En medio de la prisa de la vida adulta, muchas veces nos olvidamos de lo mágica que se sentía la vida cuando éramos niños. Sin embargo, para algunos, alimentar ese niño interior se convierte en una forma de vida.
Para algunos, esa forma de regresar a la infancia es coleccionando juguetes, como el caso de Bryan Montes, un joven de 24 años que a través de las Barbies clásicas logra reconectar con sus recuerdos y emociones.
Un kidult es un adulto que mantiene intereses y aficiones que suelen estar asociadas a la infancia, como coleccionar juguetes, ver dibujos animados o disfrutar de videojuegos y cómics, ya sea por simple placer o nostalgia.
Bryan Montes, quien forma parte de este grupo, nos platica qué es lo que hay detrás de su afición por el coleccionismo.
En términos generales, la colección de Bryan mezcla elementos de los años 80, esto incluye vinilos, Barbies y algunos juguetes de la misma época; sin embargo, si tenemos que hablar del elemento más importante de su colección, son las Barbies las que se llevan el puesto número uno.
El coleccionismo para Bryan no es solo una afición sino un modo de reconectar con una época que le gusta mucho.
“Entre las Barbies tengo desde las versiones clásicas de los 80 hasta algunas ediciones más raras, como una Barbie ‘troll’ que me recuerda mucho a mi infancia. También colecciono vinilos y juguetes como los Ositos Cariñositos y He-Man…”
La primera Barbie que Bryan tuvo fue una Barbie troll de 1993.
“La conseguí un domingo cuando con mis papás, cuando íbamos caminando por una plaza y vi en una tienda de antigüedades una Barbie rubia con un estampado de ‘trolls’, desde sus pantalones hasta su playera y accesorios… como todo niño dosmilero, me encantaban los ‘trolls'”
Como si fuera amor a primera vista, Bryan quedó encantado con la muñeca y decidió pedírsela a su papá. Esta es una escena que recuerda con mucho cariño y resalta el punto de que en un entorno como con roles tan marcados como México, haya sido su papá quien le regaló su primera Barbie.
“Creo que es bonito porque mi papá, mexicano y muy alejado de la idea de regalarle una Barbie a su hijo, decidió darme esa muñeca, y desde allí comenzó todo. En mi infancia tuve una o dos más, pero fue hace seis años cuando realmente empecé a invertir en mi colección.”
Ser coleccionista implica estar dispuesto a buscar e invertir en las piezas de tu colección. Entre risas y haciendo cálculos rápidos, Bryan asegura que con todo lo que ha invertido podría haberse comprado uno o incluso dos autos. Sin embargo, a veces las piezas más valiosas no son las que se pueden comprar con dinero.
“Tengo varias Barbies que me regalaron mi papá, mi abuelo o incluso mi novio en fechas especiales. Para mí, esas son las piezas que más aprecio y a las que más apego les tengo. Tienen un valor sentimental enorme y cada una de ellas tiene una historia que me conecta con esas personas.”
La colección de Bryan no solo está compuesta por objetos materiales, sino por recuerdos y momentos compartidos con seres queridos. Esto es un reflejo de lo que significa mantener viva la memoria afectiva.
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Encontrar una pieza, requiere todo un trabajo que en muchas ocasiones viene mas bien ligado a tener suerte o no.
“A veces es fácil, otras veces muy difícil. Por ejemplo, hace poco encontré una Barbie ‘Happy Birthday’ del 80, que llevaba años buscando. La conseguí por 300 pesos, cuando en eBay estaba muchísimo más cara. Fue increíble encontrarla por ese precio”, relata.
Según comenta, encontrar una Barbie de esta década en su empaque es una de las tareas más difícil, por eso al lograrlo y poder destaparla se siente la misma emoción que cuando eres un niño.
“Es como si estuvieras volviendo a ser niño por un momento Ahora, aunque soy adulto, sigo sintiendo esa emoción al abrir una Barbie. Es un momento especial, como cuando le das un regalo a un niño y lo ves feliz. Es una sensación única, porque de alguna forma alimenta mi niño interior y también le recuerda a mi versión adulta buscar esa felicidad de momentos simples”, asegura.
Este mercado de la compra y venta de juguetes clásicos entre los adultos va en crecimiento por diferentes factores, por ejemplo, en el caso de las Barbies, después del estreno de la película hubo un crecimiento importante en la demanda de las muñecas, y es que esta tendencia colectiva conecta a una nueva generación con la nostalgia del pasado.
“Las personas empezaron a buscar las Barbies de su infancia, lo que provocó un aumento en los precios. Algunas piezas que antes costaban mil pesos, ahora se venden por 7 mil. Pero también trajo cosas bonitas, como un auge en los productos relacionados con Barbie: ropa, accesorios. Fue un boom que creció la comunidad y visibilizó a los coleccionistas”, explica el coleccionista.
Entrar a la habitación en la que Bryan tiene su colección es como hacer un viaje al pasado: desde todos los objetos que tiene, la ambientación y los detalles mas mínimos que han sido cuidados para combinar con la época.
De alguna forma todo esto ha contribuido a que después de un día de trabajo agitado y el caos de la ciudad, esta se sienta más como su lugar de descanso y refugio para olvidarse de los problemas de adulto.
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Por si te lo estabas preguntando, consultamos con él si en algún momento tiene estaría dispuesto a parar su colección:
“Es una pregunta que yo mismo me he hecho, y hablando de Barbie, creo que me detendría cuando logre conseguir la línea ochentera de estas muñecas… pero quien sabe a veces ya tienes lo que quieres y miras alguna más y dices, ‘no estaría mal tenerla en mi colección entonces no lo sé”, admite.
Aunque su colección aún no tiene una fecha de finalización definitiva, podemos ver que en un mundo que avanza rápidamente, el coleccionismo puede ser una forma creativa y hermosa de mantener vivo el espíritu de la niñez, incluso siendo adultos.
A través de estas piezas, no solo se coleccionan objetos, sino también momentos y emociones que nos recuerdan que la felicidad se encuentra en las cosas más simples: un objeto, un recuerdo, y un niño interior que sigue soñando.
Nora tiene pesadillas desde que piensa en la posibilidad de ser deportada. Sus hijas Christell y Leah están dispuestas a abandonar EU para mantener a la familia unida.
Nora no durmió durante la noche electoral. A medida que Donald Trump sumaba votos y el mapa de Estados Unidos se teñía de rojo, crecía su temor a ser deportada.
Aunque sus dos hijas son ciudadanas estadounidenses, Nora es indocumentada. Llegó a Estados Unidos hace 24 años, después de que el huracán Mitch devastara su pueblo en Nicaragua.
“Ando desvelada, no he podido dormir. Vuelve el miedo nuevamente”, dice tras pedir que su identidad se mantenga anónima debido a su estatus migratorio.
La campaña republicana insistió en un lema que resume el punto de partida del segundo mandato de Trump frente a los migrantes indocumentados: “¡Deportaciones masivas ahora!”.
Esta propuesta se convirtió en un tema diario de discusión entre Nora, de 47 años, y sus hijas Christell y Leah, de 30 y 19, durante las últimas semanas de campaña, en las que decidieron hacer un plan de respuesta familiar ante el posible triunfo del candidato republicano.
“Nos sentamos a hablar, porque teníamos mucha ansiedad y mucho miedo”, recuerda Nora. “Mis hijas me dijeron que, si tomo la decisión de marcharme de Estados Unidos, ellas se irían conmigo”.
Christell y Leah no pueden pedir a su madre ante las autoridades migratorias porque entró de forma irregular por la frontera sur. “El triunfo de Trump nos aterroriza”.
El expresidente conquistó más de los 270 votos del Colegio Electoral que requería para consolidarse como el ganador de los comicios.
Además, los republicanos lograron el control del Senado, lo cual le permitirá a Trump avanzar en sus iniciativas de gobierno.
JD Vance, el compañero de fórmula de Trump como aspirante republicano a la vicepresidencia, dijo en una entrevista con el canal ABC que la deportación masiva de migrantes podría comenzar con un millón de personas indocumentadas.
Sin embargo, expertos en legislación migratoria cuestionan el costo y la factibilidad de esta propuesta. Algunos estiman que mantener un plan como el que propone Trump costaría alrededor de US$100.000 millones.
Cerca de 11 millones de migrantes indocumentados vivían en Estados Unidos hasta 2022, según la información más reciente publicada por el Departamento de Seguridad Nacional.
Casi la mitad de esta población proviene de México, seguida por Guatemala, El Salvador y Honduras.
Los migrantes indocumentados representan 3.3% de los habitantes de Estados Unidos y al menos 8.3 millones son trabajadores, de acuerdo con el instituto de investigación Pew Research Center.
La mayoría de los migrantes indocumentados se concentran en seis estados: California, Texas, Florida, Nueva York, Nueva Jersey e Illinois.
Sin embargo, el Pew Research Center advierte que este panorama puede haber cambiado durante los últimos dos años debido a tres factores que aún no se reflejan en las estadísticas oficiales:
En el año 2000, cuando Nora se quedó sin empleo después del huracán Mitch, la decisión más difícil no fue emigrar a Estados Unidos junto con su esposo.
Lo más doloroso fue dejar a su hija Christell, quien tenía 6 años en aquel momento, con la abuela.
A la pareja le tomó cuatro años juntar el dinero necesario para sacar a Christell de Nicaragua y llevarla a Estados Unidos. Un año después nació su segunda hija, Leah, en Miami.
Durante su primer gobierno (2017-2021), Trump respondió al repunte en la entrada irregular de migrantes por la frontera sur con una orden polémica: separar a los padres de sus hijos para disuadir a las familias de emigrar hacia EU sin seguir lo marcado por la ley.
Aquella situación sembró tanto miedo en la casa de Nora, que su hija Leah se ofreció a defenderla públicamente de la amenaza de ser deportada, aunque solo tuviera 12 años.
Leah Cayasso se convirtió en redes sociales en “Leah, la activista” (@LeahTheActivist) y se identificaba a sí misma como una “orgullosa hija de migrantes”.
“Quieren quitarme a mi mamá”, dijo Leah desde una tarima durante un acto contra la política migratoria de Trump en 2018, cerca de la Casa Blanca en Washington DC.
“No me gusta vivir con este miedo. No puedo dormir. No puedo estudiar. Estoy estresada”, afirmó entre lágrimas ante una audiencia que le pareció multitudinaria.
“Tengo miedo de que se lleven a mi mamá mientras está en el trabajo, conduciendo o en casa”, expresó en aquel momento.
Seis años después de aquella experiencia, Leah ya no hace activismo, aunque respalda la lucha de su madre por encontrar una alternativa para obtener la ciudadanía.
“Yo tenía las esperanzas de una chica muy joven que no entendía muy bien lo que estaba pasando”, cuenta Leah en una llamada telefónica.
“Fue difícil no ver resultados y hasta cierto punto perdí un poco la esperanza.
“Ahora que comprendo la situación, creo que la mejor opción para mi mamá es que se apruebe un TPS para los nicaragüenses”.
El estatus de protección temporal, conocido como TPS por sus siglas en inglés, brinda una protección a los ciudadanos que no pueden regresar de forma segura a sus países, como es el caso de Cuba, Haití o Venezuela.
El Departamento de Seguridad Nacional de EU ofrece TPS a los ciudadanos de países que afrontan tres “condiciones temporales”: conflictos armados, desastres naturales o sanitarios (como epidemias) u otras circunstancias “extraordinarias”.
En vista de que el perfil de Nora no se ajusta a las condiciones que exige Estados Unidos para optar por el permiso humanitario para los nicaragüenses, considera que la opción más expedita para lograr su legalización es un TPS.
“En estos 24 años que llevo en Estados Unidos, en los que he trabajado y he pagado impuestos, no ha habido ningún otro mecanismo para que yo cambie de estatus”.
“Qué difícil es pensar en volver a Nicaragua”.
El estatus migratorio de Nora es la mayor preocupación de toda la familia.
De hecho, Christell y Leah votaron por primera vez en estas elecciones con la esperanza de que si Kamala Harris ganaba, podría hacer “algo a favor de los migrantes”.
Durante su campaña, Harris prometió que buscaría agilizar el proceso de asilo y abrir vías legales para que los indocumentados tramitaran la ciudadanía.
Pero desde la victoria de Trump, temen verse obligadas a separarse de su madre.
“Me siento un poco triste y decepcionada de ver cuántas personas apoyaron a Trump”, asegura Christell. “Nos afecta mucho saber que nuevamente hay una amenaza hacia nuestra comunidad migrante y en especial hacia nuestra familia”.
En el ejercicio de imaginar los próximos pasos que van a seguir, Christell reconoce que emigrar de Estados Unidos “es una decisión difícil”.
Sin embargo, alberga la esperanza de que Biden tome una medida de última hora y decida conceder el TPS a los nicaragüenses.
En medio de la incertidumbre, Leah se aferra a una única certeza: “Haremos lo que sea por mi mamá”.
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