Está por cumplirse el primer mes desde que Panchito Cortés, un elefante marino del sur (Mirounga leonina) regresó a las playas del municipio pesquero de San Felipe, Baja California.
En esta ocasión, su visita movilizó a la comunidad, turistas y especialistas en vida marina para aprender más de él, pero también para protegerlo.
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Panchito es un juvenil, término que se usa para referirse a una especie joven. Desde su llegada, personas dedicadas a la protección de la vida silvestre marina marcaron el perímetro en el que se encuentra el ejemplar con una banda para cuidarlo mientras él disfruta del verano en las cálidas aguas del Mar de Cortés en el Alto Golfo de California.
Especialistas y organizaciones de la sociedad civil fueron los primeros en reaccionar al crear guardias de vigilancia las 24 horas del día para cuidar de Panchito, promover el respeto de su estancia entre la comunidad y visitantes y crear bitácoras sobre su comportamiento, con la que generan ciencia ciudadana.
La realidad es que Panchito ya es un turista recurrente. En los últimos cuatro años, le ha gustado visitar las playas mexicanas en el Noroeste del país.
Gracias a sus recientes estancias, observadores de las organizaciones que lo monitorean detectaron que tiene una marca distintiva en la barba que les permite reconocerlo.
Para aprender de este ejemplar, María Tejada —de la organización Cetáceos, Acción y Transformación (CAT)— cuenta que entre las actividades que han emprendido desde la llegada del elefante marino es el registro fotográfico, la divulgación científica sobre la especie, videos informativos para redes sociales y volantes para quienes lo visitan.
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De acuerdo con los registros compartidos por Cetáceos, Acción y Transformación (CAT), organización sin fines de lucro que se dedica a la conservación de los cetáceos en el Alto Golfo de California con programas de educación ambiental, pesca sustentable y equipos de vigilancia, este elefante marino del sur fue visto por primera vez en el año 2020 en San Pancho, Nayarit.
Después, en el 2021, volvieron a identificarlo en el mismo sitio. Un año después, Panchito cambió su ruta y en esa ocasión se quedó en la bahía de La Paz, Baja California Sur.
En el 2023, pasó algunas semanas en el Golfo de Santa Clara que se ubica en el municipio de San Luis Río Colorado, al noroeste del estado de Sonora.
De ahí, nadó hasta San Felipe, Baja California donde volvió en febrero de 2024.
Actualmente, Panchito decidió reaparecer en el malecón de San Felipe donde disfruta del verano desde la segunda quincena de julio pese a que, una semana antes ya había sido identificado en Bahía de Los Ángeles.
Él llegó a la playa a descansar. Sin embargo, María Tejada explicó a Anima MX que Panchito, el elefante marino, es un ejemplar que le llama mucho la atención a las personas por su gran altura. Para conservarlo y protegerlo es que crearon las brigadas de vigilancia día y noche para preservar su espacio.
“Las personas lo quieren regresar al mar o lo quieren alimentar, le quieren echar agua cuando, en realidad, lo único que necesita es que se respete su espacio porque es muy pacífico“, comentó María Tejeda en entrevista para Animal MX.
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Panchito es un elefante marino del sur que es poco común encontrarlo en las latitudes mexicanas, pues son individuos que se distribuyen al sur del continente americano, principalmente entre las costas de Chile y Argentina.
Georgina Castro Proal, maestra en ecología marina y coordinadora de ciencia en la organización Pesca Alternativa de Baja California (Pesca ABC), describe la visita de Panchito como un evento inusual en aguas mexicanas.
La experta comenta que este elefante marino llega a la playa después de un largo viaje por el litoral en busca de un espacio tranquilo para descansar y mudar de piel. En ocasiones ingresa al mar para refrescarse y vuelve a salir a la superficie para dormir tras el cansancio de la migración que emprendió.
“Ellos tienen migraciones muy largas donde, únicamente, se alimentan. Normalmente, esta especie se alimenta principalmente de calamares y peces. En San Felipe, puede quedarse, incluso, semanas en la playa”, explicó Georgina Castro en entrevista para Animal MX.
Otra de las características que distingue a Panchito es su parada de embestida en forma de cobra; es decir, que se para con la parte trasera de la cola.
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Eso podría ser un problema, pues si una persona se acerca lo suficiente a él, podría caerle encima o morderlo. Para evitar que su espacio sea alterado por las personas es que se han organizado brigadas de vigilancia.
Pese a que Panchito es un ejemplar pacífico, explica María Tejada, llama la atención que en ocasiones elija playas solitarias y ahora prefirió el malecón de San Felipe, sitio en el que no siempre hay silencio, entre la banda y la visita de las personas que acuden al mar.
“Llama la atención que ahora que llega a despelechar [época en que muda de pelo], que es un momento de vulnerabilidad para él, al elegir la playa más concurrida de San Felipe. Aunque nos recomiendan no humanizarlo, creemos que le caemos bien y nos identifica [dadas sus últimas visitas]”, señaló Tejada.
Y es que el impacto que tiene la visita de Pachito en la comunidad de San Felipe ha sido positivo, ya que tanto comunidad como organizaciones comenzaron a generar ciencia ciudadana al difundir información en la playa y en redes sociales para atender las necesidades y cuidados de esta especie.
Conocer y reconocer al elefante marino Panchito no solo ayuda a evitar un accidente, sino que también es una oportunidad para que la gente sepa qué cuidados se deben tener para protegerlo.
El trabajo de CAT, por ejemplo, junto con la comunidad local ha permitido socializar la importancia de conservarlo durante su estancia.
“La población de San Felipe se está sintiendo responsable de la seguridad del animal”, enfatizó Tejada.
Por su parte, Georgina Castro Proal añade que resulta interesante observar el impacto que ha tenido Panchito en la comunidad porque mucha gente acude a conocerlo en familia, aunque también hay personas que acuden solas. “La gente toma registro fotográfico del ejemplar”, dijo.
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“Todo mundo quiere una foto de Panchito. Te das cuenta en los grupos y redes sociales de San Felipe donde siempre hay gente compartiendo fotografías de él. Ya sea que se encuentre en algún punto del muelle o si se mueve hacia otro sitio. Eso permite que los grupos de conservación y los monitores sepan dónde se ubica”, explicó.
Entre las recomendaciones que Cetáceos, Acción y Transformación (CAT) ha compartido tanto a la comunidad como a los visitantes está el guardar distancia respecto a la ubicación en la que se encuentre el elefante marino, principalmente, y evitar interactuar con él.
Es importante no alimentar al ejemplar ni darle agua. Si las personas acuden a la playa con mascotas es primordial que lo hagan con correa.
Para cuidar de Panchito el Cortés se han organizado guardias de vigilancia las 24 horas del día para proteger su descanso; en especial cuando se trata de un municipio pesquero por tradición.
Estas guardias de vigilancia las integran personas de CAT y otras organizaciones locales que se han sumado, además de personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y personas voluntarias de la comunidad de San Felipe.
“Nos dividimos en guardias para proteger a Panchito. Nos hemos coordinado muy bien y aprovechamos para compartir información del ejemplar con las personas que llegan a visitarlo”, añadió María Tejada.
Georgina Castro Proal, miembro de Pesca ABC, considera que Panchito ha unido a la gente, tanto las personas que lo monitorean como quienes visitan San Felipe.
“Si las personas que cuidan de Panchito requieren ayuda, los visitantes se ponen a su servicio con lo que necesiten”, señaló.
La banda que rodea el perímetro de cuidado de Panchito permite que las personas no se acerquen a él. Conforme el ejemplar se mueve, monitores y visitantes ayudan a cambiar la cinta en la dirección en la que se dirige el elefante marino del sur.
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Cuando alguna persona quiere sobrepasar esa banda, otras más como monitores y visitantes “saltan” en defensa del ejemplar para que se respete su espacio de descanso.
“Con Panchito hemos aprendido la importancia de vigilar y proteger las especies, incluso en lugares no habituales para entender mejor sus necesidades. También que la conservación debe extenderse a nuevas áreas, no solo a las tradicionales”, señaló la ecóloga marina.
Añadió que la presencia de este ejemplar también ha aumentado la conciencia en la comunidad local sobre la relevancia de las playas para la vida marina y que los esfuerzos de conservación pueden tener un impacto positivo y visible, inspirando a la gente a participar más en la protección del ecosistema.
Al cierre de esta nota, el 20 de agosto de 2024, Panchito el Cortés continuaba en las playas de San Felipe.
Su estancia está por cumplir un mes en el Alto Golfo de California y al ser temporada vacacional en México, familias e infancias no han dejado de acudir al malecón para conocer, aprender y registrar con alguna foto o vídeo la visita de este simpático ejemplar.
Desde CAT, las acciones de conservación y ciencia ciudadana no han cesado por lo que abrieron sesiones informativas y pláticas sobre esta especie con especialistas en vida marina.
El pasado 21 de agosto, por ejemplo, organizaron una con el biólogo marino Job Ailton Olguín Hernández.
Si no vives en San Felipe pero quieres apoyar en la conservación de Panchito Cortés, puedes dar un donativo que ayudará a cubrir los gastos de monitoreo que observadores ciudadanos y especialistas realizan junto con el grupo de CAT. Lo único que tienes que hacer es ingresar aquí y dejar tu apoyo.
Además, abrieron un registro de voluntarios para continuar con el monitoreo del elefante marino hasta que decida emprender su viaje de regreso a la Patagonia.
“La gente llega con mucha curiosidad y con mucho gusto. He escuchado que hay turistas que no lo conocen y la comunidad les habla de él pidiendo que lo dejen descansar. En las redes sociales la población también participa y se entera de quién es este animal y qué necesita”, expresó María Tejada.
Para la coordinadora de ciencia en Pesca ABC, tener a Panchito como invitado especial en las playas de San Felipe ha generado que la gente tenga mucho interés por conocer a una nueva especie; preguntan y reciben información que jamás habían escuchado antes sobre un elefante marino del sur.
“Es sorprendente la visita de Pancho, ya que es originario de latitudes muy sureñas. La reacción de las personas muestra que San Felipe no es sólo un lugar importante para la pesca, sino que también es importante para la conservación de la fauna”, concluyó Castro Proal.
Los secretos “desenterrados” en el desierto de Perú incluyen figuras humanoides y animales que arrojan luz sobre los misterios de una civilización que existió hace unos 2.000 años.
Un equipo de investigadores descubrió 303 nuevos geoglifos en el desierto peruano de Nazca, casi duplicando el total conocido de estas misteriosas creaciones con más de 2 mil años de antigüedad.
“El uso de inteligencia artificial en la investigación nos ha permitido mapear la distribución de los geoglifos de una manera más rápida y precisa”, dijo el arqueólogo japonés Masato Sakai, de la Universidad de Yamagata, al presentar los resultados de los hallazgos esta semana en Lima.
Entre las figuras descubiertas hay geoglifos de tipo relieve que representan humanoides, cabezas decapitadas y animales domésticos, a diferencia de los tradicionales geoglifos creados con líneas a gran escala que suelen representar animales salvajes.
Para descubrir estas 303 formaciones, explicaron los científicos, se analizó una vasta cantidad de datos de imágenes geoespaciales producidas desde aviones para identificar áreas prioritarias con probables geoglifos para estudios de campo.
El descubrimiento de los nuevos dibujos fue realizado en apenas seis meses, mientras que los hallazgos anteriores tardaron varias décadas.
La investigación fue publicada en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos.
Las famosas Líneas de Nazca, reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, tienen forma de figuras geométricas y animales, que solo pueden ser apreciadas desde el cielo.
Los primeros geoglifos fueron hallados a partir de 1927 en esta misteriosa zona ubicada a unos 400 kilómetros al sur de Lima.
Los científicos estiman que los habitantes de la civilización Nazca ocuparon la zona desde el año 200 (a. C.) hasta el 700 (d. C.).
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