty Images
La DANA ha dejado numerosos daños materiales en el este de España.
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BBC

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