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Helada, quedé: no, el *hielo en la nuca no resuelve dolores agudos* en el cuerpo
Helada, quedé: no, el *hielo en la nuca no resuelve dolores agudos* en el cuerpo
3 minutos de lectura

Helada, quedé: no, el *hielo en la nuca no resuelve dolores agudos* en el cuerpo

11 de febrero, 2021
Por: Siboney Flores

Antes de que se te congele el cuerpo, tenemos algo que contarte: no hay ningún sustento científico que avale que aplicar hielo en la nuca ayude a reducir malestares del cuerpo, como quiere hacer creer una publicación en Facebook.

Preguntamos a especialistas médicos sobre la publicación que, hasta ahora, tiene más de 1,300 reacciones y ha sido compartida más de 9,000 veces.

Según dice ese post, aplicar hielo en la nuca combate el cansancio y la fatiga, ayuda a tratar el insomnio, relaja la zona del cuello y la nuca, alivia dolores agudos en rodillas, piernas y brazos, acaba con dolores musculares y trata dolores de abdomen y espalda.

O sea, básicamente dice que el hielo es mágico, pero aunque así lo parezca, ese “remedio” no tiene ningún sustento médico.

¿Qué dicen los especialistas sobre el hielo en la nuca?

Daniel Pahua, bariatra e investigador del departamento de Salud Pública de la UNAM, explica que a lo sumo, el hielo puede provocar una relajación en la piel, “siempre y cuando el hielo se coloque a manera de compresa en la zona” (o sea, envuelta en una toallita).

Eso sí puede ayudar a que disminuya el cansancio o la fatiga.

“Se podría decir que también ayuda a disminuir el insomnio, porque si te relajas, probablemente puedas dormir, pero depende de cada cuerpo, no sería en todos los casos”, explica el doctor Pahua.

Pero de ahí en más pues… en realidad no hace mucho.

El bariatra agrega que, como es un hielo, en realidad no puede profundizar en zonas donde está ubicado el dolor, “la ayuda es muy superficial”.

En esto coincide el investigador de la Universidad de Guadalajara, Luis Miguel Román Pintos, quien explica que poner hielo en la nuca “sólo se trata de entumecer esa zona”.

“La idea que dan de aplicarlo en esa zona para reducir todos esos malestares no tiene sentido, hay terminaciones nerviosas que pasan por el sitio, pero no tiene mucho sentido aplicarlo así nada más”, destaca.

Ambos especialistas creen que esta idea surgió luego de que se colocara una banda o toalla fría en la frente para reducir el dolor de cabeza. Aunque en el caso del hielo en la nuca no hay sustento científico.

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Las recomendaciones 

Los especialistas concluyen que es súúúper importante escuchar a tu cuerpo.

Cuando haya un dolor, ¡no te automediques! Lo mejor es acudir con tu médica general a revisión para que identifique en qué parte está el dolor y pueda hacer un diagnóstico acertado.

“Lo primero es identificar en qué estructura del cuerpo es el dolor, si es muscular, de huesos, de órganos, de nervios, o si se combinan algunos de estos, si se trata de un dolor agudo, es decir que se presenta por primera vez o crónico que es algo con lo que estamos recurrentemente, y a partir de ahí tratar el dolor”, explica el investigador de la UDG, Luis Miguel Román.

Para el académico es muy importante que la gente sea consciente que no se puede tratar con la recomendación médica de otra persona.

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“El dolor y su tratamiento varía mucho de persona a persona, no es lo mismo ser una persona sana que padecer alguna comorbilidad, como diabetes o tener obesidad”.

Otro de los puntos importantes a considerar es pensar si ese dolor apareció de la nada, fue aumentando con el paso de los días o se debió a un accidente.

Tratamientos alternativos: sí, pero con cuidadito

Algo importante es saber que las recomendaciones tanto del bariatra Pahua, así como del académico Román no indican que la medicina de consultorio esté peleada con los tratamientos alternativos.

El bariatra de la UNAM enfatiza en que la decisión de acudir a un especialista u optar por algún método alternativo debe estar bien fundamentada.

“Los medicamentos nos ayudan y un tratamiento alternativo nos puede ayudar a complementar el proceso de eliminar el dolor, pero ojo, siempre bajo vigilancia médica como con un médico rehabilitador”, explica.

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Imagen BBC
¿Cómo Black Sabbath encontró su sonido e inventó el heavy metal?
7 minutos de lectura

Al ralentizar el blues y jugar con imágenes ocultistas, la banda de Birmingham fue pionera de un género.

26 de julio, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Si hubieras visto el primer concierto de Black Sabbath, no habrías reconocido su grandeza.

En 1968, se llamaban The Polka Tulk Blues Band, un nombre mucho menos siniestro, y venían acompañados de un saxofonista y un guitarrista que tocaba con la técnica del slide.

Un año después, la banda se había reducido, habían encontrado un nuevo nombre e inventado el heavy metal. Pocas bandas están tan ligadas a un género musical, pero Sabbath sentó las bases para todo el mundo, desde Motörhead y AC/DC hasta Metallica y Guns ‘n’ Roses.

A lo largo del camino, el cantante Ozzy Osbourne (fallecido esta semana a los 76 años) se convirtió en una de las figuras más influyentes del rock, con una presencia escénica electrizante e imprevisible y una ingesta de drogas casi mitológica.

“Si alguien ha vivido el libertino estilo de vida del rock and roll”, admitió una vez, “supongo que soy yo”.

Entonces, ¿cómo fue que estos cuatro músicos de clase trabajadora de Aston, Birmingham, reescribieron las reglas del rock?

Ozzy Osbourne y Tony Iommi en un show en 1970.
Getty Images
Los viscerales e imprevisibles directos de la banda eran parte de su atractivo.

¿Flores en el pelo?

Según Osbourne, fue una reacción visceral a las canciones “hippies y cursis” como San Francisco (“Be sure to wear some flowers in your hair” o “Asegúrate de llevar flores en el pelo”) que saturaron las ondas tras el Summer Of Love de 1967.

“¿Flores en el pelo? Hazme el favor”, se quejaba en su autobiografía de 2010.

“Las únicas flores que alguien vio en Aston eran las que te echaban a la tumba cuando te morías a los 53 años porque habías trabajado hasta morir”.

Junto al guitarrista Tony Iommi, el bajista Geezer Butler y el baterista Bill Ward, la idea inicial de Osbourne era darle un toque de Birmingham al sonido blusero de Fleetwood Mac.

El primer nombre del grupo, Polka Tulk, se inspiró en una marca de polvos de talco que utilizaba su madre.

Tras abandonar el saxofón, se rebautizaron como Earth, dando tantos conciertos como pudieron.

“Cuando venía un grupo importante a la ciudad, cargábamos la furgoneta con todas nuestras cosas y esperábamos fuera del recinto por si acaso no aparecían”, recordó Osbourne más tarde.

Funcionó… pero sólo una vez, cuando se le pidió a la banda que sustituyera a un ausente Jethro Tull. “Y después de eso, todos los promotores sabían nuestro nombre”, dijo Ozzy.

Una fotografía en blanco y negro que muestra a los miembros de Black Sabbath chapoteando en el río en el pintoresco valle de Wye, 1977.
Getty Images
La banda hizo todo tipo de travesuras en su apogeo en los 70.

Los dedos perdidos

Esa vena oportunista también les orientó hacia su sonido característico.

Dio la casualidad de que el local de ensayo del grupo estaba justo enfrente de un cine que proyectaba películas de terror durante toda la noche.

Al ver que el público acudía en masa a estos espectáculos, la banda ideó un plan.

“Tony dijo: ‘¿No te parece extraño que la gente pague dinero para asustarse? ¿Por qué no empezamos a escribir música de terror?'”, contó Osbourne al periodista musical Pete Paphides en 2005. “Y eso es lo que ocurrió”.

Los músicos se metamorfosearon en su forma definitiva: adoptaron el nombre de Black Sabbath, por una película homónima de bajo presupuesto de Boris Karloff, y empezaron a escribir letras que hablaban de muerte, magia negra y enfermedades mentales.

Para adaptarse al material, la música también tenía que hacerse más pesada. Ward bajó el tempo. Iommi subió el volumen. Osbourne desarrolló un lamento vocal agresivo que siempre parecía estar al borde de la locura.

Pero era la guitarra de Iommi lo que realmente diferenciaba a Sabbath. Sus riffs saltaban del amplificador y golpeaban al público en el pecho con fuerza taurina.

Fue un sonido que desarrolló por necesidad.

A los 17 años, Iommi trabajaba en una fábrica de chapas metálicas cuando perdió las puntas de sus dos dedos del medio en un accidente laboral.

Aunque los cirujanos intentaron reimplantárselas, cuando llegó al hospital ya estaban negras. Parecía el final de su carrera como guitarrista.

“Los médicos me dijeron: ‘Lo mejor que puedes hacer es hacer las maletas. Búscate otro trabajo, dedícate a otra cosa'”, escribió Iommi en su autobiografía, Iron Man.

Decidido a demostrar que estaban equivocados, derritió una botella de Fairy (detergente) para fabricar dedales protectores para sus dedos, y aflojó las cuerdas de su guitarra para no tener que aplicar demasiada presión sobre el diapasón al tocar una nota.

Tras meses de dolorosa práctica, aprendió una nueva forma de tocar, utilizando sus dos dedos buenos para componer acordes y añadiendo vibrato para engrosar el sonido.

Ese gruñido despojado y desafinado se convirtió en la base del heavy metal.

“Nunca había oído ese estilo”, dijo Tom Allan, quien diseñó el álbum debut de Sabbath en 1969.

“Realmente no podía entenderlo. No lo entendía. Nunca se oía algo así en la radio”.

Tony Iommi tocando la guitarra.
Getty Images
El sonido de la guitarra de Iommi definió todo un género.

“No son tan malos”

El disco era lúgubre y fangoso, en parte porque la banda lo había grabado en sólo dos días, con fondos limitados.

Los críticos no sabían qué pensar. En Rolling Stone, Lester Bangs dijo que el álbum había sido “promocionado como una celebración ritual rockera de la masa satánica o algo así… No son tan malos, pero ese es todo el mérito que se les puede dar”.

Las imágenes supuestamente satánicas desataron un pánico moral en la prensa generalista, que se intensificó cuando se descubrió que la canción que daba título al álbum contenía una progresión de acordes conocida como Intervalo del Diablo, prohibida por la Iglesia en la Edad Media.

Lo que la prensa no sabía era que Black Sabbath, la canción, había sido escrita como advertencia sobre los peligros del satanismo, después de que Ward se quedara dormido leyendo libros de ocultismo y se despertara al ver una figura fantasmal encapuchada al final de su cama.

“Me dio el susto de mi vida”, recordó más tarde.

Sea cual sea la verdad, la polémica vendió discos y atrajo a legiones de fans.

En una ocasión, la banda regresó a su hotel y se encontró con 20 satánicos vestidos de negro que sostenían velas y coreaban fuera de su habitación. Para librarse de ellos, Osbourne apagó las llamas y cantó el cumpleaños feliz.

Ozzy Osbourne sostiene una bola de cristal vestido con una túnica de mago.
Getty Images
Osbourne hizo honor a su imagen de hombre más salvaje del rock, aficionado a las ciencias ocultas.

Poder imborrable

Aun así, Sabbath aprovechó su reputación, componiendo material más oscuro y ganándose fama de alborotadores a medida que avanzaban los años 70.

Pero la música nunca fue tan básica o monótona como sugería su imagen.

Su segundo álbum, Paranoid, supuso un salto sísmico en la creación de canciones, desde el visceral himno antibelicista War Pigs hasta la intensidad escalofriante de la canción que da título al disco, pasando por el horror de ciencia ficción de Iron Man y la balada fantasmagórica de Planet Caravan.

Mantuvieron el ritmo en Master of Reality, de 1971, y Osbourne describió Children Of The Grave como “la canción más increíble que jamás hayamos grabado”.

El Volumen 4, publicado en 1972, a veces se pasa por alto debido a la falta de un gran single radiofónico, pero también contiene algunos de los mejores y más variados trabajos de la banda.

Snowblind documenta su descenso a la drogadicción con un riff de guitarra cargado de profundidad; mientras que St Vitus’ Dance es un consejo sorprendentemente tierno a un amigo con el corazón roto, y Laguna Sunrise es un bucólico instrumental.

Sabbath Bloody Sabbath, por su parte, fue escrito como una furiosa crítica a una industria musical que los había descartado.

“A quienes te han destrozado / Quieres verlos arder”.

Después de 55 años y cientos de imitadores, el impacto revelador del sonido de Black Sabbath se ha atenuado. ¿Cómo si no explicar que Osbourne e Iommi interpretaran Paranoid en el Jubileo de Oro de la reina Isabel II en 2002?

Pero el poder de esas canciones -desde los demoledores riffs de Iommi hasta el lamento vocal insistente de Osbourne- sigue siendo imborrable.

Cuando introdujo a Black Sabbath en el Salón de la Fama del Rock and Roll, Lars Ulrich, de Metallica, dijo:

“Si no existiera Black Sabbath, el hard rock y el heavy metal serían muy distintos”.

“Cuando se trata de definir un género dentro del mundo de la música pesada”, añadió, “Sabbath está en una categoría aparte”.

Al escribir tras el penúltimo concierto de despedida de la banda, en 2017, Osbourne dijo sentirse conmovido por el reconocimiento.

“Nunca soñé que estaríamos aquí 49 años después”, afirmó.

“Pero cuando pienso en todo esto, lo mejor de haber estado en Black Sabbath todos estos años es que la música se ha mantenido vigente”.

*Este artículo fue escrito y editado por nuestros periodistas con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial para la traducción, como parte de un programa piloto.

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BBC

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