Home
>
Animal MX
>
Estilo de vida
>
Qué hacer en Chapultepec GRATIS (lugares y actividades)
Qué hacer en Chapultepec GRATIS (lugares y actividades)
Centro de Cultura Ambiental en la Segunda Sección. Foto: Facebook Bosque de Chapultepec
4 minutos de lectura

Qué hacer en Chapultepec GRATIS (lugares y actividades)

¿Buscas un plan en la CDMX? Uno de los mejores lugares para visitar es el Bosque de Chapultepec con sus museos, zonas verdes y más. Así que ahí te va qué hacer en Chapultepec gratis.
16 de enero, 2024
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

El Bosque de Chapultepec es el espacio perfecto para toda clase de actividades: al aire libre, culturales, deportivas. ¿Y lo mejor de todo? ¡Muchas no te costarán! Te contamos qué hacer en Chapultepec gratis.

Y es que no importa si es fin de quincena, te cayeron un chorro de gastos o solo buscas algo amigable con tu cartera. Este espacio tiene un montón de opciones para todos los gustos.

Qué hacer gratis en el Bosque de Chapultepec

Ve armando la lista de lugares y actividades gratuitas para que las tengas a la mano en tu próxima visita o armes el plan con la familia, amixes o pareja.

Anfibium, Museo del Ajolote

Este espacio recién abrió en 2023 y si todavía no lo conoces, esta es la excusa perfecta.

Anfibium: Museo del Ajolote y Centro de Conservación de Anfibios busca acercar a las personas a estos increíbles animales para fomentar su conservación.

Se ubica dentro del Zoológico de Chapultepec y cuenta con salas de exposición, talleres, murador, humedal artificial y más.

Aprovecha y date la vuelta por todo el Zoológico, que es gratuito.

Dónde: Calz. Chivatito s/n, ( entrada por Zoológico de Chapultepec)
Bosque de Chapultepec 1a. Sección
Cuándo: martes a domingo de 10:30 a 15:00

Te interesa: ¡Solo pones las palomitas! Lugares para ver cine gratis en CDMX

Jardín Botánico

¿Quieres huir del ruido y ajetreo de la ciudad? Pues entre los lugares gratis en Chapultepec te recomendamos darte la vuelta por su Jardín Botánico.

Este espacio refleja la biodiversidad de México y se conforma por 18 jardines temáticos, cuatro humedales y un invernadero.

Mensualmente hacen recorridos generales y temáticos por el jardín, al igual que distintos talleres. También aquí se hace el Picnic Nocturno en Chapultepec, así que revisa la cartelera desde la página de la Sedema.

Dónde: Paseo de la Reforma 126, Bosque de Chapultepec I Sección. Su acceso principal es por Paseo de la Reforma.
Cuándo: de martes a domingo en un horario de 10:00 a 17:00.

jardín botánico de chapultepec

Complejo Cultural Los Pinos

Cuando no sepas qué hacer en Chapultepec gratis, nada como lanzarte a este espacio donde encontrarás de todo.

Artesanías y gastronomía tradicional de todo el país, ciclos de cine, talleres infantiles, recitales de música, muestras de baile, recorridos por un museo y hasta espacios para hacer el picnic.

Mantente pendiente de su cartelera en redes sociales o en su página oficial.

Dónde: Calz. del Rey S/N, Bosque de Chapultepec I Secc, Miguel Hidalgo.
Cuándo: martes a domingo de 11:00 a 18:00.

complejo cultural los pinos
Foto: Facebook Complejo cultural Los Pinos

Lee: Museos que abren los lunes en CDMX para iniciar bien la semana

Audiorama de Chapultepec

Entre lo que puedes hacer en Chapultepec gratis también resalta este espacio que te permitirá huir del estrés y la rutina. Puedes ir tal cual a pensar cosas, a leer algo o solo a admirar el bosque.

Tal cual es un ligar con cómodas bancas rodeadas de un hermoso paisaje natural donde hay música ambiental de fondo.

Si lo requieres, ahí mismo puedes solicitar el préstamo de un libro de forma gratuita para que leas mientras estás ahí.

Dónde: Primera Sección. Av. Calzada del Rey, Acceso «Las Flores» a un costado de la Tribuna Monumental.
Cuándo: martes a domingo de 10:00 a 16:00.

Centro de Cultura Ambiental

En el Bosque de Chapultepec también se puede visitar uno de los tres Centros de Cultura Ambiental en la CDMX.

Este lugar cuenta con un foro y espacio para exposiciones, así como con jardines temáticos que representan los distintos paisajes del Valle de México.

Dónde: avenida de los Compositores, Bosque de Chapultepec II Secc, a un lado del Lago Menor.
Cuándo: martes a domingo de 10:00 a 17:00.

Antes de irte: Museos raros en la CDMX que debes visitar (de azúcar, zapatos y más)

Lago Algo

Este es un espacio relativamente nuevo en Chapultepec donde encontrarás un punto de encuentro entre arte y gastronomía.

Y es que por un lado es un restaurante a orillas del Lago Mayor en la Segunda Sección. Sin embargo, también es un centro cultural que alberga exposiciones temporales.

La entrada a las exposiciones es gratuita. También tienen talleres a lo largo del mes. Te recomendamos estar pendiente de sus redes sociales para descubrir todas las actividades.

Acá un video de una expo pasada:

Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
El moho negro de Chernóbil que parece “alimentarse de radiación”
10 minutos de lectura

Una especie de moho estaría desafiando lo que los científicos entienden sobre los efectos de la radiación en la vida

02 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

El moho hallado en el lugar del desastre nuclear de Chernóbil parece alimentarse de la radiación. ¿Podríamos usarlo para proteger a los viajeros espaciales de los rayos cósmicos?

En mayo de 1997, Nelli Zhdanova entró en uno de los lugares más radiactivos de la Tierra -las ruinas abandonadas de la central nuclear de Chernóbil- y descubrió que no estaba sola.

En el techo, las paredes y el interior de los conductos metálicos que protegen los cables eléctricos, el moho negro se había instalado en un lugar que antes se consideraba perjudicial para la vida.

En los campos y el bosque que rodea la central nuclear, los lobos y los jabalíes habían resurgido ante la ausencia de humanos.

Pero incluso hoy en día existen zonas específicas donde se pueden encontrar niveles alarmantes de radiación debido al material expulsado del reactor al explotar.

Se ven grafitis en el abandonado Palacio de Cultura Enerhetyk, en la plaza central, el 12 de abril de 2025 en Prypiat, Óblast de Kiev, Ucrania.
Getty Images
Ciudades enteras tuvieron que ser abandonadas luego del desastre de Chernobyl.

El moho, formado por diversos hongos, parecía estar haciendo algo extraordinario. No se había instalado simplemente porque los trabajadores de la planta se hubieran marchado.

En realidad, Zhdanova había descubierto en estudios previos del suelo alrededor de Chernóbil que los hongos estaban creciendo hacia las partículas radiactivas que cubrían la zona.

Ahora, descubrió que habían llegado a la fuente original de radiación: las habitaciones dentro del edificio del reactor que explotó.

Con cada estudio que la acercaba a la radiación dañina, el trabajo de Zhdanova también ha revolucionado nuestras ideas sobre cómo la radiación impacta la vida en la Tierra.

Ahora, su descubrimiento ofrece la esperanza de limpiar sitios radiactivos e incluso proporciona maneras de proteger a los astronautas de la radiación dañina durante sus viajes espaciales.

El accidente que marcó una época

Once años antes de la visita de Zhdanova, una prueba de seguridad rutinaria del reactor cuatro de la central nuclear de Chernóbil se había convertido rápidamente en el peor accidente nuclear del mundo.

Una serie de errores, tanto en el diseño del reactor como en su funcionamiento, provocaron una enorme explosión en la madrugada del 26 de abril de 1986. El resultado fue una única y masiva liberación de radionucleidos.

El yodo radiactivo fue una de las principales causas de muerte en los primeros días y semanas, y, posteriormente, del aumento de casos de cáncer.

En un intento por reducir el riesgo de intoxicación por radiación y las complicaciones de salud a largo plazo, se estableció una zona de exclusión de 30 km, también conocida como la “zona de aislamiento”, para mantener a las personas alejadas de los restos radiactivos más peligrosos del reactor cuatro.

Pero mientras se mantenía a los humanos alejados, el moho negro de Zhdanova había colonizado lentamente la zona.

Una rana negra al lado de una rana verde sobre un fondo blanco
Germán Orizaola/Pablo Burraco
La radiación ionizante puede haber provocado que las ranas arbóreas dentro de la zona de exclusión de Chernóbil tuvieran la piel más oscura (izquierda) que las que estaban fuera de ella (derecha).

Como plantas que buscan la luz solar, la investigación de Zhdanova indicó que las hifas fúngicas del moho negro parecían atraídas por la radiación ionizante.

Pero el “radiotropismo”, como lo denominó Zhdanova, era una paradoja: la radiación ionizante suele ser mucho más potente que la luz solar, una descarga de partículas radiactivas que destroza el ADN y las proteínas como las balas perforan la carne.

El daño que causa puede desencadenar mutaciones dañinas, destruir células y matar organismos.

Además de los hongos aparentemente radiotrópicos, los estudios de Zhdanova encontraron otras 36 especies de hongos comunes, pero lejanamente relacionados, que crecían alrededor de Chernóbil.

Durante las dos décadas siguientes, el trabajo pionero sobre los hongos radiotrópicos que identificó llegaría mucho más allá de Ucrania. Contribuiría al conocimiento de una posible nueva base para la vida en la Tierra, una que prospera gracias a la radiación en lugar de la luz solar.

Y llevaría a los científicos de la NASA a considerar rodear a sus astronautas con paredes de hongos como una forma duradera de soporte vital.

Melanina

En el centro de esta historia se encuentra un pigmento ampliamente presente en la vida terrestre: la melanina. Esta molécula, que puede variar del negro al marrón rojizo, es la que determina los diferentes colores de piel y cabello en las personas.

Pero también es la razón por la que las diversas especies de moho que crecían en Chernóbil eran negras. Sus paredes celulares estaban repletas de melanina.

Así como la piel más oscura protege nuestras células de la radiación ultravioleta (UV), Zhdanova sospechaba que la melanina de estos hongos actuaba como escudo contra la radiación ionizante.

Una mujer con vitiligo, una enfermedad que afecta la melanina de la piel.
Getty Images
Se cree que la melanina, el pigmento que le da color a las pieles más oscuras, es el factor clave en el desarrollo del moho de Chernóbil.

No solo estaban los hongos aprovechando las propiedades protectoras de la melanina.

En los estanques alrededor de Chernóbil, las ranas con mayores concentraciones de melanina en sus células y, por lo tanto, de color más oscuro, lograron sobrevivir y reproducirse mejor, ennegreciendo paulatinamente a la población local que vivía allí.

En la guerra, un escudo podría proteger a un soldado de una flecha al desviarla de su cuerpo. Pero la melanina no funciona así. No es una superficie dura ni lisa. La radiación, ya sea UV o partículas radiactivas, es absorbida por su estructura desordenada, y su energía se disipa en lugar de ser desviada.

La melanina también es un antioxidante, una molécula que puede transformar los iones reactivos que la radiación produce en la materia biológica y devolverlos a un estado estable.

La radiación como alimento

En 2007, Ekaterina Dadachova, científica nuclear del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York, contribuyó al trabajo de Zhdanova sobre los hongos de Chernóbil, revelando que su crecimiento no era solo direccional (radiotrópico), sino que, de hecho, aumentaba en presencia de radiación.

Descubrió que los hongos melanizados, al igual que los del reactor de Chernóbil, crecían un 10% más rápido en presencia de cesio radiactivo en comparación con los mismos hongos cultivados sin radiación.

Dadachova y su equipo también descubrieron que los hongos melanizados irradiados parecían utilizar la energía para impulsar su metabolismo. En otras palabras, la utilizaban para crecer.

Cuatro discos Petri con diferentes muestras del moho que crece en Chernóbil
Elsevier/ Zhdanova et al. 2000
Cultivos hallados en la cuarta unidad de Chernóbil, incluyendo Cladosporium sphaerospermum. La placa superior derecha muestra claramente la melanización.

Zhdanova había sugerido que estos hongos podrían aprovechar la energía de la radiación, y ahora la investigación de Dadachova parecía basarse en esta idea.

Estos hongos no solo crecían hacia la radiación para obtener calor o alguna reacción desconocida entre la radiación y su entorno, como había sugerido Zhdanova.

Dadachova creía que los hongos se alimentaban activamente de la energía de la radiación. Llamó a este proceso “radiosíntesis”. Y la melanina era fundamental en la teoría.

“La energía de la radiación ionizante es aproximadamente un millón de veces mayor que la energía de la luz blanca, que se utiliza en la fotosíntesis”, afirma Dadachova. “Por lo tanto, se necesita un transductor de energía bastante potente, y esto es lo que creemos que la melanina es capaz de hacer: transducir [la radiación ionizante] a niveles utilizables de energía”.

La radiosíntesis sigue siendo solo una teoría, ya que solo se puede demostrar si se descubre el mecanismo preciso entre la melanina y el metabolismo.

Los científicos necesitarían encontrar el receptor exacto -o un rincón específico en la intrincada estructura de la melanina- que participa en la conversión de la radiación en energía para el crecimiento.

Radiación cósmica

En años más recientes, Dadachova y sus colegas han comenzado a identificar algunas de las vías y proteínas que podrían explicar el aumento del crecimiento de los hongos con la radiación ionizante.

No todos los hongos melanizados muestran una tendencia al radiotropismo y al crecimiento positivo en presencia de radiación. Un estudio de 2006 realizado por Zhdanova y sus colegas, por ejemplo, descubrió que solo nueve de las 47 especies de hongos melanizados que recolectaron en Chernóbil crecieron hacia una fuente de cesio radiactivo (cesio-137).

Vista cercana de moho.
Getty Images
No todos los hongos melanizados parecían absorber radiación.

De manera parecida, en 2022, científicos de los Laboratorios Nacionales Sandia en Nuevo México no encontraron diferencias en el crecimiento cuando dos especies de hongos (una melanizada y otra no) fueron expuestas a radiación UV y cesio-137.

Pero ese mismo año, se volvió a detectar la misma tendencia de crecimiento fúngico al ser expuestos a la radiación en el espacio.

A diferencia de la desintegración radiactiva detectada en Chernóbil, la llamada radiación cósmica galáctica es una tormenta invisible de protones cargados, cada uno de los cuales viaja a una velocidad cercana a la de la luz a través del universo.

Originada en estrellas en explosión fuera de nuestro sistema solar, incluso logra atravesar el plomo sin mayor problema.

En la Tierra, nuestra atmósfera nos protege en gran medida de ella, pero para los astronautas que viajan al espacio profundo se ha descrito como “el mayor peligro” para su salud.

Pero ni siquiera la radiación cósmica galáctica supuso un problema para las muestras de Cladosporium sphaerospermum, la misma cepa que Zhdanova encontró creciendo en Chernóbil, según un estudio que envió estos hongos a la Estación Espacial Internacional en diciembre de 2018.

“Lo que demostramos es que crece mejor en el espacio”, afirma Nils Averesch, bioquímico de la Universidad de Florida y coautor del estudio.

Un disco de Petri con una muestra una muestra del moho de Chernóbil
Nils Averesch/ Aaron Berliner
El aislado de Cladosporium sphaerospermum de Chernóbil, cultivado en una placa de agar de papa y dextrosa, muestra una melanización muy alta.

En comparación con las muestras de control en la Tierra, los investigadores descubrieron que los hongos expuestos a la radiación cósmica galáctica durante 26 días crecieron un promedio de 1,21 veces más rápido.

Aun así, Averesch todavía no está convencido de que esto se deba a que C. sphaerospermum estaría aprovechando la radiación en el espacio. El aumento en los niveles de crecimiento también podría deberse a la gravedad cero, otro factor que los hongos en la Tierra no experimentaron.

Averesch está realizando experimentos con una máquina de posicionamiento aleatorio que simula la gravedad cero aquí en la Tierra para analizar estas dos posibilidades.

Pero Averesch y sus colegas también probaron el potencial protector de la melanina en C. sphaerospermum colocando un sensor debajo de una muestra de hongos a bordo de la Estación Espacial Internacional.

En comparación con las muestras sin hongos, la cantidad de radiación bloqueada aumentó a medida que los hongos crecían, e incluso una mancha de moho en un disco de Petri parecía ser un escudo eficaz.

“Considerando la capa comparativamente delgada de biomasa, esto podría indicar una gran capacidad de C. sphaerospermum para absorber la radiación espacial en el espectro medido”, escribieron los investigadores.

Averesch dice que aún es posible que los aparentes beneficios radioprotectores de los hongos se deban a componentes de la vida biológica distintos al de la melanina.

El agua, por ejemplo, una molécula con un alto número de protones en su estructura (ocho en el oxígeno y uno en cada hidrógeno), es una de las mejores maneras de protegerse contra los protones que se desplazan por el espacio, un equivalente astrobiológico a combatir el fuego con fuego.

Incluso así, los hallazgos han abierto perspectivas intrigantes para resolver el problema de la vida en el espacio. Tanto China como Estados Unidos planean tener una base en la Luna en las próximas décadas, mientras que SpaceX, con sede en Texas, aspira a que su primera misión a Marte despegue a finales de 2026 y a que los humanos aterricen allí entre tres y cinco años después.

Las personas que vivan en estas bases deberán estar protegidas de la radiación cósmica. Sin embargo, usar agua o plástico de polietileno como caparazón radioprotector para estas bases podría resultar demasiado pesado para el despegue.

El metal y el vidrio presentan un problema similar. Lynn J. Rothschild, astrobióloga del Centro de Investigación Ames de la NASA, ha comparado el transporte de estos materiales al espacio para construir bases espaciales con una tortuga que lleva su caparazón a todas partes.

“Es un plan fiable, pero con un alto coste energético”, declaró en un comunicado de la NASA de 2020.

Su investigación ha dado lugar a muebles y paredes a base de hongos que podrían cultivarse en la Luna o Marte.

Esta “micoarquitectura” no sólo reduciría el coste del despegue, sino que, si los hallazgos de Dadachova y Averesch resultan correctos, también podría utilizarse para formar un escudo de radiación, una barrera autorregenerativa entre los humanos que viajan al espacio y la tormenta de radiación cósmica galáctica del exterior.

Así como esos mohos negros colonizaron un mundo abandonado en Chernóbil, tal vez algún día podrían proteger nuestros primeros pasos en nuevos mundos en otras partes del Sistema Solar.

*Esta es una adaptación al español de una historia publicada originalmente en inglés por BBC Future. Si quieres leerla en su idioma original, haz clic aquí.

BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro canal de WhatsApp.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...