
Aunque podría parecer que caminas en otro planeta, la realidad es que estas dunas de tierra roja las encuentras en Hidalgo, en el poco conocido municipio de Pacula.
El nombre de este sitio significa “lugar donde se dan muchas vueltas” y no está nada errado, pues el paisaje se llena de montañas al ser parte de la Sierra Gorda.
A pesar de no ser un pueblo mágico, debes de darte una vuelta para conocer un escenario salido de otro planeta que se encuentra específicamente en la localidad San Francisco Pacula.
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Las dunas rojas de Pacula se encuentran a unas tres horas y media de Pachuca y a unas cinco horas de la Ciudad de México.
Pero toma en cuenta que al no ser un lugar tan turístico, no hay tantas señalizaciones que indiquen cómo llegar. Así que puedes poner “Dunas rojas de Pacula” o “Zona Turística Tierras Rojas” en Google Maps.
Si sales de la CDMX la ruta más “directa” e llevara hacia la carretera 85, o sea b. Sin embargo, llegarás a esa ciudad y tendrás que seguir manejando por un bien rato para llegar a San Francisco Pacula.
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Cuando llegues, te recomendamos tal cual preguntarle a los habitantes por el camino hacia las Dunas Rojas, pues no hay un camino fijo y la falta de servicio de telefonía y/o internet podrían traicionarte.
De hecho, te recomendamos que si no quieres que sea un viaje más provechoso, también visites el pueblo mágico Zimapán, que queda de paso y está como a hora y media de distancia.
En medio de un paisaje donde abundan árboles como cedros y pinos hay un espacio que parece salido de Marte. Se trata de un área donde la tierra es casi roja, aunque a veces se ve de un tono más naranja o hasta de color vino.
Y si eso fuera poco, el paisaje se torna todavía más de ciencia ficción con sus formaciones rocosas y cuando la neblina llega a bajar.
Esta maravilla natural de tonalidades terracota se debe a su composición mineral, pues tiene una gran cantidad de óxido de hierro y leterita.
Hay que mencionar que esta arena roja NO es tóxica, pero sí te advertimos que en cuanto la toques quedarás con la piel manchada. Así que la gran recomendación es llevar ropa y calzado que estés dispuesta a ensuciar y no es nada que una buena lavada quite fácilmente.
A pesar de que en todo el año abunda el mismo tipo de tierra, hay que considerar que su color depende de varios elementos. En época de lluvias, podría tener un tono más café debido a la humedad.
Las dunas rojas de San Francisco Pacula, Hidalgo. pic.twitter.com/OrzmpOkSXf
— Nico Ruiz (@Pez_out) December 10, 2021
Así que si quieres fotografías espectaculares, la temporada ideal es la de invierno, cuando la tierra está seca y conserva ese asombroso color. Igualmente puedes encontrarlos en primavera y verano, pero considera que tendrás que ir preparada para el calor.
Como mencionamos, se trata de un lugar que todavía no se ha aprovechado tanto para el turismo. Sin embargo, podrás disfrutar de algunas actividades como senderismo, o ciclismo de montaña para los más experimentados.
No hay un cobro o tarifa de acceso, aunque en ocasiones el poblado puede llegar a cobrar hasta 50 pesos.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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