
Como cada 13 de septiembre, en México se conmemora la Batalla de Chapultepec y se recuerda a los Niños Héroes, de quienes nos hicieron aprendernos sus nombres en la primaria.
Estos personajes se han visto rodeados de mitos y hay hasta quienes cuestionan su existencia. Por eso, aquí te dejamos algunos datos curiosos.
Si no te acuerdas de tus clases de historia: de 1846 a 1848 se realizó la Guerra México-Estados Unidos (o intervención estadounidense) en la que se perdió más de la mitad del territorio nacional.
En agosto de 1847 se realizaron varias batallas en la capital mexicana con la finalidad de tomar la ciudad; específicamente en Padierna, Churubusco y Molino del Rey (los días 19 y 20 de agosto y 8 de septiembre, respectivamente).
Uno de los últimos bastiones que defendía el ejército mexicano era el Castillo de Chapultepec, donde en ese entonces había otra sede del Colegio Militar. Ahí se realizaron ataques desde el 12 de septiembre causando estragos en las fuerzas mexicanas.
Se les conoce como Niños Héroes a un grupo de cadetes mexicanos que murieron durante la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847.
Con los años, este acontecimiento se iría tergiversando, a veces, con fines nacionalistas y generando un mito histórico con hechos difíciles de comprobar.
A pesar de que en la escuela solo nos enseñan a recordar el nombre de seis Niños Héroes (Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Juan de la Barrera, Juan Escutia y Vicente Suárez), la verdad es que eran alrededor de 47 cadetes quienes lucharon ese día.
Estos cadetes habían recibido la orden de Nicolás Bravo de abandonar el Castillo de Chapultepec, pero por decidieron quedarse y defender el lugar.
Y no lo hicieron solos, pues la Secretaría de la Defensa Nacional señala que había alrededor de 800 soldados pertenecientes a diferentes batallones.
Además, llegó el Batallón de San Blas bajo las órdenes del teniente coronel Felipe Santiago Xicoténcatl como apoyo.

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Aceptamos que “Niños Héroes” suena mejor que “Jóvenes Héroes”, pero entre los datos curiosos es que estos personajes ya no estaban precisamente en su infancia.
A través de un boletín de la UNAM, la doctora Berta Salinas, del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, recuerda que la edad de los seis “niños” era entre los 13 y 20 años.
Francisco Márquez, nacido en Guadalajara, era el más joven con 13 años; Vicente Suárez, de Puebla, tenía 14 años; Agustín Melgar, nativo de Chihuahua, contaba con 18, lo mismo que Fernando Montes de Oca, procedente de la Ciudad de México. Juan de la Barrera y Juan Escutia, de 19 y 20 años, procedían de la capital y de Tepic, respectivamente.
Berta Flores y Carmen Vázquez, del Instituto de Investigaciones Históricas, mencionan que sería Miguel Miramón uno de los primeros personajes en nombrar a esos seis jóvenes que trascendieron a la historia.
Ambas investigadoras señalan que durante un mensaje patriótico con motivo del aniversario de la Independencia, el 16 de septiembre de 1851, Miguel Miramón mencionó a seis de sus compañeros caídos en la Batalla de Chapultepec.
Sin embargo, no sería hasta 1871 cuando esos nombres comenzaron a resonar como héroes nacionales.
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Este dato curiosos de los Niños Héroes va un poco relacionado al anterior. Repetimos que en realidad había alrededor de 47 cadetes en la Batalla de Chapultepec del 13 de septiembre, pero solamente seis murieron y esos fueron los que pasaron a la historia.
Pero la realidad es que todos son “héroes” en el sentido que no era su obligación estar en el Castillo (se les ordenó retirarse) y aún así se quedaron por cuenta propia a defender el lugar.
Entre ellos estaba el cadete Miguel Miramón, quien sobrevivió a la batalla y más tarde se convirtió en uno de los líderes conservadores en la Guerra de Reforma.

En 1859 fue nombrado Presidente de México por el Partido Conservador y en oposición al Presidente liberal Benito Juárez. En ese sentido, es el presidente más joven que ha tenido México.
Sin embargo, más tarde sería considerado traidor al ponerse al servicio de Maximiliano de Habsburgo. Moriría fusilado junto a Maximiliano y Tomás Mejía en el Cerro de las Campanas en Querétaro el 19 de junio de 1867.
En todo lo que se ha dicho de los Niños Héroes, el mito más famoso es la hazaña de Juan Escutia, quien supuestamente se envolvió con la bandera mexicana y se lanzó con ella al vacío para impedir que los estadounidenses se adueñaran de ella como símbolo de su victoria.
Sin embargo, este evento no se puede verificar; no hay evidencia que compruebe que en realidad sucedió. Incluso a través de los años cambió el Niño Héroe protagonista de esta gran proeza.
La UNAM describe que para 1871 la defensa de la bandera estaba asociada a Agustín Melgar. Una década después se decía que quien se había lanzado era Fernando Montes de Oca.
También se ha discutido que Juan Escutia (del que tampoco hay documentos que aseguren que era cadete del Colegio Militar) murió en batalla abatido a tiros.

Lo que sí es un hecho, es que en esa guerra sí hubo figuras que protegieron la bandera mexicana y cuyos casos sí están documentados.
Cecilia Vargas Ramírez, historiadora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), le dijo a BBC Mundo que hay documentos y testimonios que señalan al coronel Santiago Xicoténcatl o al capitán Margarito Zuazo como protagonistas de una hazaña parecida.
“(Xicoténcatl) era teniente coronel del batallón de San Blas y fue de los últimos que quedó defendiendo el castillo frente a compañeros que desertaron para salvar sus vidas”, explica la experta.
Salvador Rueda Smithers, director del Museo Nacional de Historia, explicó durante el webinar “¿Conquistadores en Chapultepec? De guerras y batallas en la historia de nuestro Bosque” lo que pasó con Margarito Zuazo.
Era el 08 de septiembre de 1847 y Margarito Zuazo participaba en la Batalla de Molino del Rey. “(Margarito) toma la bandera del regimiento, se la amarra y se arroja al enemigo. Lo matan pero le hacen el honor por la valentía”, explica.
“Ese es el origen de la leyenda histórica que después se atribuye a uno de los cadetes del Colegio Militar”, finaliza.
Como señala Relatos e historias en México, publicación especializada de Arqueología Mexicana, fue el litógrafo Santiago Hernández quien le dio forma a la leyenda de los Niños Héroes.
Fue en 1871 cuando realizó los primeros retratos de los seis jóvenes que murieron en la Batalla de Chapultepec y que serían replicados en todo el país.
También hizo imágenes muy famosas de Miguel Hidalgo y Josefa Ortiz de Domínguez, entre otros.
Como otro dato más curioso: el mismo Santiago Hernández fue de los cadetes del Colegio Militar que peleó y sobrevivió a la Batalla de Chapultepec.

La hazaña de los Niños Héroes se conmemora oficialmente desde 1881. Sin embargo, su leyenda cobró más fuerza en 1947 cuando presuntamente descubrieron los restos óseos de los Niños Héroes.
Y lo decimos así porque este evento fue y sigue siendo cuestionado por expertos.
Resulta y resalta que ese año el presidente estadounidense Harry Truman visitó México para depositar una ofrenda a los caídos en aquella batalla. Durante el evento, soltó una frase que para nada fue del agrado de México: “Un siglo de rencores se borra con un minuto de silencio”.
Casualmente ese malestar popular se apagó cuando se dio a conocer que se habían encontrado seis osamentas en la ladera del cerro de Chapultepec y fueron atribuidas a los Niños Héroes.

Carmen Vázquez Mantecón, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, dice que en realidad no se sabe qué fue de los llamados “Niños Héroes” tras la batalla y que “seguramente muchos cuerpos fueron a dar a la fosa común”.
El historiador mexicano Ricardo Rivas le dijo a BBC Mundo que para él esto “fue una farsa de Miguel Alemán (presidente mexicano en aquella época) para dar mayor relevancia a los hechos”.
El chiste es que tras ese gran descubrimiento se ordenó la construcción del imponente Altar a la Patria que fue inaugurado el el 27 de septiembre de 1952. Se conforma por seis columnas de mármol que representan a los Niños Héroes.
El monumento es también un mausoleo pues ahí supuestamente se encuentran los restos de los Niños Héroes junto con los del general Felipe Santiago Xicoténcatl.
Justo en el Altar a la Patria en el Bosque de Chapultepec es donde prácticamente cada año se realiza una ceremonia conmemorativa de la Gesta Heroica de los Niños Héroes de Chapultepec. En ella participan el presidente o presidenta de la República, así como integrantes de la Secretario de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina.

La verdad es que ya se habían tardado con llevar esta (presunta) tremenda hazaña a la pantalla grande. Fue apenas en 2023 cuando se lanzó la película Héroes, dirigida por Ricardo Arnaiz, más conocido por toda su franquicia de películas animadas de Las Leyendas.
Tal cual sigue la historia de un grupo de estudiantes del Colegio Militar de Chapultepec que en 1847 tratan de sobrevivir una noche en la que, después de ser bombardeados sin piedad, son invadidos por el ejército de los Estados Unidos.
Aunque la película salió en cines en 2023, actualmente no se encuentra en ningún servicio de streaming.

Un concepto sencillo, nacido en la isla del Mediterráneo, puede cambiar cómo ves lo cotidiano.
“En Sicilia tenemos una palabra mágica con un sabor propio: Futtitini“, cuenta el actor italiano Giusepppe Capodicasa en un video de BBC Reel.
“No es una mala palabra, es una bendición”, declara.
Recordemos que en Sicilia se habla italiano como en el resto de Italia, pero suena distinto porque detrás hay siglos de historia trenzada en la lengua.
Antes de que el italiano se adoptara como la voz común del país, los sicilianos ya hablaban el siciliano, una lengua romance marcada por las sucesivas conquistas y dominaciones de la isla: griegos, árabes, normandos, españoles… cada uno dejó alguna huella en el acento y en las palabras.
Cuando el italiano estándar empezó a imponerse en el siglo XIX, no borró esa base, sino que se mezcló con ella.
Por eso, aunque alguien como Capodicasa, quien se identifica “100% siciliano”, habla italiano, se notan tonos, giros y palabras que vienen de esa mezcla antigua.
Futtitinni es una de esas palabras.
Una que, según Capodicasa, encierra “una filosofía de vida, una forma de concebir nuestra existencia”.
“Futtitinni… cuán hermoso suena”, dice el filósofo siciliano Pietro Briguglio, pronunciando la palabra gustosamente.
“Cuando la dices, descargas un peso que tenías y quedas ligero”.
El término está muy presente en el lenguage común pues “se presta a ser usado en muchas situaciones”, afirma Briguglio.
Podría entenderse como “no te preocupes demasiado”, “déjalo pasar”, y su sentido se mueve entre “no te amargues”, “no te enredes” -o el mexicano “no te claves”, el colombiano “no te compliques”, el caribeño “no te calientes la cabeza” o el sureño “no te hagas drama”.
Pero según Capodicasa, “es más matizado, más elegante”.
La raíz de futtitinni es el verbo siciliano futtíri, que no es particularmente elegante: es una manera vulgar de decir “copular”.
Proviene del latín futūere, que en español evolucionó como ‘follar’, esa forma coloquial para hablar de las relaciones sexuales que aún se escucha en España.
En siciliano, así como ocurrió en muchas lenguas romances con verbos de origen sexual, futtíri se ha amplió a significados figurados como engañar, fastidiar, robar o tomarse libertades, dependiendo del contexto.
De ahí que futtitinni tenga un matiz entre despreocupado y un poco irreverente, algo así como “que te importe un carajo”, pero con ese tono siciliano que lo vuelve más filosófico que agresivo.
Y es que no se trata de que nada importa, ni de eludir problemas o responsabilidades, ni siquiera de resignación.
“Futtitinni no es superficialidad”, aclara Capodicasa. “Es la capacidad de atravesar las situaciones de la vida con conciencia y ligereza”.
En ocasiones, llama a desprenderse de lo inmutable y seguir viviendo plenamente, como explica el sitio web Entendiendo a Italia.
En esos casos, sirve para para consolar un amigo ante una decepción, para sobrellevar un revés económico, o simplemente para poner en perspectiva un incidente cotidiano.
Es además una herramienta existencial, que sirve para separar lo esencial de lo superfluo, para no cargar con cada contrariedad, y priorizar lo que de verdad importa.
Futtitinni encierra una modo de enfrentar la adversidad con ligereza, dignidad e incluso humor… un sentido que los sicilianos tienen muy desarrollado.
Como notó el político y escritor romano Cicerón, ya en el siglo I a. C., los sicilianos eran “una raza inteligente, pero desconfiada y dotada de un maravilloso sentido del humor”.
“Por terrible que sea una situación, los sicilianos siempre tienen un comentario ingenioso que hacer al respecto”, añadió.
Esa cualidad los ha acompañado a lo largo de sus 3.000 años de historia, a menudo difíciles de sobrellevar.
Solo adoptando una actitud reflexiva, observa Il Italoamericano, pudieron superar la constante tentación de convertirse en figuras trágicas.
Esa actitud se expresa en esa exhortación que los sicilianos usan cuando las cosas se vuelven demasiado abrumadoras: futtitinni.
Y, aunque la palabra existe en dialecto siciliano desde hace generaciones, en los últimos años ha tenido un resurgir notable.
Competiciones de memes, camisetas con la inscripción “Futtitinni“, artículos y blogs que rescatan su significado como “pedagogía de lo esencial”.
Futtitini “no es superficialidad, sino el arte del discernimiento”, señala Francesco Mazzarella en la revista Paese.
Aclara que ese arte del discernimiento es el “que distingue entre lo urgente y lo ruidoso, entre lo que nos edifica y lo que nos consume”.
Explica que cuando un siciliano dice futtitinni, a menudo está diciendo:
“No dejes entrar en tu corazón aquello que no merece habitar allí”.
“No le des poder a quien quiere quitarte el aliento”.
Para Mazzarella, el tradicional término no sólo no ha perdido relevancia sino que, en esta época en la que todo exige atención, y “cada opinión se convierte en guerra, cada imperfección en fracaso (…), futtitinni se ha convertido en revolución”.
Invita a practicar “el buen desapego”, a despreocuparse por lo periferal y centrarse en lo realmente importante.
“¿Tu pareja te dejó?… quizás no era la ideal. ¿Perdiste tu trabajo?… tómatelo como un nuevo comienzo”, ejemplifica Capodicasa.
“Hay quienes hacen yoga, meditación, respiran con el diafragma. Hay quienes van a India a encontrarse a sí mismos”, dice Capodicasa.
“En Sicilia hacemos todo esto con una sola palabra.
“Se dice que un viejo sabio, mientras explicaba las leyes de la filosofía siciliana a un joven discípulo, en cierto momento se detuvo, lo miró a los ojos y le dijo:
“Hijo, si no puedes cambiar lo que te hace sufrir, entonces futtitinni“.
Quizás ese sabio, al pronunciar la palabra, hizo el gesto típico que suele acompañarla para enfatizar: levantando la mano de abajo hacia arriba, como arrojando las preocupaciones al aire.
La intención es distender, dejar de enfocarse en lo negativo.
“La vida te estresa… tómatela con calma.
“Atascado en el tráfico… Paciencia”…
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