Hoy las calles se pintan de morado y se llenan de sororidad y fuerza. No importa si es el 8M, el 25N o simplemente el hartazgo y la rabia que nos hacen salir a la calle. Sin embargo, esto no sería posible son todas esas mujeres antes que nosotras que también gritaron, se indignaron, se unieron y lucharon.
Por eso, es bueno recordar a algunas de ellas, sabemos que hubieron muchas más, pero en esta ocasión hablaremos de feministas mexicanas que nos han abierto el camino a través de la historia.
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Considerada parte de la primera ola del feminismo, Hermila Galindo fue una mujer fuerte y poderosa: luchó en la revolución, fue maestra, política, periodista y fundadora del semanario Mujer Moderna entre 1915 y 1916.
Trabajó como secretaria particular de Venustiano Carranza y defendió los derechos políticos de las mexicanas, incluido el derecho al voto.
Por si no fuera poco, en pleno 1916 expuso ideas sobre feminismo en Yucatán: necesidad de derechos sexuales y políticos iguales entre hombres y mujeres e impulsó un plan de educación sexual.
Feminista de la primera ola, sufragista y política. En Yucatán impulsó y exigió la formación y reconocimiento del primer Consejo Feminista y habló abiertamente de la necesidad de educación sexual para las mujeres.
A Elvia Carrillo la apodaron “La monja roja del Mayab” por su trabajo intenso en favor de los derechos de las mujeres. Toda su vida la dedicó a lograr el sufragio femenino, la libertad sexual, el divorcio y el control de la natalidad..
Ella, junto a Beatriz Peniche Barrera y Raquel Dzib Cicero, fue una de las primeras mujeres electas por voto popular en el país y se convirtieron en diputadas del Congreso de Yucatán.
Fue nada más y nada menos que la primera mujer en ocupar un puesto de elección popular. Sí, ella también es parte de la primera ola del feminismo mexicano.
Rosa fue de las organizadoras del Primer Congreso Feminista mexicano, que se realizó en Yucatán en 1916 y, ese mismo año, se realizó un segundo congreso que ella presidió.
Fue, sin duda, una mujer incansable que trabajó toda su vida por nuestros derechos. Junto a Elvia Carrillo desarrolló la Liga Rita Cetina Gutiérrez, misma que llamaron así en honor a una maestra que tuvo Rosa que se negaba a que sus alumnas únicamente aprendieran labores domésticas y les enseñó teoría feminista.
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Este grupo impartía charlas educativas sobre higiene, cuidado de infancias, economía y, muy importante, control de natalidad.
Rosa y Elvia organizaron a más de 5 mil 500 trabajadoras en 45 ligas feministas, ¿ves por qué son de nuestras feministas mexicanas más queridas?
Fue filósofa, maestra, poetiza, ensayista, novelista, dramaturga, diplomática y feminista poderosa. Rosario Castellanos es considerada una de las mujeres que nos abrieron el paso.
En su momento, cuando los nombres de mujeres en la vida pública sólo hacían compañía a los de sus maridos, Rosario era ya considerada una poetiza consagrada y se le trataba de igual frente a escritores de su época (como Jaime Sabines o Carlos Fuentes, por ejemplo).
En sus obras habla de la dominación de los hombres sobre la mujeres, el papel de la mujer en la sociedad, cómo el lenguaje es una herramienta para escuchar las voces femeninas –mismas que han sido silenciadas durante siglos–, y un aspecto importantísimo de su obra es cómo aborda temas sobre mujeres indígenas mexicanas y ella misma acepta y conscientiza su privilegio como mujer blanca con educación.
Historiadora, académica e investigadora sobre estudios de género. El trabajo de Gabriela se centra en la historia de las mujeres y la diversidad sexual en México.
Trabaja en el Colegio de México, donde imparte cursos de doctorado y maestría sobre Historia de Género y la Diversidad Sexual en el siglo XX.
También imparte clases en la UNAM y ha sido académica visitante en la Universidad de Standford, además de que es parte del Sistema Nacional de Investigadores.
Hoy en día, es una de las voces del feminismo más respetadas y, si la sigues en Twitter, podrás enterarte de las conferencias o mesas de diálogo en las que participa para seguir aprendiendo de ella.
Es una de nuestras feministas mexicanas más respetadas y queridas. Académica, antropóloga, investigadora y también política. Gracias a su trabajo, hoy tenemos el –triste, pero necesario– término feminicidio.
En 2003 llegó al Congreso Federal, como diputada independiente por el PRD y su chamba ha impactado más que muchxs legisladorxs que viven de eso: impulsó la Ley General de Acceso para las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y promovió la tipificación del feminicidio como delito.
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A ella se le adjudica el término feminicidio para describir la situación de nuestras muertas de Juárez y, en su momento, trabajó en la creación de una comisión responsable de investigar los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.
Investigadora y académica, ha investigado sobre el papel de las mujeres en la Revolución Mexicana y es una de las historiadoras feministas más reconocidas en América Latina.
En 2015, ganó el Premio Clementina Díaz y de Ovando por su trayectoria y sus investigaciones en teoría de género, historia de las mujeres durante los siglos 19 y 20, políticas públicas, historia urbana e historia de la Ciudad de México.
Catedrática, profesora, investigadora, antropóloga. Marta Lamas es considerada una de las feministas mexicanas más destacadas por su trabajo de investigación en temas de género, además de su trabajo periodístico y de activismo.
Fue parte de lxs fundadores de La Jornada, ha sido columnista en Proceso y en El País, además de que ha publicado decenas de libros.
Para nombrarlas a todas: Conoce el Mapa de escritoras mexicanas contemporáneas
Es fundadora de Semillas, organización dedicada a apoyar a mujeres a través del patrocinio de cooperativas, microempresas u otros proyectos que ayuden al desarrollo y/o defensa de las mujeres y sus derechos humanos.
También es cofundadora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), una de las organizaciones más importantes en la difusión de información sobre salud reproductiva, derecho al aborto.
Esta nota fue publicada originalmente el 8 de marzo del 2020.
La fotoperiodista gazatí Samar Abu Elouf se alzó con el premio de este año con la instantánea hecha a Mahmoud Ajjour.
“Me convertiré en piloto y jugaré al fútbol con mis amigos”.
Con esa convicción hablaba Mahmoud Ajjour, de solo 9 años, a la agencia Reuters en septiembre pasado.
Lo hacía desde su nueva casa en Doha, Qatar, donde tuvo que buscar refugio con su familia después de un ataque de Israel sobre su antiguo hogar donde resultó herido: una explosión le amputó un brazo y le mutiló el otro.
Hoy, el rostro de Mahmoud Ajjour y las consecuencias de la guerra sobre su cuerpo están en todos lados. Una fotografía suya, hecha por Samar Abu Elouf, también gazatí, ganó este jueves el World Press Photo, uno de premios más prestigiosos de esta categoría.
En uno de los ataques de Israel a Gaza en diciembre de 2024, un cohete impactó cerca de Mahmoud mientras se alejaba de su hogar con su padre y su madre, según relató.
“Estaba tirado en el suelo, no sabía qué me había golpeado, no sabía que había perdido los brazos”, dijo Ajjour a Reuters.
“En el momento en que lo hirieron, Mahmoud le pide a su madre que lo deje y que se lleve a su hermana con ella. Esta atemorizado por sus vidas, por la intensidad del bombardeo, pero su madre rehusó irse y se quedó a su lado hasta que encontró un vehículo estacionado y logró así llevarlo al hospital”, cuenta la fotoperiodista Samar Abu Elouf.
Fue operado en Gaza con anestesia limitada, y se despertó de la operación con mucho dolor y sin brazos, según contó su madre.
En Gaza casi todos los hospitales han sido destruidos y los médicos dicen que a menudo tienen que realizar cirugías sin anestesia ni analgésicos.
Israel inició una operación militar sobre Gaza el 7 de octubre de 2023, en represalia a un ataque de Hamás donde mataron a 1.200 personas y se llevaron a 250 rehenes. Desde entonces, en Gaza han muerto bajo fuego israelí más de 50.000 personas y más de 113.000 han resultado heridas.
Se estima que Gaza es el territorio con más niños amputados per cápita del mundo, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNWRA).
Desde el inicio de la guerra, se han hecho varios acuerdos para evacuar a personas con heridas graves y para marzo de 2025 más de 7.000 pacientes han sido evacuados, aunque al menos otros 11.000 aún están a la espera, según la Organización Mundial de la Salud.
Muchos de los evacuados van a Egipto, Jordanía, Turquía o, como en el caso de Mahmoud y su familia, Qatar.
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Allí es donde cruzó su destino con Samar Abu Elouf.
La fotoperiodista vive ahora en Doha, en el mismo complejo de apartamentos que Mahmoud, después de tener que ser evacuada en diciembre de 2023, la época en que el niño perdió los brazos.
La gazatí relata el momento en que Mahmoud fue consciente de su nuevo estado: “Cuando se dio cuenta de la situación, que es irreversible, lo primero que le dijo a su madre fue ‘¿Cómo voy a abrazarte ahora? ‘”
Abu Elouf ha forjado vínculos con familias que, como la del propio Mahmoud y ella, han tenido que huir de Gaza.
“Documentar su historia vino con una gran sensación de fluidez, de facilidad, porque el proceso se convirtió en una especia de ritmo familiar. Empecé a visitar su casa y, a partir de ahí, mi relación con él y su familia realmente comenzó”, relata.
También ha documentado a algunos de los pocos gazatíes gravemente heridos que lograron salir para recibir tratamiento.
“Intenté ser lo más diversa posible al seleccionar a las personas lesionadas para fotografiarlas, ya que me encontraba con algunas que habían perdido dos extremidades, otras que habían perdido tres, otras que habían perdido a sus familias enteras, y algunas de esas personas más jóvenes habían perdido un ojo o tenían desfiguraciones faciales. Intenté reflejar estas diversas realidades en mis fotografías al capturar esta historia”, cuenta Abu Elouf en un video distribuido por la organización del World Press Photo.
Samar Abu Elouf es fotoperiodista autodidacta y desde 2010 documenta la vida cotidiana, las noticias y los profundos efectos del conflicto en su país con colaboraciones para medio internacionales como The New York Times, Reuters, NZZ o Middle East Eye.
Salir de Gaza, cuenta, no fue una decisión sencilla de tomar.
“Sentí que mi rol como fotoperiodista se había terminado, pero la guerra sigue y yo tenía que seguir buscando algo. Así fue cuando encontré a los refugiados y quise contar su historia”.
El jurado del World Press Photo eligió la instantánea de Mahmoud por hablar “de los costos a largo plazo de la guerra, los silencios que perpetúan la violencia y el papel del periodismo en la exposición de estas realidades”.
Aunque la foto, sin duda, impacta, el modo de retratar a Mahmoud, el uso de la luz, la composición, la mirada del niño y su postura, de pie, crea una imagen donde no tiene que exagerar un ápice su condición y le imprime dignidad.
Precisamente, el jurado destacó que sin eludir los impactos físicos de la guerra, la foto “aborda el conflicto y el ser apátrida desde una perspectiva humana”.
“Arroja luz sobre los traumas físicos y psicológicos que los civiles se han visto obligados a soportar, y seguirán padeciendo, a causa de la matanza y la guerra a escala industrial”, dijeron al dar a conocer el galardón.
También destacaron que el retrato es contemplativo y “plantea preguntas sobre las experiencias que aún le esperan al joven herido, sobre la deshumanización de una región y sobre los incesantes ataques a periodistas en Gaza, junto con la continua negación de acceso a reporteros internacionales que buscan exponer las realidades de esta guerra”.
Mahmoud recibió tratamiento médico adecuado en Doha y ahora está aprendiendo a usar los pies para jugar con su teléfono, escribir y abrir puertas. Con su condición, necesita asistencia para cosas tan cotidianas como comer o vestirse.
Aún así, le contaba a Reuters de sus sueños: quiere tener prótesis y vivir como cualquier otro niño.
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