En este texto, el sexólogo César Galicia explica cómo fue su primer ataque de pánico: primero sintió una ola de calor en sus extremidades, sus piernas empezaron a temblar, taquicardia, sudor frío, dolor en el pecho. Eso es una crisis de pánico, amix, y es uno de los distintos tipos de trastornos de ansiedad que existen.
Así, en plural, porque ¡hay varios!: el trastorno de ansiedad generalizada y agorafobia, crisis de pánico, fobia social, fobia específica, trastorno obsesivo compulsivo y trastorno de estrés postraumático.
Lo que estamos viendo en estos tiempos, principalmente, es el trastorno de ansiedad generalizada, es decir, esa ansiedad o preocupación excesiva, persistente y relacionada con situaciones que vivimos cotidianamente.
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No hay una razón única para explicar cuándo y por qué suceden los ataques de pánico: pueden aparecer “de la nada” o como resultado de un evento superestresante.
Si tú quieres saber de dónde vienen tus crisis de pánico, lo más recomendable es que vayas a terapia, porque seguramente están relacionados con lo que has vivido en el pasado o lo que estás viviendo en el presente. Por ejemplo, mi segunda crisis de pánico (que en realidad fueron varios episodios) apareció semanas después del sismo del 19 de septiembre de 2017.
Según el Manual MSD, “un ataque de pánico implica el inicio brusco de miedo intenso o malestar acompañado por al menos 4 de 13 síntomas”.
El MSD explica que estos tres últimos síntomas son cognitivos, es decir, los piensas. Los primeros síntomas los sientes.
Para entender al 100: ¿Qué es la ansiedad y cómo se presenta en mi cuerpo?
Esta es una de las preguntas más frecuentes. Cuando tienes un ataque de pánico deseas que pase lo más rápido posible. Tranqui, la crisis pasará.
El MSD detalla que el pico de los síntomas se alcanza antes de los 10 minutos y luego, poco a poco, se van disipando.
A veces el pánico es tan enorme que sientes que te vas a morir. Y como una persona que ha vivido múltiples crisis de pánico en su vida te puedo decir que no te va a pasar nada. Vas a vivir. Vas a sentirte horriblemente mal, pero vas a vivir.
Una vez, mi angustia fue tan gigante que tuve que ir a Cardiología porque creí que me estaba dando un infarto. Y pues no, solo estaba teniendo una crisis de pánico espantosa. Me hicieron un electrocardiograma y todo salió en orden.
Da clic en esta nota, porque aquí te compartimos varias estrategias para calmar la ansiedad, entre ellos, ejercicios de respiración.
Antes de que te vayas, esto de Animal Político: Depresión y ansiedad aumentaron 25% por la pandemia de covid-19
Varias academias de béisbol se han creado en Perú a raíz de la llegada de miles de migrantes venezolanos para ayudarlos a integrase en su nuevo país.
“¡Out!”
Miguel está envuelto por la nube de polvo que acaba de levantar tras correr con todas sus fuerzas para alcanzar la tercera base.
A pocos metros está Franklin Lopez. Él es el coordinador de una academia de béisbol conocida como Los Astros, conformada por unos 20 niños y jóvenes venezolanos que comparten un solo sueño: jugar en la Grandes Ligas de Estados Unidos.
Pero la Academia Los Astros no funciona en Caracas, sino en Lima, la capital peruana, donde el béisbol, a diferencia de lo que pasa en Venezuela, no es un deporte muy popular.
“Uno de los primeros problemas que encontramos cuando llegamos a Lima es que no había canchas para jugar al béisbol. Acá todo es fútbol”, le cuenta López a BBC Mundo.
Desde 2017, debido a la fuerte crisis económica y política en la que se fue sumiendo Venezuela, millones de sus habitantes huyeron hacia distintos países de América Latina.
Al menos 1,5 millones de ellos terminaron viviendo en Perú. De hecho, más de 500.000 pidieron refugio de manera oficial. Y muchos de ellos se encuentran entre los 10 millones de habitantes de Lima.
La capital peruana es una ciudad diferente a Caracas, donde los diamantes de béisbol abundan en los barrios y los parques. En Lima las canchas deportivas suelen tener forma rectangular y arcos para meter goles.
Sin embargo, en medio del paisaje desértico de la costa limeña y su cielo gris, muchos de los nuevos residentes se dieron cuenta que, más allá de su experiencia de desarraigo, lo que no querían era que sus hijos perdieran sus raíces venezolanas, incluidas las deportivas.
“He aprendido muchas cosas del béisbol, pero sobre todo he aprendido a estar acá, cómo vivir acá”, explica Miguel José Rivas, quien tiene apenas 7 años, pero es uno de los niños que más entusiasmo le pone al entrenamiento.
Y tanto ha sido el éxito de los clubes de béisbol en la comunidad, que Los Astros contó en sus inicios con el apoyo de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur.
“Nos dimos cuenta que era un proyecto que servía para algo fundamental: usa el poder del deporte para ayudar en la integración de la migración venezolana en Perú. Y creo que ha logrado su objetivo”, le dice a BBC Mundo Laura Almirall, representante de Acnur en el país sudamericano.
En Venezuela el béisbol es casi una religión: a pesar de la crisis, la famosa liga profesional de este deporte cuenta con ocho equipos y los torneos siguen atrayendo a multitudes.
Además, de acuerdo a la Federación Venezolana de Béisbol, al menos 50.000 niños están inscritos en las escuelas de formación.
Cuando huyó de Venezuela en 2017, porque con su sueldo no podía comprarse “ni lo mínimo para sobrevivir”, Ramón Olmedo llegó a Lima con la idea de no olvidarse de su país.
“Ramón escuchó a muchos otros venezolanos quejarse de que sus hijos no tenían donde jugar béisbol. Entonces decidió hacer algo”, cuenta López, quien se siente responsable de la historia de Los Astros. Ahora se encarga de la coordinación, después de que Olmedo regresara a Venezuela el año pasado.
Este último había jugado béisbol de forma regular en su país natal y sentía que tenía la confianza para enseñárselo a los niños venezolanos que se habían instalado en Lima con sus familias.
Lo primero fue encontrar un lugar. Eligieron un espacio abierto en el populoso sector de San Juan de Lurigancho, en el este de la capital. No hizo falta hacer una convocatoria ya que los niños comenzaron a aparecer por decenas.
En 2020, cuando se fundó Los Astros, llegaron a entrenar a 50 niños.
“Eran tantos que tuvimos que clasificarlos en categorías por edades y buscar personas para que nos ayudaran con la formación”, recuerda López.
Pronto el juego de la pelota caliente llamó la atención de los vecinos, curiosos por ese juego de bates, corridas y bases que se practicaba en el barrio todos los martes y jueves.
Pero también pronto comenzaron algunos ataques que en Los Astros consideran discriminatorios.
Tras varios meses en San Juan de Lurigancho, un día se encontraron con que la cancha era un campo de lodo en el que era imposible realizar la práctica.
El boicot continuó durante varios días.
Entonces Olmedo tomó una decisión drástica: se mudó al barrio de Lomas, en el norte de la ciudad. Temió que por la distancia fuera a perder a varios de sus pupilos, pero todos aparecieron en la primera práctica en la nueva cancha.
Y no solo eso: poco a poco niños y jóvenes limeños se fueron sumando a las clases.
Es el mismo lugar donde transcurre la práctica de este sábado. El sol aparece sobre un inusual cielo despejado y celeste en la capital peruana.
Los niños entran en calor dando varias vueltas a la cancha. La idea de López es darles conceptos básicos y técnicos sobre el béisbol, pero también sobre todo lo que trae consigo el juego: el compañerismo, el trabajo en equipo y la amistad.
Pero sobretodo, quiere usar el deporte para la integración.
“Llegar a un país tan distinto donde hay culturas y comportamientos muy diferentes a los de tu país es muy difícil. Esta es una forma de ayudarles en ese proceso de adaptación”, afirma López.
“¡Out!”
Otra nube de polvo. Esta vez es Ignacio Garcés, que desde que había bateado sabía que iba quedar eliminado apenas llegara a primera base. Pero igual corrió, igual se arrastró por el piso.
Tiene 10 años. Y también quiere llegar a las Grandes Ligas.
“Acá fue muy difícil encontrar un lugar para practicar béisbol. Pero me ha ayudado mucho porque aprendí a atajar, a lanzar, a batear”, dice con entusiasmo.
En una carpa improvisada un grupo de padres observa la práctica. Ellos han estado desde el inicio de Los Astros. Si hay que atravesar la ciudad para una práctica de dos horas, se hace.
“Lo primero que hicimos cuando llegamos a Lima en 2018 fue buscar lugares para que mis hijos jugaran al béisbol. Pero no fue fácil. Nos tomó más de un año”, le cuenta a BBC Mundo Joana Marín, madre de uno de los jóvenes que forma parte del club.
Para ella, el ingreso de su hijo en las prácticas de béisbol le ha ayudado a mucho más que a integrarse en la nueva ciudad.
“Mi hijo era tímido. Tenía problemas para relacionarse con los demás cuando llegó acá. Además de a hacer deporte, en este tiempo en Los Astros le ha ayudado a ser más extrovertido, más sociable. De verdad ha sido una bendición”, agrega.
En los últimos dos años, muchos venezolanos que residían en Lima han regresado a Venezuela, y el impacto de esos regresos se hace sentir en la alineación del equipo. Los responsables del club confirman que ha disminuido el número de jóvenes que juegan en Los Astros, aunque no el interés.
“Con los muchachos seguimos trabajando. Seguiremos ayudándolos a integrarse mejor a esta nueva sociedad, pero también a conseguir su sueño de llegar a las Grandes Ligas”, concluye López.
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