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Las mujeres en el gabinete de Donald Trump
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Náufraga reincidente de internet, bloguera empedernida, defensora de los animales, aficionada a la fotografía y... Continuar Leyendo
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Las mujeres en el gabinete de Donald Trump

La historia no juzgará únicamente las decisiones de Trump, sino también el rol que las 7 mujeres que forman parte de su gabinete jugarán en un momento crítico para la representación, la diversidad, la inclusión y la justicia social en Estados Unidos.
21 de enero, 2025
Por: Claudia Calvin

Siete de veintidós.  Esa es la proporción de mujeres que Donald Trump postuló al Senado para ser integrantes de su gabinete este 20 de enero, al asumir su segundo mandato no consecutivo como el 47° presidente de Estados Unidos. En un contexto donde los debates sobre inclusión y diversidad están en el centro de la agenda global, su administración inicia con una composición que refleja su visión del país, del mundo y su compromiso (o falta de) con la representación igualitaria y equitativa en el poder.

A lo largo de su campaña y en declaraciones previas, Trump dejó claras las prioridades de su administración: cerrar las fronteras, implementar políticas migratorias estrictas, eliminar programas de diversidad e inclusión (DEI) en la administración pública federal y desregular sectores clave como el ambiental y energético.

De las 22 personas presentadas al Senado este 20 de enero para ser ratificadas como integrantes de su gabinete, 7 son mujeres, lo que representa apenas un 30 % del total.  Estas mujeres ocuparán posiciones clave, desde el Departamento de Justicia, hasta Seguridad Nacional, Educación y Agricultura.

¿Qué sabemos de estas mujeres y qué significado pueden tener sus nombramientos?

Empecemos por la distribución geográfica y demográfica. Predominan las representantes de regiones como el sureste y noreste, mientras que zonas con alta diversidad racial, como el suroeste, están ausentes.

¿Quiénes son estas mujeres?

  • Pamela Bondi. Fiscal General. Es exFiscal General de Florida, primera mujer en ese cargo, conocida por su activa defensa de Trump.  Es abogada y cabildera.
  • Kristi Noem. Secretaria de Seguridad Nacional. Gobernadora de Dakota del Sur, con una firme postura en seguridad y políticas migratorias. Es integrante del Partido Republicano.
  • Linda McMahon. Secretaria de Educación. Empresaria y exadministradora de la Administración de Pequeñas Empresas, alineada con un enfoque empresarial en educación. Es una magnate de la lucha libre profesional, el World Wrestling Entertainment (WWE).
  • Elise Stefanik. Embajadora ante la ONU. Representante por Nueva York, defensora de la agenda “America First”. Elegida en 2014 con 30 años de edad, fue en su momento la mujer más joven elegida para el Congreso.
  • Lori Chavez-DeRemer. Secretaria del Trabajo. Exalcaldesa de Oregon, su trayectoria combina administración pública y políticas laborales. Primera mujer republicana en representar a Oregon en la Cámara y es de ascendencia mexicana.
  • Brooke Rollins. Secretaria de Agricultura. Directora interina del Consejo de Políticas Domésticas en la primera administración de Trump, enfocada en políticas rurales. Fue directora ejecutiva y presidenta del America First Policy Institute.
  • Tulsi Gabbard. Directora de Inteligencia Nacional. Formó parte de la reserva del ejército de EU hasta que fue representante de Hawaii en la Cámara de Representantes. En 2020 fue aspirante a la presidencia de su país por el Partido Demócrata y en 2022 deja el partido por diferencias con la línea política del mismo. A partir del 2024 apoya abiertamente al candidato Trump.

¿Qué tienen en común? Tienen perfiles que destacan por su alineación con la agenda de Trump. Varias han sido leales a su administración y campañas, y comparten una visión que prioriza políticas para “hacer a América grande de nuevo”.  Predominan las mujeres blancas con ausencia de representación significativa de comunidades afroamericanas o indígenas. La presencia latina está en Lori Chavez-DeRemer.  Si pudiera sintetizarse en pocas palabras, el gran común denominador es su lealtad al presidente Trump.

Si bien aún no han tomado decisiones y hará falta tiempo para analizar sus decisiones, sus nombramientos deben interpretarse en el contexto de la agenda de Trump. La gran pregunta desde una perspectiva de género es: ¿Qué harán ante la decisión de Trump de eliminar los programas DEI, firmar la  orden presidencial que afirma que sólo existen dos géneros: hombres y mujeres y “Defender a las mujeres del extremismo de la  ideología de género y  restaurar la verdad biológica a la administración pública federal”?

Las instancias y secretarías que ellas presidirán en áreas como seguridad, justicia y educación, entre otras, tendrán implicaciones profundas para las mujeres y las minorías y grupos en situación de vulnerabilidad en Estados Unidos, y también afectarán las decisiones, programas, financiamiento y acciones a nivel internacional.

El impacto de estas mujeres en el gabinete de Trump no se medirá sólo por las políticas que lleven a cabo y propongan, sino por si se convierten en ejecutoras silenciosas o cómplices de una agenda que desmantela décadas de avances en derechos humanos e igualdad  de género o si utilizan su posición para moderar, reinterpretar y tal vez, desafiar los extremos de esa agenda. La historia no juzgará únicamente las decisiones de Trump, sino también el rol que estas mujeres jugarán en un momento crítico para la representación, la diversidad, la inclusión y la justicia social en Estados Unidos.

Hoy, más que nunca, la pregunta no es si tendrán el poder de influir, sino si decidirán ejercerlo.

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Imagen BBC
Qué es el movimiento ‘desinfluencer’ y cómo busca cambiar la cultura de las compras excesivas
9 minutos de lectura

Los influencers han generado una industria de “moda rápida” que mueve más de US$21.000 millones, pero algunos creen que su popularidad llegó a su límite.

09 de febrero, 2025
Por: BBC News Mundo
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En 2019, Diana Wiebe estaba inmersa en las redes sociales cuando se encontró con una influencer que promocionaba unos rizadores sin calor. “Eran rizadores con los que podías dormir toda la noche y la promesa era despertarte con unos rizos preciosos”, le cuenta a la BBC.

Fue uno de los muchos productos que TikTok le influyó para comprar, pero al igual que muchos otros, incluidas cremas para la piel y exfoliantes faciales, rápidamente se dio cuenta de que no los necesitaba.

“Para ser sincera, los rizadores interrumpieron mi sueño y los usé una sola noche”, dice, y agrega: “Mi cabello es naturalmente ondulado, así que creo que el rizador en realidad me dio demasiados rulos”.

Avanzamos hasta 2025 y Wiebe, quien vive en Ohio, ahora es una influencer, pero hay una diferencia entre ella y muchas otras. Ella está tratando de “desinfluir” a sus seguidores para que no compren cosas que no necesitan.

En sus videos diarios de TikTok, la creadora de contenido, que tiene más de 200 mil seguidores en la aplicación, hace preguntas como “¿querías ese producto antes de que te lo ofrecieran?” y recuerda a sus seguidores que las compras de ropa semanales y mensuales no son normales.

La cultura del haul es un tipo específico de contenido de redes sociales que se originó en YouTube en el que alguien muestra sus últimas compras, generalmente de ropa, a sus seguidores.

Wiebe es parte de un movimiento que crece desde 2023 y que rechaza la cultura tradicional de los influencers. Ha explotado en TikTok con el hashtag #deinfluencing, acumulando más de mil millones de visitas.

Junto con hashtags como “núcleo del subconsumo” y “consumidor consciente”, comparten mensajes clave, como: “La moda rápida no te hará elegante” y “el subconsumo es el consumo normal”.

¿Cambio cultural?

A medida que arranca el 2025, Wiebe cree que la corriente cultural está cambiando y que los influencers han alcanzado su cima de popularidad.

Imagen de una influencer promocionando un
Alamy
Algunos “desinfluencers” creen que los influencers empezarán a perder su atractivo.

“Algunos de los contenidos de los influencers son simplemente una provocación para causar ira”, dice, haciendo referencia a la táctica de internet de publicar contenido para incitar el enojo y generar visitas.

TikTok se ha convertido en la plataforma por defecto para los influencers, pero, dado que la aplicación se enfrenta a un futuro incierto en Estados Unidos, Wiebe cree que es un momento de cambio.

“No sé cuál será el futuro de TikTok, pero el tipo de influencia que vemos allí no se da en otras aplicaciones”, afirma, y menciona lo prolífico que se ha vuelto el contenido de compras en TikTok, en comparación con otras plataformas como Instagram.

Wiebe cree que este cambio se debe a una mayor conciencia de lo que realmente hacen los influencers.

Como un amigo

“Cuando empecé a ver más anuncios en mi muro de TikTok, pensé en todo lo que había comprado en los últimos años gracias a las reseñas de los influencers”, afirma. “De repente me di cuenta de que todo era publicidad, desde contenido promocional pagado hasta creadores que compartían sus compras”.

“No es como ver la televisión, donde puedes reconocer un anuncio. Con los influencers te sientes como si estuvieras escuchando a un amigo o familiar porque vemos a nuestros TikTokers favoritos como personas que conocemos”, señala.

La mayoría de las interacciones de Wiebe en línea son positivas, con comentarios como: “Necesitaba escuchar este consejo hoy”. Sin embargo, otros se preguntan por qué siente la necesidad de entrometerse en los hábitos de compra de otras personas.

Wiebe insiste en que no está abogando por un estilo de vida de “no comprar”. En cambio, se describe a sí misma como partidaria de “desacelerar y pensar bien las compras en vez de apresurarse”.

Su consejo es opuesto al conocido eslogan de los influencers que animan a sus seguidores a “correr, no caminar” para comprar el último producto.

Diana Wiebe (izq) y Christina Mychaskiw
Kassi Jackson/ Christina Mychaskiw
Diana Wiebe (izq) y Christina Mychaskiw son miembros de la cada vez más popular comunidad de “desinfluencers”.

Enfoque consciente

Esta misma mentalidad llevó a Christina Mychaskiw a adoptar un enfoque más consciente a la hora de gastar. A través de sus publicaciones en YouTube, TikTok e Instagram, su objetivo es ayudar a otras personas a vivir una vida plena sin arruinarse.

Mychaskiw dice que sabe de primera mano lo poderosos que pueden ser los influencers. “En 2019, tenía una deuda de 120 mil dólares canadienses (US$83.000) por préstamos estudiantiles y seguía comprando semana tras semana. Toqué fondo cuando compré un par de botas que costaban más que mi alquiler, aunque sabía que no podía pagarlas”.

La creadora de contenidos, que vive en Toronto, dice que se sentía atrapada en un ciclo de “Instagram versus realidad”, según le cuenta a la BBC. “Tenía una idea de cómo debería ser mi vida en función de mi carrera y de lo que hacían mis compañeros”.

Mychaskiw suele hablar de este tema en su podcast, donde escucha a sus oyentes hablar de su lucha contra la presión constante de comprar y la decepción cuando los productos no cumplen n sucos expectativas.

“La gente ya no ve el valor de lo que compra. La promesa de estos artículos simplemente no está a la altura de las expectativas. Parece que todo es cada vez más caro, pero de menor calidad y menos satisfactorio”.

Mychaskiw no quiere que la gente cometa el mismo error que ella, que en un principio abandonó el consumo de golpe y llevó una vida minimalista, lo que, según ella, la hacía sentir miserable.

Desde entonces, ha llegado a un punto intermedio: se da un capricho de vez en cuando, pero se recuerda a sí misma que antes de ir de compras debe “revisar su armario”.

La creadora de contenido ya ha cancelado su deuda estudiantil. ¿Su consejo para los demás? “Suelta el teléfono. Navegar y consumir contenido constantemente te hace más propenso a ceder a los mensajes subliminales”, dice.

“Deja el teléfono, toca el césped, juega con tu vestuario y usa lo que ya tienes para crear looks divertidos. Tal vez te des cuenta de que lo que tienes es suficientemente bueno”.

Moda rápida

Según la estilista Lucinda Graham, consumir constantemente moda rápida no solo es malo para las finanzas y el medio ambiente, sino también para el estilo personal.

Manos de una mujer sosteniendo muchas bolsas de compras
Alamy
El movimiento “desinfluencer” anima a sus seguidores a comprar sólo lo que realmente necesitan.

“Piénsalo como si estuvieras cocinando”, le dice a la BBC. “Si preparas algo rápido, está bueno, pero no puede competir con un plato que se ha cocinado con cuidado y esfuerzo. Lo mismo ocurre con la moda rápida en comparación con un vestuario que ha sido cuidadosamente elegido”.

Graham aconseja a quienes estén buscando su propio estilo que sean pacientes. “El estilo personal necesita tiempo para desarrollarse y experimentar con las mismas prendas. También se trata, fundamentalmente, de comprar lo que te gusta, en lugar de lo que sigue la tendencia”, afirma.

“Cuando los influencers nos convencen de que compremos ropa, compramos artículos que representan el estilo de vida de otra persona e intentamos emular su vida, pero eso no da como resultado un vestuario práctico”.

El enfoque de Graham implica que es deliberada a la hora de comprar nuevas prendas y valora dejar que sus prendas “envejezcan” con el tiempo. “Tengo una chaqueta que tengo desde hace seis años y me encanta combinarla”, explica.

“Es agradable ver cómo cambia la ropa. Ahora mismo, las chaquetas de carpintero usadas y los pantalones Carhartt desgastados están de moda, pero en lugar de comprarlos en una tienda vintage, ¿por qué no comprar un par y dejar que envejezcan con el tiempo?”.

Ella dice que lo mismo se aplica a las tendencias: “La moda rápida nunca será auténtica. Si nos fijamos en el desaseo indie, por ejemplo, esos looks clásicos provienen de personas que realmente viven ese estilo de vida, no porque hayan comprado jeans rotos en línea”.

“La clave para romper ese ciclo y descubrir qué te gusta es hacer compras más intencionales, eliminando las pequeñas e impulsivas”.

Industria global

Es difícil determinar si el movimiento de desifluencers está afectando a las marcas. Sabemos que gigantes en línea como Asos, Boohoo y Pretty Little Thing han luchado con la caída de la demanda y los cambios en los hábitos de los consumidores en los últimos años.

Sin embargo, no olvidemos que muchos muros todavía están inundados de influencers.

En 2023, se estimó que la industria global del marketing de influencers valía 21 mil 100 millones de dólares, más del doble de su tamaño en 2019.

En opinión de la estilista Aja Barber, dado que la creación de contenido todavía se considera una carrera a la que aspirar, aún no hemos alcanzado el “pico influencer”.

Aja Barber
Rabya Lomas y Rida Suleri-Johnson
Aja Barber se dio cuenta de la magnitud del consumo excesivo después de trabajar como voluntaria en una tienda benéfica y ver la cantidad de ropa que la gente donaba.

Barber es autora del libro Consumido: sobre el colonialismo, el cambio climático, el consumismo y la necesidad de un cambio colectivo; cree que el movimiento de desinfluencia es útil, pero opina que el tema debe instalarse fuera de internet para cambiar el modo de gastar de la gente.

La autora, que también es editora colaboradora de la revista Elle, dice que todos tenemos un papel que desempeñar. “Desde los multimillonarios propietarios de empresas hasta los influencers y nosotros como consumidores”, le dice a la BBC.

“En las redes sociales, un empleado de correos se puso en contacto conmigo y me dijo que había entregado un paquete del minorista de moda rápida en línea Shein en una casa 17 veces en un mes”.

Algunas estimaciones sugieren que cada año se producen en todo el mundo más de 100 mil millones de prendas de vestir, y más de la mitad acaba en vertederos en un plazo de 12 meses.

A menudo, la ropa que no se usa se exporta a países africanos y asiáticos, donde se desecha hasta el 40% en lugar de revenderla, lo que, según las organizaciones benéficas, ha contribuido a la contaminación del agua, generando riesgos para la salud.

Ya ha pasado casi un siglo desde los años 30, cuando las mujeres poseían alrededor de 60 prendas de vestir y compraban cinco nuevas al año.

Al reflexionar sobre cómo han cambiado las cosas, Barber dice que “el objetivo es vender la mayor cantidad posible de productos. Tenemos que ser realistas respecto del daño que los individuos comunes están haciendo con la idea de que podemos simplemente consumir y consumir sin que esto tenga un impacto negativo. Eso no es cierto”.

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BBC

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