El cambio de año siempre nos invita a reflexionar, imaginar y soñar con un futuro que deseamos mejor. En estos tiempos esto no es sólo un ejercicio de optimismo e ingenuidad, es también un acto de resistencia frente a los tiempos difíciles. Dejo por aquí mi carta al 2025.
Te escribo esta carta para decirte lo que te deseo y deseo para nosotras y nosotros.
Te deseo un mundo donde la violencia ya no sea el lenguaje de los poderosos y tampoco el que se enseña a las niñas y los niños y con el que se comunican las personas.
Que las mujeres afganas encuentren un camino para recuperar su voz y sus derechos y que los talibanes entiendan que su tiempo ya pasó.
Que en Irán, las mujeres puedan bailar, cantar, gritar si les da la gana, y vivir sin miedo. Que los gobiernos de Irán y Qatar dejen de apoyar la violencia a través de grupos como Hamás y Hezbolá, entre otros, y que las niñas y niños palestinos puedan crecer en paz y conozcan la esperanza. Qué Hamás deje el poder y deje de abusar de su propio pueblo.
Que el antisemitismo, en todas sus formas, se extinga. Basta de prejuicios, discursos de odio y ataques. Absolutamente nadie merece vivir en temor por su identidad, historia o creencias.
Que la justicia deje de estar al servicio de la política y de las ideologías.
Que la violencia contra los animales termine, en todas sus formas y manifestaciones. Que se les reconozca como seres sintientes, con derechos propios y que los humanos dejen de tratarlos como objetos.
Que en México se prohíban de una vez por todas las corridas de toros, una “tradición” que perpetúa el sufrimiento, y que en España la tauromaquia” quede en el museo de las atrocidades.
Que el mundo abandone los experimentos y pruebas con animales, buscando alternativas éticas y sostenibles.
Que la crisis climática sea enfrentada con valentía y urgencia, y que los países, las empresas y cada persona que vive aquí se comprometa por un planeta más sano y justo.
Que los 11 feminicidios diarios en México sean cosa del pasado y que ni una sola mujer más pierda la vida a causa de la violencia feminicida y machista y por el simple hecho de ser mujer.
Que el hecho de que una de cada tres mujeres en el mundo haya vivido violencia se convierta en un recuerdo y que tres de cada tres puedan caminar en paz por las calles, libres de miedo, libres de agresiones.
Que los hombres dejen de identificar su masculinidad con la violencia y el abuso y que entiendan que con la igualdad todas y todos ganamos.
Que a Donald Trump le caiga el veinte de que el odio no construye y que la sensatez toque su puerta.
Que la presidenta de México, Claudia Sheinbum, entienda que la polarización solo deja heridas y que el país necesita unión, no división. Que las personas de su partido entiendan que la política es una rueda de la fortuna y que el poder absoluto no se puede ejercer a perpetuidad.
Que los líderes autoritarios comprendan que, cuando acaban con la libertad, están cavando su propia tumba.
Que la democracia sea más que un sistema: que sea un espacio real de justicia, igualdad, la inclusión y participación.
Que los líderes “machines” del mundo dejen de amenazar con bombas atómicas y misiles, y entiendan que no están jugando a la guerra, sino matando a millones de personas.
Que las y los narcisistas dejen de tener credibilidad y que la sociedad los vea por lo que son: sociópatas sin empatía que buscan alimentar su frágil ego a costa del bienestar e integridad de las demás personas.
Que el diálogo sincero y la escucha activa sean más valiosos que los likes y los emojis, y que la conexión real prevalezca sobre la superficialidad y lejanía de las pantallas.
Que las fake news pierdan su poder de moldear realidades y que las personas recuperen la capacidad de pensar críticamente, cuestionar, investigar y buscar la verdad antes de aceptar cualquier cosa como cierta.
Que los libros y la lectura se conviertan en tendencia, en una moda que no pase y que el conocimiento, la imaginación y las ideas encuentren un lugar central en nuestras vidas.
Que el diálogo se haga costumbre, en lugar de los silencios cómplices y las acusaciones infundadas.
Finalmente, querido 2025, deseo que seas un año donde recordemos que lo que nos une es mucho más grande que lo que nos separa. Que aprendamos a tender puentes, a escuchar y a construir juntos. En fin, que rescatemos nuestra propia humanidad.
No será fácil, pero es posible. Me niego a claudicar.
Este no es solo un deseo, querido 2025, es también un recordatorio de que los cambios no vienen solos. Son nuestras acciones, nuestras palabras y nuestras decisiones las que te moldearán.
Por eso, hoy más que nunca, te deseamos lo mejor, pero también te prometemos lo mejor de nosotras y nosotros para vivir como queremos vivir y ser tratadas.
En algunas ciudades la bienvenida del nuevo año se dio con impresionantes espectáculos de fuegos artificiales y luces. Pero también ha habido espacio para las tradiciones religiosas.
El mundo despidió al 2024 y le dio la bienvenida al 2025 con fuegos artificiales, espectáculos de luces y oraciones.
Así es como la gente de diferentes países celebró el año nuevo.
No todo se ha caracterizado por una intensa estimulación tecnológica, audiovisual y auditiva.
A las celebraciones multitudinarias con fuegos pirotécnicos y juegos de luces, se unen también tradiciones religiosas y culturales.
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