Vamos a hablar de relaciones.

Mientras que la monogamia afirma: “estaré contigo y sólo contigo por el resto de mi vida”, la no monogamia dice: “quiero que ser tu pareja no me impida compartirme  con otras personas”.

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Según las autoras, al romper con el acuerdo de fidelidad sexual, las relaciones no monógamas se enfrentan a una infinidad de preguntas —e incertidumbre— para las que nuestra concepción tradicional de las relaciones no tienen respuestas.

Evidentemente, las respuestas a estos cuestionamientos pueden ser muy variadas ¡y éstas apenas son las preguntas básicas!

Las relaciones no monógamas adquieren muchas formas y, aunque todas son distintas, es posible colocarle a la gran mayoría de ellas ciertas etiquetas que agrupen sus puntos en común. Y no es tarea fácil.

Franklin Veaux, autor del libro sobre poliamor More than Two, ha intentado durante varios años diseñar un mapa que comprenda los distintos tipos de relaciones no monógamas y el resultado, aunque amplio, puede ser muy difícil de leer.

Definitivamente, elaborar una categorización y mapeo de las distintas formas de relaciones no monógamas es una tarea compleja.

Tener la capacidad de nombrar las cosas nos hace sentir en control. El chiste es poder señalar algo y decir: se trata de esto.

Además, las definiciones son útiles. Las etiquetas que usamos para las relaciones pueden servir como brújula, incluso cuando existe ambigüedad. 

Este glosario no puede ser más que breve, incompleto y flexible, porque no se trata de categorías rígidas; las relaciones van cambiando cada día y, porque con cada cambio, nueva terminología nace. 

Relación abierta

Aunque el término aplicaría a cualquier relación no-monógama, usualmente se usa para nombrar una en específico: aquella en la que no existe la monogamia sexual, pero sí la afectiva.

O sea: puedes coger con otras personas, siempre y cuando no haya un vínculo emocional o sentimientos involucrados. 

Poliamor

“Poli” significa “muchos” y “amor”, vamos, ¿acaso significa algo? 🙁

Pero regresando al punto: puedes coger con otras personas y, además, puedes vincularte afectivamente con ellas. ¡Incluso puedes tener más de una pareja!

El poliamor puede ser “jerárquico”, es decir, que exista una pareja “primaria” con más privilegios que el resto.

Por ejemplo: vives con tu pareja primaria pero de vez en cuando sales, haces cosas y tienes sexo con tu pareja secundaria.

Y también puede ser “no jerárquico”, es decir, no existen parejas que, por sí mismas, tengan prioridad por sobre otras.

Swinging (intercambio de parejas)

Un estilo de vida, según sus practicantes.

Suelen ser relaciones monógamas que permiten encuentros sexuales con otras personas, sólo en espacios y momentos mutuamente acordados: las fiestas swingers.

Las parejas swingers suelen ser heterosexuales y hay amplia aceptación de la bisexualidad femenina —no así de la masculina—.

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Acostarse con alguien más fuera de las fiestas swingers es algo muy mal visto —precisamente porque es la fiesta lo que le otorga a la pareja la estructura necesaria para que acostarse con alguien más sea una experiencia placentera y no dolorosa—.

¿Te interesa el swing? Checa la crónica que hizo la escritora peruana Gabriela Wiener.

Cuckolding (cornear)

Si te excita la idea de ver a tu pareja con otra persona, este tipo de relación quizás sea para ti.

Sobre todo, las conforman hombres heterosexuales o bisexuales —cuckold o “cornudo”— que se excitan con la idea de que su novia u esposa —hotwife— se acueste con otros hombres —bull o “corneador”— , por lo que elaboran un acuerdo de no monogamia exclusivo para ella.

O sea: ella puede coger con otros hombres, pero él no puede coger con nadie más —y a veces ni con su pareja—.

“¡Así qué chiste! ¿Qué gano yo?”, podrías preguntarte. Bueno, quienes practican cuckolding suelen encontrar muchísimo placer sexual al “compartir” a sus novias o esposas.

El tercer hombre —que usualmente se busca que sea más grande, más fuerte y con un pene más largo que el del cornudo— suele integrarse en los encuentros sexuales como parte del juego de la pareja.

El novio o esposo disfrutará de ver, leer, escuchar —¡o hasta asistir!— el  encuentro sexual de su pareja con otro. Es notable mencionar que en estas relaciones, los celos, lejos de ser evitados, funcionan como un afrodisiaco. 

Polisoltería

Se establecen vínculos afectivos con varias personas, pero ninguna se consolida como pareja. También se puede usar para las personas que son poliamorosas pero no están actualmente en alguna relación.

O sea: “salgo con varias personas al mismo tiempo, pero ninguna es mi pareja”. 

Polifidelidad

Una relación de más de dos personas que, a su vez, funciona como un grupo cerrado donde no tienen interacción sexual con otras personas aparte de ellas.

O sea: “A, B, C y D están en una relación poliamorosa pero solamente entre ellxs”.

Sobre polisoltería y polifidelidad se puede consultar el libro Opening Up, de Tristan Taormino, quien definió estas relaciones a detalle.

Agamia

“La agamia es el nuevo modelo para nuestras relaciones consistente en el florecimiento de los vínculos sociales mediante la disolución sobre ellos de los lazos bloqueados por la monogamia heteronormativa”, explica el sitio español agamia.es.

La agamia busca generar relaciones sin las constricciones que ofrecen los modelos heteronormativos que las producen, evitando estereotipos, modelos y protocolos prediseñados y apostando por la construcción de relaciones que busquen “el abandono sustancial de la estructura de nuestras relaciones actuales”. 

Anarquía relacional

“El amor es abundante y cada relación, única”, “el heterosexismo está muy presente afuera, pero no dejes que el miedo te lleve”, “personaliza tus compromisos”; estos son algunos de los puntos clave del Manifiesto corto e instructivo para la Anarquía Relacional, publicado por Andie Nordgren en 2006.

En la anarquía relacional, el amor se considera un recurso infinito, ningún vínculo afectivo está por encima de otro y las relaciones amorosas —sexuales o no— no están sujetas a jerarquías ni a distinciones formales.

Incluso se plantea la posibilidad de abolir el concepto de “pareja” en tanto que la misma etiqueta le otorga privilegios a una relación por sobre otras —por ejemplo, el de otorgarle mayor prioridad a tu pareja que a tus amistades—, lo que limita las capacidades y posibilidades de amar.