El llamado “Plan C” que dejó Andrés Manuel López Obrador como hoja de ruta para su sucesora, Claudia Sheinbaum, es una locomotora que avanza irremediablemente, y que tiene una parada estratégica el 1º de junio de 2025, cuando se lleve a cabo la jornada electoral para votar por 881 cargos en el Poder Judicial Federal, y otros cientos a nivel estatal.
Hoy ya no hay duda de que esa insólita y controvertida elección ocurrirá, pese a todas las críticas que se le ha hecho al proceso, las complicaciones logísticas, lo apretado de los tiempos, los regateos presupuestales de Morena y el aparente desinterés de la comunidad jurídica del país en postularse a algunos de los cargos.
La elección será la cereza del pastel de un proceso iniciado por Andrés Manuel López Obrador el 5 de febrero de 2024, y hoy se antoja difícil que alguien se interponga en el camino.
Todo apunta a que no habrá una prórroga de 90 días como la que el Instituto Nacional Electoral pidió la semana pasada al Congreso, y que el cronograma de la elección se cumplirá en tiempo y forma. Todo parece indicar que la consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei, firmó el oficio con la petición de prórroga sólo para darle por su lado al grupo de consejeras y consejeros que no comulgan con la “4T”, y que han intentado -sin éxito- poner peros a que el instituto se embarque en esa aventura.
La principal preocupación en el grupo que no apoya a Taddei es la posibilidad de que decenas de estados modifiquen su constitución estatal y convoquen a elecciones locales de jueces, lo que sumaría miles de cargos en elecciones concurrentes. Hasta el momento, Michoacán, Tamaulipas y Durango ya van en esa ruta. En la Ciudad de México comienza a hablarse de ello, al igual que en otros estados gobernados por Morena.
Y, pese a esa posibilidad de ir a una elección gigantesca, todo está en ruta para llegar al 1º de junio: el Senado sorteó los cargos de Tribunales de Circuito y Juzgados de Distrito que se elegirán en este año. Se conformaron los comités de evaluación de candidaturas en los tres Poderes de la Unión (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), se convocó a la ciudadanía interesada, y este domingo 24 de noviembre se cerró el registro de aspirantes, con más de 21 mil personas que buscan uno de los cargos en disputa.
El INE inició el proceso formal y legal el 23 de septiembre y, aunque tuvo que suspenderlo durante más de un mes por las suspensiones de jueces en contra de la reforma judicial, la semana pasada levantó la pausa y retomó los trabajos, gracias a una sentencia del Tribunal Electoral.
Ya se instaló la Comisión de seguimiento del proceso electoral, se aprobaron el programa y calendario de actividades, se acordó que el 2 de diciembre se instalarán los Consejos Locales y Distritales del INE, y una cartografía para adaptar la geografía electoral de 300 distritos a los circuitos y distritos judiciales.
Así, para ese primer filtro se esperaría que hubiera 16 mil 230 candidaturas, suponiendo que cada Poder llegue al número de aspirantes idóneos para cada cargo. Conforme a esta tabla:
Esta ruta llevará a la postulación de máximo 5 mil 379 candidaturas para la elección de los más de 881 cargos que estarán en disputa, conforme a la siguiente tabla:
Si este lunes 25 de noviembre se confirma que hay pocas candidaturas aún registradas, quizás alguien en el régimen decida explorar la posibilidad de dar una prórroga como la que pidió el INE.
Pero eso abriría un panorama muy complicado, que pasa por una reforma a los artículos transitorios de la reforma constitucional al Poder Judicial, en los que se colocó la fecha de la jornada electoral del 1º de junio.
Ese sería sólo un primer paso para aplazar todo, que implicaría reabrir convocatorias, mover plazos y fechas, y darle más tiempo al INE, pero cambiándole todo el esquema del calendario y programa ya aprobados.
Faltan sólo 188 días para la jornada electoral y no se ve sencillo el panorama. A las complicaciones logísticas y de calendario, se sumará el problema presupuestal, si es que Morena y la presidenta se empeñan en recortar la partida de 13 mil 205 millones de pesos solicitados por el INE para organizarles su elección.
Sin tiempo, ni dinero, el INE podría jugarse su prestigio en esta elección. Un descalabro sería fatal, de cara a posteriores citas en las urnas y cuando Morena y la presidenta amenazan con ejecutar una reforma político-electoral antes de 2027.
La pareja gobernante se convertiría en “coordinadora” de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ordenó este miércoles una amplia reforma de la Constitución de su país que le otorgaría a él y a su esposa, Rosario Murillo, el poder absoluto sobre los tres poderes del Estado.
El ejecutivo de Ortega presentó la propuesta de “Ley de protección de los nicaragüenses ante sanciones y agresiones externas” a la Asamblea Nacional para que la tramite con carácter urgente, informaron medios locales y agencias.
Con la reforma, Rosario Murillo, que es la vicepresidenta del país, pasaría a ser “copresidenta”, una nueva figura que se incorpora a la carta magna.
Según la reforma, la pareja gobernante se convertiría en “coordinadora” de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que hasta ahora la Constitución reconocía como independientes.
El presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, adelantó que la ley será aprobada en los próximos días, previsiblemente este mismo viernes.
La reforma afectará a más de 100 artículos de la actual Constitución que el gobierno de Ortega ya ha enmendado en 12 ocasiones desde 2007, incluida una que le permitió ser reelegido de forma indefinida en el cargo.
Otra de las enmiendas propuestas permitirá cesar de su cargo a los funcionarios públicos que disientan de los “principios fundamentales” del régimen, una práctica que ya se venía dando de forma no oficial, según denuncian organizaciones.
La reforma también limitará aún más la libertad de expresión a cuando esta “no transgreda el derecho de otra persona, de la comunidad y los principios de seguridad, paz y bienestar establecidos en la Constitución”.
Además, la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido de Ortega que gobierna el país, se oficializa como símbolo patrio junto a la bandera nicaragüense azul y blanca, el himno y el escudo nacional.
Se espera que la reforma constitucional tenga el visto bueno de la Asamblea Nacional, donde 75 de los 91 diputados son del FSLN y el resto no suelen oponerse a las iniciativas que allí se presentan.
Ortega, de 79 años, eliminó los límites que la Constitución establecía para el mandato de un presidente, lo que le ha permitido renovar su cargo varias veces desde 2007 en procesos electorales considerados fraudulentos por varios países y organizaciones internacionales.
Su esposa, Rosario Murillo, gobierna junto a él como vicepresidenta de Nicaragua desde el año 2017.
Ambos renovaron sus cargos tras las elecciones de 2021, que se celebraron con los principales candidatos de la oposición suspendidos y encarcelados, y fueron consideradas un fraude por gran parte de occidente y organizaciones internacionales.
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