Este 20 de noviembre se cumplen 114 años del inicio de la Revolución Mexicana. Pero hay que admitirlo, ya estamos cansados de escuchar las mismas historias una y otra vez.
Que si Porfirio Díaz se fue exiliado del país, que si los caudillos, que si Victoriano Huerta… todo eso ya lo sabemos desde que éramos niños. (Aunque todavía hay quiénes se preguntan, por qué hay puente en noviembre…)
Por eso, te traemos algunos datos de la Revolución Mexicana contados por la historiadora Margarita Espinosa Blas y el divulgador de la historia y escritor Alejandro Rosas.
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La historia de México está llena de planes políticos como el de Ayutla, Ayala, Iguala… pero el plan con el que Madero inicia la Revolución en 1910 —el Plan de San Luis—, es el único en que el personaje le avisa a su enemigo el día, la fecha y la hora exactas en la que se levantaría en armas.
Alejandro Rosas contó a Animal MX que Madero escribió textualmente que invitaba al pueblo mexicano a levantarse en armas a partir del domingo 20 de noviembre de 1910 a las 6 de la tarde.
“Yo creo que eso fue de influencia espiritista porque es increíble que le haya avisado a sus enemigos de sus planes”, agregó.
En este video puedes enterarte de esta y otras curiosidades de la Revolución, distintas a las que leerás en este texto. Lo hicimos a manera de trivia, así que te vas a divertir:
Es sabido que Villa era mujeriego, pero entre los datos curiosos de la Revolución Mexicana, Margarita Espinosa explica que, según varios estudios, se calcula que Pancho Villa tenía alrededor de 27 mujeres, entre esposas y compañeras.
La esposa ‘oficial’ o reconocida era Luz Corral.
“Villa era considerado como un líder nato, que no fumaba ni bebía, sólo tenía una adicción por las mujeres”, mencionó Espinosa.
Además, algunos consideran que era un hombre sumamente inteligente con un alto coeficiente. En 1910 se presumía que no sabía leer, entonces se cree que todas sus estrategias militares estuvieron inspiradas en lo aprendido en el campo.
Y algo sorprendente: Villa participó en varias películas en los inicios del cine Hollywoodense. En ellas se representaba a él mismo y se dice que ganaba 25 mil dólares por cada participación.
“Álvaro Obregón fue el único de los generales invictos de la Revolución Mexicana. Le ganó a todos, incluso a los que antes habían sido sus aliados, como Pancho Villa, pero el costo fue perder su antebrazo derecho con todo y mano”, contó Alejandro Rosas.
El 2 de junio de 1915, Obregón perdió su brazo y “él contó que para encontrarlo le dijo a sus hombres que fueran al terreno donde había sido la batalla y ahí elevaran una moneda de oro por todo lo alto para que desde ahí saliera la mano y tomara esa moneda”, relató.
Obregón bromeaba mucho con esa situación, pero lo interesante es que quién sabe por qué a la política mexicana se le ocurrió que era muy buena idea conservar su mano.
Años después, donde se construyó el monumento a Álvaro Obregón en San Ángel, en el Parque La Bombilla, lugar donde fue asesinado, se podía ver la mano original, hasta 1989, cuando estaba a punto de desintegrarse y la familia decidió quitarla por completo.
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Otro dato de la Revolución Mexicana, es que durante esa época también había muchos casos de corrupción ocasionados por la misma guerra y uno de los más sonados fue el de ‘La banda del automóvil gris’.
“Esta banda criminal utilizaba un automóvil gris y a mediados de 1915 entraban a las casas con órdenes falsas para saquear lo que se podía. Se sostiene que actuaba de manera clandestina, pero sí había un reconocimiento y promoción desde las filas carrancistas”, explicó Margarita Espinosa.
La historiadora menciona que muchas de las órdenes de cateo que tenía la banda estuvieron firmadas por el general Pablo González, lugarteniente de Venustiano Carranza.
“Entonces cuando empezó a ser un asunto más público, se atrapa a ‘La banda del automóvil gris’ y salen a la luz estos actos de corrupción e impunidad que privaban también en una época de inestabilidad”, mencionó.
La banda se hizo tan famosa que en 1919 llegó al cine en una película documental de Enrique Rosas, donde se mostraron escenas verídicas de sus actos criminales.
Es muy conocido el amor que Porfirio Díaz le tenía a Francia, pero Emiliano Zapata también era muy fan de un punto en particular de la cultura francesa: su gastronomía.
“Cuando Zapata tenía algo de dinerito que le sobraba, porque además tenía a sus caballos y se dedicaba a la arriería y otras cosas, se iba a un restaurante en Cuernavaca a comer comida francesa. Tomaba coñac francés, no mezcal o aguardiente que él fabricaba, y fumaba puros de la Habana”, contó Alejandro Rosas.
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Por otro lado, cuando Porfirio Díaz iba rumbo a su exilio en un barco que salió desde Veracruz, el dictador recibió un gran banquete de despedida.
“El viaje se lo regaló una compañía alemana y en el transcurso le ofrecen un banquete de despedida que consistió en un menú típicamente francés de la épica: caviar, filete, espárragos, quesos, frutas, café”, explicó Margarita Espinosa.
Las películas que discutimos aquí nos invitan a reflexionar sobre la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
Las malas películas nos lo ponen demasiado fácil: el héroe aparece como totalmente bueno, no ofrece dudas al respecto, y el villano es completamente malvado. No existe ambigüedad, nada que pensar.
Sin embargo, las buenas películas plantean preguntas que no son fáciles de resolver e invitan a la reflexión. Dado que la filosofía prefiere los problemas a las soluciones finales, el buen cine y el pensamiento son magníficos compañeros de viaje.
Abróchense los cinturones. En este breve trayecto les vamos a proponer cuatro películas geniales. Con ellas pensaremos una problemática que atraviesa la historia: la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
En una de las escenas más conocidas de esta película de ciencia ficción, un primate golpea violentamente con un hueso el cráneo de otro animal. La aparición previa de un monolito resulta clave para entender su actitud. Antes de su llegada, los monos convivían en armonía; después, comienzan las peleas.
El monolito se puede interpretar como el surgimiento de la tecnología y al colocarlo en ese momento histórico el film hace ver que la fabricación de un utensilio prehistórico supuso el primer hecho tecnológico.
Muchos pensadores, como Marx, han afirmado que precisamente fue el progresivo uso de herramientas lo que provocó que los seres humanos se separasen de los animales. Ello nos hizo más capaces, nos permitió adaptarnos mejor, prevenir dificultades.
Pero también comportó una carga, y peligros derivados –envidias, prohibiciones, castigos…– que pueden generar violencia y obligaciones que menoscaban nuestra libertad.
El arado, por ejemplo, facilita el trabajo agrícola y mejora la producción. A su vez, permite la acumulación de alimentos ante posibles contingencias (malas cosechas, epidemias u otros). Pero también requiere labores de mantenimiento, vigilancia y control, así como cierta reglamentación al respecto.
Es decir, en última instancia, sin la existencia del arado tampoco habría existido voluntad de entrar con sigilo en un silo para robar alimentos ni la necesidad de instaurar, por ello, un castigo.
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El proceso de liberación de todas esas cargas específicamente humanas de las que hablábamos se ve reflejado en esta inquietante película, ópera prima de Robert Eggers.
En ella, la protagonista, Thomasin, se emancipa de su patria cuando viaja de Inglaterra a Nueva Inglaterra. Posteriormente, se desvincula de la comunidad de la que forma parte cuando su padre es excomulgado y su familia se aísla cerca de un bosque. Más tarde, se aleja de su propio entorno tras ser acusada de brujería.
Finalmente culmina su liberación adentrándose en el bosque. La última escena es muy significativa al respecto: la figura de Thomasin se eleva sobre una danza de mujeres desnudas bailando alrededor de una hoguera.
La filosofía de Gilles Deleuze se sitúa claramente del lado de Thomasin.
Deleuze anima a eliminar todas las ataduras que reducen nuestras capacidades y a realizarlas plenamente, siempre que no generen obstáculos para otros.
Su comprensión de lo animal, más que el regreso a un estado de naturaleza no tecnológico, supone el rechazo de cualquier norma que nos limite, colocándonos bozales y corsés. Thomasin deviene animal, lo cual no quiere decir que deje de ser humana.
En la saga de las películas de Matrix se narra la lucha entre unos rebeldes, liderados por Neo, Trinity y Morfeo, y los agentes del poder, con el Sr. Smith a la cabeza.
La primera película actualiza el mito de la caverna de Platón, adaptándolo a la época tecnológica. En la cueva que describió Platón, los esclavos se encuentran en el interior, encadenados. Sin embargo, no son conscientes de su estado de servidumbre. Visualizan las sombras de unos objetos proyectadas en la pared y creen que esas imágenes son los objetos reales y verdaderos. Salir afuera, desencadenarse, supone ver el mundo en toda su amplitud, conocer la verdad.
En Matri“, el mundo es en realidad una simulación informática. Pero ¿cómo escapar de esa otra caverna?
En uno de los momentos más icónicos de la película, Morfeo le presenta a Neo la posibilidad de elegir entre dos opciones: la pastilla roja o la pastilla azul. La primera le ofrece la verdad, asumir que es un esclavo y que debe luchar por la liberación; la otra le devuelve al redil de la felicidad ignorante.
El protagonista, Neo, acepta el reto y opta por la pastilla roja. En esta época de incesante progreso tecnológico, posverdades, con tanta información que resulta casi imposible conocer la verdad y en la que abundan las fake news, parece cada vez más complicado salir de la caverna.
Sin embargo, sí es posible, como muestra la última película de nuestra lista.
Si Matrix actualiza el mito de Platón, este largometraje hace lo propio con el de Prometeo y el Frankenstein de Mary Shelley.
Gracias a la tecnología, el científico Dr. Godwin trae al mundo a Bella Baxter, un bebé en el cuerpo de una mujer adulta. La educación que recibe es muy poco tradicional: apenas hay prohibiciones y se la invita a aprender experimentando, teniendo en cuenta que se enfrenta al mundo siempre como una niña, jugando y divirtiéndose.
En palabras de Nietzsche, se transforma en superhombre; en este caso, en supermujer. En Así habló Zaratustra el filósofo explica que, al contrario que el camello —que obedece ciegamente toda orden— o el león —que, con un zarpazo, las rechaza todas—, el niño juega y crea. Esta alegoría no remite a la primera época de nuestras vidas sino más bien a una forma de vivir: el modo de ser niño (superhombre) rechaza convertirse tanto en amo como en esclavo. Igual que hace, a lo largo de la historia, Bella.
En definitiva, la naturaleza y la cultura o lo animal, lo humano y lo tecnológico son ámbitos estrechamente relacionados. El concepto cíborg, propuesto por la filósofa Donna Haraway, elimina las etiquetas que separan y excluyen y aboga por aunar las diferentes dimensiones de la realidad que nos configuran y nos proporcionan un potencial tan maravilloso (por ejemplo, la imprenta) como peligroso (la bomba atómica).
Después de todo, somos animales humanos tecnológicos y hemos de asumir esa responsabilidad.
*Luis Ángel Campillos Morón es profesor de filosofía, Universidad de La Rioja, España.
*Este articulo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creatve commons. Haz clic aqui si quieres leer la versión original.
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