Convertirse en mamá es una experiencia que a menudo nos venden como si fuera color rosa, sin embargo, no siempre tiene que ver con la vivencia real: la maternidad es dura y con ella vienen claroscuros que han sido tabú por mucho tiempo.
Hablar de estas experiencias enriquece y ayuda a transitar esta etapa, para eso existe “Maternidarks”, un blog creado por Alexa Ramírez, una diseñadora yucateca que hoy radica en Chile.
“Sentí que debía ser esa ‘voz’ para muchas otras mamás que sentían y pensaban lo mismo que yo”, cuenta Alexa en entrevista para Animal MX.
Alexa menciona que una de las principales motivaciones de mantener este espacio es que se convirtió en un refugio para las madres y lo sigue siendo hasta ahora, a pesar de la diferencia de culturas y la diversidad de maternidades.
Hablar de todas las realidades que la maternidad nos da es imprescindible y eso fue lo que Alexa se atrevió a contar en este proyecto, el cual ha crecido al mismo tiempo que su hijo, Vicente.
“He visto como cada vez más mujeres y madres se atreven a decir lo que piensan, cómo se sienten, cómo quisieran más apoyo, pero también la maternidad tiene muchos matices. Hay personas que prefieren ver la perfección y si eso les sirve, ¡super!.. Pero hay que seguir contando nuestra verdad, que es la verdad de muchas mujeres hoy día”, explica la diseñadora y bloguera.
De acuerdo con la Secretaría de Salud en México, al menos 2 de cada 10 mujeres presentan depresión durante el embarazo o después del parto.
¿Pero cómo es la depresión perinatal? Entre los síntomas frecuentes está la incapacidad de vincularse con su bebé, ansiedad, dificultad para dormir, cambios en la alimentación y sentimientos de culpa, tristeza o miedo.
Por su parte, el artículo “Nació mi hijo y no me siento feliz” de la dirección de Divulgación de la ciencia UNAM, señala que la depresión postparto es frecuente y afecta a una de cada seis mujeres después de tener a su bebé.
Este tipo de depresión incluye señales como el sentimiento de agobio, llanto persistente, falta de lazos afectivos con el bebé y dudas sobre la capacidad para cuidar de su bebé llegan a presentarse en esta etapa.
De acuerdo con la OMS la depresión posparto es un trastorno mental afectivo severo, que afecta hasta al 56% de las mujeres latinas residentes en México y Estados Unidos durante los primeros 4 meses tras el nacimiento de su bebé.
Además, en México, durante el primer año tras el parto, el 75% de las mujeres no son diagnosticadas con depresión.
La autora española Esther Vivas escribió en su libro Mamá desobediente que la maternidad y todo lo que la rodea como el embarazo, la infertilidad, el parto, el duelo gestacional, el puerperio, la crianza, son temas que muy a menudo quedan invisibilizados en el ámbito doméstico.
“Los nuevos feminismos han sacado del armario, una serie de temas incómodos y la maternidad es uno de ellos”, señala Vivas en su libro.
Esther Vivas visitó México el pasado 16 de octubre, donde presentó su libro en el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), donde fue acompañada por madres que contaron sus diferentes experiencias para hablar de la maternidad con mirada feminista.
Durante su visita, la autora estuvo acompañada por madres que decidieron maternar, pero también de madres adultas quienes, en su momento, fueron madres adolescentes que tuvieron que atravesar por precariedades, discriminación y violencia familiar tras sentirse obligadas a abandonar su hogar.
De acuerdo con Esther, cada persona que decide una maternidad elegida lleva una “mochila propia de experiencia”, que nos permite compartir acerca de temas que nos unen como la maternidad, el feminismo, la lucha por los derechos de las madres y de la infancia.
También tocó los temas incomodos en los que también ocurre la maternidad y de los que poco se habla como el dolor, el aborto y la infertilidad, al ser experiencias que “chocan con lo que la sociedad espera de nosotras”.
“Desde mi punto de vista, son de los grandes tabúes en relación a la maternidad. La infertilidad porque se espera que una mujer va a poder quedar embarazada cuando tú lo desees y esto no es cierto. La muerte gestacional porque se espera que de una mujer embarazada nazca un bebé vivo y esto, más a menudo de lo que pensamos, no pasa”, cuenta Esther Vivas a Animal MX.
“Y en tercer lugar, la depresión postparto porque se considera que como madres recientes debemos estar enamoradas de nuestro bebé y esto, a veces, no sucede porque hay depresión y hemos tenido violencia obstétrica”, agrega.
Ante esto, la autora enfatizó que es necesario visibilizar estos silencios de la maternidad porque “cuando transitamos estas experiencias, no nos sintamos solas”.
La presión de la sociedad y las expectativas poco realistas que te dicen “cómo ser madre” van desde exigencias como: recuperar tu figura, trabajar sin descuidar a tu hijo, alimentar el líbido de tu pareja, mantener limpia y pulcra una casa y no quejarte jamás de la decisión que tomaste.
Todo esto contribuye en gran manera a crear una carga mental que muchas veces es imposible sostener sola.
Alexa Ramírez cuenta que afortunadamente la generación actual de varones está mucho más presente en la crianza.
“Ya no es mal visto que un hombre se quede en casa y se haga cargo de los niños, como mujeres también tenemos muy normalizado el tomar el rol de ‘madre abnegada’”, explica Alexa.
Y aunque ella consideró el nacimiento de su hijo como un momento de “alegría y felicidad”, para otras mujeres puede estar acompañado de una intensa experiencia emocional que incluye sentimientos de tristeza, ansiedad y desesperanza que son acompañados de la depresión posparto.
La violencia estética y expectativas de recuperar “la figura perfecta” puede llevar a las madres a realizar prácticas poco saludables ante la presión social.
Ante esto, Alexa Ramírez señala que “las mujeres somos violentadas todos los días sobre el aspecto de nuestros cuerpos”; la maternidad la llevó por un camino lleno de empoderamiento y reconciliación con su cuerpo.
Maternar en solitario es una realidad a la que muchas mujeres se enfrentan, ya que no cuentan con la presencia de un compañero activo o de una red de apoyo.
Este camino se vuelve desafiante porque muchas madres viven una serie de responsabilidades sin ningún tipo de respaldo emocional, lo que convierte la tarea de maternar en algo totalmente abrumador.
“La maternidad tiene una soledad interna que es difícil de explicar, también hay un duelo de tu propia vida como mujer, tus prioridades cambian y ya no eres como antes”, explica Alexa.
Por otro lado, Esther Vivas escribe en su libro que las mujeres nos enfrentamos a una doble presión: ser madres como dicta “el mantra patriarcal” y serlo, pero sin dejar de triunfar en el mercado de trabajo y tener una carrera exitosa.
“Ser madre no debería significar criar en solitario, quedarse encerrada en casa o renunciar a otros ámbitos de nuestra vida, y ser feminista no debería conllevar un menosprecio o una indiferencia respecto al hecho de ser mamá”, reflexiona Esther.
La autora señala que es muy importante crear unared en torno a la maternidad, porque abre la oportunidad de nombrar los silencios.
“Cuando compartimos estas experiencias con otras madres, a menudo entendemos que no estamos solas y que al compartirlo con otras madres, ellas también expresan que han transitado por estassituaciones; por lo tanto, es importante crear red, es importante compartir y es importante visibilizar”, señaló.
Por último, la UNAM señala que cuando una persona que decide maternar y padece depresión postparto es importante tomar en cuenta estas tres recomendaciones:
Para conocer más de sobre las recomendaciones de la UNAM, entra aquí.
En la historia de Adela Velarde, que posiblemente inspiró el corrido más famoso de la revolución mexicana y dio nombre a las “adelitas”, se entreteje la memoria y la leyenda.
Adela Velarde Pérez fue las dos cosas.
Pero, como sucede con todos los mitos identitarios, en la historia de esta mujer que posiblemente inspiró el corrido más famoso de la revolución mexicana y dio nombre a las “adelitas”, se entreteje la memoria y la leyenda.
La imagen de Adela Velarde, jovencísima, de ojos grandes, mirando intensamente a la cámara bajo su enorme sombrero, agarrando una bandera mexicana en una mano y una espada en la otra, su diminuto cuerpo cruzado por un cinturón de balas, encarna la esencia de un espíritu nacional, de una identidad mexicana valiente y revolucionaria.
Ella representa a las miles de mujeres anónimas que se unieron a la Revolución mexicana (1910-1920) a las que se conoce como “adelitas”, y que consiguieron derrocar la dictadura de Porfirio Díaz.
El corrido de “La Adelita”, quizás el más famoso de toda la época de la revolución, se cantaba obsesivamente en los frentes y hoy se sigue escuchando, popularizado por cantantes como Jorge Negrete o Amparo Ochoa. Sin embargo, la historia de la “Adelita” original sigue siendo en parte un misterio.
Se sabe que nació en el estado de Chihuahua, probablemente en Ciudad Juárez, en el año 1900, en el seno de una familia acomodada.
Según la biografía que el gobierno de México tiene sobre ella, fue nieta del destacado general juarista Rafael Velarde, que luchó contra las tropas francesas.
Siendo aún adolescente se unió a las filas de la revolución, apoyando a la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca en labores de enfermería.
Formó parte de la División del Norte del Ejército Constitucionalista, y posteriormente se incorporó al Cuerpo de Ejército del Noreste.
El 22 de febrero de 1941, Velarde fue reconocida como “Veterana de la Revolución” por la Secretaría de Defensa Nacional mexicana y, según el Museo de la Mujer, fue nombrada miembro de la Legión de Honor Mexicana en 1962.
Al acabar la revolución trabajó en Ciudad de México como mecanógrafa en la administración de Correos. En 1965 se reencontró con un coronel que había conocido en sus años de lucha, Alfredo Villegas, con quien se casó en 1965.
Poco después, la pareja se mudó a Estados Unidos, donde vivió hasta su muerte en 1971, debido a un cáncer de ovario. Sus restos yacen en el cementerio de San Felipe, en Del Río, Texas.
Estas es, practicamente, casi la única información contrastada que se tiene de ella.
A partir de ahí, casi todo son relatos, más o menos fabulados, inspirados por el romanticismo de su personaje.
El mito la retrata como una muchacha valiente y bella, cuyos ideales revolucionarios la convirtieron en un ejemplo para otras mujeres que se unieron al alzamiento, a las que hoy se conoce como “adelitas” y que desempeñaron un papel fundamental en las guerrillas.
Pocos han descrito el papel de las “adelitas” de una forma más hermosa que la escritora Elena Poniatowska en su libro “Las indómitas”.
“Yo te doy agua. Yo llevo las ollas y las cazuelas para hacerte tu comida. Yo te despiojo. Yo te lío tu petate. Yo te lavo tu ropa. Yo junto la leña para hacer lumbre. Yo te aceito tu fusil. Yo te prendo tu cigarrito, y si no hay tabaco, te hago uno de macuche, aquí tengo hojas de maíz. Yo cargo tu Mauser y tus cartuchos. Yo cuido de que no se moje la pólvora. Yo te hago casa en el campo de batalla. Yo soy tu colchón de tripas. Yo tengo a tu hijo en la trinchera”.
Sin ellas, afirma la autora mexicana, no habría habido revolución. Muchas fueron llevadas por sus hombres, esposos, padres o hijos, al combate como apoyo. Otras fueron obligadas a participar por la fuerza y, aunque la mayoría ejercía apoyos básicos y de enfermería, algunas llegaron a tener cargos importantes.
Después de haber dado sangre, sudor y lágrimas en la batalla, con el fin de la guerra la mayor parte de estas mujeres regresaron a los antiguos roles que la sociedad les deparaba, y sus hisotrias de olvidaron.
Solo un puñado de nombres de “adelitas” han sobrevivido al anonimato de la Historia, entre ellos el de Adela Velarde, en gran parte gracias al corrido que lleva su nombre.
La versión más edulcorada de la historia de esta famosa canción, que se convirtió en símbolo de la revolución y responsable de que medio mundo hispanohablante no pueda escuchar la palabra “Adelita” sin tararear “se fuera con otro…”, la narra el historiador mexicano José Alberto Galindo.
Galindo es el autor del libro “Un cielo lleno de metrallas: La verdadera historia de la Adelita”, en el que relata la siguiente historia:
Velarde entró en el ejército revolucionario como enfermera, por lo que fue repudiada por su familia, que consideraba, como otras de su época, que las mujeres solo podían abandonar el hogar de su familia para casarse.
Al poco de unirse a la revolución, la joven conoció a Antonio Gil Del Río Armenta, sargento del ejército de Pancho Villa, y ambos mantuvieron un tórrido romance.
De acuerdo con algunos relatos no corroborados, ambos tuvieron un hijo, que más tarde moriría en la Segunda Guerra Mundial.
La historia de amor tuvo también un final trágico.
El sargento fue alcanzado por una bala en la ciudadad de Gómez Palacio, y murió en los brazos de su amada. Sin embargo, antes de fallecer, le pidió a su enamorada que mirara dentro de su petate, donde Velarde encontró un papel con la letra de la canción que se convertiría en un himno nacional revolucionario. Ella había sido su musa y sería su último amor.
¿Demasiado perfecto? Pues hay más.
Según Galindo, la letra de la canción no estaba completa, por lo que Gil Del Río Armenta le cantó allí mismo, y con su aliento postrero, la última estrofa, que Adelita apuntó en el papel de su puño y letra.
Algunas versiones dicen que esta última estrofa dictada al borde de la muerte fue la que dice: “Si acaso yo muero en campaña /y mi cadáver lo van a sepultar, /Adelita por Dios te lo ruego /que con tus ojos me vayas a llorar”.
Sin embargo, en una entrevista con el diario “Excélsior” en 1948, la propia Velarde confirmó que fue ella quien inspiró al compositor, aunque el corrido original solo contaba con tres estrofas:
“Popular entre la tropa era Adelita, /la mujer que el sargento idolatraba, /porque a más de ser valiente era bonita /que hasta el mismo coronel la respetaba.
Y si Adelita se fuera con otro/ la seguiría por tierra y por mar; /si por mar, en un buque de guerra /si por tierra, en un tren militar.
Si Adelita quisiera ser mi esposa, /si Adelita fuera mi mujer, /le compraría su vestido de seda /para llevarla a bailar al cuartel”.
El historiador Galindo afirma, además, que el “coronel” que menciona la canción es, para rizar más el rizo, hombre con el que finalmente se casó Adela Velarde en 1965, Alfredo Villegas.
Sin embargo, existen diferentes versiones sobre el origen de la canción que, según la Secretaría de Defensa Nacional (SDN) mexicana, fue difundida por la División del Norte entre 1914 y 1915.
Según el libro “Las Fuerzas Armadas en la Revolución Mexicana”, editado por la SDN en 2013, algunos atribuyen su autoría al joven capitán Elías Cortázar Ramírez, otros a un tal Ángel Viderique.
Otra interpretación afirma que se trata de una canción anónima que el general Domingo Arrieta y sus tropas escucharon en el estado de Sinaloa, y otra más que el mismo general Arrieta se la encomendó a un maestro de su banda militar, Julián S. Reyes, para que la escribiera y la instrumentara.
Pero en la creación de los mitos el relato es importante, y una buena historia de amor trágico siempre será más potente que un anodino encargo.
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