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Donde el gobierno calla, las madres hablan
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Náufraga reincidente de internet, bloguera empedernida, defensora de los animales, aficionada a la fotografía y... Continuar Leyendo
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Donde el gobierno calla, las madres hablan

En México, las Madres Buscadoras encarnan la resistencia. En un país con más de 121 mil personas desaparecidas, estas mujeres han sido quienes han encontrado los cuerpos que las autoridades no buscan y cuya existencia se niegan a reconocer.
13 de mayo, 2025
Por: Claudia Calvin

Nada más poderoso que la maternidad politizada.

No la maternidad idealizada, romantizada, convertida en postal de flores y electrodomésticos cada 10 de mayo, y que sólo se nombra y reconoce una vez al año.

Me refiero a esa maternidad que toma las calles, las plazas, los desiertos, los tribunales, los rincones que pocas personas se atreven a pisar.

La que levanta alto fotos de hijas e hijos desaparecidos para nombrarlos y que los vean, la que cava con sus propias manos fosas clandestinas, la que confronta e increpa al Estado. Esa maternidad incómoda que no cabe en la narrativa oficial y que se ha convertido  en una forma radical de resistencia, en un “no me olviden”, en un “no nos callaremos ni contarán con nuestro silencio”.

En México, las Madres Buscadoras -sí, así con mayúsculas- encarnan esta resistencia. En un país con más de 121 mil personas desaparecidas, estas mujeres han sido quienes han encontrado los cuerpos que las autoridades no buscan y cuya existencia se niegan a reconocer. Armadas con palas, varillas, decisión y amor feroz, recorren el país rastreando desiertos, cerros, basureros y la geografía del desconsuelo. Su activismo ha sido clave para visibilizar una crisis de derechos humanos que el gobierno ha minimizado. Ni López Obrador el sexenio pasado ni Claudia Sheinbaum han sido capaces de mirarlas a los ojos. No, no llegaron todas, claramente ellas no. Pero el mundo es otra cosa: organismos internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sí.

Esta lucha, lamentablemente, no se vive solamente en México.  En distintas latitudes y en la historia reciente, las madres han sido el corazón de resistencias profundas frente a la violencia, la desaparición forzada, la guerra o la represión. La maternidad, cuando se cruza con la injusticia, se convierte en movimiento político.

En Argentina, las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a marchar en 1977, en la dictadura militar de Videla, para exigir la aparición con vida de sus hijas e hijos desaparecidos y después para establecer quiénes fueron responsables de crímenes de lesa humanidad. Sus rondas semanales en la plaza se convirtieron en símbolo global de la dignidad. Están también las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes buscaron localizar y restituir a sus legítimas familias a los bebés y niños robados por la dictadura militar.  La maternidad se convirtió en una trinchera contra el olvido.

En Colombia, las Madres de falsos positivos de Soacha y Bogotá denunciaron las ejecuciones extrajudiciales de jóvenes presentados como guerrilleros durante el gobierno de Alvaro Uribe. Su lucha rompió el silencio institucional y la invisibilización del hecho y forzó investigaciones que aún hoy están lejos de hacer justicia.

CoMadres es el nombre del comité de madres y parientes de desaparecidos políticos en  El Salvador durante la guerra civil y cuya fundación fue apoyada por el arzobispo Oscar Romero. Es muy probable que estemos presenciando, sin saberlo, el surgimiento de otro movimiento de madres defensoras y buscadoras en el país ante las detenciones y violaciones de derechos humanos del gobierno actual de Bukele. No se han cerrado las heridas de la impunidad previas cuando se están abriendo nuevas.

En América Latina la realidad de las madres buscadoras es una constante y es la región, de acuerdo con Amnistía Internacional, con más defensoras y defensores de derechos humanos desaparecidos en el mundo.

Europa no ha estado exenta de madres que convirtieron su duelo en lucha. Las Madres de Srebrenica en Bosnia-Herzegovina han exigido justicia por la masacre de más de 8,000 hombres y niños musulmanes bosnios en 1995 y por los abusos y violaciones sufridas por las y los sobrevivientes de ese genocidio. Más de 5,500 menores quedaron sin uno o dos de sus progenitores. Se constituyeron como asociación en 2002 y desde esa fecha no han dejado de buscar personas desaparecidas y fosas comunes, apoyando a los supervivientes y buscando justicia.

En Francia ha surgido otro movimiento político detonado por las madres racializadas e inmigrantes: el Frente de Madres que buscan defender a sus hijas e hijos que son objeto de violencia, racismo y abuso y apuestan por su derecho a una vida digna. La líder de este movimiento es Fátima Ouassak.

En América del Norte, más allá de México, también han sido las madres quienes han dejado de callar para hacer visible el abuso que han vivido sus hijas e hijos en Estados Unidos y Canadá. Desde 1863 hasta 1998, más de 150.000 niños indígenas de las Primeras Naciones, Metis e Inuits, fueron separados de sus familias y llevados a internados estatales dirigidos por la Iglesia Católica en Canadá, como parte de la política para “asimilarlos a la cultura” y en ellos se les prohibía hablar su idioma o practicar su cultura y fueron objeto de abuso físico, emocional y sexual. El abuso se hizo evidente cuando en 2021 se encontraron los restos de 215 niños en una fosa común que formaban parte del estudiantado de una de esas instituciones, hallazgo que se sumó a las 1000 tumbas sin marcar que habían sido encontradas en los antiguos internados. Una de las figuras visibles de esta lucha es una de las sobrevivientes: Phyllis Webstad.  A esto se le llama genocidio cultural y muchos de esos pequeños siguen desaparecidos. Por si esto no fuera suficiente, las Madres Mohawk están luchando por hacer visible y encontrar a los hijos que les fueron arrebatados para llevar a cabo un experimento de la CIA en la década de los sesenta.

En Estados Unidos, madres como Sybrina Fulton, madre de  Trayvon Martin, y Gwen Carr, madre de Eric Garner, aunque con décadas de diferencia, se convirtieron en referentes del movimiento Black Lives Matter tras el asesinato de sus hijos. En un caso por violencia policial, en otro, a manos de un vecino. La búsqueda de justicia, como el amor materno, no conoce fronteras.

En Turquía están las Madres de los sábados, quienes desde 1995 se reúnen semanalmente para exigir justicia por sus familiares desaparecidos en los años 80 y 90 y las Madres de la Paz o de  Diyarbakir, madres  kurdas que desde 2019 protestan acusando al movimiento guerrillero PKK de reclutar o secuestrar a sus hijos.

La lista no para: madres en Israel, Palestina, Siria, Bangladesh, China buscando a sus hijas e hijos desaparecidos o secuestrados.

En África, han sido mujeres como las Reinas Madre en Ghana quienes han trabajado en la promoción de los derechos de las mujeres y la infancia, así como en la prevención del VIH/SIDA y el apoyo a niñas y niños huérfanos.

El mundo está en deuda con estas madres.

No sólo por su capacidad de transformar el dolor en fuerza, sino porque han hecho por los derechos humanos lo que muchos gobiernos no se han atrevido o no han querido hacer: buscar, nombrar, visibilizar, exigir.

Son la palabra viviente de una memoria que se niega a desaparecer. Sus voces son las que han sacudido los cimientos de democracias fallidas, guerras silenciadas y políticas de olvido.

En el Día de las Madres, las flores no son suficientes.

Hacen falta memoria, justicia y verdad.

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Imagen BBC
El sorprendente aumento de las tiendas sin empleados que dependen de la honestidad de sus clientes en Corea del Sur
6 minutos de lectura

La automatización y un alto salario mínimo están haciendo que los dueños de ciertos comercios en Corea del Sur decidan prescindir de los empleados.

15 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
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Es pasada la medianoche en las afueras de Seúl, Corea del Sur, y tengo ganas de comer algunos bocadillos. Pero eso no es un problema, porque justo al otro lado de la calle de mi apartamento, no hay una, sino tres tiendas de snacks que están abiertas las 24 horas del día.

La tienda en la que he entrado es una heladería. Hay filas de congeladores con variedad de helados, pero no hay guardias de seguridad ni dependientes, solo productos en exposición completa y un kiosco automatizado donde pagas por lo que quieres. Todo lo que tengo que hacer es tomar lo que deseo y pagar antes de irme.

En la misma cuadra de la heladería hay tiendas que venden papelería, comida para mascotas y hasta sushi. Todos están desatendidos y no hay un solo miembro del personal a la vista.

En las zonas más concurridas del centro de la ciudad hay hasta bares sin atender.

“Para operar un bar de esta escala y obtener ganancias, necesitaría entre 12 y 15 empleados, pero solo uso dos personas”, dice Kim Sung-rae, el fundador y creador de un bar sin empleados: Sool 24, que simplemente significa “alcohol las 24 horas”. Dice que le da tiempo para centrarse en otros negocios.

Antes, manejaba un bar cerca, pero cuando los ingresos no cumplieron con las expectativas, se cambió al sistema sin empleados, y ahora las ganancias han aumentado.

Menos bebés

Las madres surcoreanas practican el masaje de sus bebés durante un programa de capacitación en un centro de salud pública en Seúl.
Getty Images
Corea del Sur tiene una de las tasas de natalidad más bajas del mundo

Las décadas de bajas tasas de natalidad, sumado al aumento de los salarios, están impulsando la automatización.

Corea del Sur tiene la tasa de fertilidad más baja registrada en el mundo (el número promedio de hijos que una mujer tendrá a lo largo de su vida), que cayó a 0,72 en 2023 antes de recuperarse ligeramente a 0,75 el año pasado.

Para mantener una población estable, la tasa de fertilidad de reemplazo debe ser de un mínimo de 2,1, cifra superada por última vez en Corea del Sur en 1982.

Esto significa que el número de personas que entran al mercado laboral ha ido disminuyendo, mientras que desde el año 2000 el salario mínimo ha ido aumentando de forma constante.

Los dueños de negocios como Kim ahora tienen que pagar a sus empleados aproximadamente 7 dólares la hora.

“La principal razón por la que dejé de pagar salarios fue el aumento del salario mínimo. Hay dos maneras de afrontar este desafío: la robótica o la automatización, y luego está no tener empleados”, dice Kim.

La implementación de robots requiere más dinero y espacio, por lo que optó por tiendas sin personal.

La pandemia de Covid inclinó la balanza hacia la automatización. Ayudó a ahorrar dinero en salarios y también ayudó a eludir las estrictas reglas de distanciamiento social que existían.

“No a los trabajos 3D”

Un empleado de una cafetería coloca tazas de café en un robot de reparto de Robotis Co.
Getty Images
Algunos propietarios optan por robots más caros como este, diseñado para entregar comida.

Algunos dicen que la nueva generación de trabajadores no quiere realizar los llamados “trabajos 3D” (por “dirty, dangerous and demeaning”), considerados sucios, peligrosos, difíciles o degradantes.

Se refieren al trabajo manual en las industrias manufactureras, la agricultura y ahora también en el comercio minorista, que se perciben como indeseables.

“La generación joven trata de quedarse en las áreas metropolitanas… y también les gusta fundar sus propias empresas, invertir en capital de riesgo y buscar empleos bien remunerados en el sector de la alta tecnología”, afirma Cho Jung-hun.

Cho es miembro del partido gobernante Poder Popular en la Asamblea Nacional y miembro del Comité Permanente de Educación.

“A diferencia de otros responsables políticos, no culpo a nuestra generación joven por tener esa preferencia. Las estadísticas muestran que tendremos que lidiar con una fuerza laboral baja en los próximos años, y lo mejor es asignar nuestra limitada fuerza laboral a sectores” de máximo valor, añade.

El Instituto de Investigación Económica de Corea, un grupo de expertos financiado con fondos privados, espera que el 43% de los empleos en Corea corran el riesgo de ser reemplazados por la automatización en los próximos 20 años.

También significa nuevas oportunidades para personas como Kwon Min-jae, CEO de Brownie, una empresa que administra tiendas sin personal a nombre de sus propietarios. Comenzó su negocio al final de la crisis del Covid en 2022.

“Administramos lavanderías, heladerías, tiendas de conveniencia, cafeterías y tiendas de vapeo sin empleados”, explicó a la BBC.

Incluso si la tienda no tiene personal, es necesario reabastecerla, limpiarla y mantenerla, afirma. Al principio ese trabajo lo hacían los dueños de las tiendas. La empresa de Kwon ahora está proporcionando trabajadores que puedan mantener las tiendas.

“Contamos con un equipo de personal local que puede visitar varias de estas tiendas por un día. La mayor prioridad para los dueños es no descuidar la gestión de las tiendas ni descuidar su bienestar. Incluso nos pagan entre $100 y $200 adicionales al mes para que administremos las tiendas.”

Kwon dice que comenzó con sólo dos tiendas, pero ahora tiene más de 100.

Pocos robos

Corea del Sur también tiene una tasa de robos muy baja, lo que contribuye al éxito de las tiendas sin personal.

“Incluso ha habido casos de personas que olvidaron pagar, pero me llamaron después para pagar sus cuentas. No sé qué pasa en otras tiendas, pero aquí los jóvenes se sienten lo suficientemente seguros como para dejar la billetera y el teléfono en la mesa para guardarla”, dice el Sr. Kim.

Él admite que puede haber algunas pérdidas debido a los hurtos en tiendas, pero no son lo suficientemente grandes como para paralizar su negocio.

“Nunca hago cálculos sobre lo que se gana. En general, no pierdo dinero, así que no es para tanto. Y pagar seguridad va a costar más de lo que se ahorraría”.

Los avances tecnológicos implican que más trabajos, como el de conducir, se volverán redundantes una vez que los autos autónomos inunden el mercado.

Se estima que para 2032, Corea del Sur necesitará más de 890.000 trabajadores adicionales para mantener el objetivo de crecimiento económico a largo plazo del país del 2%.

Algunos, como el Sindicato de Trabajadores del Mercado de Corea, se preocupan por el futuro del mercado laboral, pero otros, como el propietario del bar sin personal, el señor Kim, son muy optimistas sobre las próximas oportunidades económicas.

Este texto está basado en un episodio del programa de BBC World Service, Business Daily que encuentras en inglés aquí.

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