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Creatividad, color y expresión: Odyssea Mapejo nos cuenta qué significa ser Drag Queen
Creatividad, color y expresión: Odyssea Mapejo nos cuenta qué significa ser Drag Queen
Conoce la historia de Odyssea Mapejo en el Drag y entérate un poco mas de esta forma de expresión artística. Foto: Instagram Ody Mapejo
5 minutos de lectura

Creatividad, color y expresión: Odyssea Mapejo nos cuenta qué significa ser Drag Queen

El drag es una forma de expresión y lucha que va muchísimo más allá de transformarse. Hablamos con Odyssea Mapejo que nos contó un poquito más de sus experiencias.
28 de junio, 2024
Por: Maria Paula Paredes Solarte

La creatividad, el color, la música y el performance se unen en el drag y cada artista tiene una historia para contar.

En el marco del mes del orgullo LGBT+, Odyssea Mapejo, conocida de cariño como Ody, nos cuenta cómo ha sido su recorrido en el drag, qué significado tiene y todo lo que implica serlo.

¿Qué es el drag?

Se trata de una forma de expresión artística y de performance en la que se utiliza maquillaje, vestuario, y actuaciones exageradas para interpretar un personaje de género diferente al propio.

El surgimiento de esta expresión se dio a través del teatro, donde los hombres interpretaban papeles femeninos debido a las restricciones de género en el escenario. Sin embargo, la cultura drag ha evolucionado y en la actualidad es muy usada por la comunidad LGBTIQ+ como una forma de desafiar las normas de género, celebrar la identidad, la autoexpresión y la diversidad.

Conoce más sobre esta herramienta de expresión y lucha que es el drag queen
Foto: Odissea Mapejo

Una casualidad que despertó talento y pasión

Aunque es ingeniera informática de profesión, para Ody, el drag es su verdadera pasión, y empezó por casualidad en este mundo. Aunque había estudiado teatro, no fue sino hasta interpretar a un personaje especifico que llamó su atención.

“Hay un musical que se llama Rent, en el que existe un personaje drag, y aunque inicialmente lo interpreté nada más para la obra, en el momento que lo hacía pensé ‘esto me está gustando, pues implica no solamente el vestirse, sino algo un poco más artístico'”, relata la artista de 23 años.

A partir de ese momento empezó a pensar en la creación de un personaje propio y para elegir su nombre, se basó en la mitología griega: el rey de Ítaca, y uno de los héroes más grandes, aventurero, ingenioso y valiente a este personaje clásico Ody le dio un giro y así surgió: Odyssea.

‘Toda drag es travesti, pero no todo travesti es drag’

A veces parece existir la confusión entre la diferencia entre hacer drag y travestirse, pero Ody, nacida en CDMX, nos explica:

“Existe una frase que dice: ‘Toda drag es travesti, pero no todo travesti es drag’. El travestismo implica desafiar las normas de género, a menudo vistiéndose con prendas del género opuesto al que uno se identifica. El drag siento que es como exagerarlo a la milésima potencia, es una transformación intensamente exagerada, con pelucas voluminosas, colores vibrantes, lentejuelas y plumas”, expresa.

Lo anterior lo convierte en una forma de arte que de cierto modo amplifica y celebra la expresión de género de una manera espectacular y creativa, desafiando convenciones y jugando con la identidad.

Una forma de expresión en la que caben todes

El drag es una forma de expresión para todas las personas, pues al final de cuentas se trata de eso: expresión y no va ligado a nuestra orientación sexual o identidad de género.

Lee también: Ya no te hagas bolas: qué es sexo, género, identidad de género y la orientación sexual

“Tal vez está encastillado a que solamente hombres homosexuales sean quienes hagan drag. Sin embargo, se ha ampliado tanto que cualquier persona puede hacer drag. Hay mujeres que hacen drag y lo hacen increíble, también hombres heterosexuales que pueden participar en este tipo de arte. Mientras les guste y sea algo con lo que se sientan cómodos y con lo que puedan expresarse libremente, está increíble”, afirma Ody.

Foto: Memo Díaz Martín

Más que maquillaje y pelucas

“Me tardo aproximadamente tres horas para estar full drag. Me he hecho como unas dos en maquillaje y ya la última hora es como ponerme las caderas, el busto, la peluca y todo esto”

Talento y disciplina son dos cosas que necesitan para hacer drag. Ody aprendió a maquillar a través de tutoriales en YouTube, pero fue la constancia la que le llevó a lograr destreza y habilidad en esto.

“Buscaba tutoriales y los intentaba recrear, obviamente al inicio no me quedaba para nada. Entonces justo se trata de estar practicando y adaptando, encontrar qué te gusta y descubrir qué no. También se trata de disfrutar de ese proceso que está muy padre”, revela.

La percepción del drag en el entrono social

“Creo que tal vez lo más complicado en un inicio puede ser la reacción de la familia, pues siento que son dos salidas del clóset diferentes: Primero soy LGBT+ y después soy drag”, señala.

Ody, al dedicarse a la ingeniería informática, se encuentra usualmente en un entorno que suele caracterizarse por ser muy heteronormativo.

“Al inicio lo quería mantenerlo un poco en secreto. Bueno, como diferenciar esas dos partes de mi vida, pero ya al momento de empezar a tener más llamadas en el antro tenía que estarme maquillando antes de salir del trabajo para poder llegar a tiempo al otro trabajo, entonces pues ya fue como ‘no, pues así es esto’ y al final las cosas resultaron bien”, explica Odyssea.

Foto: Instagram Odissea Mapejo

Ha habido apertura, pero aún falta cambiar cosas

Aunque cada vez hay más apertura con el tema, desde su experiencia, Ody cree que aún hay mucho estigma por cambiar.

“Siento que muchos aún tienen la percepción de que quien hace drag es solamente gente nocturna o incluso se le atribuye un índole sexual. Me gustaría que uno de los cambios que se siga haciendo es abrir espacios que contribuyan y cambien estas ideas”.

Más allá de antros y teatros, las drags están cada vez en más espacios, uno para resaltar son las llamadas ‘Drag Story Hour’,  en las que drags van caracterizadas de los personajes que los pequeños aman y les leen historias en torno a estos.

Foto: Instagram Odissea Mapejo

Experiencias como la de Odyssea muestran cómo el drag va más allá del maquillaje, siendo una poderosa forma de expresión que abre caminos de inclusión y entendimiento, y que al mismo tiempo resalta el talento y la autenticidad de cada persona.

Si quieres conocer un poco más de ella o te interesa ir ver uno de sus shows, síguela en Instagram como: @odymapejo.

Antes de que te vayas: ¡Que no pare la fiesta! Los mejores planes para el after de la marcha del Pride 2024

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Imagen BBC
¿Adicto a tu celular? Esto pasa si dejas de usarlo unos días
7 minutos de lectura

La BBC condujo un experimento con adolescentes de entre 13 y 18 años que pasaron 5 días sin sus teléfonos inteligentes. Así es cómo les fue a algunos de ellos.

18 de junio, 2024
Por: BBC News Mundo
0

La mayoría de padres y madres con hijos adolescentes comparten una preocupación: la cantidad de tiempo que estos pasan en sus teléfonos inteligentes.

No cabe duda de que los teléfonos son una herramienta fundamental de la vida moderna con la que los jóvenes se comunican, hacen consultas, coordinan sus quehaceres y en algunos países pagan todo tipo de cosas, desde el transporte hasta un refresco.

Pero el creciente número de horas que pasan con la mirada clavada en la pantalla del aparato, particularmente ojeando las redes sociales, pone en evidencia que la tecnología se ha convertido en una obsesión.

Parte de esa obsesión se manifiesta en el “miedo a perderse algo” o FOMO, como se conoce por sus siglas en inglés. Es la ansiedad de que algo interesante o emocionante está pasando en alguna parte de internet que no me puedo perder.

Según un estudio de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, el uso de las redes sociales y otras plataformas estimula la misma región del cerebro que se activa cuando se toma una sustancia adictiva.

Como parte de un proyecto de la BBC que analiza los hábitos de los jóvenes con sus teléfonos inteligentes, 10 estudiantes de la Escuela Técnica Universitaria Media City, en Salford, Inglaterra, acordaron cambiar sus celulares inteligentes por aparatos básicos Nokia, que solo sirven para hacer llamadas y mandar mensajes de texto.

Los cinco días de duración del programa de “desintoxicación tecnológica” sin duda afectarían casi todos los aspectos de sus vidas; esta generación se ha criado con teléfonos inteligentes y usa internet para todo. Se comunican principalmente por Snapchat o Facetime, usan Google Maps para desplazarse y constantemente escuchan música en streaming.

Kristian Johnson, periodista de investigación de la BBC, monitoreó a algunos de los participantes y esto fue lo que encontró:

Línea
BBC

Will pasa más de ocho horas al día mirando su teléfono inteligente. Cuando era más pequeño, amaba montar en bicicleta, pero ahora invierte la mayoría de su tiempo libre después de los estudios en ver videos de TikTok.

La semana pasada, Will acumuló 31 horas tan solo en aplicaciones de redes sociales y su mayor preocupación era cómo sobreviviría durante los cinco días de abstinencia tecnológica. “Ahora tendré que socializar con mis padres”, comentó.

Más sobre Will después.

Un joven metiendo su teléfono inteligente en una caja
Getty Images

“Impacto positivo”

Ruby sueña con ser actriz. Reconoce que pasa demasiado tiempo en su teléfono y frecuentemente ignora a sus padres mientras va deslizando en la pantalla videos de TikTok.

A mitad de camino del experimento, visité a su familia.

Cuando llegué, la joven de 15 años estaba terminando de maquillarse antes de salir a sus clases.

Su padre se cerciora de que tenga su uniforme del trabajo en la mochila y luego su madre la conduce hasta la parada del tranvía.

Ruby reconoce que dejar de usar su teléfono inteligente “ha abierto más la conversación” con sus padres; su madre, Emma, coincide en que la desintoxicación está teniendo un impacto positivo en el comportamiento de su hija.

“Ruby es muy adicta a su teléfono, así que le da la oportunidad de ver cómo eran las cosas cuando yo era adolescente”, dice Emma.

“Está hablando más y se va a la cama más temprano. Es un buen cambio”.

A medida que nos acercamos a la estación, podemos ver que el tranvía ya se está alejando.

Por costumbre, Ruby consultaría una app en su teléfono para saber cuándo llegaría el siguiente tranvía. Leer los horarios en los tableros de la parada no es algo que haga esta generación.

“Sin un teléfono, no tengo manera de saberlo”, dice.

Ruby mirando su teléfono básico
BBC / Kristian Johnson
Ruby se pone “nerviosa” si tiene que llamar para confirmar su horario de trabajo. Ahora ya no tiene acceso a la app de la cual dependía.

Mientras esperamos al siguiente tranvía, Ruby me cuenta sobre su trabajo a tiempo parcial en un centro de juegos con proyectiles de gomaespuma. Trabaja un par de días a la semana, pero no está segura de si tiene turno más tarde ese día, ni qué tan larga será la jornada.

Su administrador le dio su número telefónico en caso de que necesitara confirmar su horario, pero se siente “un poco nerviosa” por tener que llamar.

“La app te muestra el turno que te toca, pero ya no sé eso”, explica Ruby. “Nunca llamo al trabajo, nunca”.

Paga el pasaje en el tranvía con una tarjeta que raramente usaba ya que ahora no puede hacerlo más con su monedero digital, y emprendemos el viaje de una hora.

Angustia de FOMO

Para algunos adolescentes ha sido realmente difícil despojarse de sus teléfonos inteligentes.

Después de apenas 27 horas, Charlie, de 14 años, abandonó el experimento y pidió que le devolvieran su dispositivo.

“Sabía que mi teléfono estaba en el mismo edificio”, señala, pero no saber si alguien estaba tratando de comunicarse con él y no poder estar conectado fue “realmente estresante”.

Otra cosa que parece haber angustiado a todos los participantes en el experimento es el estatus de su Snapstreak, que contabiliza los días en los que han intercambiado mensajes con alguien en Snapchat.

Algunos participantes dicen estar muy preocupados por perder la cadena, que algunas veces puede extenderse a más de 1.000 días consecutivos. Así que les han pedido a sus amigos que entren en sus cuentas para mantener sus Snapstreaks durante el período de desintoxicación.

Al igual que Charlie, otros estudiantes que participan en el experimento reconocen sufrir de FOMO, pero la mayoría expresan sorpresa ante lo liberadora que encuentran la experiencia.

Unos están durmiendo mejor, aseguran, mientras otros sienten que han sido más productivos sin sus teléfonos.

“Siento como si estuviera aprendiendo cosas e involucrándome más, no siento que me esté perdiendo de algo”, dice Grace, de 15 años.

Grace con su teléfono básico adornado con joyas de plástico
BBC / Kristian Johnson
Grace con su teléfono básico adornado con joyas de plástico.

Inmediatamente después de las clases, en el primer día del experimento, ella y sus amigas fueron a comprar joyas de plástico para “adornar” su teléfono básico que tiene forma de ladrillo.

Cuando me lo muestra durante nuestra conversación, Grace dice que salir de compras fue una buena distracción para no pensar en su teléfono inteligente.

“Fue realmente tranquilo”, relata. “Realmente lo disfruté porque activó mi torrente creativo otra vez”.

“Tan pronto regresaba a casa, me ponía a dibujar cosas y a pintar. Me ayudó a empezar a hacer las cosas que me gustan otra vez”.

Encuesta

En febrero, el gobierno británico publicó nuevas directrices para intentar impedir a los alumnos usar los teléfonos durante la jornada escolar.

Pero un grupo multipartidista de parlamentarios fueron más allá y propusieron en mayo que un veto total -no solo en la escuela- a los teléfonos inteligentes para todos los menores de 16 años.

En una encuesta entre 2.000 jóvenes de entre 13 y 18 años realizada por la emisora BBC Radio 5 y la página BBC Bitesize, se les preguntó a los participantes sobre varios aspectos de sus vidas, incluyendo su salud mental y sus hábitos con los teléfonos inteligentes.

El sondeo lo realizó la empresa encuestadora Survation y esto fue lo que encontró:

  • El 23% está de acuerdo que se deben prohibir los teléfonos inteligentes a los menores de 16 años
  • El 35% cree que las redes sociales deben ser prohibidas a los menores de 16 años
  • El 50% dice que no tener sus teléfonos inteligentes los hace sentir ansiosos. El año pasado la cifra fue un poco más alta (56%).
Will sonriendo
BBC / Kristian Johnson
El estar distanciado de su teléfono inteligente revivió la pasión de Will por el ciclismo, aunque todavía no está dispuesto a abandonar el dispositivo.

Simplemente participar en esta desintoxicación digital ha diferenciado a estos adolescentes de sus contemporáneos. En el sondeo de la BBC, el 74% de los jóvenes encuestados dijeron que no considerarían intercambiar sus teléfonos inteligentes por un dispositivo básico.

Después de cinco largos días, llegó el momento de reunir a los estudiantes con sus teléfonos inteligentes.

Los niveles de emoción se elevan a medida que uno de los maestros camina hacia la caja fuerte para sacarlos. Varios estudiantes gritan de emoción.

Tan pronto como encienden los aparatos, los adolescentes están pegados a sus pantallas, deslizando mensajes y actualizándose en los chats grupales.

Pero la mayoría afirma que tras haber participado en la desintoxicación, les gustaría encontrar maneras de limitar el tiempo que pasan con sus teléfonos.

“Me ha hecho darme cuenta de cuánto tiempo pierdo en las redes sociales y me percato de que debo reducirlo y salir más”, reconoce Will. “Intentaré usar menos de TikTok, eso sí”.

Él acepta que es difícil y dice que en particular extrañó escuchar música. Sin embargo, el tiempo que ha pasado lejos de su teléfono le ha permitido reconectar con su pasión por el ciclismo, algo que está decidió a continuar, en lugar de pasar horas sin fin en la pantalla”.

“Ocho horas al día es una locura”, reflexiona.

Línea
BBC

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