¿Cuánta comida que todavía sirve termina en la basura? En la Central de Abasto (Ceda), a diario, alrededor de 133 toneladas de frutas y verduras aptas para su consumo terminaban en los contenedores de basura. Sin embargo, el centro de acopio Itacate se encarga de revalorizarlas y donarlas a grupos vulnerables.
Graciela de Paz, directora ejecutiva de innovación y proyectos de la Ceda, explica a Animal MX que el desperdicio de alimentos es uno de los problemas más graves que enfrenta la Ceda.
Sin embargo, gracias a talleres y pláticas para concientizar a los locatarios, entre 2020 y 2023 han logrado reducir el desperdicio de alimentos en un 24%.
Nada más para que te des una idea: en 2019, a diario 560 toneladas de alimentos terminaban en la basura, mientras que para el 2022 esta cantidad bajó a 428 toneladas diarias
En entrevista, la funcionaria detalló que en el centro de acopio, al que bautizaron como Itacate, a diario recibe alrededor de 700 kilogramos de alimentos donados por los locatarios.
Aunque pareciera poco en comparación con las toneladas que se siguen desperdiciando, estos productos son el alimento de distintos grupos vulnerables de la CDMX.
El centro de acopio Itacate abrió sus puertas el 26 de febrero de 2020. Se trata de un espacio dentro de la Central de Abasto en donde se reciben las donaciones que los locatarios hacen y que son recogidas por distintas instancias del gobierno capitalino.
Estas se encargan de prepararlas y dar de comer a personas en condición de calle, niños y niñas que viven en albergues del DIF capitalino, y mujeres víctimas de violencia que se encuentran en los refugios a cargo de la Secretaría de Mujeres.
“Itacate recibe principalmente frutas, verduras y manojeo como cilantro, espinacas, apio lechuga… Desde su inauguración a la fecha se han acopiado 666 toneladas de productos”, explicó la funcionaria.
Trabajadores de la Central de Abasto salen a hacer promoción a los pasillos en donde entregan volantes y explican a los locatarios la importancia de donar los alimentos al centro de acopio Itacate en lugar de tirarlos a la basura.
“Los pasamos a visitar a sus bodegas y les decimos ‘mira, en la Ciudad de México el 45% de los habitantes vive en condición de pobreza y de ese 45%, el 22% tiene carencia alimentaria, entonces ayudemos a quien más lo necesite’ y lo hacemos a través de Itacate que hace una labor muy noble”, detalló Graciela de Paz.
El desperdicio de alimentos en la Central de Abasto, mercados sobre ruedas, tiendas e incluso en los hogares se debe principalmente a un tema estético.
Cuando las frutas o verduras están “golpeadas” o muy mallugadas ya no son “atractivas” y las personas ya no las compran; prefieren apostar por productos que se vean impecables.
“Los ciudadanos tenemos la mala costumbre de juzgar los alimentos por la apariencia y la apariencia realmente no te dice nada porque el contenido nutricional es el mismo, pero eso hace que salgan del circuito de comercialización”, agregó la funcionaria.
Como esta mercancía ya no la venderán, es común que los locatarios la tiren a la basura.
Te puede interesar: “Necesitamos reeducarnos”: la muy difícil -y necesaria- labor de los centros de acopio de reciclaje
Pero ojo: esa pérdida está considerada dentro de los mismos cálculos económicos de locatarios. Le llaman “merma”; es decir, aquello que se pierde en el transporte y que, por condiciones climáticas u otros factores no se vende y se echa a perder.
“Hemos estado cambiando la forma de pensar de los bodegueros… todos los días estamos de ‘por favor, donen, miren, no se puede desperdiciar (…) hay gente que requiere de su apoyo’… es un trabajo constante que lo hacemos diario y pues ahí vamos, estamos cambiando el chip de los bodegueros de la Central de Abasto”, celebró de Paz.
También lee: Jóvenes Orquestas, un proyecto de música para niños y adolescentes de colonias marginadas de la CDMX
El centro de acopio Itacate opera de lunes a sábado en un horario de 9:00 a 15:00. En ese tiempo, reciben todas las donaciones que hacen los bodegueros de la Central de Abasto.
Esas donaciones pueden hacerse por dos vías.
La primera –y principal– es que locatarios lleven sus productos al pasillo 4W en donde se ubica el centro de acopio. O también, pueden llamar directamente a Itacate y trabajadores de este lugar se desplazan hasta su local para recoger las frutas y verduras.
Es importante mencionar que antes de recibir cualquier tipo de donación, los productos pasan por una revisión para confirmar que son aptos para su consumo, porque no es lo mismo un producto muy maduro a uno que ya está echado a perder.
Una vez que la donación ingresa a Itacate, se coloca en grandes refrigeradores para preservarla en lo que las dependencias que la recibirán llegan a recogerla.
“Dependiendo de la cantidad que nos donen y si nos alcanza para las tres instancias (Desarrollo Social, DIF y Secretaría de Mujeres) les hablamos a las tres y ellas vienen con su transporte por el producto. Si no nos alcanza, llamamos a una y al otro día a las que quedaron pendientes”, compartió.
Aunque en su mayoría reciben frutas y verduras, la directora ejecutiva de innovación y proyectos, detalló que Itacate también está abierto a recibir otro tipo de productos como quesos, enlatados u otros productos, siempre y cuando no haya pasado su fecha de caducidad.
En octubre de 1961, Betty y Barney Hill se sentaron con un profesor de astronomía en su casa de New Hampshire e hicieron una afirmación extraordinaria.
La pareja –una trabajadora social y un empleado del servicio postal– contó que mientras conducía por una una carretera a través de las montañas, habían sido secuestrados por extraterrestres.
Los Hill explicaron que luego habían sido sometidos a una serie de exámenes invasivos y “con sondas” por parte de unos extraños seres a bordo de una nave espacial estilo platillo volante.
Las afirmaciones cautivaron la imaginación del público y se les atribuye ampliamente el mérito de haber dado pie a todo el género de las abducciones extraterrestres: fue la primera historia de este tipo que se publicó y dio lugar a muchas historias similares.
Pero también contribuyó a otra revolución: una que ocurrió en Hollywood.
En el relato de los Hill, las criaturas que describían tenían cabezas de gran tamaño con cráneos grandes, ojos muy abiertos, piel grisácea, narices pequeñas y bocas en forma de hendiduras.
La pareja había inventado el arquetipo de película de ciencia ficción extraterrestre, con una estética que recuerda a bebés humanos distorsionados y espeluznantes.
Junto con un puñado de historias similares que surgieron casi al mismo tiempo, los seres extraterrestres cabezones fueron rápidamente adoptados por programas de televisión y películas, según Wade Roush, periodista de ciencia y tecnología y autor del libro Extraterrestrials.
“Y la representación estándar de los extraterrestres en ese momento se convirtió en el hombrecito gris”, dice.
“Entonces, cuando llegó Steven Spielberg e hizo las que probablemente sean las dos películas más influyentes sobre extraterrestres: Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (1977) y ET, el extraterrestre (1982), esos extraterrestres y esas películas terminaron siendo básicamente variaciones de la imagen del hombrecito verde o gris de los años 1950 y 1960.”
Pero, ¿cómo eran las representaciones de extraterrestres antes de esta sintonización colectiva del imaginario público? ¿Y qué ha influido en la forma en que los vemos?
Mucho antes, los extraterrestres de la primera ciencia ficción eran considerablemente más fantásticos: pulpos espeluznantes, enjambres inteligentes de criaturas insectos y reptiles monstruosos.
En 1887, el autor de ciencia ficción Joseph Henri Honoré Boex puso la pluma sobre el papel en su oficina de Bruselas e imaginó Les Xipéhuz.
El libro está ambientado en la Tierra, mil años antes de que se fundaran las antiguas ciudades mesopotámicas de Nínive y Babilonia, y comienza con un encuentro onírico en un claro del bosque. Una tribu nómada busca un lugar para descansar una noche, pero se topa con “Les Xipéhuz”, traducido como “Las Formas”.
Las extrañas criaturas geométricas parecían “conos transparentes azulados” con la punta hacia arriba. Cada uno tenía aproximadamente la mitad del tamaño de un humano, con algunas marcas a rayas y “una estrella deslumbrante cerca de su base como el sol al mediodía”.
Las criaturas están consideradas entre los primeros extraterrestres no humanoides de la ciencia ficción, dentro de una historia con moraleja que muestra cuán devastador puede ser el primer contacto con un “otro” desconocido.
Después de muchas batallas (alerta de spoiler), queda claro que no hay lugar para la diplomacia. Incluso cómo se comunican las Formas, trazando símbolos en el cuerpo de cada uno utilizando los rayos de sus estrellas, es extraña. Al final son exterminadas.
Da la casualidad de que el momento de esta historia no es casualidad.
La humanidad lleva miles de años contemplando la posibilidad de que haya vida en otros planetas.
Después de una observación intensa de los cielos que abarcó toda su carrera, alrededor del año 450 a. C., el antiguo filósofo griego Anaxágoras sugirió tentativamente que la Luna podría no ser un dios, como se creía ampliamente, sino una roca como la Tierra.
De hecho, supuso, incluso podría contener vida.
Anaxágoras fue inmediatamente condenado a muerte por su insubordinación, pero persistió la idea de que podría haber otros cuerpos celestes como nuestro propio planeta.
Décadas más tarde, el filósofo Demócrito llegó a una conclusión similar tras teorizar que la materia del Universo podría estar formada por pequeñas partículas llamadas átomos. “Y eso llevó a la especulación de que, si había un número infinito de átomos, entonces tal vez hubiera un número infinito de otros planetas”, dice Roush.
Pero aunque la especulación sobre la vida en otros mundos es antigua, los extraterrestres de estas primeras reflexiones no eran como las creaciones imaginativas que se encuentran hoy en los libros y en la televisión.
“Cuando la gente pensaba en los extraterrestres, me temo que asumieron que si había extraterrestres, se parecerían a nosotros. Que los animales inteligentes y sensibles serían básicamente humanos”, dice Roush.
Después de todo, en aquel momento, ¿qué más se podía esperar?
Roush explica que nadie había contemplado realmente de dónde venían los humanos o cómo nos relacionamos con otras especies, por lo que no había mucho margen para imaginar seres racionales más allá de nosotros mismos.
“Eso se ve reflejado hasta cierto punto incluso en la simbología y la mitología religiosas”, dice. Desde la antigua deidad egipcia Hathor hasta la diosa romana Minerva, la mayoría de las entidades religiosas tenían al menos algunas características humanas.
Pero todo esto cambió en 1859, cuando un libro de color verde con letras doradas apareció por primera vez en los estantes de los intelectuales de todo el mundo.
Se trataba de El origen de las especies mediante la selección natural, de Charles Darwin, y su impacto en la ciencia ficción fue tan grande como su influencia en la biología.
“Entonces creo que nuestra imaginación sobre la forma que podrían adoptar los extraterrestres comenzó a variar mucho más”, dice Roush.
Primero fueron las criaturas geométricas de Les Xipéhuz. Pero pronto fueron seguidas por una diversidad de extrañas formas de vida que rivalizaban con las de la propia Tierra.
Cuando se publicó La guerra de los mundos en 1898, los extraterrestres comenzaban a volverse verdaderamente monstruosos.
En esta novela, H G Wells presentó a los lectores a los marcianos, criaturas que consisten en una cabeza gigante sin cuerpo con una boca en forma de pico rodeada de tentáculos. Se reproducían asexualmente y sobrevivían con una dieta de sangre humana fresca que extraían con pipetas y luego se inyectaban en sus cuerpos.
También lee: La NASA dice que no hay evidencia que OVNIS sean extraterrestres, pero tampoco sabe qué son
“Son un poco como insectos, son un poco como pulpos, un poco como cangrejos. Y así, a partir del siglo XIX, se obtienen extraterrestres muy espeluznantes, con forma no humana. Porque la gente finalmente se dio cuenta de que la evolución es una cosa que [en otras partes del universo] podría tomar direcciones muy diferentes a las de nuestro planeta”, dice Roush.
Durante las décadas siguientes, esta colección de extraterrestres de ciencia ficción continuó floreciendo en la literatura.
Estaban los selenitas, parecidos a insectos, de Los primeros hombres en la luna (1901), el Tweel, similar a un flamenco en Una odisea marciana (1934) con una especie de extraño tronco con pico; e incluso una estrella inteligente desconcertantemente deslumbrante en Star Maker ( 1937).
Nuestras ideas sobre los extraterrestres se transformaron nuevamente con el ascenso de Hollywood en el siglo XX, lo que llevó a la pantalla a extraterrestres que eran inquietantemente parecidos a los humanos.
“Creo que la razón principal de esto es que es más fácil simplemente ponerle un disfraz a un humano que crear una representación evolutivamente muy distante; es mucho más fácil poner a un hombre con un traje alienígena y hacer que camine por ahí sobre sus dos piernas y sus dos brazos que imaginar una especie de mitad calamar, mitad insecto”, dice Roush.
Y así, con la inspiración de personas como los Hills, los extraterrestres que caminaban sobre dos piernas y ocupaban un valle misterioso entre la humanidad y lo “otro”, se convirtieron en el estándar.
“Incluso en series como Star Trek, casi todos los extraterrestres son humanoides, y es claramente por razones presupuestarias”, dice Roush.
Sin embargo, en las últimas décadas, las nuevas tecnologías han transformado lo que es posible.
Con las imágenes generadas por computadora a partir de procesadores cada vez más potentes (y ahora con la llegada de la inteligencia artificial), Roush cree que las cosas han comenzado a volverse extrañas nuevamente.
Un ejemplo es la película Arrival, en la que la Tierra es visitada por extraterrestres espaciales ultrasensibles con siete patas: los heptápodos.
“Con estos increíbles apéndices que pueden arrojar tinta para comunicarse, son realmente bastante diferentes”, dice. “Podemos simplemente inventar monstruos y extraterrestres en 3D que tal vez nunca existan físicamente”.
Quién sabe qué será lo próximo que sueñe la ciencia ficción: podría incluso ser más extraño que lo que realmente encontramos en otros planetas.
Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC News Mundo. Descarga la última versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.