Home
>
Analisis
>
Autores
>
El dato checado
>
De cenas navideñas y el voto nulo
El dato checado
El dato checado
Alberto Serdán tuitea, busca cifras y las usa para entender lo que le... Continuar Leyendo
5 minutos de lectura

De cenas navideñas y el voto nulo

Para el ciudadano común, el maratón Guadalupe Reyes puede ser una magnífica oportunidad para probar creencias, deliberar argumentos, mostrar la opinión que todos tienen sobre lo que ocurre en el país. También es la última parada antes de las elecciones del 2015: espacio privilegiado para la discusión, para intentar convencer al colega, al vecino, al amigo, al familiar.
16 de diciembre, 2014
Por: Alberto Serdán

Como producto milagro, hay quienes creen que el maratón Guadalupe-Reyes será una pausa para disminuir la presión que vive buena parte de la clase política producto de los escándalos, así sea el derroche mediático inmoral y sinvergüenza del Partido Verde; la corrupción hija de Elba Esther en Nueva Alianza; los “moches”, los oceanográficos y Ánimo Montana panistas; los Abarca perredistas o las casas blancas priistas; más un larguísimo etcétera. Del otro lado, existe la esperanza de que las reuniones navideñas, así sean fiestas Godínez o convites familiares, sean pretexto para comentar los sucesos del momento, oportunidades inigualables para formar opinión.

De esta manera, para el ciudadano común, este periodo puede ser una magnífica oportunidad para probar creencias, deliberar argumentos, mostrar la opinión que todos tienen sobre lo que ocurre en el país. También es la última parada antes de las elecciones del 2015: espacio privilegiado para la discusión, para intentar convencer al colega, al vecino, al amigo, al familiar.

Como sabe, el 7 de junio de 2015 elegiremos a 500 diputaciones federales, 9 gubernaturas, 641 diputaciones locales en 17 estados, 993 alcaldías en 16 estados y las 16 jefaturas delegacionales en el Distrito Federal, totalizando 2 mil 159 cargos de elección popular. ¿Usted ya sabe qué va a hacer?

Si ya tiene claro el partido por el que va a votar, cree que sus dirigentes y representantes han hecho un trabajo estupendo (o cuando menos aceptable) y considera que ese partido y sus candidaturas deben regir los destinos del país porque tienen la mejor plataforma y la más alta credibilidad para llevarla a cabo, felicidades. Su tarea es convencer a los demás de ello (ojalá pueda… a ver si puede).

Si usted cree que los partidos más bien merecen el látigo de su desprecio, considera bochornoso y vergonzoso lo que la clase política ha hecho con el país, considere las siguientes alternativas.

Una es premiar a una oposición leal a quienes han detentado el poder, como ha sido Morena o Movimiento Ciudadano en todo este tiempo (no se les puede regatear su papel opositor). Si no cree en Morena o Movimiento Ciudadano, usted es de derechas, o considera que son unos más del montón, primero intente confirmar esas creencias con evidencias; si las sostiene, entonces ¿qué le queda?

[contextly_sidebar id=”EqBazDg8Td6FSQ0HVxpc9lfMOiq8Io9W”]Si lo suyo no es castigar a toda la clase política, una opción es ir caso por caso, candidatura por candidatura, alcaldía por alcaldía. A lo mejor a usted no le gustó para nada la forma en que se comportó su partido en todo este tiempo, pero quizá alguna candidatura particularmente le resulta confiable, su plataforma sensata, su cartel público acorde con sus valores. No hay más, vote por esa candidatura. O si considera indispensable un voto estratégico para que no llegue alguien indeseable o para promover un contrapeso específico, proceda.

Si usted no quiere ver quién la hizo sino quién se la paga, espere. En una de esas hay una candidatura independiente que traiga un discurso fresco, tenga buenos antecedentes y sea una opción interesante a apoyar (aunque pierda). A lo mejor sorprende el resultado pero, más importante, la agenda que propone al público es digna de que sea escuchada. Ahí usted puede contribuir.

Si nada de lo anterior le convence, considere que aún puede anular el voto. Recuerde que el voto nulo es válido, legal y legítimo. Como acto de protesta, de entrada el voto nulo hace patente un diagnóstico: nadie puede representarle porque todas las alternativas no significan una opción de mejoramiento a la crisis política, moral, de seguridad y de justicia que vive el país. En otras palabras, ante un “todos son iguales”, tache a todos.

Si bien el punto de partida es claro, el de llegada no lo es tanto: con el voto nulo quedará claro qué no le gusta y puede convocar pidiendo a quien anule que ponga un “43” en la boleta o frases como “#FueElEstado” o un genérico “ConstituyenteYA”; pero, ¿queda claro qué sí quiere?

Aquí viene la parte divertida. El anulismo puede ser una opción inmejorable para confluir con otras y otros desencantados y deliberar una agenda de cambios. Si usted es firme creyente de que lo que está ocurriendo en materia de corrupción, inseguridad e injusticia tiene como responsable “el Estado”, recuerde que el primer paso de solución es restablecer los mecanismos funcionales de control judicial (sistema de justicia penal, autonomía de contralores y sistema de derechos humanos) y de control político (competencia electoral, pluralidad y representación política). Por tanto, para que el voto nulo tenga significado, contribuya a construir una agenda que atienda todos o, mejor, algunos de estos puntos (pista: si anula porque siente que no le representan, apoye agendas basadas en evidencia que mejoren la representación política).

Ahora aproveche las redes sociales, produzca y difunda memes, carteles, audios, videos expresando las razones por las cuales quiere anular el voto y la agenda de cambios que considera adecuada. Eso sí, con frases cortas y no rollos mareadores (considere que del otro lado hay personas como usted). Promueva acciones divertidas, provocadoras e irreverentes. Promueva acciones con potencial de involucramiento ciudadano. Promueva alianzas entre comunicadores y ciudadanía. Atrévase. Hágase escuchar. Salga a las calles. Sea activista de su propia causa. Avergüence a los políticos. Haga algo, hágalo ahora y comuníquelo.

Obligue a la clase política a pronunciarse sobre los legítimos reproches y la agenda de cambios. No se agüite si los políticos le dicen que el voto nulo es una pérdida de tiempo; que es un peligro –“se perderá lo que se ha ganado” (whatever); o le acusen de perverso y desestabilizador -“hay intereses metidos y saldrá el tiro por la culata”. En los tres casos hay que aprovechar esas reacciones para evidenciar el distanciamiento de la clase política con las necesidades ciudadanas. El dinero que reciben; la simplicidad –o inexistencia– de sus propuestas; el divorcio entre su actuación, la ética que pregonan y lo que necesita el país, son municiones para argumentar ante la opinión pública.

Recuerde que abstenerse de votar es una actitud pasiva. Anular es una postura activa y compromete.

Finalmente, si lo suyo es la revolución y no quiere a la democracia, solo considere que únicamente cinco por ciento de la población está de acuerdo con actos violentos como forma de protesta (suerte con ello).

En fin, en esta época de celebraciones, aproveche su indignación, platique, platique, platique de cómo ve el país. Escuche, pero también defienda sus posiciones. No se deje intimidar por quienes “están más informados”. Busque sus respuestas, forme su opinión. Y felices fiestas.

 

 

 

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC

Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.