Cuando el reloj de Irving marca las 08:00 horas, su trabajo como voluntario de limpia comienza. Su labor es la de recolectar residuos que en casas y negocios le entregan para ayudar a mantener limpia la ciudad.
Alista su carrito de basura, toma la escoba, barcinas, costales y una gorra para protegerse del sol, mientras recoge los residuos para mantener limpio el cuadrante donde trabaja.
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Irving, a quien cambiamos el nombre para proteger su identidad, es un hombre de 39 años y trabaja como voluntario de limpia en la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México desde hace más de dos décadas. Él comenzó a realizar este trabajo como una forma de apoyar a su papá, y, como menciona, no fue una decisión que eligiera solo.
Aunque cada mañana repite su rutina en el cuadrante que tiene asignado, no cuenta con un sueldo que dignifique su trabajo y le permita acceder a prestaciones como lo establece la Ley del Trabajo.
Según datos recabados por el proyecto denominado Lxs Rifadxs de la basura, que utiliza información de la Sección 1 de Limpia y Transportes, del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México, en la CDMX existen 10 mil personas trabajadoras de limpia “voluntarias”.
En cambio, en el servicio público de limpia de la ciudad hay 14 mil 148 trabajadores sindicalizados, es decir, personal que sí cuenta con un sueldo fijo por su trabajo.
Mientras acompañamos a Irving en uno de sus recorridos, cuenta que comenzó a trabajar en el servicio de limpia ayudando a su papá, pero con el tiempo él se quedó con el tramo que su padre tenía asignado.
Por las calles de San Andrés Tomatlán, en la delegación Iztapalapa, vecinos y vecinos esperan su llegada para entregar sus residuos conforme al día que corresponda. Es decir, los días lunes, miércoles y viernes recolecta residuos inorgánicos; mientras que martes, jueves y sábados, recibe residuos orgánicos.
Según datos del Inventario de Residuos Sólidos Urbanos de la Ciudad de México 2023, en la capital se producen 12 mil 454 toneladas de residuos al día.
De ese tonelaje, hasta 2023, las alcaldías que más residuos generaron fueron Iztapalapa con 2 mil 153 toneladas al día; Gustavo A. Madero con mil 418 toneladas por día, y la delegación Cuauhtémoc con mil 116 toneladas por día.
Irving inicia su jornada con su carro de recolección de basura vacío. Este vehículo, tan similar a los que vemos por las mañanas con el servicio de limpia en las primeras horas del día por la ciudad, se compone por dos tambos grandes para colocar los residuos orgánicos de los hogares.
A los lados también lo acompañan costales blancos colgados, donde se introduce la basura que, posteriormente, Irving separará para entregarla al camión recolector que puntualmente recibe los residuos a partir de las 13:00 horas.
Además, en el carro de Irving se encuentra una escoba y espátulas con las que levanta la basura que se cae en el camino. A diferencia de otros trabajadores de limpia, él decidió no usar guantes ni uniforme que, como muchos, compran para realizar su trabajo.
Cuenta Irving que el vecindario es muy participativo y consciente de la separación de residuos. Cuando los recibe -y dependiendo del día- solo tiene que retirar algunos materiales como las bolsas plásticas cuando se trata de basura orgánica.
En San Andrés Tomatlán, muy cerca de la estación del metro que lleva el mismo nombre, vecinas y vecinos entregan a Irving su basura, ya sea en cubetas o botes. Con una sonrisa o un “buenos días”, la comunidad interactúa con él y resalta la confianza que deposita en su trabajo.
Amas de casa, jóvenes o adultos mayores salen en cuanto escuchan el llamado de Irving: “¡Basura! ¡Basura!, ¡Basura!”, son tres las ocasiones en que grita en espera de que las personas salgan para entregar sus residuos.
“Aquí la gente lo ha respetado. Gracias a nosotros que les íbamos diciendo y les íbamos ayudando, la gente ya nos ayuda de esa manera [separar sus residuos]. Ya no nos cuesta tanto trabajo el separar la basura. Ya saben qué días son, ya nadamas les recordamos. La gente aquí sí nos ha apoyado bastante”, relata Irving en entrevista para Animal MX.
Enriqueta tiene 46 años y es voluntaria del servicio de limpia en la Ciudad de México. Es madre de familia y tiene cuatro hijos, y gracias a su trabajo logró logró apoyar a tres de sus cuatro hijos para que tuvieran una profesión como radiólogo, enfermera y, próximamente, una futura abogada egresada de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ella trabaja en la recolección de residuos sólidos urbanos desde hace 11 años, dentro de un cuadrante de la alcaldía Iztapalapa. Al igual que Irving, cuenta que la confianza que creó con las personas de los vecindarios que visita ha sido muy valiosa.
“Este trabajo es muy socorrido porque la gente te da ropa, te da zapatos, te da muchas cosas y hasta a veces te da un taco. Luego, en ocasiones, te quieres comprar un agua que te cuesta 10 o 12 pesos, pero mejor te esperas a llegar con la señora y le digo que me regale un vaso de agua y, la verdad, no te lo niegan”, señala Enriqueta en entrevista.
Enriqueta afirma que mucha de la ropa que viste es gracias a lo que las personas del vecindario en el que trabaja le entregan, ya sea que planeen tirarlo o regalarlo.
“Hay veces que la gente te dice: ‘señora, ahí van unos tenis, los checa y se le quedan se los queda’. Y dices, a lo mejor la gente los tira pero para mí, otra vuelta, pasa. Nosotros, la verdad, no nos compramos ropa. Toda la ropa que tenemos es del trabajo”, menciona.
El proyecto Lxs Rifadxs de la basura muestra las precariedades que enfrentan las personas que se dedican al servicio de limpia en la Ciudad de México, un trabajo que realizan de manera voluntaria, es decir, que no reciben un sueldo.
La campaña de este programa explica que las personas recolectoras de residuos son denominadas “voluntarixs” por tres motivos:
Un análisis realizado sobre cómo está organizado el servicio público de limpia de la Ciudad de México, muestra que depende de dos niveles de gobierno. Por un lado, se encuentran las alcaldías que son las encargadas de la recolección domiciliaria y barrido manual en vías secundarias.
Por otro lado, es el gobierno de la Ciudad de México el responsable de la recolección de residuos en vías primarias, del funcionamiento de las estaciones de transferencia, de las plantas de selección y tratamiento, y de realizar la disposición final de los residuos.
En ese sentido, las y los recicladores se encuentran en la etapa de barrido manual, en los camiones de recolección domiciliaria, en las plantas de selección y tratamiento, y en la disposición final.
Lo anterior, quiere decir que tanto las alcaldías como el gobierno de la Ciudad de México tienen responsabilidad sobre la mano de obra gratuita de las personas recicladoras.
“Lo que queremos los trabajadores voluntarios es que nos voltee a ver el sindicato, el gobierno, la jefa de gobierno, las personas que pueden hacer algo para que nos den una ayuda para nosotros, todos los trabajadores”, demanda Enriqueta.
Mientras un trabajador de base puede no trabajar un día y se lo pagan; los trabajadores de limpia voluntaria tienen que trabajar diario para llevar un ingreso a sus hogares.
“Yo quisiera que la jefa de gobierno, el sindicato voltee a ver que sí hay voluntarios trabajando y que diga ‘orale, va su pago’”, pide.
Con el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, los recursos para las organizaciones internacionales que apoyan causas sociales en el mundo también se verán afectados con el anuncio del desmantelamiento de USAID.
La cadena de noticias estadounidense CNN, señaló que el juez Carl Nichols del Tribunal del Distrito de Washington dijo que mantendrá en vigor una orden judicial con la que reintegra a los trabajadores de USAID que el gobierno de Trump puso “en licencia pagada”, hasta el 21 de febrero.
WIEGO es una red global que apoya el movimiento de trabajadores en empleo informal, gracias a los talleres de género, investigaciones y análisis sobre el trabajo informal es que se logró crear la campaña Lxs Rifadxs de la basura que, con la llegada de Trump a la presidencia se mantiene a la expectativa el trabajo de organizaciones como esta.
La cadena de televisión Deutsche Welle DW difundió que Donald Trump Jr., hijo del presidente de Estados Unidos, junto con el empresario Elon Musk, se han dedicado a difundir información falsa sobre USAID, una organización de ayuda con 60 años de presencia.
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Las aeronaves cayeron en el río Potomac y hasta el momento las autoridades han rescatado 28 cadáveres, informo la policía. Las autoridades descartan la posibilidad de que haya supervivientes.
Un avión de American Airlines chocó contra un helicóptero militar cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington DC y las dos aeronaves cayeron al río Potomac la noche de este miércoles.
El avión comercial transportaba a 60 pasajeros y cuatro tripulantes, mientras que tres soldados del ejército estadounidense iban a bordo del helicóptero Black Hawk.
Las autoridades no creen que haya sobrevivientes del accidente. Por el momento se han recuperado 27 cuerpos del avión y uno del helicóptero, según informó en una rueda de prensa John Donnelly, jefe del Departamento de Bomberos y Servicios de Emergencia en Washington DC.
La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos informó que el avión regional Bombardier CRJ700 chocó con el helicóptero cuando se acercaba a la pista alrededor de las 21:00 hora local (02:00 GMT del jueves).
El vuelo 5342 de American Airlines cubría la ruta de Wichita, Kansas, a Washington DC.
“Nuestra preocupación son los pasajeros y la tripulación a bordo del avión”, declaró American Airlines en un comunicado. “Estamos en contacto con las autoridades y ayudando con los esfuerzos de respuesta de emergencia”.
El director ejecutivo de la aerolínea, Robert Isom, expresó su “profundo dolor” por la colisión en un video publicado en el sitio web de la compañía.
En una primera rueda de prensa desde el mismo aeropuerto, la alcaldesa de Washington DC, Muriel Bowser, calificó el evento como “muy trágico”.
Bowser explicó que los servicios de emergencia de toda la región metropolitana de Washington están “trabajando diligentemente” en “condiciones muy oscuras y frías” para ejecutar la operación de rescate en el río Potomac después del accidente aéreo.
En el lugar pueden verse a miembros de los equipos de rescate trepando por los restos del avión que sobresalen del agua.
La alcaldesa añadió que personal de American Airlines está en el aeropuerto hablando con las familias. La dirección de la compañía aérea también está de camino a DC.
Entre los pasajeros había deportistas, entrenadores y otros miembros de la federación de patinaje artístico de EE.UU. que regresaban de un campamento de formación, lamentó el organismo en un comunicado. También había dos patinadores rusos y otros ciudadanos de esta nacionalidad, informó el portavoz del Kremlin.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que se mantiene “completamente informado sobre el terrible accidente”.
“Que Dios bendiga sus almas”, señaló en un comunicado. “Gracias por el increíble trabajo realizado por nuestros socorristas. Estoy monitoreando la situación y proporcionaré más detalles a medida que surjan”.
Posteriormente, el mandatario publicó un mensaje más crítico en su plataforma Truth Social.
“El avión estaba en una línea de aproximación perfecta y rutinaria al aeropuerto”, escribió Trump.
“El helicóptero estuvo yendo durante un largo rato directo hacia el avión. Es una NOCHE CLARA, las luces del avión estaban encendidas.
“¿Por qué el helicóptero no subió ni bajó, ni giró? ¿Por qué la torre de control no le dijo al helicóptero qué hacer en lugar de preguntar si vieron el avión?
“Esta es una mala situación que parece que debería haberse evitado. ¡¡¡NO ESTÁ BIEN!!!”, lamentó.
La recién confirmada secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Kristi Noem, informó que desplegó a la Guardia Costera de Estados Unidos para ayudar con la búsqueda y el rescate.
También se manifestó el nuevo secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien escribió que los acontecimientos de este miércoles por la noche son “absolutamente trágicos”.
En una publicación en X, Hegseth señaló que el ejército y el Departamento de Defensa han iniciado inmediatamente una investigación.
“Oremos por todas las almas afectadas y sus familias”, añadió.
Un funcionario que habló bajo condición de anonimato con la agencia de noticias Reuters dijo que se desconoce el estado de los soldados, pero añadió que no había ningún alto funcionario en el helicóptero.
El helicóptero, un Sikorsky H-60, había despegado de Fort Belvoir, en Virginia.
Medios estadounidenses informaron que el avión se habría partido por la mitad, por los restos que se avistan en el río, mientras que el helicóptero estaría sumergido boca abajo en el agua.
El gobernador de Virginia, Glenn Youngkin, indicó que los socorristas de todo el norte de Virginia, Washington DC y Maryland se han movilizado en respuesta al accidente en el río Potomac, que marca el límite entre DC y Virginia.
“Pido a todos que oren por los pasajeros, las tripulaciones, sus familias y los valientes socorristas”, escribió Youngkin en una publicación en X.
Según el consultor de aviación Geoffrey Thomas, que habló con la BBC, Estados Unidos tiene el sistema de aerolíneas más seguro del mundo y que “este tipo de cosas ya no ocurren”.
Thomas explicó que las colisiones en pleno vuelo “eran cosa del pasado”, y que la nueva tecnología ha permitido que los aviones se comuniquen electrónicamente entre sí para advertir a los pilotos de tales colisiones inminentes.
Se trata de un sistema denominado Traffic Collision Avoidance System (Sistema de alerta de tráfico y evasión de colisión, TCAS, por sus siglas en inglés), que, según Thomas, ha salvado decenas de miles de vidas en las últimas décadas.
Todos los aviones comerciales y la mayoría de los militares están equipados con esta tecnología, añadió el experto.
“Técnicamente (el accidente) nunca debería haber ocurrido. Es desconcertante y trágico”.
Tanto el vuelo de American Airlines como el helicóptero Black Hawk estaban transmitiendo información sobre su trayectoria y altitud antes del accidente, según pudo comprobar BBC Verify.
Las dos aeronaves transmitían distintos tipos de señal, pero ambas eran visibles en un sitio web de seguimiento llamado ADS-B Exchange mientras se acercaban la una a la otra.
El avión enviaba señales ADS-B, mientras que el helicóptero Black Hawk utilizaba otro sistema llamado MLAT.
Las aeronaves de este tipo llevan a bordo sistemas para detectar vuelos cercanos, entre ellos el sistema TCAS.
Doug Rice, piloto retirado de American Airlines, declaró a la cadena NBC que el TCAS no es eficaz por debajo de los 700 pies (213 metros).
Los datos del sitio de seguimiento muestran que el avión de American Airlines se aproximaba en descenso constante al aeropuerto nacional Ronald Reagan de Washington desde el sur. El helicóptero volaba desde el norte, a lo largo del río Potomac, también en descenso.
La última altitud registrada del avión justo antes del impacto era de unos 200 pies (60,9 metros).
El clima será un factor crucial para ejecutar la búsqueda, dado que se espera que las temperaturas caigan por debajo de cero durante la noche en el área donde ocurrió la colisión, según el Servicio Meteorológico Nacional (NWS).
John Donnelly, jefe del Departamento de Bomberos y Servicios de Emergencia en Washington DC, explicó que la respuesta de rescate es una operación muy compleja y que “las condiciones allí son extremadamente duras”.
Actualmente hay 300 socorristas en el río, trabajando en barcos de toda la zona.
“Hay viento. Hay trozos de hielo en el agua… Y como no hay mucha luz, están ahí fuera buscando en cada centímetro cuadrado”, señaló Donnelly.
Los despegues y aterrizajes fueron suspendidos en el aeropuerto, mientras el personal de emergencia respondía al incidente, indicaron las autoridades del aeropuerto en una publicación en X.
La Administración Federal de Aviación dijo que abrió una investigación sobre el accidente, mientras que el Departamento de Policía Metropolitana indicó que varias agencias gubernamentales están involucradas en la operación de rescate.
Ari Schulman declaró a la NBC Washington que vio estrellarse el avión mientras conducía por la autopista George Washington, que bordea el aeropuerto.
La aproximación del avión parecía normal, hasta que vio que el aparato se desviaba bruscamente hacia la derecha, con “regueros de chispas” que corrían por debajo, iluminando su parte inferior.
En ese momento se dio cuenta de que todo tenía “muy, muy mala pinta”. En su opinión, después de haber visto aterrizar aviones allí en el pasado, la parte inferior de un avión no debería haber sido visible en la oscuridad.
Las chispas, dijo, parecían una “vela romana gigante” e iban desde el morro del avión hasta la cola.
Otro testigo, Jimmy Mazeo, afirmó que vio el accidente mientras cenaba con su novia en un parque cercano al aeropuerto.
Recordó haber visto lo que parecía una “bengala blanca” en el cielo. Aseguró que los aviones que volaban hacia el aeropuerto Ronald Reagan parecían volar siguiendo “patrones irregulares”.
En declaraciones a la BBC, habitantes de áreas cercanas al aeropuerto lamentaron el accidente.
“Acabo de hablar con una de mis vecinas, Josie, en nuestro edificio cerca del Reagan National”, escribió la periodista de la BBC Rachel Looker. “Dijo que el vuelo que se estrelló parecía estar a minutos de aterrizar en el aeropuerto”.
“Todos los que se reunieron en el techo miraron el choque conmocionados e incrédulos.
“Cuando volví al interior, vinieron más personas para mirar más de cerca”, añadió.
“Es muy triste”, dijo Josie.
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