Jorge Romero Herrera será dirigente nacional del PAN durante los próximos tres años y, con ello, el principal partido opositor estará dando un paso más hacia la irrelevancia política.
Su dirigencia no será producto de la recomposición del partido ni de la reflexión profunda tras su derrota electoral. No es un relevo generacional, ni mucho menos un retorno a la doctrina y programa originales de Acción Nacional.
La elección de Jorge Romero es el pago de múltiples facturas; principalmente, la que Marko Cortés le debía, pues fue Romero y su control de los padrones de militantes panistas lo que llevó a Cortés a la dirigencia en 2018, y a la reelección en 2021, a pesar de sus pésimos resultados.
El triunfo del diputado y exjefe delegacional de la Benito Juárez es la coronación del “cártel inmobiliario” en la política mexicana. La victoria de los padroneros, la consecuencia lógica del proceso de degradación que el PAN inició hace 24 años, cuyo único destino posible es la extinción.
Romero no compitió contra nadie, pues la candidatura de la tlaxcalteca Adriana Dávila nació sin posibilidad alguna.
La “elección” a la que fueron convocadas 300 mil personas que aún forman parte de los padrones de militantes del PAN fue, en realidad, una pelea arreglada en la que no era posible distinguir proyectos de partido, batallas ideológicas o una competencia real.
Desde 2023, Marko Cortés pactó con Jorge Romero y su grupo que, pasara lo que pasara el 2 de junio de 2024, él iba a ser su sucesor en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN.
Pero no sólo Romero iba en ese paquete, que de entrada desahuciaba a su candidata presidencial, Xóchitl Gálvez, en quien nunca creyeron, a quien sólo apoyaron con lo básico y en el discurso, a quien postularon a la Presidencia de la República sólo porque no había de otra, a la que nunca respetaron y con la que Marko riñó groseramente la misma noche del 2 de junio y en los días posteriores.
El acuerdo ideado por Marko Cortés y Jorge Romero daba por descontada la derrota de Xóchitl, e implicaba el reparto de candidaturas y posiciones, al estilo del famoso pacto del PAN con el PRI en Coahuila que el propio líder panista hizo público en plena campaña.
La diferencia es que en este caso aún no se da a conocer el contrato, pero la lógica es la misma: repartirse el poder público como si fuera su patrimonio, al margen de la opinión de militantes y ciudadanos.
De esa manera, Marko Cortés se quedó con la candidatura número 1 de la Lista Nacional del PAN al Senado. Jorge Romero con la dirigencia nacional del partido. Y Santiago Taboada con la candidatura a la Jefatura de Gobierno, en una campaña que recibió más apoyo, más patrocinios y más esfuerzos partidistas que la de Xóchitl Gálvez.
Taboada, a quien los panistas lograron colocar en la pelea, pero se desfondó en el último mes de campaña, fue el único damnificado del clan Romero, una cofradía conocida como “Los Ocean” que opera desde la primera década de los dos miles, que se ha apoderado del PAN capitalino y que hoy por hoy es el grupo con más poder e influencia en Acción Nacional. Son dueños de los padrones de militantes y, con ello, de dirigencias y candidaturas locales.
Como han hecho siempre, el pasado 2 de junio “Los Ocean” ganaron, mientras su partido perdía.
Jorge Romero Herrera se reeligió como diputado federal, a la espera de ser ungido como dirigente nacional.
Luis Mendoza Acevedo fue electo alcalde de Benito Juárez, posición estratégica para la operación del grupo político vinculado con el “cártel inmobiliario”, una trama de corrupción que mantiene en la cárcel a Christian Von Roehrich, el único “hermano” del clan que ha sido involucrado y procesado por esos hechos.
Un dato singular es que el hermano del actual alcalde, Víctor Manuel Acevedo, se encuentra prófugo de la justicia por actos cometidos cuando fungió como director de Planeación de la Benito Juárez.
Andrés Atayde Rubiolo, exdirigente del PAN de la Ciudad de México, ahora es el coordinador de la bancada del PAN en el Congreso de la CDMX. Y Mauricio Tabe se reeligió como alcalde de la Miguel Hidalgo.
El reacomodo de “Los Ocean” se corona con la elección de Jorge Romero Herrera al frente de la dirigencia nacional del PAN, un partido que irá a la batalla contra Morena y Claudia Sheinbaum tocado por el escándalo del “cártel inmobiliario”, un caso bien conocido por la actual coordinadora jurídica de la Presidencia, Ernestina Godoy, que como fiscal investigó y usó políticamente el caso, hasta donde pudo.
Es difícil encontrar el momento exacto en el que el PAN comenzó su degradación, pero fácil contar los episodios que contribuyeron a eso.
Uno de esos capítulos fue la campaña de Vicente Fox, en el año 2000, cuando la dirigencia panista solapó y encubrió el financiamiento ilegal de la campaña del guanajuatense a través de la asociación “Amigos de Fox”.
Otro ocurrió en 2004, cuando el PAN promovió en la Cámara de Diputados el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, con la idea de inhabilitarlo como competidor en las elecciones de 2006.
Uno más se dio en 2005, cuando un personaje impresentable, como Manuel Espino, fue impulsado desde la Presidencia para llegar a la dirigencia del partido.
Y qué decir de 2006, cuando Felipe Calderón mandó a volar la doctrina y los principios de los fundadores, y sustituyó la dignidad gomezmoriniana de la “brega de eternidad”, por el pragmático “haiga sido como haiga sido”.
Después de las elecciones de 2006, todo ha sido decadencia en el PAN, pues el partido que abandonó sus principios para convertirse en una máquina de ganar elecciones, también dejó de ganar elecciones.
Las campañas de Josefina Vázquez Mota (2012), Ricardo Anaya (2018) y Xóchitl Gálvez (2024), fueron cada una peor que la anterior; costosas, por momentos ridículas y siempre alejadas de la ciudadanía.
La última estación de ese desastre fue la alianza con el PRI, incitada en 2021 por Claudio X. González, y firmada por Marko Cortés con “Alito” Moreno y Jesús Zambrano.
Una alianza que llevó a los panistas a la peor de elección de su historia, y a ser lo que son hoy: un partido con cinco gubernaturas, 22 senadores (incluido Miguel Ángel Yunes), y 71 diputados federales.
Un partido extraviado ideológicamente y derrotado en lo electoral, que no es alternativa para la ciudadanía que no respalda el proyecto del actual gobierno.
Un partido que se quedó sin dirigentes capaces de enderezar el rumbo y que solamente tuvo una opción para la renovación de su dirigencia: Jorge Romero, a quien de por sí ya se le había hipotecado el partido.
Son días oscuros para la democracia; en el peor momento, México tiene a la peor oposición de la historia.
La gestión del desastre suscita críticas y abre el debate sobre cuán preparado está España ante las emergencias y el cambio climático.
La magnitud de la tragedia por las inundaciones y riadas que dejaron decenas de muertos en el sureste de España ha generado dudas sobre la preparación y la respuesta de las autoridades ante la emergencia.
La provincia de Valencia, la más afectada, y las de Albacete y Cuenca sufrieron lluvias torrenciales que desbordaron los cauces de los ríos, inundaron calles y campos, arrastraron autos, derribaron puentes y dejaron la mayor cifra de muertos y desaparecidos por un desastre natural en la historia reciente de España.
Mientras los servicios de emergencia aún buscan a los desaparecidos entre el lodo y el agua que anega las localidades afectadas, en España crecen las preguntas sobre la gestión del desastre.
Residentes de las zonas impactadas denunciaron en los medios de comunicación locales y en las redes sociales que las autoridades no les avisaron para que se prepararan adecuadamente.
Exponen que recibieron en sus teléfonos la alerta de Protección Civil llamando a evitar los desplazamientos cuando ya llevaba varias horas lloviendo y muchos habían quedado atrapados en edificios y en vehículos arrastrados por la fuerza incontenible del agua.
Bárbara Jiménez, camarera de un restaurante en Valencia, le dijo a Televisión Española que su jefe no le dejó irse a casa porque no veía la situación “lo bastante grave” hasta que llegó la alerta telefónica a las 20:00 hora local del martes, pero entonces “ya era demasiado tarde”.
A esas alturas, el agua ya había bloqueado muchas carreteras y cientos de conductores estaban atrapados en ellas.
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) venía desde el jueves 24 alertando de la llegada a la Península Ibérica de una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), el fenómeno atmosférico que ha ocasionado el desastre.
El martes 29 a las 07:30 de la mañana, la Aemet elevó una alerta roja por lluvias, lo que implica la previsión de “fenómenos no habituales de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto”.
A las 11:50, la Confederación Hidrográfica del Júcar, organismo dependiente del gobierno español encargado de gestionar las aguas del río Júcar, que recorre la zona afectada, informaba a través de la red social X que uno de sus afluentes mostraba una “crecida considerable” y otro veía crecer su caudal “de forma importante”.
Alrededor de las 13:00 h, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat valenciana, el gobierno regional de la Comunidad Valenciana, pedía en las redes sociales “prudencia en las carreteras y mucha atención a las indicaciones de las autoridades”.
Pero Mazón dijo también: “según la previsión, el temporal se desplaza hacia la Serranía de Cuenca en estos momentos, por lo que se espera que hacia las 18.00 disminuya su intensidad” en la Comunidad Valenciana.
En lugar de eso, se desplazó por la región sembrando el caos.
Según el recuento de la agencia Efe, a las 19:17, la Generalitat elevaba la alerta a Nivel 2 en las comarcas de Utiel, Requena y la Plana.
Y finalmente, a las 20:00, enviaba el mensaje de alerta a los teléfonos móviles de toda la población.
Para entonces, la mayoría de los valencianos ya sabían que la situación era excepcional y peligrosa porque lo estaban viendo con sus propios ojos.
A las 20:36, el gobierno español ordenaba el despliegue de la Unidad Militar de Emergencias (UME) a petición del gobierno autonómico valenciano para colaborar con los servicios de emergencia locales.
Finalmente, pasado el mediodía de este miércoles, cuando ya se sabía que había decenas de muertos y desaparecidos, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, dirigía un mensaje televisado a la población ofreciendo el apoyo y la solidaridad del país a las zonas afectadas.
El gobierno español anunció también la declaración de Zona Catastrófica en las áreas afectadas.
La gestión de la emergencia ha suscitado críticas de ciudadanos y autoridades locales.
Andreu Salom, alcalde de L’Alcúdia, una de las poblaciones afectadas, dijo sentirse en el “abandono y una absoluta impotencia”. Señaló: “como alcalde, nadie me informó de que el río Magro podía desbordarse”. Contó que la población “se ha llenado de agua, barro y escombros”.
El gobierno regional de Carlos Mazón ha sido criticado porque una de las primeras decisiones que tomó al llegar al poder fue eliminar la Unidad Valenciana de Emergencias, a lo que ha respondido que no era más que “otra organización ficticia, con cero bomberos, cero materiales y cero eficiencia”.
Jorge Olcina, climatólogo de la Universidad de Alicante, le dijo a BBC Mundo que “aunque la cantidad exacta de agua que terminó por caer era imposible de prever, hubo un aviso meteorológico con tiempo suficiente, y lo que falló fue la transmisión de ese aviso a la población”.
Por eso, según dice, “la gente siguió haciendo vida normal pese a la alerta”.
Para Olcina, “la información a la sociedad no se dio con la celeridad necesaria”.
Olcina recuerda que “España lleva tiempo tratando de implantar el sistema europeo de avisos de emergencia por teléfono, pero el proceso se delegó a las comunidades autónomas y se está tardando mucho”.
Pero el experto detecta otros problemas.
“En España no hay una educación de la población para la prevención de riesgos en desastres como la que existe, por ejemplo, en Estados Unidos con los huracanes y deberíamos empezar a trabajar en eso”, señala.
“En una situación así, deberían haberse suspendido las clases y la gente no debería haber ido a trabajar si no era indispensable. Obviamente, eso tiene un costo, pero el precio que vamos a pagar va a ser ahora más alto”, añade.
Para Olcina, episodios como el de Filomena, la borrasca que sembró el caos en Madrid y otros puntos de España en 2021, deberían llevar a una reflexión en su país sobre cómo se afrontan estas emergencias.
Olcina apunta también al “problema estructural provocado porque en muchas zonas del Mediterráneo español ha habido un crecimiento urbano descontrolado desde mediados del siglo XX y se ha construido en zonas inundables, que, como hemos visto ahora, son las primeras afectadas”.
Los científicos alertan de que el cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de fenómenos potencialmente catastróficos como la Depresión Aislada en Niveles Altos, una masa de aire que se desprende de una corriente muy fría y desciende sobre otra de aire caliente produciendo grandes perturbaciones atmosféricas y precipitaciones muy intensas.
Es una situación típica de las regiones del litoral mediterráneo español en los meses de septiembre y octubre, y los lugareños están habituados a ella.
Pero, “con las aguas del Mediterráneo cada vez más calientes, se están formando nubes cada vez más potentes y que producen más precipitaciones”, explica Olcina, que recuerda que “España está recibiendo ahora los fondos Next Generation de la Unión Europea y uno de sus objetivos es financiar proyectos de adaptación al cambio climático”.
“Estamos ante una oportunidad de utilizarlos bien en las zonas más vulnerables, como la Comunidad Valenciana”, afirma.
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