Este texto no habla precisamente sobre amor o sexo, pero sí de un proceso biológico esencial que, entre sus muchas desventajas, nos enferma, nos angustia, nos complica amar y nos impide coger: el estrés.
¿Por qué me genera tanta ansiedad la pandemia de coronavirus y qué puedo hacer al respecto? Si tienes estas preguntas, este texto es para ti.
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Antes de que empieces a leer te voy a hacer dos promesas: la primera es que va a ser un poco largo.
Pero la segunda es que, si lo acabas, te garantizo que vas a terminar no sólo con más estrategias para enfrentar la ansiedad generada por la epidemia de coronavirus sino, además, con más estrategias para enfrentar y entender la ansiedad, en general.
Y en una de esas hasta aprendes a cómo lidiar con la ansiedad que te generan las llamadas de tu ex.
Este texto se divide en dos partes. La primera es una explicación de qué es el estrés y por qué nos estresa la pandemia. La segunda trata de estrategias para manejar ese estrés y, por lo tanto, su efecto psicológico: la ansiedad.
Antes de iniciar, tomen un respiro profundo… miremos este gif de un animal bebé…
¡Y ahora, sí, comencemos!
Cuando nos estresamos, nuestro cuerpo acciona un sofisticado mecanismo evolutivo para sobrevivir al peligro conocido como “reacción de lucha o huida” o “respuesta de estrés agudo”. El famoso “flight or fight”. En este texto lo llamaré “REA” para abreviar.
En la REA suceden varios procesos:
Entre otros procesos.
En otras palabras, la REA es un súper poder: cuando nos estresamos, corremos más rápido, saltamos más alto y luchamos más fuerte que nunca.
Mira, qué bonito: La iniciativa para ayudar a adultos mayores que trabajan en supermercados durante la pandemia
¿Pero si el estrés es tan bueno, entonces por qué nos puede joder la vida?
Porque cuando la REA se originó, hace millones de años, lo hizo para permitirnos sobrevivir en situaciones muy específicas y de corta duración que en poco o nada se parecen a las situaciones que hoy nos estresan.
Por ejemplo: hace muchos años veíamos un oso o un jabalí cerca, se activaba la REA, luchábamos o huíamos y cuando ya habíamos librado el peligro, poco tiempo después, el cuerpo regresaba a la homeostasis, es decir, a la tranquilidad.
Al acto de luchar o huir se conoce como “conducta consumatoria”.
Cuando hay conducta consumatoria, la REA se desactiva, el estrés desaparece y el cuerpo regresa a la tranquilidad.
Cuando no hay conducta consumatoria, la REA no se desactiva y tu cuerpo permanece estresado.
Entre otras cosas.
El estrés, en pocas cantidades, es un súper poder, pero en altas cantidades es un veneno.
Entonces, para desactivar la REA necesitamos conducta consumatoria, necesitamos sentir que hacemos algo para sobrevivir.
Ahora, por cien puntos para Gryffindor, ¿saben qué situación amenazante involucra un enemigo invisible contra el que es difícil sentir que hacemos algo, dificultando así desactivar la REA?
¡Exacto!
Una pandemia.
(Y, pa’l caso, aplica igual para el calentamiento global o la falta de amor de tu ex).
¿Por qué nos estresa una amenaza invisible, si cuando se originó la REA lo hizo en un contexto en que la mayoría de las amenazas eran visibles?
Porque para accionar la REA todo lo que se necesita es que nuestro organismo reconozca un “ESTRESOR”. ¿Qué es eso?
Un estresor es cualquier cosa o situación, real o imaginaria que nuestro organismo perciba como una potencial amenaza a su seguridad o bienestar.
Hay dos cuestiones claves aquí: “real o imaginaria” y el verbo “percibir”.
Real o imaginaria: se refiere a que la REA se activará de igual manera y con la misma intensidad si la situación es una amenaza material (ejemplo: un animal peligroso) o sólo una que se “perciba” como potencialmente dañina para cualquier afecto (ejemplo una llamada del ex).
En un primer momento, al cerebro no le importará que la segunda no sea realmente una potencial amenaza para la vida: igual reaccionará con toda su fuerza para prevenir cualquier daño.
¿Por qué reacciona así? Esto tiene que ver con algo conocido como “el Principio del Detector de Humo”.
En palabras de Randolph M. Nesse, quien acuñó el término, “el ‘principio del detector de humo’ demuestra que la respuesta excesiva de muchas defensas es una ilusión. Las defensas parecen responder de manera excesiva porque tienen pocos costos en comparación a los daños de aquello que nos intentan proteger, así como porque los costos de poca defensa son comúnmente más altos que los pocos de demasiada defensa”.
¿Confuso, no?
Va un ejemplo: imagina un detector de humo en una cocina. El detector debe funcionar cuando, vaya, detecte humo, sin importar si es de un incendio o de un cigarro o de un guiso que dejaste demasiado tiempo en la lumbre y comenzó a echar humo.
Si el detector reacciona e inunda tu cocina por algo que no sea un incendio puede ser molesto, pero vas a preferir trapear por esa razón a arriesgarte a que un día se queme la casa y no reaccione.
Es decir: te conviene que el detector reaccione desmedidamente, porque garantiza tu seguridad.
La REA funciona exactamente así. Su reacción siempre será desmedida, porque “los costos de poca defensa son comúnmente más altos que los costos de demasiada defensa”.
Regresando a la definición de “estresor”.
Ya vimos qué onda con lo de la situación “real o imaginaria”. Ahora vamos con la segunda parte, la de “percibir”.
¿Cuándo el organismo percibe una situación potencialmente amenazante (cuando no es material, como un animal peligroso)?
Un estudio afirmó que: “(…) la FALTA DE CERTEZA, el CONFLICTO, la FALTA DE CONTROL o la FALTA DE INFORMACIÓN son considerados los estímulos más estresantes, activando el eje HHA*. La sensación de control y la conducta consumatoria provocan inmediata supresión de la actividad HHA” (E.R. De Kloet, 92).
(*El Eje HHA se refiere al “eje hipotalámico-hipofisario-adrenal”, básicamente, el mecanismo fisiológico detrás de la REA. No entraremos en detalles de cómo funciona y no se me distraigan, simplemente basta con saber que así se llama lo que está detrás).
Entonces vemos en esta definición que el estrés también puede dispararse por factores psicológicos tales como “falta de certeza”, “el conflicto”, “la falta de control” o la “falta de información”.
ADIVINEN QUÉ ES LO QUE SE VIVE PSICOLÓGICAMENTE DURANTE UNA PANDEMIA.
Entonces… ¿por qué el COVID-19 nos estresa y por qué es tan difícil manejar esa ansiedad?
Porque una pandemia pone en entredicho todos los factores psicológicos que necesitamos para sentir seguridad.
(Y de nuevo, pa’l caso, también lo hacen la crisis climática o la llamada de tu ex).
Actuar o, cuando menos, darle a nuestro cuerpo la sensación de que estamos actuando, de que estamos regresando a tener control.
(Acá termina la primera parte e inicia la segunda, que trata de estrategias para manejar el estrés. Antes de iniciar, este es un buen momento para tomar agua, lavarte las manos, compartir el texto o simplemente hacer una pausa para respirar.
Y va un gif de otro animalito bebé, para que mueran de amor).
Como recordarán, cuando nos estresamos se activa el sistema nervioso simpático (el que nos activa) y se desactiva el parasimpático (el que nos relaja).
Bueno, pues las estrategias fisiológicas de manejo del estrés se tratan de realizar acciones que nos ayuden a revertir esto y activar el SN parasimpático y desactivar el SN simpático.
Respira profundamente. Hay muchos ejercicios, va uno de los más simples y efectivos:
INHALA en 4 segundos.
SOSTÉN EL AIRE en 4 segundos.
EXHALA en 4 segundos.
La parte más importante es exhalar lentamente, controlando el flujo del aire.
Concéntrate en la sensación del aire entrando y saliendo de tu cuerpo.
Realiza esto unas 10 veces o las que necesites para regresar a la tranquilidad. ¿Cada cuánto? Cada que sientas ansiedad.
Respirar lento ayudará a activar al SN parasimpático y aumentar la cantidad de oxígeno disponible, lo cual ayudará a relajar a tu cuerpo y evitar que la REA se dispare.
ESTA ES LA ESTRATEGIA MÁS IMPORTANTE DE TODAS. Si te vas a quedar con algo de este texto, que sea con esto.
Si te cuesta trabajo mantener el ritmo, sigue este gif:
Hay apps para esto. Si ya practicas meditación, pues ya sabes qué onda. Si no practicas meditación, va un pequeño ejercicio sencillo:
Respira profundo y concéntrate en la sensación del aire entrando por tu nariz, bajando a tus pulmones y saliendo nuevamente.
Si no puedes concentrarte en eso elige cualquier otra sensación de tu cuerpo. Van a llegar pensamientos y emociones a tu cabeza: déjalos pasar. Quédate así unos 5 minutos.
Concentrarse en las sensaciones del cuerpo ayuda a conectar a tu “cerebro racional” con tu amígdala, que es el área de tu cerebro encargada de evaluar el peligro y disparar la respuesta del miedo y de la ansiedad.
Cuando haces esa conexión, la actividad de tu amígdala baja y, por lo tanto, también el estrés.
Hacer ejercicio dará a tu cuerpo la sensación de “conducta consumada”, lo cual ayudará a desactivar la REA.
Además de esto, también oxigenarás a tu organismo y liberarás endorfinas, que son las hormonas tranquilizadoras del cuerpo.
El ejercicio también libera BNDF (factor neurotrófico derivado del cerebro), que ayuda a establecer nuevas conexiones neuronales y a desinflamar el cerebro. Durante el aislamiento, prueba ejercicios de insanity en tu casa, saltar la cuerda, etc.
El CBD, el té de valeriana, entre otras sustancias, pueden ayudarte a relajar tu organismo. Además, este es un GRAN momento también para disminuir tu consumo de café.
Ya sé que la adicción está cabrona (y que la energía para trabajar luego es poca), pero la cafeína altera tu SN y es justo lo que quieres evitar ahorita.
CUIDADO: debido a que vamos a estar pasando por mucho estrés, es muy fácil que generemos una relación dependiente o complicada con sustancias psicoactivas.
Sé que puede sonar tentador fumar mucha marihuana, subirle a los ansiolíticos sin indicación médica o beber mucho alcohol ahorita para relajarse, pero es importante que limites tu consumo para evitar problemas.
Un escenario terrible sería generar una adicción o una relación peligrosa con cualquier sustancia en este momento. Hay que evitarlo.
Juega un videojuego. Arma un maratón de cine. Lee un libro. Escucha una rutina de comedia. Échate otra vez The Wire. No te eches otra vez The Big Bang Theory, es 2020, ten buen gusto, diosa mía. Toca un instrumento musical. Lo que puedas.
Divertirnos no es un lujo, ES UNA NECESIDAD BIOLÓGICA.
Cuando nos divertimos secretamos dopamina, serotonina, endorfinas, entre otras sustancias que son vitales para el bienestar de nuestro organismo, el buen humor y para mantener a raya el estrés, previniendo enfermedades.
Lo peor que puedes hacer ahorita es trabajar hasta agotarte. Ahora debes cuidar y defender tus espacios de recreación más que nunca, en la medida de lo que te sea posible.
(Ojo aquí, jefes y empresas que viven de explotar a sus trabajadores. Los están enfermando. Los están matando. Es momento de cambiar.)
Recuerda: la falta de información y la sensación de pérdida de control son estresores.
Combate esto buscando, leyendo y compartiendo únicamente INFORMACIÓN VERIFICADA. La información de fuentes dudosas sólo contribuye al estrés y al pánico social.
Es importante seguir las conferencias diarias de Hugo López-Gatell, además de hacer caso a las recomendaciones de Secretaría de Salud.
Además, hay varios sitios que están lanzando sus proyectos estilo “verificado” sobre el COVID-19. Algunos de ellos:
https://animal.mx/noticias-coronavirus-covid-19/
http://verificovid.mx/
Ocúpate. Escribe una canción. Ordena tu cuarto. Termina tu tesis. Tómate la nude más bella del mundo. Componle un trap al COVID-19. Lo que sea.
Ocuparte dará la sensación de conducta consumatoria, te divertirá y pues ya sabes qué onda con eso.
Masturbarte liberará endorfinas y tendrá buenos efectos sobre tu sistema inmune y tu estado de ánimo. Es una gran manera de pasar el aislamiento vaya.
Eso sí, antes lávate las manos.
Comparto un video al respecto:
Dormir 7-8 horas al día es ESENCIAL para mantener un estado de ánimo adecuado y mantener el estrés abajo.
Dormir recalibra tanto el sistema inmune como el sistema de estrés. Así que aprovecha el aislamiento para intentar descansar lo más que puedas.
Lo que sabemos: el aislamiento y la posible cuarentena tendrá efectos fuertes en la salud mental, porque el contacto humano también es una necesidad biológica (ej: abrazos liberan oxcitocina, hormona clave para la relajación).
Como todo, la soledad no nos va a pegar a todas las personas por igual. Si nos enfermamos estará más cabrona. Si pasamos por un duelo, más. Si padecemos una enfermedad mental, más.
No desestimemos el impacto de la soledad y del aislamiento en nuestra salud. Habla de lo que sientes. Escribe a amistades y familias para saber cómo están. Habla por teléfono o realiza videollamadas. Platica con los vecinos de ventana a ventana.
Solamente si puedes garantizar contacto con una persona que no esté enferma y se aísle contigo: acompáñense en lo físico, apapáchense, cuchareen, abrácense.
Procurar nuestra comunidad también nos ayudará a enfrentar situaciones que se salgan de nuestras manos, por ejemplo, si llegamos a tener problemas económicos, si necesitamos consejos, si se nos agotan nuestros recursos.
Tenemos también que comenzar a hacer más comunitarias las tareas de cuidados (y, sobre todo los hombres, dejar de creer que sólo les toca a las mujeres).
La soledad nos desestabiliza porque nuestro cuerpo la entiende como vulnerabilidad frente al peligro.
Somos animales sociales, nos necesitamos mutuamente. Cuidar una comunidad, aunque sea con distancia, ayudará a disminuir la sensación de falta de control y de inseguridad.
¡Y listo! De eso van algunas estrategias de cuidado de la salud mental en estos días. Lo más importante es que entendamos que, en estas circunstancias, ES NORMAL Y ADECUADO SENTIR ANSIEDAD.
Nuestro cuerpo está respondiendo de la mejor manera que sabe para protegernos. No hay que luchar contra el estrés: tan sólo administrarlo, aprender cómo funciona y cómo manejarlo.
Durante el aislamiento surgirán muchas situaciones que serán difíciles de prevenir. Sugiero también estar leyendo la experiencia de otras personas, por ejemplo, este excelente hilo sobre un hombre que está acostumbrado a la soledad debido a que es marino:
Tengo experiencia en eso de no poder salir. Soy marino, y una de las características que tiene mi trabajo es precisamente esa, que nos pasamos muchos meses sin poder salir de nuestro centro de trabajo. Es muy parecido a lo que ahora os pasa a todos, y os voy a dar unos consejos.
— Andoni 🔻 (@angabantxo) March 15, 2020
Cuidar nuestra salud mental es esencial en estos instantes porque, como se pudo ver en la primera parte del texto, el estrés alto altera nuestro organismo, baja nuestras defensas y nos deja en mayor vulnerabilidad frente a cualquier enfermedad, ya sea coronavirus o cualquier otra.
Si están en terapia y pueden continuar con ella, no la suelten. Es un buen momento para probar psicoterapia a distancia. Y si no están en terapia y tienen oportunidad, también es un gran momento para iniciar un proceso.
Vienen tiempos (más) difíciles y (más) inciertos, y es necesario que hagamos todo lo posible para mantener a nuestro cuerpo y a nuestra mente (que en realidad son la misma cosa) en el mejor estado posible.
El expresidente uruguayo sobre sus tiempos de guerrillero, su fuga de una prisión por un túnel, cómo conoció a su esposa, la tortura y el retorno a la libertad.
José Mujica escuchó con buen humor las disculpas: la entrevista se extendió por casi dos horas, bastante más tiempo de lo previsto.
“Yo no tengo la culpa si tuve una vida que es una novela”, comentó luego, con una leve sonrisa cómplice.
La charla transcurrió el 7 de abril de 2023, un día soleado del otoño austral.
Mujica estaba dentro de un pequeño cuarto precario instalado frente a su casa en la zona rural de Montevideo, un lugar donde abundan el aire limpio, los cantos de pájaros y los ladridos de perros.
Con 87 años de edad entonces, Mujica rememoró para el podcast Witness History de BBC World Service varias etapas de su vida, todas previas a ser electo presidente de Uruguay en 2009 y volverse una figura reconocida de la izquierda latinoamericana a nivel internacional.
Los recuerdos incluyeron sus años de lucha armada en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), la guerrilla urbana uruguaya que en las décadas de 1960 y 1970 practicó asaltos, secuestros y ejecuciones influida por la revolución cubana y el socialismo.
En aquel tiempo los tupamaros usaban la violencia contra un gobierno constitucional, por lo que muchos los responsabilizan por el espiral de violencia que condujo al golpe de Estado militar de 1973, aunque según Mujica había en Uruguay una “democracia enferma” que reprimía cada vez más e iba hacia una dictadura inevitable como en otros países en la región.
El hombre apodado “Pepe” también sostuvo que nunca llegó a matar a alguien. “Yo no tengo ningún asesinato. De pura casualidad, pero no tengo ninguno”, dijo durante la entrevista.
Narró episodios como su fuga con otros 105 tupamaros y algunos presos comunes de la cárcel montevideana de Punta Carretas en 1971 por un túnel, un hecho impactante que llevó al gobierno a transferir de la policía a los militares el comando del combate a la guerrilla.
También se refirió a su período más largo y duro en prisión, así como al recuerdo de su primer encuentro con Lucía Topolansky, quien mucho después se volvería su esposa y en 2010 lo investiría como presidente por ser la senadora más votada, una vieja tradición en Uruguay.
Lo que sigue es un resumen de cinco de esos momentos en la vida de Mujica, relatados por él mismo, junto a un pedido que indicó para su muerte.
En esa época yo era el jefe militar de una columna (del MLN-T). Estábamos preparando una operación que al final se hizo legendaria.
Había un grupo económico en Uruguay que guardaba riqueza clandestinamente para eludir impuestos. Tenía reservas en monedas de oro, libras esterlinas… Teníamos la información y estábamos preparando esa operación (para robarlo).
Estábamos en un café con compañeros legales, que no eran clandestinos. Llegó una patrulla y ahí anduvimos a los tiros. Traté de resistir y recibí algunos balazos en el suelo a causa de los cuales perdí el bazo, me hirieron el páncreas y fui a dar a un hospital militar que estaba muy cerca.
Me operaron. Y yo no sabía nada: el que me operó era un médico compañero que yo ni conocía. Fue una desgracia con suerte.
La primera fuga, que se llamó “El Abuso”, está precedida por un montón de intentos.
La idea era que los compañeros de afuera de la cárcel hicieran un túnel hacia adentro. Pero tuvo enormes inconvenientes que causaron alarmas y la hicieron peligrar.
En esas condiciones surgió la idea de intentar un túnel de adentro de la cárcel hacia afuera. Pero había que solucionar una multitud de problemas. Uno de ellos: ¿cómo agujerear las paredes en una cárcel vieja de ladrillos enormes, muy duros?
Nos enteramos por los presos comunes que las paredes se serruchan con una cadena. Hicimos un primer ensayo en la celda en que yo estaba con otros compañeros. Robamos una cadena de los baños, hicimos un agujerito de un lado al otro y empezamos a serruchar. Pero las cadenas no resistían. Entonces decidimos cortar por la mezcla, el material más blando, con los alambres de las camas.
Mediante sobornos, convencimos a algunas autoridades para que las requisas fueran una mirada desde afuera y nada más.
Estábamos en un piso arriba y el piso de más abajo era de presos comunes. Necesitábamos atravesar las paredes de tal manera que se sacaban unos paneles cuadrados y se ponían.
Hacíamos entrar portland blanco (un tipo de cemento) entreverado con harina. Con eso hacíamos un revoque que después ensuciábamos con café y yerba, para que quedara con la impresión general que tenían las celdas. Entonces estábamos en condiciones de sacar los pedazos y comunicarnos.
Habíamos logrado convencer a un preso común que estaba abajo, a partir de cuya celda íbamos a iniciar el túnel hacia afuera, con la promesa de que cuando lográramos la libertad también lo íbamos a llevar. Y así fue.
Fue una obra que llevó más de un mes. Organizamos a los compañeros más fuertes para que fueran haciendo el túnel. Tuvimos que solucionar el problema del aire con unos fuelles que fabricamos.
Cuando llegamos al cimiento había que bajar más y ahí nos encontramos con un pedazo de roca que nos trancó. El plan estuvo a punto de fracasar, pero logramos superarlo. Y atravesamos la calle.
Sacábamos la tierra en bolsitas y la íbamos poniendo debajo de las camas. Quedamos casi atorados de tierra, pero disimulamos.
Pudimos aprontar la infraestructura para una noche determinada en la que los compañeros tenían que ocupar las casas de enfrente, por donde íbamos a salir.
Teníamos algunos compañeros que eran ingenieros que inventaron un aparato para podernos guiar bajo tierra. Le erramos por un metro más o menos al lugar por donde teníamos que salir.
Los compañeros que ocuparon la casa, con un estetoscopio, averiguaban los golpes.
Estábamos contentos, pero muy preocupados. Esto estuvo acompañado con una fiesta que hicieron otros compañeros en una parroquia que había al lado, con baile y todo, que distraía.
Paralelamente en otro extremo de la ciudad, en La Teja, los compañeros que estaban afuera hicieron una cantidad de operaciones que tenían la función de tratar de llevar el aparato policial hacia los disturbios, para que hubiera menos capacidad represiva en la zona donde estábamos.
Salimos en dos camiones que se habían conseguido en una barraca.
A mi esposa la conocí la noche que nos escapamos de la cárcel. Ella estaba con la gente que apoyaba desde afuera. Habían ocupado una de las casas en las cuales nosotros emergimos de abajo de la tierra para salir de la cárcel luego de haber hecho el túnel.
La vi casi accidentalmente y seguimos la vida.
Era una estudiante avanzada de arquitectura que trabajaba en una financiera paralela de un banco. Era muy bonita y joven.
Dentro de los trabajos que tenía en la financiera, la mandaban con un bolso de dinero a algunas avionetas que paraban en Carrasco. Era un negocio de economía financiera clandestina. Y decidió denunciarlo.
Pero el banco estaba muy conectado a los intereses de un ministro de Economía de la época. Se dio cuenta que los recursos legales que se podían hacer iban a fracasar y decidió pasarle la información a los tupamaros.
Unos compañeros fueron a esa oficina. Se llevaron un montón de documentación e hicieron la denuncia pública. Los dueños de la financiera no tuvieron mejor idea que hacer un incendio para tratar de disimular la cosa. Fue un escándalo.
Yo fui preso de vuelta y me volví a escapar. Esta segunda fuga fue al revés: un túnel de afuera hacia adentro.
Y nos encontramos una noche en que andábamos muy perseguidos. Yo ocupaba un cargo de relativa dirección y ella tenía contactos con parte del aparato clandestino.
Los humanos, aunque no lo sabemos, cuando vivimos una atmósfera de peligro donde está en juego a cada paso la libertad y la vida, nos aferramos al amor porque la naturaleza biológica nos lo impone.
Y nos juntamos una noche, en la costa de un arroyo.
Estuve en una especie de sótano muy húmedo en un cuartel de (la ciudad de) Paso de los Toros años después, cuando ya habían dado el golpe de Estado los militares.
Recuerdo que mantenía seis, siete ranitas en el calabozo. Les ponía un vasito con agua, para que se bañaran. Ranitas de zarzal.
Allí fue donde registré que las hormigas gritan cuando tú las agarras y las pones en el tímpano de la oreja.
Era como un corredor largo. En la parte de adelante siempre había un guardia, que caminaba de un lado al otro. Una larga escalera salía a un lugar donde estaba la guardia de soldados. Cuando había que ir al baño teníamos que llamar y nos llevaban.
En esa época, cada siete u ocho meses nos cambiaban de cuartel. Aprendimos una cosa: siempre se puede estar peor. Yo estuve siete años sin poder leer, sin libros, sin nada.
Muchos plantones y torturas varias al principio. Todo es relativo.
Por ejemplo, en el cuartel de Minas, cuando me sacaron de la cárcel y empezaron el peregrinaje por los cuarteles, estuve seis meses atado con alambre, esposado atrás. Tenía que pasar el día sentado en un banquito contra la puerta, en un calabozo.
Ahí me enteré que estaba cayendo Saigón en la guerra de Vietnam.
Yo salí en la primera tanda de compañeros, dos días antes, porque los que no tenían delitos de sangre salimos primero.
Pero salí con una misión: tenía que conseguir un local para que nos pudiéramos juntar. Y así fue.
Fui a mi casa, le di un abrazo a mi madre y salí inmediatamente a conseguir ese local. Logramos un convento en el cual nos juntamos y estuvimos casi un mes, donde decidimos lo que íbamos a hacer en esa etapa.
La noche que salí habían liberado a las compañeras también. Y alguna mano amiga la trajo (a Lucía) a mi casa. Nos dimos un abrazo y nos juntamos hasta hoy.
Manuela vivió 22 años. Es un récord. Se murió de vieja y está enterrada debajo de un secuoya. Cuando yo me muera, les he pedido que me calcinen y que me entierren ahí.
La vida es hermosa. Y triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae, en todos los órdenes.
El único milagro que hay es haber nacido. Por lo tanto, hay que darle una causa al milagro de haber nacido.
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