Quizás te ha pasado. Primero estás fajando y todo bien. Una mano por aquí, otra por allá, una prenda volando, otra siento arrojada al piso, y así sucesivamente hasta que llega la hora de la verdad: la penetración.
Todas las decisiones en tu vida te llevaron a este punto y lo sabes bien. Comienza a sonar “Lose Yourself” de Eminem en tu cabeza: you only get one shot, do not miss your chance to blow. Pero la verdad es que andas más mom’s spaguetti que otra cosa. Sin embargo, sigues. Te volteas, sacas un condón, abres su envoltura y para cuando procedes a ponértelo descubres el horror: tu erección decidió volverse nihilista y negarse a sí misma.
Te interesa: Cinco consejos para tener mejores erecciones
Y entonces llega la vergüenza, la confusión, la mirada hacia el abismo que te mira de regreso. Cuando los hombres perdemos nuestra erección casi siempre lo vivimos como una experiencia humillante.
La razón de esto es la de siempre: el machismo y la rancia creencia de que nuestros penes son el máximo símbolo de nuestra virilidad y que, por lo tanto, tendríamos que ser capaces de tener erecciones fuertes como adamantio.
Entonces, cuando nuestras erecciones no lo son, solemos sentir una frustración desmedida.
Si nuestro cuerpo es capaz de mantener una erección durante todo el tiempo previo a la penetración y la pierde justo antes del coito, no es porque la erección sea el problema, sino porque la penetración lo es.
Échale ojo a: El desamor y la cruda tienen algo en común: la cura
Me explico:
El faje es frenesí sin compromiso. Fajar quizás sea una de las experiencias sexuales menos estresantes que hay: es fácil estar presente en el presente cuando tu pene no está involucrado. En el faje no hay expectativas, solo la experiencia de gozar con otro cuerpo y que otro cuerpo goce del propio. You better lose yourself in el faje, como diría Slim Shady.
Pero cuando involucramos al pene, sobre todo antes de la penetración, la cosa cambia.
El momento del condón es el momento de la pausa, del silencio. Y no hay mejor auditorio para nuestros miedos que el silencio.
Hay hasta un término científico para lo que sentimos cuando nos ponemos nerviosos antes de tener sexo: ansiedad por desempeño.
Por eso es que muchas veces el momento de ponernos el condón es cuando entran todas las expectativas y angustias machistas: “¿Pensará que es demasiado pequeño? ¿O demasiado grande? ¿Le gustará tener sexo conmigo? ¿Y si pierdo la erección y se burla?
Pero es que en serio deseo coger con esta persona: Hoy. Nada. Debe. Salir. Mal. ¿O quizás no quiero coger y sólo me estoy engañando a mí mismo? ¿Puedo confiar en mis sentimientos? ¿Qué diría Kant? No, espera, Kant probablemente nunca tuvo sexo, no es la mejor referencia.
Mira:
En una de esas extraño a mi ex. ¿Extraño a mi ex? No, no extraño a mi ex. Pero podría enamorarme hoy. Oh no, ¿esta es una de esas cogidas casuales en las que me enamoro? ¿Soy una de esas personas? ¿O qué tal que el enamorado no soy yo? ¿Y si le rompo el corazón? ¿Y si me rompe el corazón? ESTO ES DEMASIADO”.
En otras palabras, la falta de erección cuando nos vamos a poner el condón puede ser vista como un síntoma de algo más.
Así como cuando sentimos dolor en el estómago no corremos a eliminarlo, sino nos preguntamos qué lo podría originar para saber cuál es el mejor tratamiento, antes de frustrarnos con nuestro pene por no funcionar como queremos deberíamos preguntarnos qué es lo que lo está haciendo así.
A veces la falta de erección es nuestro cuerpo gritándonos que algo está mal con la situación para prevenirnos de hacer algo que nos podría traer consecuencias negativas o culpa después (por ejemplo, cuando nos estamos sintiendo presionados a tener sexo pero no sabemos o no queremos reconocerlo).
A veces es una expresión de nuestros miedos internos: miedo a enamorarnos, miedo a la humillación, miedo a que nos rompan el corazón, miedo a revivir una situación traumática, miedo a hacer daño. Las posibilidades pueden ser varias.
Hacer esto en vez de sucumbir a la frustración nos da la oportunidad de aprender de aquello que nuestro cuerpo sabe pero nosotros no. Es una ventana para el autoconocimiento.
Ejem, ejem, mira: Coger sin llegar al orgamos: hombres, ¡tenemos que aplicarnos para reducir la brecha orgásmica!
Así podemos llegar a descubrir y atender inseguridades, prevenir situaciones problemáticas, evitar situaciones retraumatizantes (por ejemplo: intentar forzar nuestra erección demasiadas veces después de un evento demasiado doloroso y lograr como único resultado todavía más frustración y coraje), entre otras cosas.
(Y no, que pierdas la erección al momento de ponerte un condón no es excusa para insistirle a tu pareja para que no lo usen. Tu ansiedad no es justificación para poner en riesgo a nadie. Ninguna cogida del mundo vale arriesgar tu salud o la de otra persona).
Además, siempre puedes aprovechar ese momento de pausa y reflexión para descansar y ofrecerle un vasito de awita a tu pareja como un Caballero de los de Antes™ o sexo oral. O ambos. U otra cosa, como seguir besándose, o descansar y ver algo en la tele, o fajar un rato más, o hablar de lo que sientes, o irse a dormir, o masturbarse mutuamente hasta llegar al orgasmo, o lo que sea.
Más sobre sexo: ¿Qué le pasa a tu cuerpo durante La Caricia? Te contamos todito
El chiste es idear cosas para relajarnos y quitarle su ominoso peso al entendimiento machista de la penetración. Así aprendes algo de ti mismo y de paso te ahorras un incómodo: PERO ES QUE TE JURO QUE ES LA PRIMERA VEZ QUE ME PASA.
Así que si sientes que tus manos están sweaty, tus rodillas weak y tus brazos heavy, y ya perdiste la erección already: respira. Tranquilízate. Escucha a tu pene. Y a tu corazón también. Y a las venas que conectan a tu corazón con tu pene.
Ahí, en la escucha de tu propio organismo, está el secreto para entender por qué es que no funciona como queremos y por qué a veces eso no es tan malo. Escucha bien, porque tu cuerpo te está diciendo algo que necesitas conocer, y ahí sí: this opportunity comes once in a lifetime, yo.
Antes de que te vayas puedes leer: Me gusta ver a mi pareja con otra persona: las historias de a quienes les prende el cuckold
BBC Mundo te desgrana cuatro aspectos que revela la cinta recién estrenada “Mañana será bonito”.
Tiene una botas de tacón grueso con plataforma que le llegan arriba de las rodillas, una minifalda globo y un top de mangas largas que deja su abdomen descubierto. El pelo largo, color rosa, lo lleva suelto. Remata el atuendo con un sombrero vueltiao.
Es una noche de agosto de 2023, la cantante colombiana está de pie en una enorme tarima en forma de flor y se dirige a su público con un micrófono blanco adornado con brillantes:
“Mi comunidad latina me tiene viajando por el mundo, cumpliendo sueños por el mundo entero.
Por ahi he leído comentarios a veces que dicen: “Claro, está llenando los lugares… (Lo que) están llenos es de latinos
Y los latinos es que no somos gente, ¿o qué?”.
Los más de 89.000 asistentes que llenan el estadio Rose Bowl de Los Ángeles, Estados Unidos, le responden con un largo grito de ovación mientras agitan luces led.
Se trata de una de las escenas más conmovedoras del recién estrenado documental “Karol G, mañana será bonito”, de Netflix.
La cinta recoge su última gira, la más taquillera de la historia para una artista latina, un récord que la colombiana suma a sus múltiples reconocimientos, que van desde varios premios Grammy a haber sido nombrada “mujer del año” por la revista Billboard.
En BBC Mundo compartimos cuatro revelaciones del documental, que retrata la profunda conexión de Karol G con la comunidad latina que tanto la admira y sigue.
Advertencia: esta nota contiene spoilers del documental: “Karol G, mañana será Bonito” de Netflix.
Nacida Carolina Giraldo Navarro, creció en el Medellín de los años 90, en una familia muy musical.
Su padre, Guillermo Giraldo, ha sido el principal precursor de su carrera.
En el documental aparecen varias imágenes de Karol cantando desde que era muy pequeña, siempre acompañada por su papá, quien también toca algunos instrumentos y canta.
Su madre, Martha Navarro, también ha sido un apoyo importante. La misma Karol cuenta que su mamá creció en un ambiente muy precario, y que sus padres se endeudaron para apoyarla cuando decidió seguir el sueño de ser cantante internacional.
El documental, en el que también aparecen sus hermanas Jessica —quien también es su máganer— y Verónica, muestra la complicidad y sencillez de una familia promedio que se vio arrojada a los reflectores de la fama mundial.
Los Giraldo Navarro se revelan como una familia unida, que apoya a la artista en la gira y la sostiene en sus momentos más vulnerables.
Y también lloran y se emocionan con ella, como cuando Martha no puede contener las lágrimas al ver cómo su hija ayuda a unas niñas colombianas de bajos recursos a cumplir su sueño de estudiar en la NASA.
“Dios le pague, mamita, por todo lo que está haciendo”, le dice a su hija con la voz entrecortada mientras van en el carro después de visitar a las niñas en las instalaciones que la agencia espacial estadounidense tiene en Houston, Texas.
Cuando era niña, su padre le mostró la película sobre la vida de la “reina del tex mex“, Selena Quintanilla.
“Me dijo: ‘Te va a encantar'”, cuenta Karol G en el documental.
No solo acertó, sino que se volvió para ella un referente que aún hoy menciona. “El verdadero fanático de Karol G sabe lo mucho que amo a Selena Quintanilla”, confirma en la cinta.
Tanto así, que durante su gira, la colombiana se reunió en San Antonio (Texas) con la hermana de la artista quien, a 30 años de su fallecimiento, sigue siendo todo un ícono.
Ocurrió justo antes del concierto en el que le rindió homenaje, cantando “Como la flor” y recordando a la cantante que fue asesinada por la presidenta de su club de fans cuando se encontraba en la cúspide de su carrera.
Quintanilla es un ícono de la música tejana, un género que combina los ritmos populares de México y Texas (Estados Unidos).
Pero Karol G también tiene como referentes a sus contemporáneas.
Y el documental también recoge el detrás de cámaras de la colaboración con una de ellas, su compatriota Shakira, en la canción TQG.
La cinta muestra el proceso de creación, que arranca con Shakira contando detalles íntimos y ella ofreciéndole su canción.
Luego se ve cómo trabajaron a larga distancia en la grabación de las voces y finalmente su encuentro en España para grabar el exitoso video.
Al terminar la grabación, Shakira la felicita por el resultado y Karol G, muy efusiva, la abraza y le dice: “Gracias por todo. No tienes idea de lo que significa esto para mí, no tienes idea”.
El símbolo de una mujer latina cantándole a sus compatriotas fuera de sus países de origen es muy potente durante todo el documental.
Como ella misma revela, Karol G se atrevió a hacer una gira de estadios a pesar de los reparos de sus asesores, y resultó todo un éxito, dejando patente que el público latino es enorme y fiel.
Siendo muy joven, la artista cambió Medellín por la capital, Bogotá, donde vivió sola y tuvo que enfrentar un incidente de acoso por parte de su entonces mánager.
Más adelante Karol G dejó Colombia y se mudó a EE.UU., donde la recibió una tía y donde vivió uno de sus periodos más difíciles –dice– a nivel emocional.
En el documental, la artista cuenta que requirió de apoyo psiquiátrico para salir de una depresión que la llevó incluso a abandonar temporalmente su sueño musical.
Así que la cantante le repite a su público frecuentemente en los conciertos: “Sé lo que es estar por fuera de tu tierra buscando oportunidades”.
La gira la llevó por las principales ciudades de América Latina y EE.UU., y también logró éxito en Suiza e Inglaterra. Aunque quizá ninguna cita fue más simbólica de ese apoyo de la diáspora que la de Madrid, donde llenó el estadio Santiago Bernabéu durante cuatro días.
En el documental muestra a Karol G preparándose para recibir el premio de la revista Billboard.
Comparte la noticia con su familia y, en medio de la gira, en algún camerino, escribe las palabras que planea decir en la ceremonia de entrega.
El galardón se lo entregó la colombiana Sofia Vergara, quien logró triunfar en Hollywood siendo también una migrante orgullosa de sus raíces.
Y al recibirlo, Karol G subrayó cuán difícil fue acceder a la industria del reggaeton siendo mujer.
“Durante muchos, muchos años viví decepcionada del hecho de ser una mujer… Me encontré en el camino con tantos rechazos, me preguntaba por qué no había nacido entonces siendo un hombre”, dijo.
Sin embargo, decidió cambiar el “no puedo por ser mujer” a “mira cómo lo hace una mujer”, añadió.
La decisión se cristalizó en “Bichota”, el término con el que bautizó una de sus canciones.
En el documental, Karol G cuenta cómo descubrió que la palabra “bicho” se usaba en Puerto Rico para referirse al hombre poderoso, malandro, el patrón.
Cuando preguntó qué sería entonces una “bichota”, le decían una mujer pero con una connotación muy fuerte. Así que ella decidió resignificarla.
“Bichota es la que es dueña de su negocio, la que es una visionaria, la que es la más mamacita”, explica la cantante. “O sea, ella es una bichota”.
Hay quien temió que la decisión la estimatizaría, pero la convirtió en símbolo de empoderamiento femenino.
De hecho, una de las imágenes más potente del documental es la de la artista junto a su banda compuesta sólo por mujeres cantando su éxito “Provenza”, mientras el público grita y salta entre efectos visuales y lluvia de papel de colores.
El objetivo de la canción es mostrar un mundo “en el que las mujeres somos autosuficientes”, explica la colombiana. “Siento que es el alma, en general, del todo (el álbum) ‘Mañana será bonito'”.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.