En el estado de Coahuila, las organizaciones Conexiones Climáticas, Iniciativa Climática de México y Familia Pasta de Conchos, emprendieron juntas un proyecto importante dirigido a las juventudes para enseñarles a transitar hacia una transformación social justa, donde la extracción minera de carbón ya no es una opción para su futuro.
Esta iniciativa resulta ser muy importante para la región carbonífera de Coahuila ya que se construyó en conjunto, con las tres organizaciones, en talleres con mujeres.
Estudiantes del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Coahuila (CECyTEC) de la comunidad de Palaú comenzaron a reforestar y crear huertos escolares en el plantel.
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Los estudiantes dan mantenimiento a su huerto hasta que llega el momento de la cosecha de hortalizas y frutos que obtienen para venderlas. Esto les muestra que el territorio es fértil y la tierra no solo da carbón, sino también alimentos.
A este proyecto lo denominaron Sembrando Transición y nace como una manera de transformar la narrativa de una región que por más de cien años fue destinada a ser una zona de sacrificio.
Para la organización Conexiones Climáticas, este proyecto representa en las juventudes una nueva oportunidad de encontrar otras formas de vida y de bienestar que no tengan que ver con la explotación del carbón.
La comunidad de Palaú se encuentra en la llamada Región Carbonífera del estado de Coahuila donde, además, predomina un ecosistema semidesértico. El aprovechamiento de los rayos solares también es una forma de transitar hacia las energías limpias y reescribir su nombre como la Región del Sol.
“Estamos seguros y nos mueve profundamente que la vida vale más que el carbón”, señala la organización de Conexiones Climáticas en un comunicado tras el inicio de este proyecto.
Fernando Ávalos Cárdenas, director del plantel y encargado del proyecto, resalta que la iniciativa de sembrar un huerto en la escuela junto con la organización cumple con dos propósitos que benefician a la población y al medioambiente.
Uno de ellos, es que las y los estudiantes sepan que la tierra no solo proporciona carbón, sino también productos alimenticios con los cuales se puede subsistir. Por otro lado, está el cuidado del medio ambiente a través de la tierra.
“Como todos sabemos, el carbón es un elemento importante para generar electricidad, pero es más el buscar alternativas como la energía solar que también nos brinda un servicio [y es] una alternativa para generar energía eléctrica”, explica Fernando Ávalos Cárdenas en entrevista para Animal MX.
Un estudio sobre el Perfil de Mercado del Carbón de la Secretaría de Economía, señala que la Región Carbonífera de Coahuila es la más importante del país por aportar el 100% de la producción nacional de carbón.
La ubicación de esta región se encuentra en la parte centro, norte y noreste de Coahuila. Limita también con la frontera de Estados Unidos al norte y al este, por los estados de Nuevo León y Tamaulipas.
Para la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, el carbón es de los recursos más importantes en Coahuila, pese al riesgo al que son expuestos los mineros por quedar atrapados, en algún momento, durante los trabajos de extracción que realizan y por la falta de medidas de seguridad.
Cristina Auerbach, de la organización Familia Pasta de Conchos, señala que Sembrando Transición ha sido un gran acierto por tratarse de un proyecto esperanzador que muestra a los jóvenes una nueva narrativa para su futuro y defender el territorio en el que habitan.
“Sembrando transición es un proyecto que se hace con jóvenes en escuelas, con sistemas fotovoltaicos, con talleres para movernos contra la crisis climática y entender que no solo es algo que nos llega de afuera, sino que la extracción, transporte y quema de carbón contribuyen a esa crisis climática que no es culpa de los mineros, no es culpa de la población; es culpa de decisiones de Estado”, añade Cristina Auerbach.
Para Fernando Ávalos Cárdenas, este proyecto ha motivado a que los estudiantes miren otras oportunidades laborales lejos de la extracción de carbón como parte, también, de las opciones que dan a los estudiantes.
El CECyTEC de Palaú cuenta con un programa dual que permite que los jóvenes acudan a una empresa por cuatro días y otro a la escuela. Esta educación ambivalente permite que los estudiantes conozcan actividades que tengan que ver con la carrera que quieran estudiar. Una segunda opción es el emprendimiento.
“Hemos visto en los estudiantes una participación muy buena porque vemos que sí es posible sembrar y recolectar. Los muchachos dan mantenimiento y acuden a regar el huerto escolar y ellos se convierten en verdaderos promotores de que esto funciona”, agrega el director.
Sembrar y cosechar hortalizas en una región destinada a ser una zona de sacrificio por la extracción de carbón rompe con la narrativa de que la comunidad solo depende de la actividad minera. Ahora, con este proyecto la comunidad sabe que la tierra sí produce.
Hasta ahora, de los productos que han obtenido, está la cosecha de cebollas, rábanos, betabel, zanahoria, pimiento morrón, chiles, pepino, melón, calabaza, entre otros.
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Los huertos escolares son también una forma de honrar y recordar la vida de los mineros que han perdido la vida en desastres mineros, como ocurrió en la mina Pasta de Conchos en febrero de 2006. El sitio es propiedad de German Larrea, empresario y uno de los hombres más ricos de México.
El desastre ocurrió en la mina 8, Unidad Pasta de Conchos, que se ubica en el municipio de San Juan de Sabinas, Coahuila, donde la acumulación de gas metano derivó en explosión a esto se suma las carentes condiciones de seguridad de la mina para las personas que trabajaban en ella.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos señaló que la explosión en la mina, propiedad de la empresa Grupo México del empresario German Larrea, dejó con quemaduras de primer y segundo grado a 11 trabajadores que lograron salir. Sin embargo, 65 mineros más murieron dejando familias incompletas.
Los desastres que ocurren en las minas permanecen presentes en la memoria colectiva de las familias y la comunidad que pierden a un integrante de la familia.
Cristina Auerbach menciona que Sembrando Transición también recuerda a la población que la actividad minera ya no es la única opción para la comunidad. Aunque cohabitan en un ecosistema semidesértico la tierra del lugar es fértil.
“Esto es importante porque, estamos en un semidesierto y se nos decía que no había agua pero resulta que sí había agua para las plantas lavadoras. Sí había agua para sacar carbón pero no había agua para que la gente sembrara. Entonces, más bien es cómo estamos utilizando los recursos que tenemos”, subraya.
Sobre los huertos de memoria, resulta ser un tema igual de interesante en la comunidad. Entre los talleres que Cristina ha impartido para los jóvenes en las escuelas, ha notado que muchos de ellos no habían nacido cuando ocurrió el desastre en Pasta de Conchos. Sin embargo, han escuchado de lo que sucedió o, incluso, tienen familiares que fallecieron en la mina.
“No se trata de negar la historia o decir que eso estuvo mal y que ahora estamos bien, sino que se trata de cómo vamos hilando nuestra historia de modo que la construcción de nuevas posibilidades no sea negar lo que sucedió, entonces, estos huertos de memoria son hermosos porque llevan el nombre del minero que falleció”, añade.
El proyecto Sembrando Transición también ha permitido que las y los jóvenes de la región decidan no querer ir a las minas de carbón en busca de trabajo. Hoy día, con los talleres escolares que acompañan el proyecto las y los estudiantes ven nuevas oportunidades para su futuro.
Cuenta Cristina Auerbach que generaciones atrás, los jóvenes no tenían la opción de decir ‘no quiero ir a la mina de carbón’. Actualmente, esa narrativa cambió a tres años de haber implementado la iniciativa. Respecto a las mujeres, “ninguna quiere casarse con un minero de carbón”, afirma.
“Llevamos tres años haciéndolo y van cinco escuelas. En octubre tendremos la sexta escuela. En estas escuelas pasamos de que todos querían ir a las minas hace unos años. Ahorita, de 500 jóvenes, solo uno quiere ir a las minas de carbón”, declara.
Otro impacto positivo que han notado en las juventudes con quienes implementaron esta iniciativa es el acudir a la Universidad, un fenómeno que, de acuerdo con Auerbach, no sucedía porque acudían a las minas.
“Ahora ya se plantean carreras de sistemas, incluso de lenguas. Me llama mucho la atención que muchos quieren ser maestros, lo cual me encanta. Creo que está cambiando porque es un momento en que se cierran las grandes minas y solo quedaban las peores que son a las que nadie quiere ir”, resalta.
Para dar continuación al proyecto de Sembrando Transición, se buscará incluir a las escuelas primarias de la región para la implementación de huertos donde los estudiantes que integraron esta iniciativa en sus escuelas compartan esa experiencia con otras generaciones.
“De esta manera cambiamos la percepción, por un lado del cuidado del medio ambiente y por otro lado de comenzar a ser autosustentables y comenzar a hacer un cambio en la forma de pensar y la cultura, a lo largo de muchos años”, comparte Fernando Ávalos Cárdenas, encargado del proyecto y director del CECyTEC de Palaú.
Una mirada a las profundidades de estos impresionantes ecosistemas submarinos que se empezaron a formar con el impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios.
Los cenotes de México son un sistema de cuevas y canales de una belleza excepcional y compleja que alberga una gran cantidad de flora y fauna, algunas únicas en el mundo.
Los más de 7 mil sumideros de piedra caliza se han estado formando en la península de Yucatán durante millones de años, desde el impacto del asteroide Chicxulub que acabó con casi toda la vida de los dinosaurios.
Los cenotes han sido muy apreciados a lo largo de la historia.
Durante más de 2 mil 500 años, los mayas utilizaron algunos como pozos de agua y otros como lugares sagrados.
Muchos lugareños aún se adhieren a los mitos y rituales en los que creían sus antepasados.
Hoy en día, son la única fuente natural de agua dulce de la región de Yucatán.
Su configuración los convierte en lugares ideales para nadar y un escape agradable del intenso calor de la región.
Los turistas, tanto nacionales como internacionales, disfrutan de los cenotes a su manera.
Y entre los visitantes, los apneístas o buceadores a pulmón se sienten especialmente atraídos.
Los sumideros son un paraíso para los practicantes de ese deporte extremo, ya que cada uno tiene una configuración única y está aislado de los efectos de las corrientes, las olas y el viento.
Como utilizan un equipo mínimo y no están sujetos a las reglas del buceo (límites de tiempo, paradas de seguridad, ascenso lento a la superficie), pueden serpentear por el agua, sortear obstáculos y ser abordados por criaturas acuáticas.
Las experiencias en esos lugares únicos son una inspiración no solo para los buceadores mismos, sino también para los espectadores que ven las fotos y los videos que producen.
Sin embargo, los cenotes de México están amenazados por la mala gestión de la tierra, el desarrollo excesivo y el mal manejo de las aguas residuales y los desechos.
Dado que están interconectados, podría ser solo cuestión de tiempo antes de que todos sean destruidos o contaminados.
Afortunadamente, hay un número cada vez mayor de empresas, turistas y activistas con conciencia ecológica que hacen su parte para proteger los cenotes sagrados de México.
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La península de Yucatán está compuesta casi en su totalidad de piedra caliza porosa (imagínate un trozo duro y lleno de agujeros de queso suizo hecho de roca calcárea).
Hace más de 65 millones de años, estaba completamente sumergida bajo el mar como parte de un sistema de arrecifes de coral.
El impacto del asteroide Chicxulub desplazó las placas tectónicas subyacentes y levantó el arrecife fuera del agua.
Durante millones de años, la lluvia y el agua del mar se abrieron paso a través del lecho rocoso para crear acuíferos a pocos metros por debajo del suelo.
Cuando el suelo se derrumba y crea un sumidero, como ocurre con mucha frecuencia en la península de Yucatán, a veces deja expuestos estos acuíferos en forma de piscinas naturales o cenotes (de la palabra maya ts’ono’ot, que significa “agujero lleno de agua”).
La historia sin precedentes y singular de la región le valió su inclusión provisional en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en 2012.
Entrar a un cenote es entrar al inframundo: Xibalbá.
Según la creencia maya, primero hay que pedir permiso y realizar rituales para entrar con seguridad.
Se deben hacer ofrendas, y hace muchos años estas tomaban la forma de oro, jade, cobre e incluso seres humanos vivos.
Estas ofrendas se hacían para apaciguar a dioses como Chaac, el dios de la lluvia que los mayas creen que habita dentro de los cenotes.
En la actualidad, las ofrendas consisten principalmente en copal (resina de árbol), cacao, semillas, maíz, pétalos de flores, azúcar y otros objetos pequeños.
Los turistas pueden reservar recorridos culturales para ver rituales y representaciones en varios cenotes, sin temor a ser sacrificados, por supuesto.
La mayoría de los viajeros que visitan los cenotes pasan el día explorando las cuevas y nadando.
Con ponerte una careta, podrás ver una variedad de peces pequeños, tortugas, cocodrilos e interesantes formaciones rocosas justo debajo de la superficie.
Pero eso es solo la punta del iceberg. Cuanto más profundo vas, más ves.
Quienes practican buceo a pulmón retienen la respiración y descienden hasta una profundidad determinada sin utilizar una fuente de aire.
Requiere una gran concentración, así como conciencia de uno mismo y del entorno, y permite sumergirse por completo en un cenote de la forma menos disruptiva posible.
Así, se pueden ver estalagmitas y estalactitas que datan de hace millones de años, montones de árboles caídos y escombros, fósiles de animales extintos, criaturas submarinas que no existen en ningún otro lugar de la Tierra y un sinfín de otras características fascinantes.
Los viajeros pueden reservar sesiones de apnea en las numerosas escuelas y proveedores de la región.
La luz del sol se filtra a través de los agujeros en los techos de los cenotes que la concentra en rayos diferenciados, un fenómeno natural que se encuentra en muy pocos lugares.
Ver estos rayos de luz inspira una sensación de asombro y maravilla sobrenatural.
También brindan oportunidades fotográficas únicas, una tendencia que está en aumento a medida que más y más personas exploran el vasto paisaje submarino de los cenotes de México.
Muchas especies dependen de los cenotes de México como un lugar para relajarse y reponer fuerzas.
Aislados del mar abierto, estos sumideros brindan un santuario contra las duras condiciones climáticas, las olas, los grandes depredadores y el tráfico de embarcaciones.
Los manatíes llegan a los cenotes a través de cuevas que están conectadas con el mar Caribe.
Aquí, las especies en peligro de extinción pueden descansar, alimentarse de algas e incluso cuidar a sus crías en un entorno seguro y tranquilo.
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Las interacciones entre los apneístas y la vida marina en los cenotes son experiencias únicas.
Los cocodrilos son parte vital de la biodiversidad de la región.
Se pueden encontrar en muchos cenotes, incluso en los que frecuentan los turistas.
Es importante respetar el espacio de los animales, por lo que mantener una distancia segura y no provocarlos es de suma importancia.
Sin embargo, a veces son ellos los se acercan, curiosos por saber qué están haciendo los peculiares humanos.
En algunos cenotes, encontrarás una capa de sulfuro de hidrógeno que separa el agua dulce de la lluvia acumulada y el agua salada del océano, formando básicamente una nube submarina.
Nadar alrededor y dentro de estas nubes da la clara impresión de navegar por el espacio y atravesar nebulosas.
Las capas están formadas por gases liberados por materia en descomposición, como árboles y hojas, que caen en los sumideros.
Algunas nubes se forman cerca de la superficie a una profundidad de unos pocos metros, mientras que otras pueden encontrarse hasta a 30 metros de profundidad.
Estas capas espesas y nebulosas huelen ligeramente a huevos podridos y se sabe que pueden causar un ligero escozor en los labios si se permanece en ellas demasiado tiempo.
La nube que se muestra en la imagen de arriba está a una profundidad de unos 28 metros y debajo de ella hay otros 28 metros de agua salada.
Personas de todas las edades y orígenes viajan para explorar los magníficos cenotes de México.
La temperatura del agua oscila entre los 19 y los 24 °C, lo que los convierte en un agradable respiro del calor tropical.
Muchos propietarios de cenotes han invertido en infraestructura, como plataformas, baños y restaurantes, además de ofrecer visitas guiadas y espectáculos.
Con miles de cenotes diferentes para elegir, nunca te quedarás sin nuevos lugares para explorar.
Vivir en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno es algo que muchos nos esforzamos por lograr.
Los cenotes brindan un ámbito incomparable en el que profundizar, tanto física como mentalmente, en un entorno natural y tranquilo.
Para preservar estos lugares especiales, es esencial protegerlos de la contaminación y el desarrollo excesivo.
Algunos buceadores en apnea, en particular, están mostrando su magnificencia a través de medios visuales, creando una comunidad fuerte y vocal, e incluso convirtiéndose en embajadores y defensores de su protección.
Los turistas también pueden ayudar a reducir el daño causado a los cenotes eligiendo operadores de ecoturismo sustentables y absteniéndose de usar bloqueadores solares y productos para el cabello dañinos.
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