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Tanto arcoíris y nada
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Tanto arcoíris y nada

Un recuerdo de mi infancia pinta a mi tío C, el fanático de la caza, de la música ranchera, de enseñarnos a acampar, escuchando fervorosamente a Juan Gabriel. La música salva, a veces, en un México homofóbico, lesbofóbico, transfóbico, bifóbico, lgtbifóbico y lo que se sume y quepa bajo el arcoíris.
04 de diciembre, 2024
Por: Miguel Ángel Ángeles

Samba Awa Niang es un personaje marcadamente “queer”, que organiza una turba frenética que deviene en celebración entre cantos, baile y multitud; un “sabar”, como se le conoce en Senegal. Sobre Samba Awa Niang en tal momento se dice “era despampanante… parecía una estrella, una diva, una deidad pagana”. Samba Awa Niang: un góor-jigéen, un hombre-mujer, un homosexual en Senegal“.

La escena antes descrita forma parte de Hombres puros” (Anagrama, 2024), de Mohamed Mbougar Sarr. El lugar en el que sucede es Dakar, capital de uno de los países en los que se sigue persiguiendo legalmente a integrantes de la comunidad LGBTQ+. Uno de 64 países donde se criminaliza la no heterosexualidad.

Samba Awa hace bailar a las mujeres. Es criticado por los hombres a manera de alabanza por el efecto que tiene sobre éstas. Samba Awa es en muchos sentidos un personaje insignia en un país donde podría haber muerto hace tiempo. Samba Awa es un personaje de ficción que, sin embargo, resuena. Resuena cerca.

El personaje Samba Awa resuena en un país donde los crímenes de odio contra la comunidad LGBTQ+ siguen siendo una constante (México tiene el terrible segundo lugar en el ranking de Latam): es una bala que roza la oreja por todo lo que trae consigo. No hay que disculpar la metáfora: en esta nación las balas son devenir diario.

Resuena cada vez que nos encontramos en cualquier pantalla con personajes del mundo de la farándula cuya vida personal ha trascendido a su trabajo sobre la pantalla o los escenarios, personas cuyas orientaciones sexuales se asumen o saben diversas. Sean ciertos o no, esos imaginarios contienen a personajes como Sara García, Ernesto Alonso, Enrique Álvarez Félix, hasta figuras emblemáticas de la televisión.

Resuena en música cuando oímos canciones que en una fiesta suenan perfectamente bien en las voces de íconos culturales como Ana Gabriel o Daniela Romo. Y en medio de todo eso, resuenan cada vez que oímos un “Inocente pobre amigo”, “Querida” o “Amor eterno” no solo en una fiesta: en el Palacio de Bellas Artes y también en el Zócalo capitalino. Es innecesaria la certeza sobre sus orientaciones sexuales: en el imaginario están rodeadas de amor.

Parece como si el arcoíris nos gustara si canta, baila, actúa. Mientras es sabar, vaya.

Pero hasta ahí.

En uno de los momentos más lúcidos de la novela, el autor dice que “a menudo somos duros con la humanidad, con su estupidez, sus faltas y su fealdad, pero es lo único que tenemos, la única familia auténtica que poseemos, nuestro único refugio contra la soledad”. Lo hace mientras describe parte de una escena terrible que dio origen al libre, que pasó, vaya: el desenterramiento de un góor-jigéen de un cementerio, grabado y viralizado en redes sociales.

En un momento más, el personaje central de la novela confiesa: “Yo mismo había acabado por aceptar a Samba Awa como góor-jigéen. Había acabado incluyéndolo en el paisaje y en la normalidad. Estaba ahí, sin más: era una figura familiar. De hecho, hasta donde guardaba memoria, siempre la había conocido así. Cargando por un lado con su reputación de homosexual. (Que, en cualquier caso, no se molestaba en desmentir) y por otro lado, envuelto en un aura de cierta gloria pública. Incluso se podía pensar que era su homosexualidad lo que le había proporcionado tal éxito”. Esa página (la 111 del libro) explica el pensar de millones en este país. Qué importa qué hace si me sirve de alguna manera.

Pero para otros miles, los responsables en su mayoría de los crímenes de lgbtfobia en este país importa. Importa tanto que con violencia han firmado casos con los cuales nos topamos todos los días y olvidamos al siguiente. El problema es que esos miles siguen existiendo y no son monstruos o entes de otro planeta: son personajes con quienes interactuamos en la vida, comediantes que hacen bromas de “putos”, critican “pero respetan” a personajes como Wendy Guevara, obligan a sus presentadoras a ocultar su vida personal y ejercen muchas otras formas de violencia (que no microviolencia) hasta que un día matan.

Pero no importa para la ley mientras no maten a unx de esxs que nos divierten.

Un recuerdo de mi infancia que parece salido de una película dirigida por Tom Solondz pinta a mi tío C, el fanático de la caza, de la música ranchera, de enseñarnos a acampar, hacer una fogata y las reglas para sobrevivir en medio de la nada, escuchando fervorosamente a Juan Gabriel. Mi tío, a quien muchas veces comparé con Cocodrilo Dundee, arrobado por la música del Divo de Juárez. Mi tío, de quien no hay necesidad de probar, se considera un “hombre hecho y derecho”.

El arte pues, hace puentes. La música salva. A veces.

Es 2024 y en el marco del primer aniversario del asesinato de LE MAGISTRADE OCIEL BAENA (así, con mayúsculas), sirva este texto para, con la literatura como pretexto, recordar que México es homofóbico, lesbofóbico, transfóbico, bifóbico, lgtbifóbico y lo que se sume y quepa bajo el arcoíris. Aunque no divierta leerlo y recordarlo.

* Nota del destino: mientras termino esta columna en la cantina El Lauro en la Colonia Doctores (esa cuyo mito sigue encumbrando como “brava” y cuya realidad en 2024 suena cada vez más a especial de Tiny Desk (NPR), la rockola me confirma que Juanga no se va: “Abrázame muy fuerte”, “Hasta que te conocí” y “Así fue” suenan en hilera. Lo que se oye no se pregunta.

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Imagen BBC
Silvia Pinal, la diva mexicana que se convirtió en la ‘musa’ de Luis Buñuel
5 minutos de lectura

Falleció la actriz a quien se considera en México como inspiradora del cineasta Luis Buñuel. En su carrera se cuentan más de 100 películas y decenas de obras de teatro.

29 de noviembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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“Yo escogí a Buñel, no él a mí”. De eso presumía hace años la actriz mexicana Silvia Pinal.

“Me enamoré de su cine, de su humor negro, de su manera de ser y supe que no descansaría hasta ser dirigida por él y lo logré”, dijo en una entrevista concedida al diario La Jornada.

Se trató de una declaración sorprendente que se recuerda ahora tras su muerte.

Pinal contaba la historia de cómo se filmó Viridiana, en 1961, una de las obras maestras del cineasta español y la primera cinta mexicana que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Pinal murió este 28 de noviembre a los 93 años en Ciudad de México donde estaba hospitalizada desde el 21 de noviembre por una infección urinaria.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, lamentó el fallecimiento de la actriz a la que definió como “parte de la memoria cultural de México”.

“Muchas generaciones de mexicanas y mexicanos crecimos admirándola”, escribió Sheinbaum en sus redes sociales.

En la autobiografía de Pinal, Ésta soy yo. Silvia Pinal, la actriz recordaba que la filmación fue una especie de regalo de bodas de su entonces marido, el empresario Gustavo Alatriste.

La pareja viajó a España para contactar a Buñuel, a quien encontraron en su pueblo natal Calanda, en la provincia de Teruel. Pinal los presentó.

“¿Y él quién es, productor, director?”, preguntó. La actriz respondió: “No, don Luis, es mi marido y es mueblero”.

Intrigado, Buñuel insistió: ¿por qué un vendedor de muebles quería hacer cine?

“Porque me ama”, fue la respuesta. “Ah”, dijo el director. “Es una muy buena razón”.

Alatriste pagó 150 mil pesos de entonces al cineasta por la película. Ése fue el regalo de bodas para su esposa.

Y Viridiana es la cinta por la que más se la recordará y la que la consagró como actriz.

A Silvia Pinal se le consideraba “la última gran diva de México” y entre las razones para la definición destacan las películas Viridiana, El ángel exterminador y Simón del Desierto.

Fue una de las actrices que más filmó con el cineasta español.

En México la llamaban “la musa de Buñuel”.

Seductora

Pinal nació en en 1931 en el puerto de Guaymas, Sonora, en el noroeste del país.

Por el trabajo de su padre, un exmilitar, vivió en varios lugares antes de asentarse definitivamente en Ciudad de México, donde a los 14 años consiguió su primer empleo como secretaria en un laboratorio farmacéutico.

Luis Buñuel
Getty Images
“Yo escogí a Buñel, no él a mí”, dijo la actriz mexicana.

En 1948, debutó en su primera película con un papel pequeño en Bamba, y a partir de ese momento filmó más de 100 cintas en México y otros países.

Silvia Pinal fue una actriz versátil: lo mismo interpretó a una ingenua chica consentida de familia adinerada, que a mujeres seductoras en busca de conquistar hombres millonarios.

En su filmografía abundan las comedias ligeras o de estilo comercial, con las que obtuvo varios reconocimientos y la volvieron muy popular en México.

De acuerdo con especialistas tuvo un papel central en el estilo de cine que nació en la década de los 50 y cuyo tema más frecuente fueron historias desarrolladas en las ciudades, a diferencia de otros períodos cuando los guiones se basaban sobre todo en la vida del campo.

Fue un contexto distinto que requería, también, de otro tipo de actrices.

“Más que campo, arrabal o barrio debían sugerir una sensualidad más sofisticada, desbordante”, escribió el historiador Felipe Mera en la revista Veredas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Era una imagen que causaba controversia.

En 1961, por ejemplo, el gobierno de España encabezado por Francisco Franco prohibió la exhibición de Viridiana después de que el diario italiano L’Osservatore Romano la calificó como “blasfema”.

Pinal contaba que las autoridades españolas ordenaron confiscar todas las copias de la cinta, pero amigos de la actriz enterraron en su jardín un par y ella misma llevó a México de contrabando otras tres.

Por eso fue posible que Viridiana se exhibiera en América Latina.

Vida política

Aunque en México muchos destacan especialmente la belleza de Silvia Pinal, también hay otros momentos que ahora se recuerdan.

Pinal con Ignacio López Tarso
Getty Images
Pinal fue secretaria general de la Asociación Nacional de Intérpretes, la Asociación Nacional de Actores y promotora de obras musicales en teatros del país.

Uno de ellos es el período entre 1991 y 2000 cuando la actriz fue sucesivamente diputada federal, asambleísta del Distrito Federal y senadora, postulada siempre por el entonces gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).

En ese lapso impulsó algunas legislaciones que tuvieron poco éxito, como una propuesta para endurecer sanciones a la reventa de boletos de espectáculos, y modificaciones a la Ley de Cinematografía.

Además fue secretaria general de la Asociación Nacional de Intérpretes, la Asociación Nacional de Actores y promotora de obras musicales en teatros del país.

También protagonizó varias polémicas. En 2000 tuvo que exiliarse durante casi un año en Miami, pues en México fue acusada de malversar fondos de la Asociación Nacional de Productores de Teatro (Protea), que ella fundó.

La paradoja del nombre Viridiana

El aspecto personal de la última diva de México no fue tan exitoso.

Pinal y Augusto Benedicto en El Ángel Exterminador
Getty Images
Una de sus películas más famosas fue “El ángel exterminador”, en 1963, donde apareció al lado de Augusto Benedicto.

Durante varios años Silvia Pinal padeció un glaucoma que le obligó a cancelar presentaciones y alejarse durante un tiempo de los escenarios.

Pero lo más grave ocurrió con su familia. Una de sus hijas, la cantante de rock Alejandra Guzmán, estuvo a punto de morir por complicaciones de una cirugía plástica mal practicada.

Antes, en 1982, había muerto otra de sus hijas, Viridiana, de 18 años de edad, en un accidente automovilístico en Ciudad de México.

Cinco años después falleció su nieta en la piscina de su casa. La niña de 2 años se llamaba igual que su tía.

Fue una de las mayores paradojas para la actriz: Viridiana, el nombre que representó la gloria en su carrera, fue también el mayor dolor en su vida.

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BBC

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