¿Cuál es el mejor taco? ¿El que lleva piña, limón, cilantro y cebollita? ¿El que lleva salsa verde o el que lleva salsa roja? ¿El que sólo es la tortilla, la carne y, quizás, queso derretido encima? ¿El de chorizo o el de carne asada? ¡¿O ES ACASO EL CAMPECHANO?!
No hay un acuerdo universal y la respuesta dependerá mucho de los gustos de cada persona, del momento particular en que se encuentre (si anda con dolor de estómago probablemente no disfrute nada la salsa), de las experiencias previas con ese taco y hasta del lugar donde lo consuma (el taco árabe poblano lo es todo).
Un taco de pastor con salsa roja y piña es una experiencia completamente distinta a un taco de barbacoa con limón y sal, o uno de chorizo vegano con frijolitos y guacamole. No es que uno sea mejor que el otro, sino que todos te ofrecen una experiencia distinta, con su diversidad de texturas, sabores, picores y especias.
El sexo es como comerse un taco (¡ya cómete el maldito taco!).
Cada persona con la que te compartas te puede dar una experiencia distinta que estará sujeta a muchas condiciones: la relación que lleven, el día, el lugar, la pericia, el humor, etc.
El sexo con una pareja de varios años te puede dar una experiencia de intimidad, cercanía y conexión profunda.
En momentos de enamoramiento esto se puede traducir en sexo íntimo y cercano, lleno de suspiros, declaraciones de amor y promesas que aspiren a la eternidad.
En momentos de poco enamoramiento, el sexo en pareja puede convertirse en parte de la cotidianidad: algo así como el taquito seguro de arroz con frijoles, que no emociona pero satisface y forma parte de las dinámicas, olores, texturas y sensaciones que construyen aquello que nombramos como “hogar”.
También existe un lado B, claro: la intimidad no siempre es la mejor amiga de la pasión y no es raro que las parejas que llevan mucho tiempo juntas sacrifiquen exaltación por comodidad.
Esto no es malo, sino propio de la experiencia y tendría que entenderse de tal manera: las parejas que llevan años sin sentir pasión y quieren hacer algo por recuperarla podrían dar un primer paso entendiendo que, bueno, después de 10 años de tener sexo con la misma persona es tan solo natural que el cuerpo reaccione como reaccionaría a cualquier cosa que lleva haciéndose una década.
El sexo casual, en cambio, ofrece una experiencia completamente distinta. La falta de compromiso romántico puede dar pie a ligereza, improvisación y pasión desbordada.
Aunque solemos pensar a la pareja como el mejor espacio de exploración, lo cierto es que, para algunas personas, es el sexo casual el sitio propicio para la exploración: la exposición a personas nuevas implica también conocer y saborear nuevos olores, sensaciones, kinks, ritmos, acuerdos.
Además, las condiciones a través de las cuales sucede el sexo casual influyen mucho: ¿es sexo con una amistad, un ligue en una fiesta, una cita de Tinder, un encuentro en un club swinger / cuarto oscuro / cuarto violeta? El sexo casual suele ser un experimento lleno de variables extrañas y ahí reside gran parte de su atractivo.
Sin embargo, también existe un lado B: las mismas circunstancias que facilitan que sea una experiencia adrenalínica también la vuelven una experiencia más riesgosa e impredecible (digamos, el sexo casual es el taco con salsa habanera), lo cual podría facilitar experiencias desagradables.
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Claro, podemos tomar medidas para reducir riesgos a la salud física y mental (o para simplemente, evitar tener una experiencia chafa), pero las variables extrañas siempre estarán ahí.
¿Qué sexo es mejor, entonces? ¿Cuál es mejor? Como con los tacos, la respuesta es imposible.
De entrada porque las definiciones respecto a lo que hacen mejor a algo no pueden ser universales en algo tan subjetivo como lo es el gusto.
Segundo porque, hoy por hoy, en este contexto que le tiene tanto miedo al sexo y al placer, me parece que no hay condiciones de igualdad para comparar una con otra, en medida de que lo “casual” se sigue asociando a la culpa, la “promiscuidad” o la falta de compromiso.
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Tercero porque, ¿cómo definimos al sexo casual? ¿Tener sexo con una amistad cercana con la que llevas cogiendo por años sin una relación romántica es “casual”? ¿Tener sexo con una pareja estable y de largo aliento pero cambiar radicalmente el contexto (digamos, en una experiencia swinger, un hotel, un juego de rol, etc) no es también una forma de inyectar adrenalina a la experiencia?
Y cuarto porque, finalmente, yo estoy escribiendo desde mi experiencia con el sexo casual y en pareja, pero podría ser distinto para otras personas.
El punto es: todas las formas del sexo te van a ofrecer una experiencia distinta que podrías o no desear y que podrías o no disfrutar.
Al día de hoy pienso que jamás probaría un taco de buche o de cabeza porque me da asco la textura de esa carne (podría cambiar de opinión, pero vaya, hoy es lo que siento), pero entiendo que hay gente que los ama, del mismo modo en que alguien podría decir que el sexo casual no le va bien y solo disfruta el sexo si es con gente que ama, o viceversa.
Lo que importa, como en todo, es que haya consentimiento, placer, deseo y responsabilidad. Y tacos. Muchos tacos.
¡Hola! Si llegaste hasta aquí y te gusta mi contenido, tengo una noticia muy emocionante: junto a Paola Aguilar y en alianza con Esto No es Radio, acabamos de estrenar “Coger Rico & Amar Bonito”, un podcast donde repensamos las formas en que cogemos, amamos y nos relacionamos. Puedes encontrarlo en Spotify o en cualquier lugar donde escuches tus podcasts. ¡Ojalá te guste! 🙂
El galardón por interpretar a Elizabeth Sparkle en la brutal sátira sobre el culto a la belleza y la juventud colocan a Moore como una de las favoritas en la carrera hacia los Oscar.
“Estoy en shock. Llevo mucho tiempo haciendo esto, más de 45 años, y esta es la primera vez que gano algo como actriz”.
Con esa frase recibió Demi Moore este domingo el galardón de mejor intérprete femenina de una película musical o de comedia en la 82.ª edición de los Globos de Oro.
Se alzó con él por haberse puesto en la piel de Elizabeth Sparkle, una estrella televisiva en declive, en The Substance, una brutal sátira sobre el culto a la juventud y la belleza con tintes gore.
Ante el que será su último programa de fitness y por el miedo a caer en el olvido, Sparkle se decide a probar un misterioso elixir de juventud que se promociona con un eslogan que suena muy familiar: “Conseguirás la mejor versión de ti misma”.
Es una película sobre “la violencia que nosotras —las mujeres— nos infringimos a nosotras mismas”, la describió la actriz de 61 años, en uno de los discursos más potentes de la noche.
Haberla protagonizado ha supuesto para Moore, quien fuera la intérprete mejor pagada de los noventa pero que ya apenas trabajaba, prácticamente un renacer en la industria.
Su talento como actriz emerge con fuerza en la película, en la que se muestra totalmente vulnerable y desnuda.
Y su triunfo en los galardones que entrega la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood le allana el camino hacia las nominaciones para los Oscar, que se conocerán el 17 de enero.
“Hace 30 años un productor me dijo que era una actriz de palomitas de maíz, lo que en aquel momento no me hacía merecedora de este premio”, arrancó diciendo Moore.
“Significaba que podía hacer películas exitosas y que recaudaran mucho dinero, pero que no podía ser reconocida (por mi talento). Y yo lo creí”, prosiguió en su discurso.
“Eso me corroyó con el tiempo hasta el punto en el que hace unos años llegué a pensar que eso era todo, que quizá ya estaba completa, que tal vez había hecho ya lo que se suponía que debía hacer”, confesó.
De ese pozo la salvó la directora francesa Coralie Fargeat, admitió Moore, agradeciéndole por ello de corazón.
“Estaba en un punto muy bajo cuando recibí este guion mágico, audaz, valiente, rompedor, absolutamente loco titulado The Substance, y el universo me dijo: ‘No, aún no has acabado'”, prosiguió la actriz.
Moore quiso cerrar su discurso con un mensaje que, aseguró, trata de transmitir la cinta que protagoniza.
“En esos momentos en los que no nos creemos lo suficientemente inteligentes, bellas, delgadas o exitosas, o simplemente cuando consideramos que no somos lo suficiente, podrás ver tu valía si dejas a un lado la vara de medir“, subrayó.
“Así que hoy celebro esto (el premio) como el indicador de mi plenitud y del amor que impulsa, y del regalo que supone hacer algo que amo y que me recuerda que sí pertenezco”, zanjó.
Tras una infancia difícil en su natal Roswell (Nuevo México, Estados Unidos), Moore se fue de casa a los 16 años para trabajar de recepcionista en los estudios de la 20th Century Fox en Los Ángeles.
Y una vez allí, con el tiempo, decidió lanzarse a la interpretación y probar suerte en la industria.
Obtuvo su primer papel en 1981, con 19 años, en la película Decisión.
Aunque tendría que esperar hasta 1985 para que llegara su Jules de St. Elmo, punto de encuentro, una cinta que cimentó las bases de la llamada Generación X y que revolucionó el llamado cine adolescente.
En ella compartiría protagonismo con Andie McDowell, Emilio Estevez y Rob Lowe, miembros del llamado Brat Pack, un grupo de jóvenes intérpretes que redefinieron el cine juvenil de los 80.
Pero el filme que verdaderamente la lanzó al estrellato fue Ghost. La sobra del amor.
Rodado con un presupuesto de apenas US$22 millones, llegó a recaudar US$500 millones, convirtiéndose en el más taquillero del año.
Ghost, que se alzó con dos de los cuatro Oscar a los que aspiraba, le valió a Moore una nominación a los Globos de Oro en 1991, en la misma categoría en la que fue reconocida este domingo.
Su carrera despegó y se convirtió en la actriz mejor pagada del momento, al tiempo que acaparaba portadas también por su relación con el actor Bruce Willis.
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Con Striptease marcó otro hito. Aunque fue un fiasco para la crítica, se embolsó US$12,5 millones, consiguiendo así un sueldo que solo los intérpretes masculinos habían alcanzado hasta la fecha.
“Fue importante porque no se trataba solo de mí; se trataba de cambiar las reglas del juego para todas las mujeres”, le dijo en su momento a la revista Variety.
“Pero la narrativa rápidamente se transformó en: ‘Bueno, solo está cobrando esa cantidad porque está interpretando a una stripper‘. Me afectó mucho, pero al mismo tiempo entendí que cualquiera que se atreva a ser el primero recibirá un golpe”, añadió.
“Y eso vale para cualquiera que desafíe el statu quo“.
A aquello le siguieron fracasos de taquilla como La teniente O’Neill y su nombre empezó a asociarse en los medios cada vez menos con su trabajo actoral y de forma cada vez más recurrente con sus relaciones personales o su aspecto físico.
Cuando recibió el guión de The Substance, apenas le llegaban papeles.
Ahora, su premio por protagonizar la película cuyo elenco completan Margaret Qualley y Dennis Quaid la colocan como una de las favoritas en la carrera hacia los Oscar.
Es un regreso en toda regla.
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