En la Huasteca Potosina, las altas temperaturas han superado hasta los 50°C en un día para la región. Esta situación puso en riesgo la vida de la fauna silvestre, provocando cuadros de deshidratación, desnutrición y quemaduras a causa de los incendios forestales ocasionados por una onda de calor extremo.
Ante esto, ambientalistas en la zona redoblan esfuerzos en la conservación de las especies.
Un ejemplo de esto es la organización Selva Teenek, que al notar las afectaciones que las ondas de calor generan en la fauna, comenzó a recibir un aumento en los reportes ciudadanos y de rescate de especies por encontrarlos en condiciones críticas de salud. Entre ellas, se incluyen ejemplares con alguna categoría de protección.
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Al recibir un mayor número de reportes y para dar atención a más pacientes, ambientalistas de Selva Teenek tuvieron que ampliar la atención clínica.
De esta manera, el quirófano de la clínica fue utilizado para recibirlos. El espacio se convirtió en un sitio prioritario para enfriar el ambiente con aire acondicionado; sin embargo, la elevada sensación térmica de los días calurosos complicaba la situación.
Para resolver y ampliar la atención médica a las especies afectadas, la organización inició una campaña de recaudación de fondos con el objetivo de adquirir dos aires acondicionados adicionales, que proporcionaran a la fauna un clima similar a su hábitat, sin ondas de calor, y así mantener su temperatura corporal por debajo de los 37°C.
La campaña que organizó fue un éxito, pues cubrió los 12 mil pesos que se necesitaban para la compra de ambos aires para el quirófano de la clínica.
Ena Buenfil Zamudio, fundadora de Selva Tennek, explica a Animal MX que cuando llega un animal con un cuadro de deshidratación, lo que primero que se debe hacer es mantener la temperatura ambiental para recuperar la temperatura corporal de la especie a la que atienden.
“Como la mayoría de los animales –como ahorita-–llegan por deshidratación, nosotros necesitamos mantener un clima adecuado para que ellos puedan recuperarse favorablemente”, explicó Ena Buenfil.
Con la tercera onda de calor, especialistas de Selva Teenek atendieron alrededor de 30 animales en el quirófano que ambientaron para darles atención médica.
Pero eso no es todo, pues Ena Buenfil platica que por temas de espacio, tuvo que atender en casa ¡a 15 ejemplares más!
Para que un ejemplar se encuentre en buenas condiciones, su temperatura corporal debe ser de 27 a 30°C, según explica la fundadora de la organización Selva Teenek.
“En la sala de mi casa, con el aire acondicionado, estaban otros 15 búhos que nos llegaron cuando fue el pico de la ola de calor del 9 de mayo [y] tuvimos una sensación térmica de 55°C”, señala.
Para atender de inmediato la deshidratación de la fauna que llega a la clínica, los especialistas de la organización los hidratan con suero.
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, Buenfil Zamudio advierte que mientras la fauna se mantenga en un ambiente con temperaturas muy altas, los intentos por recuperar a los ejemplares no serán suficientes.
“Lo mismo que le estás dando es lo mismo que está perdiendo, entonces no puede lograr ese balance. Lo que nosotros hacemos es que en la clínica que tenemos llevamos a los pacientes y los mantenemos en aire acondicionado. El tema fue que se elevaron tanto las temperaturas que la potencia de los aires acondicionados que teníamos no podían refrescar las habitaciones”, explica.
La situación para la clínica fue increíble porque aunque encendían el aire acondicionado, lo más que podía bajar el clima era similar a estar dentro de la habitación a 35°C, comparado con los 47 o 48°C que se percibían afuera.
Y sí, la sensación que tenían era fresca, pero la realidad es que no ayudaba mucho, por esta razón es que iniciaron la colecta para poder ampliar la capacidad de los aparatos.
Aunque se percibieron altas temperaturas durante la primavera, es probable que en el verano las temperaturas también puedan ser elevadas. Sin embargo, Buenfil Zamudio señala que estos nuevos aires acondicionados también fueron pensados para las bajas temperaturas.
“Contemplando que ahorita aún es primavera y estamos con estos problemas de calor, es muy probable que el invierno venga con unos frentes fríos que contrarresten fuertemente este clima y que para la fauna será algo extremo”, subraya.
Para adelantarse a una posible emergencia en la temporada de frío, los aires acondicionados adquiridos por Selva Teenek incluyen calefacción con la tecnología inverter para poder mantener una buena temperatura en los animales que atienden.
Por ejemplo, si los ejemplares llegan deshidratados o los que son crías como polluelos de aves que todavía no tienen la capacidad de regular la temperatura, los tienen que mantener ahí.
Como mencionamos arriba, para atender a tantos ejemplares de animales por ondas de calor, habilitaron el quirófano área de atención. Pero hay otro problema: aunque los tienen bloqueados del contacto visual, es complicado tener a presas y depredadores en el mismo sitio, por lo que tendrán que disponer de otro espacio.
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“La fauna silvestre, por aroma y sonidos, puede detectar cuando hay un depredador [cerca], por eso nos vimos en la necesidad de ver cómo ampliaremos las capacidades que tenemos para poder ayudar a los animales silvestres”, añade Buenfil Zamudio.
Ante la falta de organizaciones que den atención a la fauna silvestre en la Huasteca Potosina, la especialista cuenta que comenzaron a investigar cuántos organismos había para atender a la biodiversidad en la región.
La Huasteca Potosina, al igual que el resto de México, es un sitio biodiverso donde abundan ríos, cascadas, cuevas y sótanos.
Cuando Selva Teenek comenzó a planear su inicio como organización, dentro de los estudios que realizaron encontraron que en la región solo la representación de las instituciones de gobierno que es la Semarnat, la Conanp y la Profepa trabajaban con fines de conservación con un alcance limitado.
Desde su creación, notaron que hay muchos animales atropellados y otros quemados por los incendios. Son diferentes las condiciones en las que se encuentra la fauna. Ante esto se preguntaron qué pasaba con la fauna silvestre de la Huasteca cuando requieren de una intervención.
“Supimos que todos los animales los mandaban a San Luis Potosí, la capital, a un lugar que fuimos a ver y que estaba en condiciones deplorables. Además de que el ecosistema es completamente diferente, por lo tanto, muchos animales en el primer invierno ahí morían por el cambio de drástico de temperatura, humedad y demás condiciones”, relata Buenfil Zamudio.
Fue así que pensaron en hacer un proyecto de educación ambiental “que trabajara con la fauna silvestre de la región y, a la vez, coadyuvara con la Profepa en tener un sitio donde pudieran depositar la fauna de la Huasteca”, agrega.
De esta manera nació Selva Teenek, como un espacio para atender las necesidades que la fauna de la Huasteca Potosina requería.
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La onda de calor del mes de mayo mostró los retos que se deben atender en el país para contar con un plan de trabajo que dé esperanza de vida a la fauna silvestre cuando presentan un golpe de calor.
Durante los días de altas temperaturas, especialistas de Selva Teenek recibieron reportes por WhatsApp e inbox de sus redes sociales de personas avisando del estado de los animales por ondas de calor.
Además, hubo gente que llegaba con los animalitos directo a la clínica, algo que la especialista describe como una situación difícil.
“Estábamos aterrados porque piensas cuántos días más va a durar esto y hasta dónde vamos a poder intervenir“, recuerda Ena Buenfil.
Y sí, hubo un punto en el que se vieron superados por los reportes y ya no podían recibir más ejemplares.
“Tuvimos que decir no a muchos reportes porque en lo que más nos enfocamos, fue una especie que se llama glaucidium brasilianum, que es un tecolotito enano”, describe.
De acuerdo con la especialista, el estilo de vida de estos tecolotes enanos es estar activos en el día y les tocó esta onda de calor justo cuando realizaban sus actividades. Al exponerse al calor empezaron a tener problemas de salud y la gente los encontró por todos lados.
Entre otros reportes, especialistas atendieron reportes de algunos carpinteros, algunos paserinos y búhos de la especie Ciccaba virgata; todos ellos son aves nocturnas y rapaces.
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“Todo lo que eran aves rapaz tuvimos que decir que no, ya nos llegaban en condiciones deplorables porque no solo llegaban con deshidratación, sino también altamente desnutridos. Cuando tienes una problemática de calor es un círculo terrible donde te quedas sin agua y al quedarse sin agua los animales mueren y al morir animales otros animales, en su cadena trófica se quedan sin alimento porque son sus presas. No solo es el calor, es todo lo que está involucrado con ese calor”, explica.
Una de las especies a la que no lograron salvar fue una águila tirana (Spizaetus tyrannus), un ave que está en peligro de extinción y es muy difícil de ver. De acuerdo con el reporte que recibió la clínica, las personas que la auxiliaron, la encontraron tirada y, aunque aún estaba en estado de alerta ya no se podía poner de pie.
“Se le hidrató, pero no se pudo salvar y en la necropsia descubrimos que además estaba enferma“, señaló la expecialista
También explica que cualquier enfermedad o parásito presente en un organismo se agrava cuando ese cuerpo no tiene buena alimentación. Por otro lado, está el factor del clima, que los pone sujetos a estrés por el calor, que no encuentran agua fácilmente.
Cuando existe un reporte de fauna en estado crítico de salud, Selva Teenek avisa a la Procuraduría Federal de Protección Animal (Profepa). Luego, la instancia entrega a la organización una serie de documentación para dar seguimiento a la fauna.
En mayo, la documentación que generaron superó cualquier año pasado por completo, según informó su fundadora.
Para Ena Buenfil, mientras las altas temperaturas continúen presentes en el país, es importante que la ciudadanía también se convierta en vigilante y observadora de la fauna, auxiliando con bebederos de agua.
“Algo que estamos recomendando a todo México es poner bebederos. Urge porque no hay forma de que los animales sobrevivan si no tienen agua. Las aves, los insectos, los polinizadores… todos necesitan agua”.
Además de permitirles hidratarse, también enfatizó que “cuando tengan contacto o encuentro con un animal lo reporten a las organizaciones que trabajamos con fauna silvestre para poder hacer las recomendaciones”.
Puedes seguir las actividades de Selva Teenek o ver de qué formas puedes apoyarles en sus redes sociales o también directamente en su página.
En un lugar impensado en México, migrantes venezolanos encuentran un oasis gastronómico donde se sienten como en casa y se les ayuda con empleo y salario.
En el sur de México hay un restaurante tan pequeño que el corazón de sus dueños apenas cabe por la puerta.
Se llama MexVen y se encuentra en la ciudad de Juchitán de Zaragoza, en el estado de Oaxaca, donde miles de migrantes que se dirigen hacia Estados Unidos recuperan fuerzas y recursos tras atravesar la selva del Darién entre Colombia y Panamá.
MexVen es un emprendimiento de una familia mexicana que quiere apoyar a los migrantes.
Sus empleados son venezolanos en tránsito que cocinan la gastronomía de su tierra y venden por 70 pesos (menos de US$4) un almuerzo abundante.
A cambio, los trabajadores reciben un dinero que ahorran durante semanas para poder continuar su ruta.
“Todos están contentos. Los empleados porque se les paga y tienen un lugar seguro donde descansar, y los clientes porque encuentran la comida que querían, a buen precio, tras pasar por tantos países”, le dice a BBC Mundo Luis Antonio López, cofundador del restaurante.
López y su familia vieron una oportunidad de negocio y solidaridad cuando a Juchitán empezaron a llegar cada vez más migrantes.
“Primero les ofrecimos comida mexicana, pero no gustó mucho”, cuenta.
Para estómagos cansados y no acostumbrados a la sazón mexicana, ésta puede resultar irritante e inflamatoria, lo cual supone un riesgo sanitario para muchos que llegan con sus defensas comprometidas.
“Entonces, ¿qué comen ustedes? Nosotros podemos buscar los ingredientes y ustedes se encargan de cocinar”, les propuso López a unos venezolanos.
Dicho y hecho: esos venezolanos se convirtieron en los primeros cocineros asalariados de López y su familia. MexVen acababa de nacer. Ya llevan dos años funcionando.
El restaurante se encuentra en el mercado Che Gómez de Juchitán. Es un espacio humilde que no aparece en aplicaciones de mapas y se beneficia del boca a boca.
Los fogones comparten la estancia con una única mesa larga donde a partir de mediodía llegan los comensales.
Si de repente se acumulan varios al mismo tiempo, se habilitan más mesas. También preparan almuerzos para repartir en los alrededores.
Junto a la cocina, en el mismo edificio, se sitúan otros negocios y cubículos que sirven como habitaciones de pago improvisadas.
Decenas de personas pernoctan en el suelo de la estación de buses, a unos 200 metros del restaurante, o acampan por la ciudad. Muchos duermen a la intemperie.
La venezolana es la nacionalidad más detectada por las autoridades migratorias de México entre los migrantes que cruzan el país, según la Organización Internacional para las Migraciones de las Naciones Unidas.
En 2023, según esta entidad, se identificaron a más de 220.000 migrantes venezolanos en México, frente a los 119.000 de Honduras, el país que le sigue en las estadísticas.
Juchitán, al contar con buenos servicios en el Istmo de Tehuantepec, la región interoceánica más estrecha de México, es un punto frecuente de paso y estancia temporal de los migrantes que vienen desde Sudamérica.
Desde aquí salen autobuses diarios a la ciudad de Oaxaca, donde los viajeros se conectan con Ciudad de México y continúan la travesía hacia la frontera con Estados Unidos.
“Cuando nuestros cocineros reúnen el suficiente dinero, se van, vienen otros y los empleamos. Damos trabajo exclusivamente a venezolanos”, dice López.
El venezolano Yoel Parra, proveniente de Maracaibo, comandaba los fogones el día a finales de mayo en el que BBC Mundo visitó el restaurante.
“Pollo frito, pollo en salsa y chuleta asada”, enumera del menú mientras arroja los contramuslos de pollo a la olla.
La proteína se acompaña con lentejas, arroz, ensalada, plátano maduro frito y guasacaca, una salsa a base de aguacate que por su parecido al guacamole ya dominan Citlali y Selene Sánchez, las otras dos cofundadoras mexicanas de MexVen.
Las hermanas Sánchez asisten a Parra y sirven lo que saca el chef en cajas plásticas.
“Aparte de lo que vendemos, llevamos decenas de almuerzos a los otros migrantes en la estación y alrededores. Así comen barato y de paso promocionamos el restaurante”, dice el venezolano Javier N., encargado de repartir la comida junto a su esposa además de ayudar en cocina.
La estrategia funciona.
“Nos dijeron que aquí en Juchitán había un lugar que servía comida venezolana y vinimos directo”, dice Carlos José Soto, de Carabobo, quien recién llegó a la ciudad y fotografía su plato para enseñárselo a su familia.
Parra acumula más de un mes de travesía. Le hablaron de este destino gastronómico venezolano, fue a comer y a los dos días obtuvo el empleo como cocinero.
“Es extraordinario que alguien haya pensado en nuestra cultura y comida, generado ingresos para su familia y nosotros, que buscamos llegar a nuestro destino para ayudar también a nuestras familias en Venezuela”, dice agradecido.
Mientras llegan los comensales y los venezolanos alistan los almuerzos al ritmo de salsa, Luis López se sienta pensativo en la entrada del restaurante.
Es un día caluroso y por la puerta circula una brisa que atrae a otros venezolanos que frecuentan el restaurante.
López se muestra tímido mientras los migrantes hablan a poca distancia sobre la bondad de su familia y lo que significa para ellos este espacio de comunidad.
“Es una felicidad que se apoye así al migrante, con sabores de casa a un precio que nos permite ahorrar”, dice Ángel Lemus, de Zulia, quien sueña con ser boxeador.
“Nosotros como personas nos sentimos satisfechos que hicimos este negocio y de paso cumplimos con la gente. Estos muchachos llegan tras haber gastado mucho dinero y aquí los alimentamos bien y barato”, dice López.
En México, organizaciones como Human Rights Watch denuncian que migrantes venezolanos y de otras nacionalidades sufren abusos, extorsiones y secuestros por parte de autoridades y grupos criminales, además de falta de acceso a derechos básicos.
Los venezolanos también enfrentan episodios de xenofobia en países receptores.
Quizás por eso, antes de marchar, los empleados quieren acabar con estereotipos y me insisten en tomar una foto a la pancarta del restaurante: “Comida venezolana MexVen: siéntete como en casa”.
Es lo más cerca a un hogar que experimentan en su travesía muchos de los que pasan por aquí y a los que todavía les queda un duro camino en el que se juegan la vida.
Todo gracias a la altruista familia mexicana que cambió el mole por las caraotas.