¿Qué podemos esperar de los organismos multilaterales en el contexto internacional actual? ¿Qué margen de acción real tienen hoy en el mundo? ¿Para qué y por qué es necesario apoyarlos?
Los organismos internacionales y multilaterales creados después de la Segunda Guerra Mundial fueron diseñados para promover la paz, la cooperación y el desarrollo. Fueron la muestra tangible de la voluntad colectiva de dialogar, encontrar acuerdos y establecer reglas compartidas para la convivencia pacífica entre los países. Hablamos de la ONU y sus órganos principales, así como de otros organismos internacionales tales como la OEA, la OMC, la OTAN, entre otros.
Sería lógico pensar que un mundo que hoy enfrenta una seria crisis climática, migratoria, de seguridad, de derechos humanos, en el que los gobiernos democráticos están siendo desafiados por regímenes populistas y autoritarios tanto de derecha como de izquierda necesitaría este andamiaje institucional más que nunca. ¿Cierto?
La gran paradoja es que precisamente hoy, cuando el mundo se está transformando y cuando la ideología de los liderazgos y partidos políticos en los países, visión iliberal del mundo dirían algunas y algunos, está fundamentándose en la construcción de enemigos externos, en el retorno al nacionalismo xenófobo, en el que la diversidad es criminalizada y a nombre de la libertad de expresión las fake news se convierten en la narrativa predominante, y en el que las reglas del juego no sólo son desafiadas sino franca y directamente ignoradas, el ámbito multilateral está siendo paulatinamente socavado.
El multilateralismo fue una construcción institucional deliberada, consciente, consensuada y necesaria para la construcción de un nuevo orden mundial. Gran parte de los conflictos durante la Guerra Fría se dirimieron en esas tribunas y los hegemones con sus respectivas zonas de equilibrio y áreas de influencia respetaron, con momentos de profunda tensión, las reglas. La caída del Muro de Berlín replanteó el tablero de juego y llegamos a pensar no sólo que había llegado el fin de la historia (Fukuyama dixit) o que prevalecería el consenso de Washington (Huntington).
Pero la realidad nos ha sorprendido y hemos vivido realidades que nos cuesta comprender y explicar. En menos de treinta y cinco años hemos visto no sólo la creación de la Unión Europea sino también la salida del Reino Unido de la misma, vía Brexit. Los conflictos que habían estado contenidos por las “fronteras” del orden de posguerra se hicieron evidentes. Podemos hacer una larga lista de realidades que nos sorprendieron y nos siguen sorprendiendo: desde la guerra civil en los países de Europa Central hasta las Torres Gemelas, pasando por la transición democrática en países gobernados por dictaduras o por partidos únicos hasta la llegada de gobiernos antidemocráticos y fascistas en países defensores de la democracia; alianzas impensables entre los antes grandes enemigos y elecciones democráticas que dan paso a gobiernos autoritarios y plutarquías. Avance y reconocimientos de los derechos de las mujeres en el mundo (Beijing) y retrocesos en el mismo terreno que hacen que millones de mujeres vivan no sólo violencia en todas sus manifestaciones, sino que sean tratadas como si viviésemos en el medioevo en pleno 2025.
Vuelvo a hacer la pregunta: ¿qué podemos esperar de y para los organismos multilaterales hoy en día? Se acerca la sucesión en la UNESCO, organismo especializado de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. La sucesión no sólo es relevante por las posibilidades de que llegue una mujer a la dirección general -una talentosa mexicana, Gabriela Ramos, actual Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas- sino por el papel que hoy tiene y puede desempeñar dicho organismo un mundo que hoy está reescribiendo su narrativa.
La cultura ha sido históricamente también un campo de batalla geopolítico y este momento no es la excepción. Frente a líderes que están acabando con el soft power o relegándolo, el mandato de la UNESCO como un espacio de interlocución, visibilización, creación de consensos y respeto a la diversidad cultural, así como de reconocimiento a los grandes desafíos actuales tales como la ética de la inteligencia artificial, el tráfico ilegal de bienes y animales hasta la crisis climática, la educación, la ciencia y la cultura se tornan vitales.
La UNESCO puede ser esa bisagra que posibilite la creación de nuevas narrativas para el siglo XXI, narrativas que reconozcan el papel e importancia de la cooperación, de la educación, la ciencia y la diversidad cultural como pilares de una gobernanza incluyente y necesaria.
En un mundo polarizado y que le está apostando a la exclusión mutua, la incorporación de la realidad de personas que viven en condiciones de vulnerabilidad permanente es urgente, como lo es comprometerse con que el conocimiento y la digitalización beneficien a todas las personas y no amplíen las brechas de desigualdad. No puede ser que la prioridad internacional siga siendo invertir en armas y dejar atrás la inversión y las alianzas en políticas educativas, culturales y científicas.
En momentos de incertidumbre, la educación y la cultura pueden ser espacios de certeza.
Hoy más que nunca, necesitamos fortalecer el ámbito multilateral, como el que la UNESCO representa y reivindicar su relevancia en un mundo que parece decidido a olvidar las lecciones de la historia.
Brad Sigmon fue ejecutado frente a un escuadrón en Carolina del Sur luego de estar varios años en el corredor de la muerte por un doble asesinato.
Un prisionero en el estado de Carolina del Sur fue ejecutado en la tarde de este viernes con un pelotón de fusilamiento.
Brad Sigmon estaba en el corredor de la muerte por el asesinato en 2001 de los padres de su exnovia con un bate de béisbol.
Su ejecución ocurrió poco después de la hora programada, las 18:08 local (23:08 GMT), con un pelotón conformado por tres voluntarios situados detrás de una cortina que dispararon simultáneamente rifles contra su pecho con balas especiales.
Para este tipo de ejecución se exige que los condenados a muerte sean atados a una silla al entrar en la cámara de ejecución. A continuación, al prisionero se le coloca una diana en el corazón y una bolsa sobre la cabeza.
Este tipo de ejecución no se había aplicado en Estados Unidos desde hacía 15 años.
Antes de morir, Sigmon dijo: “Quiero que mi declaración final sea de amor y disculpa”.
Citó la Biblia para denunciar la pena de muerte y añadió: “Ya no vivimos bajo la ley del Antiguo Testamento, ahora vivimos bajo el Nuevo Testamento”.
Tres miembros de la familia Larke estuvieron en el lugar para presenciar su muerte. Un médico realizó un examen que duró unos 90 segundos, antes de declararlo muerto.
Ante la posibilidad de morir en la silla eléctrica o por inyección letal, los abogados de Sigmon, de 67 años, anunciaron que había elegido el proceso más violento porque le preocupaba la eficacia de los otros dos métodos.
Esta es la primera persona ejecutada por fusilamiento en Estados Unidos desde 2010 y apenas la cuarta desde que el país reintrodujo la pena de muerte en 1976.
Sigmon fue acusado de asesinato en 2001 después de que los investigadores probaron que había matado a los padres de su exnovia en su casa del condado de Greenville. Los había golpeado con un bate.
El hombre confesó que también planeaba atacar a su exnovia, pero la mujer pudo escapar. “No podía tenerla. No iba a dejar que nadie más la tuviera”, declaró.
La Corte Suprema de Carolina del Sur rechazó esta semana una petición de intervención de los abogados de Sigmon.
La defensa quería más tiempo para informarse sobre el fármaco que Carolina del Sur utiliza en las inyecciones letales y cuestionaban si la representación legal de su cliente en 2002 había sido adecuada.
El estado del sur de EE.UU. aprobó una ley en 2023 que obliga a mantener en secreto la identidad de los miembros del escuadrón de ejecución.
También prohíbe la publicación de información relativa a la adquisición de fármacos para la inyección letal, ya que cada vez son más las empresas farmacéuticas que han declinado suministrarlos para las ejecuciones en el estado.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) presentó en enero una demanda contra la ley estatal.
La ejecución por fusilamiento es compleja.
Los condenados como Sigmon deben ser atados a una silla con una palangana debajo para recoger su sangre. Se le coloca una diana en el pecho y una bolsa en la cabeza.
Tres voluntarios ocultos tras una cortina dispararán desde 4,6 m de distancia.
Las balas utilizadas están diseñadas para romperse en el impacto y causar el máximo daño, algo que ha generado debate entre expertos médicos sobre el grado de dolor que causa su uso.
Tras los disparos, un médico debe confirmar la muerte del condenado.
El estado permite que los testigos observen la muerte desde detrás de un cristal blindado, pero los verdugos deben permanecer ocultos para proteger sus identidades.
La mayoría de los prisioneros condenados a muerte en Carolina del Sur son electrocutados, pero las tres ejecuciones más recientes se llevaron a cabo mediante inyecciones que incluían pentobarbital. Los tres hombres fueron declarados muertos 20 minutos después de recibir la inyección, aunque parecían haber dejado de respirar al cabo de unos minutos.
La falta de información sobre estas ejecuciones por la prohibición que establece la legislación local ha suscitado críticas por su falta de transparencia.
“Esta prohibición no solo se aparta aún más del historial del estado de hacer pública la información relacionada con las ejecuciones, sino que criminaliza la divulgación de esta información por parte de cualquier persona y por cualquier motivo”, argumentó la ACLU en su demanda legal.
“Silencia así a los científicos, médicos, periodistas, antiguos funcionarios de prisiones, abogados y ciudadanos que han analizado la seguridad, eficacia, moralidad y legalidad del uso de la inyección letal en Carolina del Sur”.
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