El poder de la nostalgia: cómo coleccionar juguetes nos permite volver a ser niños por un momento
Foto: Bryan Montes
6 minutos de lectura
El poder de la nostalgia: cómo coleccionar juguetes nos permite volver a ser niños por un momento
¿Has notado que últimamente muchos adultos están coleccionando juguetes? Hablamos con Bryan Montes, coleccionista de Barbies, quien, con su historia, puede ayudarnos a entender mejor este fenómeno.
08 de noviembre, 2024
Por: María Paula Paredes Solarte
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En medio de la prisa de la vida adulta, muchas veces nos olvidamos de lo mágica que se sentía la vida cuando éramos niños. Sin embargo, para algunos, alimentar ese niño interior se convierte en una forma de vida.
Para algunos, esa forma de regresar a la infancia es coleccionando juguetes, como el caso de Bryan Montes, un joven de 24 años que a través de las Barbies clásicas logra reconectar con sus recuerdos y emociones.
El fenómeno de los ‘kidults’
Un kidult es un adulto que mantiene intereses y aficiones que suelen estar asociadas a la infancia, como coleccionar juguetes, ver dibujos animados o disfrutar de videojuegos y cómics, ya sea por simple placer o nostalgia.
Bryan Montes, quien forma parte de este grupo, nos platica qué es lo que hay detrás de su afición por el coleccionismo.
El arte de coleccionar: un viaje con nostalgia al pasado
En términos generales, la colección de Bryan mezcla elementos de los años 80, esto incluye vinilos, Barbies y algunos juguetes de la misma época; sin embargo, si tenemos que hablar del elemento más importante de su colección, son las Barbies las que se llevan el puesto número uno.
El coleccionismo para Bryan no es solo una afición sino un modo de reconectar con una época que le gusta mucho.
“Entre las Barbies tengo desde las versiones clásicas de los 80 hasta algunas ediciones más raras, como una Barbie ‘troll’ que me recuerda mucho a mi infancia. También colecciono vinilos y juguetes como los Ositos Cariñositos y He-Man…”
Algunos objetos de la colección de Bryan.
La Barbie que marcó el comienzo del coleccionismo
La primera Barbie que Bryan tuvo fue una Barbie troll de 1993.
“La conseguí un domingo cuando con mis papás, cuando íbamos caminando por una plaza y vi en una tienda de antigüedades una Barbie rubia con un estampado de ‘trolls’, desde sus pantalones hasta su playera y accesorios… como todo niño dosmilero, me encantaban los ‘trolls'”
Como si fuera amor a primera vista, Bryan quedó encantado con la muñeca y decidió pedírsela a su papá. Esta es una escena que recuerda con mucho cariño y resalta el punto de que en un entorno como con roles tan marcados como México, haya sido su papá quien le regaló su primera Barbie.
“Creo que es bonito porque mi papá, mexicano y muy alejado de la idea de regalarle una Barbie a su hijo, decidió darme esa muñeca, y desde allí comenzó todo. En mi infancia tuve una o dos más, pero fue hace seis años cuando realmente empecé a invertir en mi colección.”
Foto: E-bay.
Valor emocional vs. Valor monetario
Ser coleccionista implica estar dispuesto a buscar e invertir en las piezas de tu colección. Entre risas y haciendo cálculos rápidos, Bryan asegura que con todo lo que ha invertido podría haberse comprado uno o incluso dos autos. Sin embargo, a veces las piezas más valiosas no son las que se pueden comprar con dinero.
“Tengo varias Barbies que me regalaron mi papá, mi abuelo o incluso mi novio en fechas especiales. Para mí, esas son las piezas que más aprecio y a las que más apego les tengo. Tienen un valor sentimental enorme y cada una de ellas tiene una historia que me conecta con esas personas.”
La colección de Bryan no solo está compuesta por objetos materiales, sino por recuerdos y momentos compartidos con seres queridos. Esto es un reflejo de lo que significa mantener viva la memoria afectiva.
Encontrar una pieza, requiere todo un trabajo que en muchas ocasiones viene mas bien ligado a tener suerte o no.
“A veces es fácil, otras veces muy difícil. Por ejemplo, hace poco encontré una Barbie ‘Happy Birthday’ del 80, que llevaba años buscando. La conseguí por 300 pesos, cuando en eBay estaba muchísimo más cara. Fue increíble encontrarla por ese precio”, relata.
Según comenta, encontrar una Barbie de esta década en su empaque es una de las tareas más difícil, por eso al lograrlo y poder destaparla se siente la misma emoción que cuando eres un niño.
“Es como si estuvieras volviendo a ser niño por un momento Ahora, aunque soy adulto, sigo sintiendo esa emoción al abrir una Barbie. Es un momento especial, como cuando le das un regalo a un niño y lo ves feliz. Es una sensación única, porque de alguna forma alimenta mi niño interior y también le recuerda a mi versión adulta buscar esa felicidad de momentos simples”, asegura.
Foto: Bryan Montes.
El aumento del valor del coleccionismo
Este mercado de la compra y venta de juguetes clásicos entre los adultos va en crecimiento por diferentes factores, por ejemplo, en el caso de las Barbies, después del estreno de la película hubo un crecimiento importante en la demanda de las muñecas, y es que esta tendencia colectiva conecta a una nueva generación con la nostalgia del pasado.
“Las personas empezaron a buscar las Barbies de su infancia, lo que provocó un aumento en los precios. Algunas piezas que antes costaban mil pesos, ahora se venden por 7 mil. Pero también trajo cosas bonitas, como un auge en los productos relacionados con Barbie: ropa, accesorios. Fue un boom que creció la comunidad y visibilizó a los coleccionistas”, explica el coleccionista.
Entrar a la habitación en la que Bryan tiene su colección es como hacer un viaje al pasado: desde todos los objetos que tiene, la ambientación y los detalles mas mínimos que han sido cuidados para combinar con la época.
De alguna forma todo esto ha contribuido a que después de un día de trabajo agitado y el caos de la ciudad, esta se sienta más como su lugar de descanso y refugio para olvidarse de los problemas de adulto.
Por si te lo estabas preguntando, consultamos con él si en algún momento tiene estaría dispuesto a parar su colección:
“Es una pregunta que yo mismo me he hecho, y hablando de Barbie, creo que me detendría cuando logre conseguir la línea ochentera de estas muñecas… pero quien sabe a veces ya tienes lo que quieres y miras alguna más y dices, ‘no estaría mal tenerla en mi colección entonces no lo sé”, admite.
Foto: Bryan Montes
Aunque su colección aún no tiene una fecha de finalización definitiva, podemos ver que en un mundo que avanza rápidamente, el coleccionismo puede ser una forma creativa y hermosa de mantener vivo el espíritu de la niñez, incluso siendo adultos.
A través de estas piezas, no solo se coleccionan objetos, sino también momentos y emociones que nos recuerdan que la felicidad se encuentra en las cosas más simples: un objeto, un recuerdo, y un niño interior que sigue soñando.
Puedes conocer mejor la colección de Bryan siguiéndolo en sus redes sociales, como Instagram y TikTok, donde comparte contenido como unboxings, recomendaciones musicales y mucho más.
Casi siete años después de la imposición de sanciones por parte de EU la exportación petrolera de Venezuela parece haberse recuperado de forma significativa gracias a la contribución de la llamada flota fantasma. BBC Mundo te cuenta de qué se trata.
Cuando en 2019 el presidente de EE.UU., Donald Trump, impuso sanciones a la industria petrolera de Venezuela para presionar al gobierno de Nicolás Maduro, las exportaciones de crudo venezolano cayeron hasta unos 495.000 barriles diarios. Seis años más tarde, las sanciones siguen en pie, pero las exportaciones petroleras de Venezuela han vuelto a crecer hasta ubicarse en torno al millón de barriles diarios.
Aunque se trata de una cantidad pequeña para un país que en 1998 -antes de la llegada al poder de Hugo Chávez- producía tres millones de barriles diarios, esta recuperación de parte de la exportación de crudo es un indicativo de que las sanciones contra Venezuela no están funcionando como EE.UU. esperaba.
Y es que el gobierno de Maduro ha ido encontrando la manera de ir reactivando la producción y de crear nuevas vías para vender el crudo venezolano esquivando las sanciones.
En esa tarea de comercialización ha jugado un rol central la llamada “flota fantasma”: una serie de tanqueros petroleros que por medio de distintas estratagemas logran ocultar su labor como barcos de transporte de petróleo sancionado por las autoridades estadounidenses.
Una de estas embarcaciones fue interceptada e incautada este miércoles por las fuerzas militares de EE.UU. cuando se encontraba en aguas frente a las costas de Venezuela.
“Acabamos de incautar un petrolero frente a la costa de Venezuela, un petrolero grande, muy grande; de hecho, el más grande que se haya incautado jamás”, dijo Trump al anunciar la operación ante la prensa en la Casa Blanca.
El gobierno de Maduro reaccionó calificando la incautación como “un robo descarado y un acto de piratería” y dijo que acudirá ante instancias internacionales existentes para denunciar lo ocurrido.
La incautación del buque es una de varias acciones con las que Donald Trump busca presionar el gobierno de Nicolás Maduro.
Esta acción estadounidense aumenta las tensiones con Caracas que se han ido intensificando desde que en agosto de este año el gobierno de Trump inició un gran despliegue militar en aguas del Caribe con el objetivo oficial de combatir el narcotráfico, pero que muchos analistas creen que tiene como objetivo final forzar un cambio de régimen en Venezuela.
Más allá de su posible objetivo político, la medida tiene un impacto económico pues dificulta aún más las exportaciones petroleras venezolanas al meter presión sobre la flota fantasma.
Pero, ¿qué sabemos sobre cómo operan estas embarcaciones?
Un fenómeno en auge
La utilización de flotas fantasmas es un fenómeno en aumento que ocurre no solamente en el caso venezolano, sino también de otros dos países petroleros sometidos a sanciones por parte de EE.UU. y de potencias occidentales: Rusia e Irán.
La empresa de inteligencia financiera S&P Global estima que uno de cada cinco petroleros en el mundo son usados para vender de contrabando petróleo procedente de países bajo sanciones.
De estos, el 10% transportarían solamente crudo venezolano, un 20% haría lo mismo con el iraní, mientras que 50% se dedica en exclusiva al petróleo ruso. El 20% restante no estaría atado a ningún país en particular y puede transportar petróleo de más de uno de estos países.
Según estimaciones de la firma de análisis marítimo Windward, la flota clandestina cuenta con unas 1.300 embarcaciones.
Las sanciones petroleras buscan desincentivar a países o empresas a adquirir o involucrarse en cualquier operación relacionada con crudo procedente de los países castigados.
Ante ello, los países sancionados optan por ofrecer su petróleo con grandes descuentos para que haya operadores, empresas o países que estén dispuestos a correr el riesgo de comprarlo, aplicando -eso sí- algunos trucos para disimular su origen.
Barcos que engañan
Una de las estrategias más frecuentes que aplican estos tanqueros para evadir las sanciones es cambiar con frecuencia -a veces varias veces en un mes- de nombre o de bandera.
En el caso, por ejemplo, del petrolero incautado este miércoles, se trata de un barco llamado The Skipper, según informó CBS News, socia en EE.UU. de la BBC.
Esa misma cadena dijo que se trata de un barco sancionado por el departamento del Tesoro de EE.UU. desde 2022 debido a su supuesto rol en una red de contrabando de petróleo que ayuda a financiar a la Guardia Revolucionaria de Irán, así como a la milicia chiita libanesa Hezbolá.
CBS indicó que al momento de ser sancionado el petrolero tenía por nombre Adisa (inicialmente se llamaba The Tokyo) y era una de las embarcaciones vinculadas con el magnate petrolero ruso Viktor Artemov, quien también se encuentra bajo sanciones.
Al referirse a ese tanquero este miércoles, la fiscal general de EE.UU., Pam Bondi, dijo en la red social X que esa nave era usada para transportar petróleo procedente de Venezuela e Irán, dos países bajo sanciones.
Un elemento interesante sobre The Skipper es que es un barco con 20 años de antigüedad y ese es otro elemento usual entre los tanqueros de las flotas fantasma: muchos son barcos viejos, pues las grandes navieras suelen deshacerse de estos barcos cuando tienen 15 años de servicio y luego de 25 años suelen ser enviados al desguace.
Justamente otro truco aplicado por estos barcos es usurpar la identidad de alguno de esos barcos enviados a desguace, emitiendo los números de registro únicos que la Organización Marítima Internacional le otorgó a esas embarcaciones. Así se convierten en lo que se conoce como barcos zombis, pues lo que hacen es similar a alguien que usa la identidad de una persona muerta.
Un caso de este tipo relacionado con Venezuela ocurrió en abril pasado cuando un barco llamado Varada llegó a aguas de Malasia, tras un viaje que había iniciado dos meses antes en Venezuela.
La embarcación juntaba dos elementos sospechosos: tenía 32 años y la bandera de las Comoras, popular entre barcos que no quieren ser detectados.
Una investigación de la agencia Bloomberg descubrió que se trataba de un barco zombi, pues el verdadero Varada había sido desguazado en 2017 en Bangladesh.
Las flotas fantasmas suelen transferir su petróleo a otra embarcación en alta mar.
Otras formas habituales de operar de los barcos de flotas fantasmas consiste en “disfrazar” el origen del crudo transfiriéndolo en aguas internacionales a petroleros sin problemas legales con otras banderas, que son los que se encargan de llevar el crudo hasta su destino, presentándolo como procedente de un país no sancionado.
Ese fenómeno se produjo, por ejemplo, en el caso de las exportaciones petroleras venezolanas hacia China durante el primer gobierno de Trump. Según expertos consultados por BBC Mundo hubo un momento en el que en las estadísticas oficiales de comercio de China aparecía como si ese país no estaba adquiriendo crudo venezolano cuando, en realidad, sí lo estaba haciendo.
Esto era posible porque ciertas refinerías compraban el petróleo a estos barcos que habían adquirido la carga en aguas internacionales y que la presentaban como procedente de países no sancionados.
Un último truco usual entre este tipo de tanqueros consiste de desactivar el sistema de identificación automática, a través del cual se transmiten datos como el nombre, la bandera, la posición, la velocidad o el rumbo de la embarcación. La manipulación de estos datos permite ocultar la identidad, ubicación y rumbo de las naves.
Una flota fantasma en aparente crecimiento
La investigación de Bloomberg en abril detectó el caso de cuatro barcos zombis que transportaban crudo venezolano.
La agencia de noticias recurrió al análisis de imágenes satelitales y las comparó con fotos históricas de los cuatro barcos cuyos nombres y números de identificación estaban usando.
Más recientemente, la ONG Transparencia Venezuela emitió un informe basado en la observación de lo que ocurrió en los puertos petroleros de ese país en octubre de este año.
Según ese reporte, hubo 71 tanqueros extranjeros en modo visible en los puertos de la petrolera venezolana Pdvsa, de los cuales 15 están bajo sanciones y nueve se relacionan con flotas fantasmas.
Transparencia encontró que en promedio hubo 24 petroleros que estaban ubicados cerca de tres puertos en el occidente y oriente de Venezuela y que estaban operando en modo furtivo, pues no tenían activas sus señales reglamentarias de posicionamiento.
De igual modo, Transparencia afirma haber detectado seis operaciones de transferencia de carga de un buque a otro, cerca de la bahía de Amuay, en el occidente del país.
De igual modo, hubo una mayoría de barcos con banderas de países considerados como paraísos regulatorios, por tener normas de supervisión laxas, lo que termina facilitando las operaciones de este tipo de embarcaciones.
Los barcos zombis son los que navegan con la identidad de otros que han sido desguazados.
Así, de los 71 barcos, 29 tenían la bandera de Panamá, seis de las islas Comoras y cinco de Malta.
En su informe, Transparencia indica que 38 de estos petroleros pasaron más de 20 días sin tocar puerto, algo que contrasta con los barcos de la petrolera estadounidense Chevron (autorizada por Washington para operar en Venezuela) que al llegar toman su carga y se marchan en un plazo máximo de seis días.
“La permanencia extendida en las áreas portuarias del país, sin llegar directamente a las terminales petroleras, arroja serias dudas sobre el tipo de operaciones que esos buques realizan”, señaló Transparencia en relación con los barcos que tardaban muchos días sin tocar puerto.
En todo caso, dado que la operación de intercepción e incautación realizada este miércoles se originó en el portaviones Gerald Ford -el más grande del mundo-, que ahora forma parte del masivo despliegue de fuerzas realizado por EE.UU. en aguas del Caribe frente a Venezuela, es probable que la posibilidad del gobierno de Maduro de recurrir a la flota fantasma se vea limitada de una forma importante.
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