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La historia real de *Clark Olofsson, el hombre detrás del Síndrome de Estocolmo*
La historia real de *Clark Olofsson, el hombre detrás del Síndrome de Estocolmo*
Foto: Netflix
5 minutos de lectura

La historia real de *Clark Olofsson, el hombre detrás del Síndrome de Estocolmo*

08 de mayo, 2022
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

Seguramente has escuchado el término “síndrome de Estocolmo” varias veces, ¿pero sabes de dónde proviene el nombre? Pues la nueva serie de Netflix Clark nos cuenta más sobre una de las personas involucradas en el Robo de Norrmalmstorg que lo originó. Te contamos más de Clark Olofsson.

Netflix sabe que el morbo nos gana y que nos encanta ver docuseries y historias basadas en crimenes reales, por eso en esta ocasión muchas personas al fin están conociendo a Clark, el hombre que logró conquistar el corazón de todo un país, aún cuando era acusado de tráfico de drogas, intento de asesinato, asalto, robo y otros crímenes.

La serie Clark de Netflix

El pasado 5 de mayo del 2022 la plataforma estrenó la serie Clark, la cual se basa en las verdades y mentiras que se revelan en la autobiografía de Clark Olofsson. La historia cuenta con seis episodios y es dirigida por Jonas Åkerlund, quien es más famoso por dirigir videos musicales de estrellas como Robbie Williams, Madonna, Lady Gaga, Rammstein, entre otros.

Clark Olofsson cobra vida gracias al actor Bill Skarsgård, a quien seguro recuerda por ser el retorcido payaso Pennywise de la saga It.

La verdadera historia de Clark Olofsson

La serie Clark presenta una versión ficticia de uno de los personajes más polémicos de la historia contemporánea de Suecia. Por eso aquí te contamos, de manera breve, cómo fue realmente el robo que le dio origen al “síndrome de Estocolmo” y qué tan involucrado estuvo este personaje.

Clark Oderth Olofsson nació en Trollhättan, Suecia y su vida se vio marcada con el engaño desde muy joven, pues luego de que su padre abandonara a su familia, y su madre ingresara a un hospital psiquiátrico, Clark y sus dos hermanas menores fueron llevadas a un hogar adoptivo.

Para escapar de esa realidad, Clark Olofsson falsificó la firma de su madre para poder embarcarse en una escuela de marineros que lo llevó de viaje por varios países.

A los 16 años, fue enviado a un reformatorio juvenil, pero a los dos años se fugó de ella junto a dos compañeros. En 1966 fue condenado a tres años de prisión por agredir a dos policías; pero logró fugarse.

Posteriormente se involucró en un crimen donde su compañero, Gunnar Norgen mató a un policía. Ahí, Clark Olofsson pasó a ser un criminal conocido en todo el país. Aunque escapó durante dos semanas, fue detenido y sentenciado a diez años de prisión.

Pero en febrero de 1969 escapó de la prisión Kumla y se fue a las Islas Canarias, luego intentó huir a Alemania donde fue detenido por usar un pasaporte falso y lo regresaron a la prisión de Kulma y sí… volvió a escaparse.

Así estuvo hasta que en 1973 fue sentenciado a seis años de prisión y posteriormente vendría el suceso que lo hizo mundialmente famoso.

Comparación de Clark Olofsson y Bill Skarsgård en la serie Clark de Netflix.

También lee: Los asesinos que inspiraron a Leatherface, de ‘La Masacre de Texas’

El Robo de Norrmalmstorg

Era la mañana del 23 de agosto de 1973 cuando Jan-Erik “Janne” Olsson entró al banco Kreditbanken en la plaza Norrmalmstorg, en Estocolmo y debajo de su chamarra sacó una metralleta cargada que comenzó a disparar hacia el techo.

Olsson inmediatamente tomó cuatro rehenes –Gunnel Birgitta, Kristin Enmark, Elisabeth Oldgren y Sven Safstrom– y comenzó a ser exigencias a la policía: quería tres millones de coronas suecas (unos 4 millones de dólares de hoy, de acuerdo a Time), un carro para escapar y la liberación de Clark Olofsson, que en ese momento cumplía una condena.

Para sorpresa de todas las personas, la policía sueca comenzó a cumplir con sus exigencias, y no solo llegó con un Ford Mustang azul para Janne Olsson, sino también con Clark Olofsson.

Sin embargo, la policía les negó la petición de permitir que salieran llevándose a rehenes con ellos. Así fue como la pareja de criminales y las cuatro rehenes (tres mujeres y un hombre) permanecieron seis días en la bóveda del banco mientras la policía intentaba resolver esta crisis.

Pero en ese tiempo, pasó algo que solamente se explicaría por medios psicológicos: pues rehenes y criminales desarrollaron una relación de confianza como nunca antes se había visto.

Antes de irte: La historia del “robo del siglo” que lanzó a la fama a la Mona Lisa

Y así nació el Síndrome de Estocolmo…

El día que pasó a la historia fue el cuarto, cuando Kristin Enmark de 23 años llamó por teléfono al Primer Ministro de Suecia Olof Palme y ella le comenta que tiene más miedo de la policía que de sus propios captores.

Ella le pedía al Primer Ministro que permitiera que dos de ellas se fueran con Olsson y Olofsson como lo pedían, y de acuerdo a la BBC en la llamada ella le dijo dijo al primer ministro “Creo que está jugando con nuestras vidas. Confío plenamente en Clark y el ladrón. No nos han hecho nada. Han sido muy amables. Lo que temo es que la policía ataque y nos mate”.

Finalmente, esto terminó con la policía bombardeando el banco con gas lacrimógeno el 28 de agosto y con Janne Olsson y Clark Olofsson rindiéndose de inmediato.

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Foto: Netflix.

Cuando la policía les pidió a las rehenes que salieran primero, las cuatro personas se negaron, pues estaban seguras de que les dispararían a sus captores. Kristin Enmark le contó a la BBC que fueron ellas mismas quienes les dijeron a Janne y Clark que salieran primero para proteger sus vidas.

Tanto BBC como History describen que en la puerta de la bóveda criminales y rehenes hicieron una pausa para despedirse entre abrazos, besos y apretones de manos.

Jane Olsson fue condenado a una pena de 10 años, mientras Clark Olofsson fue librado de toda culpa de este robo, aunque regresó a prisión para completar la condena que ya tenía.

Fue el psiquiatra y criminólogo sueco Nils Bejerot quien explicó la actitud de las rehenes de este caso como el “síndrome de Norrmalmstorg”, aunque posteriormente quedaría bautizado como el “síndrome de Estocolmo”.

¿Qué es de Clark Olofsson actualmente?

La historia de Clark no terminó después de ese famoso incidente en un banco de Estocolmo, pues su vida ha sido un constante entrar y salir de prisión.

En 1975 escapó de nuevo de la prisión de Norrköping y más tarde asaltó un banco en Copenhague, Dinamarca.

Al siguiente año hizo lo que hasta el momento era el robo más grande de Suecia, pero fue detenido. En 1979 y desde prisión, comenzó a estudiar periodismo y se graduó en 1983, el mismo año en el que fue liberado.  Aunque fue arrestado un año después.

Finalmente desde 2018 vive en Suecia como un hombre libre.

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Imagen BBC
Los “trenes de la felicidad”: el proyecto solidario que llevó a 70 mil niños pobres a vivir con familias acomodadas en Italia
8 minutos de lectura

El plan organizado por la Unión de Mujeres y el Partido Comunista supuso un esfuerzo por aliviar la situación de los niños más pobres en plena posguerra.

24 de agosto, 2025
Por: BBC News Mundo
0

“Ese día fue un día de desesperación para los niños y para las madres”.

Es el contradictorio recuerdo que Bianca D’Aniello tiene del momento en el que, con 10 años, se subió a uno de los “trenes de la felicidad”.

Era 1947 y los estragos de la Segunda Guerra Mundial en la otrora Italia fascista de Benito Musolini eran patentes.

La pobreza arreciaba principalmente en el sur en plena posguerra.

En un intento por mejorar la situación de la infancia que vivía literalmente en la miseria, como ella, otros 70.000 niños pobres viajaron en tren a lo largo del país entre 1945 y 1952 para pasar una estancia con familias que tenían una mejor situación y podían darles -al menos por un periodo- una vida mejor.

Es lo que se conoció en Italia como Treni della felicità, un plan organizado por la Unión de Mujeres Italianas y el Partido Comunista Italiano, y que supuso un esfuerzo por aliviar la situación de esa infancia golpeada.

Y aunque entonces Bianca no lo sabía, el viaje que emprendió en el “tren de la felicidad” ese día cambiaría su vida para siempre.

“No teníamos agua para beber”

Bianca creció en la ciudad de Salerno, a 55 kilómetros al sureste de Nápoles. La zona fue una de las más afectadas por la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, a sus 88 años, dice que al pensar en esa época se le vienen “recuerdos de miseria y suciedad”.

“No teníamos agua, ni siquiera había agua para beber. Y mucho menos para lavarnos. En todas las familias no había nada que comer, yo casi me moría, mis pulmones enfermaban, porque no comíamos. No había nada. Y los niños enfermaban de tuberculosis”, rememora en el podcast Witness History de la BBC.

Su padre había muerto a los 40 años, dejando a su madre viuda y con otros siete hijos a cuestas.

“Nadie llevaba un sueldo a casa… lo sorteábamos como podíamos”.

“Y en el peor de los casos, sólo esperabas la muerte. Porque entonces las madres tenían la sensación de que sus hijos muertos ya no sufrirían”.

Mujeres cargan a sus niños.
Getty Images
El sur de Italia fue una de las zonas más afectadas por la pobreza de la posguerra.

El hambre era otra constante.

Bianca dice que antes de terminada la guerra los niños incluso comían césped, si es que podían encontrarlo.

“Había un gobierno fascista en la época de Mussolini, y cada familia, según la cantidad de hijos que tuviera, recibía un trozo de pan. Había un carro con cupones, ibas a la tienda y, de acuerdo con los cupones que tenías, te daban una rebanada de pan”, cuenta.

“Cuando había agua, en esa época, los niños corrían hacia la fuente, porque el pan empapado en agua se expandía”.

Esa miseria trascendería a la caída del régimen. Y el doctor del pueblo, Mario del Santo, traería las buenas noticias: la posibilidad de un viaje que podría sacar a los niños de su precaria situación.

Sólo debían tomar un tren hacia el norte.

La iniciativa

Teresa Noce, una de las figuras líderes del Partido Comunista italiano fue una de las promotoras de esta campaña de solidaridad.

“Las peticiones llegaban de todas partes. Había muchos niños hambrientos. El clima se estaba volviendo frío y húmedo, y no había carbón. Había muchísimos casos lamentables. Los niños dormían en cajas de serrín para calentarse, sin sábanas ni mantas. (…) Niños sucios, llenos de costras y piojos”, contó sobre el proyecto, según il Mulino.

La idea de “los trenes de la felicidad” nació así en Milán de la mano ella y la Unión de Mujeres Italianas y se volvió una realidad con el apoyo de quienes, desde distintas localidades, estuvieron dispuestos a recibir a miles de niños.

La ciudad de Reggio Emilia fue la primera en ofrecerse para acoger a 2.000 niños, seguida luego por Parma, Piacenza, Módena, Bolonia y Rávena.

El primer tren, con 1.800 niños, salió el 16 de diciembre de 1945 desde Milán a Reggio Emilia.

Y sería el primero de muchos. En los años posteriores, la iniciativa se amplió por toda Italia -con especial énfasis en el sur, donde vivía Bianca- con la ayuda mancomunada de distintas organizaciones civiles y políticas.

La despedida

Como muchas madres, la madre de Bianca vio así en los “trenes de la felicidad” una oportunidad para dar a sus hijos una mejor vida.

Un día de 1947 la preparó a ella y a su hermana menor, Ana María, para emprender el viaje.

“Mi madre mandó a hacerme un vestidito. Y llevaba unas sandalias que estaban hechas de cartón”.

En la estación de trenes, Bianca recuerda que niños y madres sufrían por la despedida.

“Incluso los trabajadores del tren lloraban, porque los niños no querían separarse de sus madres. Pero las madres los dejaban partir con la esperanza de un futuro mejor, de una realidad distinta para ellos”, afirma.

Niños pobres en la posguerra.
Getty Images
El primer “tren de la felicidad” salió en diciembre de 1945 desde Milán hacia Reggio Emilia, con 1.800 niños a bordo.

Bianca recuerda ese viaje en tren: “Por primera vez vi árboles, casas, villas, que pasaban rápido. Ese sentimiento me atrapó por completo”.

“Yo pensaba que el tren no existía, nunca lo había visto”, recuerda entre risas.

La ahora octogenaria dice que su cara y la de su hermana terminaron negras por el hollín que se colaba por esa ventana de la que no podían despegar sus ojos.

Pero luego pasó algo inesperado.

“Treinta niños se bajaron en Belluno, pero no me di cuenta de que mi hermana era una de ellos”.

Cuando Bianca despertó recién se percató de que su hermana ya no estaba a su lado.

“Y lloré mucho por Ana María, porque mi mamá me había confiado su cuidado. Pero yo también era pequeña”.

No se volverían a ver por muchos años.

“Comí como nunca”

Tras más de 700 kilómetros recorridos, La lluvia recibió a Bianca y a otras decenas de niños que llegaron ese día a Mestre.

Sus sandalias de cartón quedaron echas pedazos por efecto del agua.

La noche no había sido fácil ni para ella ni para los otros pequeños que viajaban en el tren.

“Todos esos niños pasaron la noche en los trenes sin sus padres, con miedo de que los comunistas les comieran las manos, porque el cura de mi pueblo nos decía: ‘No deben ir a Mestre, porque los comunistas les comen las manos a los niños'”.

Las cuidadoras que viajaban en el tren les dieron algo caliente al llegar, mientras las familias que habían decidido adoptar a un niño o niña comenzaban a aparecer.

No se trataba necesariamente de familias ricas. Según expertos que han estudiado el tema, las familias que acogieron a niños y niñas eran más bien de hogares obreros. Y, si bien tenían una situación mejor respecto a la de los campesinos del sur, tampoco les sobraba el dinero.

“Una señora, que se llamaba Rosa, se me acercó y me dijo: ‘Qué niña tan bonita, ¿cómo te llamas?'”, recuerda Bianca.

“Intentó ser amable y dulce para que yo no tuviera miedo. Me dijo: ‘¿Quieres venir conmigo? Tenemos animalitos, patos, un gato, un perro…’. Y me tomó de la mano”.

Bianca emprendió el viaje a su nueva casa con Rosa y Luigi, a quienes comenzó a llamar “tía” y “tío”.

Al llegar, se dio cuenta de que lo que le habían dicho era cierto.

“Había un perro, un gato, y conejitos recién nacidos…Toda esa distracción fue buena para mí, porque así no pensaba en nada más”.

“Vi esa casa bonita y limpia, con agua en la mesa, polenta, pan, servilletas… cosas que nunca había visto en mi vida. Comí muchísimo. Comí demasiado”.

Una nueva vida

Los cuatro meses que Bianca vivió con Rosa y Luigi pasaron volando. Y era hora de volver.

“Yo lloraba, lloraba, gritaba, no quería volver con mi mamá. Tenía que regresar, porque la regla era que después de cuatro meses debíamos volver con nuestras familias. Pero yo no quería volver. Y no era solo yo; todos los niños lloraban porque no querían regresar a Salerno”.

Bianca no era la única que se resistía a su partida. Rosa y Luigi se habían encariñado con ella al punto de que no querían dejarla ir.

Pero la niña volvió con su madre.

Niños se reúnen alrededor de una olla de comida.
Getty Images
Los niños a menudo no tenían para comer en el sur de Italia tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

No pasaría mucho tiempo antes de que Luigi tomara la decisión de ir a buscarla y hacer lo posible para que la madre de Bianca le dejara adoptarla y llevarla de vuelta con ellos.

“Cuando vi a Luigi, me aferré a su mano y no la solté. No solté esa mano hasta que volvimos a Mestre”.

Bianca vivió una vida totalmente diferente a la que tenía en Salerno.

Estuvo en casa de sus nuevos padres hasta que cumplió 21 años, cuando se casó.

La historia de los “trenes de la felicidad” ha sido rescatada en diversas investigaciones y libros.

La novela de Viola Ardone, “El tren de los niños” (2019), que cuenta la vida de un pequeño que como Bianca fue acogido por otra familia, fue llevada a la pantalla por Netflix en una película homónima el año pasado.

*Con información de Natasha Fernandes y el equipo de Witness History.

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