“No le tengas miedo al perro porque te muerde”. Pocas frases me enojan tanto como ésa. Ora resulta que es mi culpa que una persona irresponsable tenga un perro bravo y lo traiga sin correa. Ora resulta que si el perro furioso se acerca, me gruñe, siento miedo , y el perro me ataca, será culpa mía, y no del perro ni de su irresponsable dueño.
La lógica de la violencia machista es exactamente ésa. Las mujeres tienen la culpa de todo, porque existen. Ellas los hacen pecar por ser atractivas y por supuesto malvadas. Por eso siempre se pone el foco y la responsabilidad en la víctima:
“¿Pa qué se vistió así? ¿Para qué sube esas fotos? ¿Pa qué sale a esas horas?”. Básicamente… Eso le pasa por existir.
“A ver, ¿por qué no se subió al vagón de mujeres? ¿Iba lleno? Se hubiera esperado”.
¡En ningún vagón, ni calle, ni lugar, nadie tiene que tocar a nadie sin su consentimiento! El que está mal es el pedazo de mierda que lo hace, no la persona que recibe la agresión.
¿O qué tal ahora que el senador ése, Cabeza (y mentalidad) de Vaca, hizo lo mismo que hacen taqueros, médicos, abogados, mercadólogos, y respetados padres de familia desde sus trabajos?: chatear con sus amigos sobre su fantasía de tener sexo con mujeres de esas espectaculares que no los voltearían ni a ver, (a menos que se dedicaran “profesionalmente” a salir con señores desagradables a cambio de dinero). De inmediato los medios se pusieron a averiguar quién era la chava de la foto, y si era escort, sexoservidora, o “una niña normal de 20 años”. Eso, sí, un diario de circulación nacional acompañó ese encabezado con la foto más sensual que encontró en las redes sociales de la jovencita. Quizá para dejar claro que es una niña “sensual” de 20 años y por lo tanto, provocadora, o simplemente porque una foto de una mujer con actitud sensual vende más.
Ahora que el senador se disculpó, rodeado de mujeres panistas avalándolo, y leyendo un discurso muy probablemente escrito por una mujer –sería capaz de apostar que así fue– sentí mucha tristeza por ellas y por sus hijas e hijos. La dignidad se enseña con el ejemplo.
Sí, el señor tendría que haberse disculpado y haber asumido él solito las consecuencias de sus actos. Un senador en mitad de una sesión, tendría que estar trabajando, entre otras cosas, por un México en que se respete a las mujeres. Todos tendríamos que hacerlo, pero la agravante de un senador es que él cobra de nuestros impuestos.
También es cierto que mucho lobo disfrazado de oveja se ha hecho el indignado. Como en todo linchamiento mediático, quienes lanzan las pedradas son incapaces de mirarse al espejo. Atacan desde ese lugar imaginario en que ellos son personas mucho mejores solo porque no son senador. Ojalá estas noticias les sirvan para cuestionarse cómo ven y cómo tratan ellos (y muchas ellas) a las mujeres a su alrededor. El machismo opera en hombres y mujeres por igual.
Cada machín es dueño de su violencia, cual si fuera un perro rabioso al que debe educar, controlar o simbólicamente sacrificar para que deje de hacer daño. Ese tipo de perro, eventualmente, destruye también a su dueño.