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Hoteles para insectos y polinizadores: una iniciativa de refugio y anidación en la CDMX
Hoteles para insectos y polinizadores: una iniciativa de refugio y anidación en la CDMX
Foto: Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX
8 minutos de lectura

Hoteles para insectos y polinizadores: una iniciativa de refugio y anidación en la CDMX

Los hoteles para insectos son sitios de refugio, descanso y anidación para animalitos que habitan o visitan la Ciudad de México. Te contamos dónde se encuentran, cómo funcionan y si benefician a estas pequeñas especies y aves polinizadoras de la urbe.
05 de abril, 2024
Por: Verónica Santamaría
@VeroSantamariaC 

En medio de la turbulenta jungla de concreto, podemos ver estas curiosas estructuras de madera y alambre. Y no, no es arte urbano, sino los hoteles para insectos y polinizadores.

Y es que en Ciudad de México abundan pequeños y valiosos insectos como abejas, polillas y mariposas. También se encuentran algunas especies de polinizadores como los colibríes, encargados del proceso conocido como polinización.

De acuerdo con el catálogo de polinizadores del Museo Universum, un tercio de nuestra alimentación depende de la polinización. Gracias a ellos tenemos alimentos como frutas y verduras vitales para garantizar la seguridad alimentaria de los seres vivos, incluidos los seres humanos.

Además, advierte que en el mundo existe una crisis relacionada con la continuidad de los polinizadores.

Polinización, un proceso fundamental para los humanos

El artículo “Estado del arte del conocimiento de biodiversidad de los polinizadores” de México de la Revista Mexicana de Biodiversidad del Instituto de Biología de la UNAM, señala que la polinización es uno de los servicios ecosistémicos fundamentales para las personas.

Los autores Angela Nava-Bolaños, Luis Osorio-Olvera y Jorge Soberón resaltan que más del 87% de las especies de plantas con flores son polinizadas por polinización animal.

Y aunque las personas consumimos el fruto que resulta de la polinización, para preservar este proceso y seguir obteniendo alimento y medicina de estas flores, es importante cuidar de los insectos, aves y otros seres vivos polinizadores, de las amenazas que puedan alterar dicho proceso natural.

Como una opción, además de los jardines polinizadores, la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema) instaló estos hoteles con el objetivo de conservar esas especies.

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¿Dónde están los hoteles para insectos?

Si todavía no los has visto, algunos de estos peculiares “hoteles” los encontramos dentro de zoológicos y Centros de Conservación de la Fauna Silvestre de Chapultepec, San Juan de Aragón y Los Coyotes, en CDMX.

Para identificarlos, la Sedema diseñó estas estructuras con figuras representativas de ejemplares de la fauna silvestre como el axolotl, el teporingo, el elefante, la jirafa, el oso panda y leones. Aunque sirven como refugio, las siluetas también son nidos para las especies que las visitan o habitan.

hoteles polinizadores cdmx
Foto: Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX

Erick García, fundador del proyecto Plantalia MX,dirigido a la cultura y educación ambiental en casas y escuelas para promover espacios vegetales que beneficien al medio ambiente de la CDMX, cuenta a Animal XM que los hoteles para insectos y polinizadores son una estrategia nueva que se considera una ayuda, especialmente, para insectos.

“En muchos lugares se puede manejar como beneficio para polinizadores pero, creo que desde ahí comienza la confusión porque los polinizadores no son solo insectos, hay aves y mamíferos. Es muy curioso que una estructura se utilice para darle un punto de partida a polinizadores en general cuando se debe especificar que es solo para insectos”, señala Erick García.

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¿Cómo son estos hoteles?

García argumenta que al término “hotel” para insectos hace falta definirlo, puesto que se trata de “una etiqueta humana”. Lo mismo ocurre cuando a estas estructuras se les identifica como “refugios” o “nidos”, sin que se especifique cuánto tiempo pasan los insectos en ellos.

“Hay muchas cosas que se tienen que aclarar respecto a cómo se llaman estas estructuras y, además, para qué sirven porque son construidas por humanos y para un aparente beneficio hacia la fauna”, añade.

Erick García también agrega que la base de estas estructuras es dar un nido para insectos y no, específicamente, para polinizadores. El experto en vegetación nativa de la Ciudad de México advierte que es importante no generalizar las especie de insectos que visitan los hoteles porque habrá de todo tipo, es decir, tanto insectos nativos como insectos que no polinizan.

En un comunicado, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), explica que los ‘hoteles para polinizadores’ son sitios de refugio y descanso para distintos animales e insectos como abejas, polillas, mariposas, escarabajos y colibríes.

La secretaría también añade que estos espacios “favorecen la interacción de los seres vivos”; es decir, especies de animales e insectos interactuando con las plantas a su alrededor. Incluso, facilitan la polinización de cultivos y el combate biológico de plagas.

También lee: Qué es y cómo se usa un baño seco (para ahorrar agua y ser más ecológicos)

Maderas y materiales reciclados, el cimiento de los hoteles

De acuerdo con la Sader, generalmente, los hoteles para insectos y polinizadores son elaborados con materiales reciclados con la oportunidad de hacerlos amigables con el medioambiente.

Por su parte, la Sedema explica que los instalados en los zoológicos de la Ciudad de México son estructuras lineales compuestas de materiales naturales como madera y sustratos.

En las estructuras se alcanzan a observar trozos de madera y alambre para detener el sustrato, hojarasca y pequeños troncos que están dentro de las siluetas. Además, de contener bambú para albergar a los insectos.

Para Erick García, resulta difícil establecer que una estructura que es similar a un mueble tenga un beneficio ecológico completo. Sobre todo, porque es una estructura que incluye pegamento, corte con serrucho, clavos y demás elementos; en comparación con las estructuras naturales que han sido modificadas a lo largo del tiempo por la naturaleza y que los insectos ocupan dentro de un medio natural.

“Es muy antropocentrista elaborar esas estructuras que, me parece, cubre una necesidad de ayuda que nosotros [los humanos] podamos brindar. Creo que sentimos que al crear estas estructuras se va a ayudar pero, realmente, tenemos que conocer qué tipos [de insectos] hay”, explica.

García también advierte que es difícil conocer que realmente sólo se beneficie a insectos polinizadores o solo insectos nativos. Incluso, señala que puede ser una trampa y contradecir el uso inicial de estos hoteles ya que, pueden existir insectos que perjudican a otros. Ante esto, enfatiza que el objetivo no queda claro sobre estas estructuras.

“La estructura debe buscar siempre el beneficio de los insectos y de la fauna es la más cercana al ecosistema. Algunas especies de abeja anidan en los suelos, en la tierra y no todas son tipo colmena. La mejor estructura que podemos darle a la fauna es lo más cercano al ecosistema y estas estructuras, me parece, son muy cercanas a las que puede buscar un insecto polinizador o un insecto en general”, añade.

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Refugios bonitos vs sitios de anidación

Erick García fue tajante al señalar que ningún insecto elige alguna de estas estructuras en cuanto a si son bonitas o no, o si tienen cierta forma como la fauna silvestre representativa de los zoológicos de la Ciudad de México.

“Lo único que busca [un insecto] es, como cualquier especie, sobrevivir y anidar. Pero, al mismo tiempo, estos espacios pueden funcionar como una trampa para aquellos insectos benéficos y locales”, enfatiza.

Una de las características de estos hoteles para insectos es tener perforaciones, espacios que se espera ocupen los insectos. Sin embargo, hay insectos que se encargan de realizar estas tareas por sí solos como los abejorros carpinteros o las abejas albañiles. El experto explica que reciben este nombre porque realizan estas perforaciones en un trozo de madera o tronco y ahí anidan.

polinizadores
Foto: Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX

García agrega que es muy difícil establecer qué tipo de estructuras se deben usar, ya que cada insecto tiene su propia forma de vida, reproducción y anidación. “Englobar algo que puede beneficiar a los insectos, es algo complicado”, menciona.

Otro reto que destaca sobre las estructuras de hoteles para insectos y polinizadores es que, aunque promueven la anidación artificial, a veces se necesita de polen para que las especies de polinizadores cuenten con una especie de cera para los nidos, para los insectos y para los polinizadores migrantes, como ocurre con la mariposa monarca.

“Se requiere de floración [y] se requiere que devoren hojas. Incluso, su anidación es diferente o depositan huevos sobre las hojas, no se requiere de una estructura de madera, necesita vegetación con plantas nativas que estén adaptadas a la dieta de la mariposa monarca que migra hacia México”, comenta García.

Para saber más: La mariposa monarca, su migración y los santuarios: ¿dónde verla y cómo hacerlo de manera responsable?

Las necesidades de un ecosistema urbano

Habitar y convivir en un ecosistema urbano implica también el generar y ejecutar estrategias que beneficien a la flora y fauna nativa de la CDMX. Si bien las estructuras de los hoteles para insectos y polinizadores son nuevas, las adaptaciones que realiza Sedema han sido constantes.

Para preservar la supervivencia de especies polinizadoras en la ciudad, además de los hoteles, la Sedema ha ejecutado el programa “Jardines para la Vida, Mujeres Polinizadoras”, desde 2019.

En 5 años, según las cifras que presenta en un comunicado, han plantado en diferentes sitios de la Ciudad de México más de 50 mil ejemplares de especies como salvia, cuphea y cosmos, entre otros, con el objetivo de atraer y favorecer la vida de los polinizadores.

insectos polinizadores
Foto: Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX

De acuerdo con información de Sedema, estas plantaciones incrementaron la presencia de polinizadores y crearon mil 30 jardines.

A pesar de los retos que enfrentan estas estructuras de hoteles para insectos y polinizadores, Erick García señala que existen algunas ventajas como la constante exploración de estas especies haciendo probable que alguna aproveche estos refugios, sea nativa o polinizadora.

García explica que ante los cambios ecológicos que ha sufrido un ecosistema urbano como el de la CDMX en los últimos 150 años de urbanización, las especies también tuvieron que adaptarse a ellos.

“Eso implica que aniden en casas y que cualquier madera sea buena. El reto como personas es brindar un ambiente vegetal, no solo con plantas, sino también con árboles que ayuden a estos beneficios ecológicos y es una ayuda tanto para insectos como cualquier tipo de fauna y seres humanos. Lo importante es que sea funcional”, finaliza.

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Imagen BBC
¿Te has preguntado por qué el cielo es azul? El científico John Tyndall lo descubrió
6 minutos de lectura

El científico irlandés comenzó a explorar los colores del cielo y, sin proponérselo, terminó descubriendo los orígenes de las enfermedades transmitidas por el aire.

07 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0

A lo largo de la historia, muchos científicos han buscado comprender cómo funciona la naturaleza.

En su forma más pura, se trata solo de eso: el deseo de entender, sin tener en cuenta cuán útiles o rentables puedan ser los descubrimientos.

Algunos llaman a ese enfoque de la ciencia como “investigación impulsada por la curiosidad” o “investigación sin límites”.

Uno de los mejores ejemplos de los practicantes de esta forma pura de descubrimiento es el físico irlandés John Tyndall (1820-1893).

Se trata de un investigador que hizo enormes contribuciones a la ciencia, como probar los orígenes de las enfermedades transmitidas por el aire y demostrar que un respirador de algodón podía filtrar gérmenes.

Hoy el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) califica la contaminación del aire como “la mayor amenaza ambiental para la salud pública a nivel mundial”, calculando que provoca la muerte prematura de hasta 7 millones de personas en todo el mundo.

Su trabajo es particularmente importante en este Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul.

“El cielo en una caja”

Además de ser un erudito, Tyndall era un romántico.

Practicaba el montañismo y pasaba mucho tiempo en los Alpes. A menudo hacía una pausa al atardecer pues las puestas de Sol y su magnífica gama de colores lo dejaban extasiado.

Fue por eso que se propuso comprenderlas y, con ello, logró inspirar a generaciones de científicos a realizar investigaciones fundamentales.

Ilustración John Tyndall
Getty Images
Hay quienes definen a Tyndall como uno de los cofundadores de la ciencia del clima.

Su ilimitada curiosidad y su interés por la naturaleza lo llevaron a explorar una amplia gama de temas y a hacer muchos descubrimientos clave para la ciencia.

Fue él, por ejemplo, quien demostró por primera vez que los gases en la atmósfera absorben calor en grados muy diferentes, descubriendo así la base molecular del efecto invernadero.

De hecho, algunos consideran a Tyndall como uno de los cofundadores de la ciencia del clima.

Para encontrar respuestas a sus diversas preguntas, inventó experimentos para los que construyó varios aparatos, algunos muy sofisticados, que requerían, además, de una profunda comprensión teórica y una tremenda destreza.

Pero cuando quiso saber por qué el cielo se ve azul en el día y rojo al atardecer, los instrumentos que usó fueron sencillos.

Armó un simple tubo de vidrio para simular el cielo y usó una luz blanca en un extremo para simular la luz del Sol.

Descubrió que cuando llenaba gradualmente el tubo de humo, el haz de luz parecía ser azul desde un costado pero rojo desde el otro extremo.

Se dio cuenta de que el color del cielo es el resultado de la luz del Sol dispersándose por las partículas en la atmósfera superior, en lo que ahora se conoce como el “efecto Tyndall”.

Frasco de vidrio con agua
BBC
Primero tomas un recipiente de vidrio, le echas agua y unas gotas de leche.
Linterna iluminando un extremo de un frasco de vidrio con agua y un poco de leche. A través del líquido, se ve una luz azulada.
BBC
Después, solo necesitas una linterna para ver los tonos azules cerca de la fuente de luz.

Otro de sus aparatos fue aún más simple.

Se trataba de un tanque de vidrio lleno de agua, al que le agregaba unas gotas de leche.

Lo que hacía la leche era introducir algunas partículas en el líquido.

Una vez lista la sencilla receta, Tyndall encendió una luz blanca al lado de un extremo del tanque.

Inmediatamente vio que el tanque se iluminaba con diferentes colores.

A Tyndall le fascinaba el experimento. En su estilo típicamente poético, lo describió como “el cielo en una caja”.

Y es que a un lado del tanque, la solución era azul. Pero a medida que viajaba hacia el otro lado, se iba tornando más amarilla, hasta volverse anaranjada y hasta roja, como el atardecer.

Linterna iluminando un extremo de un frasco de vidrio con agua y un poco de leche. Del lado opuesto de la linterna, a través del líquido se ve una luz roja.
BBC
En el otro extremo del tanque con agua y leche, la luz de la misma linterna se ve rojiza.

Del azul a los colores del atardecer

Tyndall sabía que la luz blanca está hecha de todos los colores del arcoíris.

Así que pensó que la explicación de ese fenómeno que tanto lo cautivaba era que la luz azul tenía una mayor probabilidad de rebotar y dispersar las partículas de leche en el agua.

Ahora sabemos que esto se debe a que la luz azul tiene una longitud de onda más corta que los otros colores de luz visible.

Eso significa que la luz azul es la primera en dispersarse por todo el líquido.

Por eso, la parte más cercana a la fuente de luz se ve azul.

También es por eso que el cielo es de dicho color: porque la luz azul del Sol tiene una mayor probabilidad de dispersarse en la atmósfera.

Pero el tanque también explica los colores del atardecer.

A medida que la luz penetra más profundamente en el agua lechosa, todas las longitudes de onda más cortas de la luz se dispersan, dejando solo las longitudes de onda más largas de naranja y rojo.

Entonces, el agua se ve progresivamente más anaranjada y, si el tanque es lo suficientemente largo, roja.

Eso es lo que ocurre con el cielo.

Ilustración de John Tyndall dando una conferencia en la Royal Institution de Londres.
Getty Images
Tyndall fue una figura respetada y renombrada en su época.

A medida que el Sol se pone más bajo, su luz tiene que viajar a través de más atmósfera, por lo que las longitudes de onda azules más cortas se dispersan por completo, dejando solo la luz anaranjada y roja, haciendo que el cielo se vea de esas tonalidades al atardecer.

Hoy sabemos que la luz se dispersa principalmente en las moléculas de aire, en lugar de partículas de polvo, como pensaba Tyndall.

Pero, aunque su explicación fue incorrecta en detalles, fue absolutamente certera en su principio.

De hecho, la mala interpretación de sus resultados fue lo que llevó a Tyndall a hacer su descubrimiento más importante.

Una caja y algo de polvo

Siendo un científico curioso, Tyndall decidió proceder y llevar a cabo más experimentos.

Entonces tomó una caja de aire llena de polvo y dejó que éste se asentara por días y días y días.

Llamó a esa muestra, con todo el polvo asentado, “aire ópticamente puro”.

Luego comenzó a poner cosas en la caja para ver qué pasaba: primero puso un pedazo de carne; luego, un poco de pescado; e incluso le añadió muestras de su propia orina.

Y notó algo muy interesante. Ni la carne ni el pescado se pudrieron, y su orina no se nubló. Según dijo “siguió tan clara como un jerez fresco”.

Lo que había creado no era aire libre de polvo u ópticamente puro.

Sin darse cuenta, Tyndall lo había esterilizado. Dejó que todas las bacterias se asentaran y se pegaran al fondo de la caja.

El aire quedó libre de gérmenes.

Atardecer con el sol y un cielo de un rojo intenso.
Getty Images
Tyndall también quiso saber el porqué de los colores del ocaso.

Puede que no haya sido su intención original, pero Tyndall proporcionó evidencia decisiva para una teoría controvertida de la época: la descomposición y la enfermedad son causadas por microbios en el aire.

También demostró que una forma de filtrar el polvo era a través del algodón. Y experimentos posteriores demostraron que el proceso de filtrado era más eficaz cuando se aplicaba a la respiración humana.

Tyndall era un hombre que investigaba exclusivamente por el ansia de conocimiento, sin una focalización a priori vinculada a un problema del mundo real.

No se propuso descubrir los orígenes de las enfermedades transmitidas por el aire cuando comenzó a explorar los colores del cielo, pero eso fue exactamente lo que hizo.

De hecho, su caso hace que la otra forma en la que se le llama a este tipo de investigación guiada por la curiosidad en inglés (y que se usa en menor grado en español) suene muy apropiada: “blue-sky investigation” o “investigación de cielos azules”.

*Este artículo es una actualización de otro publicado originalmente en 2019.

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BBC

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