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Jardines polinizadores: una forma de rescatar la flora y fauna dentro de la mancha urbana
Jardines polinizadores: una forma de rescatar la flora y fauna dentro de la mancha urbana
Los jardines polinizadores con plantas nativas de la CDMX tienen grandes beneficios para la mancha urbana. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
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Jardines polinizadores: una forma de rescatar la flora y fauna dentro de la mancha urbana

El desconocimiento sobre las plantas nativas de la Ciudad de México se ha convertido en una de las principales amenazas para abastecer de alimento a los animales polinizadores.
07 de septiembre, 2023
Por: Verónica Santamaría

Desde el balcón de su casa, las plantas de Ilse dan la bienvenida a animalitos que ayudan en el proceso de polinización en la ciudad. Rodeada por una avenida ruidosa, un supermercado enorme, locales de comida y la parada del Trolebús, su azotea es un remanso que alberga un tupido jardín polinizador con plantas nativas de la Ciudad de México

Distribuidas en cuatro macetas, Ilse espera que las semillas de Tecoma, tagete lucida, tagete paluda y dahlia coccinea que sembró, broten de la tierra y al florecer alimenten a abejas, mosquitos, abejorros, escarabajos, mariposas y colibríes que la visitan. Las cuatro son plantas nativas.

Una abeja en una dahlia coccinea, un tipo de planta nativa de la CDMX. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
Una abeja en una dahlia coccinea, un tipo de planta nativa de la CDMX. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

Ilse Ramirez Gil es barista, trabaja en una panadería artesanal y desde hace unos meses es, también, estudiante de huertos, agricultura urbana y de jardines para polinizadores.

Seguro te interesa: En el depa, la azotea o hasta el camellón: cómo iniciar un huerto en casa desde cero

Desde muy temprano se levanta y sale a regar su jardín; como a eso de las 11 de la mañana los animales se dan un festín: las plantas que ella cuida los alimenta.

Además de las  abejas, abejorros, moscas y mosquitos, también hormigas, catarinas y lombrices visitan el jardín polinizador diseñado por Ilse. Para ella, el sentimiento de conexión con la naturaleza nació desde pequeña cuando salía con sus papás a dar largas caminatas por el bosque. 

Mientras crecía, Ilse se fijó como meta tener un huerto urbano en casa. El proyecto por fin se concretó: tomó cursos, se informó y comenzó poco a poco a formar su propio espacio.

Ilse Ramírez es barista y estudia sobre agricultura urbana. (Foto: Lizeth Ovando | Intervención: Álex Santibáñez)
Ilse Ramírez es barista y estudia sobre agricultura urbana. (Foto: Lizeth Ovando | Intervención: Álex Santibáñez)

Jardines polinizadores: la apuesta por las plantas nativas de la CDMX

Ilse tomó cursos en Plantalia, un proyecto ciudadano que transforma espacios de la Ciudad de México y los convierte en ecosistemas urbanos. Esta propuesta busca crear más azoteas verdes o jardines verticales en la ciudad.

Erick García es director y fundador de Plantalia y nos explica que inició con  proyectos que intentaban reverdecer la ciudad, pero no lograban tener una vida larga. Estaba el reto, dice, de poner plantas que sobrevivieran a entornos difíciles. En ese momento comenzó a interesarse por las plantas nativas.

La planta nativa es aquella que crece en su ecosistema acorde con la ubicación geográfica al que pertenece y se rige por la temporalidad que va de los días secos o de lluvia. 

Lee: Las azoteas verdes que oxigenan a la Ciudad de México

En la Ciudad de México podemos encontrar este tipo de vegetación predominantemente en  la zona sur, en alcaldías como Xochimilco, Milpa Alta, Coyoacán y Tláhuac.

“La contrapropuesta es que, en lugar de seguir sembrando áreas verdes, es ver nuestro ecosistema. Basarnos en él, estudiarlo, ver cómo crece, qué floración hay y [con] esas mismas ampliar el ecosistema”, añade Erick García en entrevista para Animal Mx.

Erick García es director y fundador de Plantalia. Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
Erick García es director y fundador de Plantalia. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

Pero para lograr eso hay que evitar los “caprichos visuales”, como él los ha bautizado. Estos generan que el proceso de mantener áreas verdes sea “al revés”. Es decir: se introducen plantas que no tienen relación con la fauna endémica de la ciudad

Esto solo genera gastos en energía, económicos y de tiempo dedicados al mantenimiento de un jardín con plantas exóticas o introducidas que sólo fuerzan e invaden la supervivencia de plantas que no son nativas. Algunos ejemplos son el lirio, la lavanda, agapantos, bugambilias, jacarandas, kalanchoe y rosales.

“Por el contrario, las plantas nativas están en su ambiente, donde se han desarrollado siempre, es mejor usar esas plantas. El propósito principal es que nos acerquemos a qué plantas son, cómo crecen y tener esta sinceridad de que no siempre vamos a tener la flor o el espacio floreciendo. Reconocer eso también”, señala.

En la azotea de su casa, con macetas y distintas plantas, Ilse ha trabajado en su propio huerto urbano. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
En la azotea de su casa, con macetas y distintas plantas, Ilse ha trabajado en su propio huerto urbano. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

Un acervo de plantas de la ciudad en la UNAM

Al sur de la ciudad se encuentra el Invernadero del Jardín Botánico de la UNAM que alberga plantas nativas y donde se reproducen algunas para darlas en adopción responsable. 

Dentro del Jardín Botánico de la UNAM se encuentra el Invernadero de propagación de plantas nativas para uso urbano que se construyó hace 26 años, con el objetivo de revegetar el ecosistema urbano con plantas nativas

Mira: Huertos urbanos en la CDMX de los que puedes aprender y consumir

La bióloga Ivonne Olalde es la responsable de este espacio. Cuando realizó su tesis hizo un censo del arbolado que se encuentra dentro de Ciudad Universitaria, su investigación reveló que 70% de las especies eran exóticas

A partir de estos resultados, el proyecto de propagación de plantas nativas inició, principalmente, para la revegetación universitaria. 

Visitamos el Invernadero de propagación de plantas nativas para uso urbano de la UNAM. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
Visitamos el Invernadero de propagación de plantas nativas para uso urbano de la UNAM. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

Como una forma de enfrentar esta problemática, actualmente el invernadero abre sus puertas a cualquier persona y sí, se  pueden adquirir plantas nativas.

Evelyn Muñoz, bióloga y técnico hortícola en el invernadero, nos explicó que las plantas endémicas van desde arbustos, árboles y enredaderas, hasta hierbas, cubresuelos. Muchas pasan desapercibidas o invisibilizadas a la falta de conocimiento en las calles.

Mira: Omar Menchaca, el guardián de los canales de Xochimilco que lucha por proteger los humedales

Entre las plantas nativas más representativas en la Ciudad de México se encuentra el fresno, que actualmente  está muy sobrepoblado en la ciudad, pero “también están la tecoma, los colorines, tenemos retamas, esas en forma arbórea. Arbustos como trompetillas, asclepias o algodoncillos. Tenemos una alta diversidad, lo único que va rotando son el número de poblaciones”, señala Evelyn.

La experta advierte sobre la importancia de tomar en cuenta que la distribución de las plantas nativas predomina en la región sur de la ciudad. Sin embargo, no impide que compartamos otras especies con la zona norte, poniente y oeste, sitios donde la mancha urbana predomina.

“La naturación urbana tiene este reto de que a través de las áreas verdes se llegue a un equilibrio después de todo el cambio que ha tenido la urbanización”, explica.

La Asclepias curassavica también es conocida como algodoncillo y es una de las flores favoritas de insectos de la CDMX que ayudan en la polonización. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
La Asclepias curassavica también es conocida como algodoncillo y es una de las flores favoritas de insectos de la CDMX que ayudan en la polonización. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

Plantas nativas ¡para polinizadores nativos!

En el Diagnóstico. Situación actual de los polinizadores en México, de la Estrategia Nacional para la Conservación y Uso Sustentable de los Polinizadores (Encusp) de las Secretarías de Agricultura y Desarrollo Rural y Medio Ambiente y Recursos Naturales señalan que “el avance de la urbanización ha favorecido la pérdida de hábitat, alimento, sitios de refugio y anidación para la mayoría de los polinizadores”.

Según la Encusp, aunque la urbanización es uno de los factores que acelera la pérdida del hábitat de los polinizadores, existen pocos estudios -tanto en México como en el mundo- para evaluar su efecto en la diversidad de especies de plantas y polinizadores.

Mira: Medicina tradicional mexicana: un legado vivo que se mantiene de generación en generación

A pesar de ello, añade que “la pérdida de polinizadores debido al crecimiento urbano también afecta la reproducción de especies de plantas limitando el intercambio genético y la regeneración natural de la flora nativa”.

Salvia leucantha, conocida como el cordón de jesús. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
Salvia leucantha, conocida como el cordón de Jesús. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

Aunque existe un notable desconocimiento en la población sobre las plantas nativas de la Ciudad de México, Erick García, de Plantalia, enfatiza que “si queremos realmente darle un beneficio y llegar a este equilibrio, debemos ampliar las áreas verdes basándonos en el ecosistema”. 

Para conocer las plantas nativas y su diversidad en la región, recomienda “aprender a observar”. En los talleres de Plantalia él y sus compañeros enseñan a observar las diferencias entre las flores, desde  la forma de la misma flor, su color y sus interacciones con la fauna endémica.

Otra forma para conocer, observar y acercarse a la fauna y flora de la Ciudad de México es desde la plataforma de Naturalista de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

A través de la ciencia ciudadana, cualquier persona y especialistas comparten avistamientos de especies en la región en la que se encuentren. De esta manera se puede determinar si una planta, animal, insecto u hongo está siendo introducido, es decir, si se trata de una especie invasora o exótica. Es un trabajo colectivo que beneficia a los ecosistemas y, por ende, a las personas.

Pasto vs plantas nativas: los altos costes ambientales y económicos (sí, impactan a tu bolsillo también)

En la Ciudad de México existen cuadrillas de mujeres que se encargan de diseñar y crear jardines polinizadores ya sea desde casa o en su colonia. A este programa de la CDMX se le conoce como “Jardines para la Vida, Mujeres Polinizadoras”

Comenzó en 2019 y, hasta ahora, la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema) ha capacitado a 779 mujeres para desarrollarse como jardineras, emprendedoras o incluso crear una asociación enfocada en jardines para polinizadores.

Para conocer su trabajo, visitamos el Centro de Cultura Ambiental Acuexcomatl, que se encuentra en el poblado de San Luis Tlaxilatemalco y limita con la comunidad de Tulyehualco. Ambos forman parte de los 14 asentamientos originales de Xochimilco

Acuexcomatl significa “vasija donde brota el agua” en náhuatl, su nombre no es metáfora: en este sitio hay humedales que albergan a plantas acuáticas y patos

En un recorrido por el Acuexcomatl, María del Rosario Campos Berumen, subdirectora de Educación para la sustentabilidad de Sedema, nos mostró dos de los jardines polinizadores que han incorporado. 

En los jardínes del Acuexcomatl las mariposas, abejas y colibríes se posan en los pétalos blancos y rojizos de la Salvia microphylla que al tener tallos largos y flores pequeñas eran idóneas para que estos animalitos polinizadores se acerquen.

Otras especies preferidas para ellos son las flores moradas de la Salvia leucantha que asemejan a la forma de un bastón -de ahí su nombre común- y los pétalos anaranjados de las pequeñas flores de la Asclepias curassavica en forma de algodoncillos.

El Agapanto es una planta de origen africano. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
El Agapanto es una planta de origen africano. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

Estos jardínes albergan, en su mayoría, plantas nativas para polinizadores como Lantana camara, Salvia leucantha, Bidens ferulifolia, Salvia coccinea, Salvia mexicana, Salvia longistyla, Salvia circinata, Asclepia, Bouvardia, Cosmos atrosanguineus, Dahlia coccinea que reciben la visita de mosquitos, mariposas, colibríes, abejas.

También pudimos apreciar dos especies de Kalanchoes, ambas de origen europeo, y una vasta presencia de lavandas que, aunque cumplen con el proceso de polinización lo ideal es que los jardínes tengan plantas nativas. Estas especies han sido parte de donaciones que el jardín recibió.

Campos Berumen explica que en los jardines polinizadores lo que importa es la fauna por encima de la estética porque son espacios que estos animales ubican porque van a tener alimento, refugio y agua. 

“Se elaboran y se diseñan de tal manera que todo el año haya flores”, explica la también encargada del proyecto Jardines para la Vida, Mujeres Polinizadoras de Sedema. “Se requiere que crezcan libres y que floreen para que los polinizadores puedan hacer su parte. Entonces, es un jardín un poco diferente, podría parecer despeinado, pero en realidad así son, y son muy bonitos”.

Por qué las plantas nativas nos pueden salvar

Otro beneficio de incluir plantas nativas en espacios verdes es que no requieren de grandes procesos de mantenimiento, como sí sucede con los jardines diseñados con plantas exóticas. 

“La verdad es que los jardines a los que estamos acostumbrados con pasto y setos requieren de mucho mantenimiento y de mucha agua, eso también requiere de un gasto y podría decir que hasta son contaminadores porque se requieren de herramientas que utilizan gasolinas, aditivos para tener el jardín bonito, como estamos acostumbrados”, explica Campos Berumen.

En ese sentido, Erick García también llama a la necesidad de ampliar la creación de jardines polinizadores con plantas nativas.

“Si empezamos a usar plantas que solo demandan poda, fertilizantes o riego, estamos haciendo algo mal y seguramente estamos afectando más al ambiente, por el contrario, con las plantas nativas no necesitamos gran mantenimiento. No hay demanda constante de agua porque, al final del día es una planta que mantiene esta línea temporal en su desarrollo conforme el ciclo del ambiente cuando la demanda de riego es uno de los principales problemas en este ecosistema urbano: el abastecimiento de agua”, destaca.

Aunque la bugambilia es un arbusto muy conocido en México, su origen es de Brasil, Perú y el norte de Argentina. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
Aunque la bugambilia es un arbusto muy conocido en México, su origen es de Brasil, Perú y el norte de Argentina. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

En el artículo Déficit de polinizadores, consumo de alimentos y consecuencias para la salud humana: Un estudio de modelización, publicado en diciembre de 2022 por la Environmental Health Perspectives de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), se señala que “garantizar la abundancia y diversidad de polinizadores es un enfoque eficaz para abordar los desafíos nutricionales y ambientales que enfrentan los sistemas alimentarios globales”, se lee en el documento.

El documento explica muy bien por qué es necesario cuidar a esos animalitos que llegan a alimentarse de las plantas.

“Los polinizadores son más eficientes en la entrega de polen que el viento o la autopolinización, lo que aumenta la fertilización exitosa y mejora el cuajado de semillas y frutos (transición de óvulo/ovario a fruto/semilla), lo que resulta en mayores rendimientos”, dice el artículo, mismo que destaca que la polinización animal aumenta la producción de tres cuartas partes de las variedades de cultivos agrícolas.

Mira: Bisontes, lobos y perritos: gracias al trabajo científico, las praderas mexicanas de Janos vuelven a la vida

Colibríes en tu azotea o balcón: sí se puede

María del Rosario Carmona Braumen explica que es posible tener un jardín para polinizadores con plantas nativas en la Ciudad de México, ya sea en la azotea, zotehuela o en un balcón.

“Nosotros te decimos cómo. No hay nada más agradable que tener tu balcón con plantas polinizadoras porque va a llegar un colibrí, una mariposa y otros polinizadores que da gusto verlos”, cuenta.

Invernadero del Jardín Botánico de la UNAM. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
Invernadero del Jardín Botánico de la UNAM. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)

Añade que, estratégicamente, se necesita tener más espacios vegetales donde haya más urbanización como lo es la zona centro y norte de la ciudad. 

“Aunque no parezca, tenemos murciélagos, tenemos cacomixtles que se benefician de esa polinización de una planta que es nativa. Es buscar esta congruencia de beneficiar a la fauna con lo que habita en su ecosistema, es ampliar áreas verdes que sean funcionales con esta relación evolutiva que han tenido los organismos”, argumenta. 

Para Ilse, convivir con su jardín y los polinizadores que llegan a visitar las plantas nativas que comienzan a florecer es un momento de respiro y relajación. Cada mañana sube a la azotea con café en mano, revisa el estado de las hojas, la humedad, las riega (en caso de que sea necesario) y las acaricia. 

“Son seres vivos también, te emanan algo, además de sus colores o sus formas, sí hay una interacción muy importante en tu estado de ánimo”, concluye.

La azotea verde de Ilse. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
La azotea verde de Ilse. (Foto: Lizeth Ovando | Animal Político, Animal MX | @nosoychambelans)
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Imagen BBC
La “pequeña Venezuela”: Sweida, la capital de los drusos en Siria donde el 20 % de la población es venezolana
10 minutos de lectura

La ciudad, que recientemente fue un centro de enfrentamientos entre drusos y beduinos y donde luego intervino el ejército del gobierno interino y hasta la fuerza aérea israelí, tiene un 20% de la población de origen venezolano.

21 de agosto, 2025
Por: BBC News Mundo
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Hay una ciudad al suroeste de Siria donde es común escuchar por sus calles a la gente hablando en un español con un acento entre árabe y caribeño, donde hay una Avenida Bolívar y se come arepa.

Ese lugar es Sweida.

En estas semanas fue noticia después de que una serie de enfrentamientos entre drusos y beduinos sunitas provocara el despliegue de las fuerzas militares bajo el gobierno de presidente interino Ahmed al Sharaa, a las que se les acusó de llevar a cabo una masacre en un hospital.

Esa matanza fue luego el motivo expuesto por Israel para bombardear hace un mes el cuartel del ejército sirio en Damasco y otros objetivos en el sur del país.

La ciudad es la capital de los drusos, una comunidad étnica y religiosa de habla árabe y con prácticas y creencias propias, cuya fe se originó como una rama del islam chiita.

Y aunque los drusos se reparten en los territorios de Líbano, Israel, el Golán ocupado y Siria, hay un país de América Latina donde tienen fuerte presencia: Venezuela.

Es debido a esta migración que en Sweida un 20% de la población proviene del país caribeño. Por eso entre la comunidad se la conoce como Venesweida o “la pequeña Venezuela”.

“La migración árabe en Venezuela está registrada desde el fin del siglo XIX. Aunque hay un periodo en que se les registra como “turcos” porque viajaban desde el Imperio Otomano”, explica por teléfono a BBC Mundo Enrique Alhamad, presidente de la Federación de Entidades Árabes de Venezuela (FEARAB) mientras se dirigía precisamente rumbo a Siria.

Entre esas migraciones de árabes llegaron los drusos, principalmente desde Siria, y se instalaron en Venezuela hasta el día de hoy, como en el caso de Alhamad, a la quinta generación.

“Siento a Sweida como mi casa”

De los aproximadamente dos millones de árabes entre palestinos, libaneses y sirios que FEARAB tiene registrados en Venezuela, son drusos entre 500.000 y 600.000.

“La situación geográfica, política y económica de Venezuela hizo que la gente llegara en busca de un mejor futuro. En 1954, mi padre emigró. Iba a Brasil, pero se bajó del barco en La Guaira (en la costa centro-norte de Venezuela)”, sostiene Alhamad, quien a su vez nació en Boconó, el estado andino de Trujillo.

Vista aérea de la ciudad de Sweida.
Reuters
Vista aérea de la ciudad de Sweida.

A lo largo de los años, a esta primera migración le siguieron viajes desde Medio Oriente al Caribe pero, también, del Caribe a Medio Oriente y ahora, según los cálculos de FEARAB y de la embajada de Venezuela en Siria, alrededor del 20% de la población de Sweida es sirio-venezolana.

“Este es el único lugar de Siria donde se come arepa y caraota negra”, me dice Alhamad, y me cuenta que en Sweida no necesitaría hablar árabe, “porque todo el mundo habla español”.

Refuerza la idea Basem Tajedine, que me cuenta que “es muy común ver ventas de arepas, de empanadas o que se beba malta”.

Este analista venezolano y druso es hijo del exembajador de Venezuela en Libia y Túnez, Afif Tajedine, quien nació en Sweida y fue -según palabras de Basem- quien sugirió al expresidente Hugo Chávez que visitara la ciudad.

Durante la presidenta de este último, los vínculos entre Venezuela y Siria se intensificaron y, según el diplomático jubilado y exembajador de Venezuela en Israel Héctor Quintero, se generó una “unión ideológica-política” entre Chávez y Bashar al Assad, el recientemente derrocado presidente sirio.

Hasta en tres ocasiones Chávez visitó Siria y, en uno de estos viajes, en 2009, llegó la localidad drusa de Sweida acompañado, entre otras personas, de Nicolás Maduro, quien entonces era canciller.

Allí Chávez inauguró una calle Venezuela, plantó un manzano y puso la primera piedra de lo que iba a ser un centro sirio-venezolano. También, bajo el implacable sol sirio y ante una multitud, dio un discurso de casi hora y media.

“Siento a Sweida como mi casa. Sweida es como Venezuela, Siria es como Venezuela. Y ustedes saben que Venezuela es casa para todo el pueblo sirio”, dijo.

Hugo Chávez, delante de un estrado de piedra, con tres micrófonos. Tiene los brazos abiertos y sonríe. Va vestido con una camiseta roja y encima una chaqueta de traje de tela ligera. Al fondo, hay una gigantografía con una foto donde se ven a Chávez y Bashar al-Assad mirándose y sosteniéndose los brazosde modo amistoso y, como fondo de esa foto, los colores de las banderas de Siria y Venezuela.
LOUAI BESHARA/AFP via Getty Images

Como Afif Tajeldine, fueron varios los miembros de la comunidad drusa quienes llegaron a posiciones destacadas dentro de los gobiernos chavistas.

El caso más emblemático es la familia El Aissami, donde destaca el ahora caído en desgracia Tareck El Aissami, que llegó a ser vicepresidente del país, ministro de Petróleo y presidente de PDVSA, la petrolera estatal, pero hoy está entre las rejas acusado de corrupción.

La “calle del hambre”

Puede que no todos en Sweida hablen castellano, pero como me cuenta desde Venezuela Neisser Banout Radwan, quien estuvo varias veces en la ciudad siria y tiene familia allí, es muy probable que si en un supermercado hablas en esa lengua, alguien te responda en ese mismo idioma con el característico cantaíto venezolano.

“Hay una calle de moda, Tarikanawuet, muy bonita, con tiendas de ropa de marca. Y toda la calle, la estructura, todo es precioso y sientes que estás en un pedacito de Venezuela, sobre todo cuando estás acostumbrada a ver las partes del país donde hay gente árabe haciendo vida”, me explica en una videollamada.

Incluso, cuenta Neisser, que en Sweida hay una “calle del hambre”, que es como coloquialmente se le llama en el país caribeño a esa zonas urbanas que están llenas de carritos de comida callejera, usualmente areperas, puestos de empanadas o perrocalenteros, y en el caso de la de Sweida, “igualitica a las de Venezuela pero con shawarma y pura comida árabe”.

“Vas para el mercado y consigues harina pan”, dice en referencia a la harina de maíz precocido para hacer las arepas.

Dos hombres en el centro de una tienda de verduras, uno de ellos, el de la izquierda, vestido de negro, lleva una gorra en la cabeza y está fumando un cigarro. El otro, a la derecha, también lleva gorra en la cabeza y en la mano sostiene una bolsa negra, llena de verdura. Están rodeador de estantes llenos de pimientos, manzanas, tomates, cebollas. Delante de ellos, una mesa con una balanza y verdura.
OMAR HAJ KADOUR/AFP via Getty Images

Tajaldine resalta que además hay costumbres y cosas que han permeado de la cultura venezolana en Sweida. “Por ejemplo, en Siria no hay día de padre ni día del niño y en Sweida se celebra. O el día de la madre, que en Siria es el 21 de marzo, en Sweida se celebra como en Venezuela, el segundo domingo de mayo”.

Para Neisser, hay otras cosas que también son similares a Venezuela, y se refiere en concreto al centro sirio-venezolano del que Chávez puso la primera piedra en 2009. Ella lo vio y cuenta que “eso es puro peladero, ni frisado está el piso. En eso es igualito también que Venezuela, que las obras no se terminaron nunca”.

Neisser Banout Radwan vestida entera de ropa vaquera, con el pelo largo y haciendo un gesto con la mano con un paisaje de fondo lleno de olivos.
Neisser Banout Radwan
Neisser en su último viaje a Sweida, en 2016.

Neisser nació en Maracay (Aragua), pero sus abuelos migraron desde Siria tras la Segunda Guerra Mundial. Como tantos drusos encontraron en Venezuela un lugar donde refugiarse y prosperar. Aunque después de más de 30 años en el país y con la crisis venezolana, su abuela decidió regresar a Sweida.

Fue en 2016 cuando ella viajó por última vez para verla. En ese momento, Siria estaba en plena guerra; a su vez, en Venezuela había un fuerte desabastecimiento y era común hacer colas a las puertas de los supermercados que podían durar horas para conseguir productos básicos.

“En ese viaje vi cosas que me volvían loca. Tuvimos que llegar a Sweida desde Líbano por tierra porque el aeropuerto de Damasco estaba cerrado por la guerra. Pero, por otro lado, íbamos al mercado y encontrábamos harina pan. En Venezuela estábamos críticos con la comida y ahí se conseguía igual”, cuenta aún asombrada.

Y recuerda cómo su abuela, en ese contexto de guerra, la llamaba desde Siria. “Nos preguntaba si comíamos bien. Es muy fuerte vivir esas dos realidades”, dice.

“Terrorismo contra el pueblo druso”

Neisser, que normalmente usa las redes sociales como altavoz para hacer comedia activista en favor del colectivo LGTBIQ+, por una vez en estos días se vistió de los colores de la estrella drusa para denunciar lo que tanto ella como el resto de entrevistados califican de “terrorismo puro contra el pueblo druso”.

En julio, tras enfrentamientos entre los beduinos y drusos en la provincia, el gobierno del presidente interino Ahmed al Sharaa -que encabezó el derrocamiento del régimen de Bashar al Assad por los rebeldes dirigidos por islamistas en diciembre pasado- anunció que desplegaría las fuerzas del Ministerio del Interior y de Defensa para “restablecer la estabilidad”.

Desde la caída de Assad, algunos líderes drusos locales han rechazado la presencia de las fuerzas de seguridad en la ciudad de Sweida. Cuando las fuerzas gubernamentales se desplegaron, los enfrentamientos se intensificaron.

Pronto se acusó a las fuerzas gubernamentales de atacar tanto a combatientes drusos como a civiles, lo que llevó al ejército israelí a intervenir con una serie de ataques aéreos que, según dijeron, pretendían proteger a los drusos.

Aunque hubo un alto el fuego, la situación permanece tensa en la ciudad y el acceso a la provincia sigue siendo difícil.

Un salón con todas las paredes jalonadas por bancos hechos de concreto, pero decorados por encima con una tela continua negra y roja, con motivos árabes. Hay una venta a la derecha, la bandera drusa en el centro y un retrato antiguo, además de otros retratos en la pared izquierda. El suelo está lleno de manchas.
Reuters
En el salón de huéspedes de la familia Al-Radwan hubo una masacre.

Según la Red Siria de Derechos Humanos, una organización no gubernamental, más de mil personas murieron en esas semanas. Acorde al Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, ubicado en Reino Unido, la cifra supera los 1.600. Ambos coinciden que la mayoría de los fallecidos fueron combatientes drusos y civiles.

Hay dos focos principales donde sucedieron las masacres. Uno es el hospital de Sweida, lugar que la BBC pudo visitar y donde habló con testigos. Otro de los sitios donde se reportaron ejecuciones masivas, según reporta Reuters, fue en el salón de huéspedes de la familia Al-Radwan.

“Mi madre me llamó llorando y me cuenta que mataron a nuestra familia, que se metieron en el salón de reuniones de la familia. Fue horrible. Vi los videos y reconocí a tíos, tíos de mi mamá, todos los cadáveres en el suelo y en las paredes las fotos mi abuelo, mi bisabuelo. Es una imagen fea y dolorosa”, dice Neisser.

Su tía, que regresó hace unos años a Sweida, logró irse antes y ponerse a salvo. Pero Neisser dice que está aterrada.

“Estamos buscando la forma de sacarla de Siria. Lo último que pude hablar con ella estaba bajo resguardo, con más mujeres y niños. Pero es doloroso sentir que no tiene espacio donde pueda estar segura, que se vea obligada otra vez a dejar su país”, cuenta.

A Randa Dowiar, otra drusa nacida en Portuguesa, Venezuela, con marido sirio y residente en Siria desde 2018, no le dio tiempo a salir de su casa. Aunque logró salvar la vida.

Hablamos con ella, aún en Sweida pero a resguardo en casa de su hermana.

“Recuerdo voces, muchas balas, sonidos como de tirando cohetes. Entraron en mi casa y empezaron a robarnos todo: dólares, tres carros, otro lo quemaron, abrieron la caja fuerte. Le pusieron un cuchillo en el cuello a mi suegro, a mi cuñado”, me cuenta con la voz entrecortada.

Randa Dowiar en primer plano, con un vestido de tirantas, se hace un selfie junto a sus dos hijos, vestidos igual.
Randa Dowiar
Randa Dowiar nació en Venezuela, es drusa y ahora vive en Sweida.

“Cuando entraron, las mujeres nos pusimos un mantel en la cabeza para que no nos vieran el pelo, porque si no, nos matan. A mi hijo, que tiene autismo, le di un remedio para que se quedara callaíto y no molestara. Estuvimos cuatro días encerrados en la casa, mientras ellos entraban y salían. Nos decían que querían sacar todo lo que fuera druso, nos dijeron que éramos malos, que no sabemos lo que es Dios, que solo ellos entienden de Dios; que nos iban a maltratar, acuchillar, a matar. Pero Dios nos cuidó”, relata.

Me lo cuenta con sus dos niños al lado, pero ninguno entiende bien lo que dice porque el mayor no habla y el menor solo entiende el árabe.

El gobierno de Venezuela fletó en estos días varios vuelos para sacar a sus nacionales de Siria. Randa se anotó junto a sus hijos, pero su esposo deberá esperar aún más porque su pasaporte sirio está vencido.

“Esto era una ciudad limpia, hermosa. La vida era muy bonita. Ahora tocará de nuevo regresar a Portuguesa”, dice.

Y como la propia Sweida, con esa mezcla de dos culturas tan marcada, en los últimos minutos de nuestra llamada se dirige a sus hijos y les dice algo en árabe para luego despedirse de mi con un “Mi amor, aquí estamos a la orden”.

*Con información adicional de Juan Francisco Alonso, Ángel Bermúdez y Lina Sinjab desde Damasco.

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BBC

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