Seguramente has escuchado el término “síndrome de Estocolmo” varias veces, ¿pero sabes de dónde proviene el nombre? Pues la nueva serie de Netflix Clark nos cuenta más sobre una de las personas involucradas en el Robo de Norrmalmstorg que lo originó. Te contamos más de Clark Olofsson.
Netflix sabe que el morbo nos gana y que nos encanta ver docuseries y historias basadas en crimenes reales, por eso en esta ocasión muchas personas al fin están conociendo a Clark, el hombre que logró conquistar el corazón de todo un país, aún cuando era acusado de tráfico de drogas, intento de asesinato, asalto, robo y otros crímenes.
El pasado 5 de mayo del 2022 la plataforma estrenó la serie Clark, la cual se basa en las verdades y mentiras que se revelan en la autobiografía de Clark Olofsson. La historia cuenta con seis episodios y es dirigida por Jonas Åkerlund, quien es más famoso por dirigir videos musicales de estrellas como Robbie Williams, Madonna, Lady Gaga, Rammstein, entre otros.
Clark Olofsson cobra vida gracias al actor Bill Skarsgård, a quien seguro recuerda por ser el retorcido payaso Pennywise de la saga It.
La serie Clark presenta una versión ficticia de uno de los personajes más polémicos de la historia contemporánea de Suecia. Por eso aquí te contamos, de manera breve, cómo fue realmente el robo que le dio origen al “síndrome de Estocolmo” y qué tan involucrado estuvo este personaje.
Clark Oderth Olofsson nació en Trollhättan, Suecia y su vida se vio marcada con el engaño desde muy joven, pues luego de que su padre abandonara a su familia, y su madre ingresara a un hospital psiquiátrico, Clark y sus dos hermanas menores fueron llevadas a un hogar adoptivo.
Para escapar de esa realidad, Clark Olofsson falsificó la firma de su madre para poder embarcarse en una escuela de marineros que lo llevó de viaje por varios países.
A los 16 años, fue enviado a un reformatorio juvenil, pero a los dos años se fugó de ella junto a dos compañeros. En 1966 fue condenado a tres años de prisión por agredir a dos policías; pero logró fugarse.
Posteriormente se involucró en un crimen donde su compañero, Gunnar Norgen mató a un policía. Ahí, Clark Olofsson pasó a ser un criminal conocido en todo el país. Aunque escapó durante dos semanas, fue detenido y sentenciado a diez años de prisión.
Pero en febrero de 1969 escapó de la prisión Kumla y se fue a las Islas Canarias, luego intentó huir a Alemania donde fue detenido por usar un pasaporte falso y lo regresaron a la prisión de Kulma y sí… volvió a escaparse.
Así estuvo hasta que en 1973 fue sentenciado a seis años de prisión y posteriormente vendría el suceso que lo hizo mundialmente famoso.
Era la mañana del 23 de agosto de 1973 cuando Jan-Erik “Janne” Olsson entró al banco Kreditbanken en la plaza Norrmalmstorg, en Estocolmo y debajo de su chamarra sacó una metralleta cargada que comenzó a disparar hacia el techo.
Olsson inmediatamente tomó cuatro rehenes –Gunnel Birgitta, Kristin Enmark, Elisabeth Oldgren y Sven Safstrom– y comenzó a ser exigencias a la policía: quería tres millones de coronas suecas (unos 4 millones de dólares de hoy, de acuerdo a Time), un carro para escapar y la liberación de Clark Olofsson, que en ese momento cumplía una condena.
Para sorpresa de todas las personas, la policía sueca comenzó a cumplir con sus exigencias, y no solo llegó con un Ford Mustang azul para Janne Olsson, sino también con Clark Olofsson.
Sin embargo, la policía les negó la petición de permitir que salieran llevándose a rehenes con ellos. Así fue como la pareja de criminales y las cuatro rehenes (tres mujeres y un hombre) permanecieron seis días en la bóveda del banco mientras la policía intentaba resolver esta crisis.
Pero en ese tiempo, pasó algo que solamente se explicaría por medios psicológicos: pues rehenes y criminales desarrollaron una relación de confianza como nunca antes se había visto.
El día que pasó a la historia fue el cuarto, cuando Kristin Enmark de 23 años llamó por teléfono al Primer Ministro de Suecia Olof Palme y ella le comenta que tiene más miedo de la policía que de sus propios captores.
Ella le pedía al Primer Ministro que permitiera que dos de ellas se fueran con Olsson y Olofsson como lo pedían, y de acuerdo a la BBC en la llamada ella le dijo dijo al primer ministro “Creo que está jugando con nuestras vidas. Confío plenamente en Clark y el ladrón. No nos han hecho nada. Han sido muy amables. Lo que temo es que la policía ataque y nos mate”.
Finalmente, esto terminó con la policía bombardeando el banco con gas lacrimógeno el 28 de agosto y con Janne Olsson y Clark Olofsson rindiéndose de inmediato.
Cuando la policía les pidió a las rehenes que salieran primero, las cuatro personas se negaron, pues estaban seguras de que les dispararían a sus captores. Kristin Enmark le contó a la BBC que fueron ellas mismas quienes les dijeron a Janne y Clark que salieran primero para proteger sus vidas.
Tanto BBC como History describen que en la puerta de la bóveda criminales y rehenes hicieron una pausa para despedirse entre abrazos, besos y apretones de manos.
Jane Olsson fue condenado a una pena de 10 años, mientras Clark Olofsson fue librado de toda culpa de este robo, aunque regresó a prisión para completar la condena que ya tenía.
Fue el psiquiatra y criminólogo sueco Nils Bejerot quien explicó la actitud de las rehenes de este caso como el “síndrome de Norrmalmstorg”, aunque posteriormente quedaría bautizado como el “síndrome de Estocolmo”.
La historia de Clark no terminó después de ese famoso incidente en un banco de Estocolmo, pues su vida ha sido un constante entrar y salir de prisión.
En 1975 escapó de nuevo de la prisión de Norrköping y más tarde asaltó un banco en Copenhague, Dinamarca.
Al siguiente año hizo lo que hasta el momento era el robo más grande de Suecia, pero fue detenido. En 1979 y desde prisión, comenzó a estudiar periodismo y se graduó en 1983, el mismo año en el que fue liberado. Aunque fue arrestado un año después.
Finalmente desde 2018 vive en Suecia como un hombre libre.
Una de las anécdotas más impactantes del mundo del rock tuvo a Ozzy Osbourne como protagonista.
En el turbulento mundo del rock, rara vez está mal visto ser impactante.
Todo lo contrario. La mayoría de las veces es prácticamente obligatorio.
Si existen los límites, pocos artistas los han traspasado tanto como John Michael Osbourne, también conocido como Ozzy Osbourne, o el Príncipe de las Tinieblas, quien falleció este martes a los 76 años.
Un apodo así no se consigue por casualidad.
Los fans de Black Sabbath lo apodaron inicialmente así debido a su oscura personalidad en el escenario, su aura decadente y sus letras obsesionadas con lo oculto.
Aun así, sus acciones de la noche del 20 de enero de 1982, en las que la cabeza de una desafortunada criatura terminó separada de su cuerpo, fueron una locura descomunal, incluso para los excesivos estándares de Ozzy.
Es un evento que, décadas después, todavía se considera uno de los momentos más notorios de la historia del heavy metal.
Aunque al parecer, esta ni siquiera era la primera vez que el cantante estaba involucrado en la decapitación de un animal inocente.
Pero más sobre eso más adelante.
En lo que respecta a Ozzy y el murciélago, no es sorprendente que, a lo largo de los años, los recuerdos hayan cambiado sobre el giro preciso que dieron los acontecimientos.
A veces se debía a que los recuerdos de la gente se contradecían entre sí. Pero sobre todo, dependía de la versión de la historia que Ozzy quisiera contar.
Pero algunos datos sobre el incidente son inequívocos.
En enero de 1982, Ozzy llevaba dos meses de una agotadora gira promocionando su segundo álbum en solitario, Diary of a Madman.
Se había desarrollado una tradición: el cantante lanzaba al público trozos de carne cruda y partes de animales, incluyendo intestinos e hígado.
En ese momento era todo un escándalo y, quizás, un comportamiento no del todo inexplicable para un hombre que había sido aprendiz en un matadero.
A lo largo de la gira, la noticia de la práctica se extendió rápidamente, y los fans de Ozzy empezaron a mostrar su ingenio. En cada escenario, sabían exactamente lo que se avecinaba y acudían armados y listos para el espectáculo.
Así que, cuando algo pequeño y negro aterrizó en el escenario durante un bullicioso concierto un miércoles por la noche en el auditorio Veterans Memorial de Des Moines, en Iowa, el cantante pensó que era un juguete de goma.
Lee: Orden cronológico de “Sé lo que hicieron el verano pasado”: cuántas películas son y dónde verlas
Y aquí es donde los recuerdos empiezan a desviarse en diferentes direcciones. En su autobiografía de 2010, I Am Ozzy, el cantante cuenta que lo recogió, se lo metió en la boca y lo devoró.
“Sin embargo, de inmediato sentí que algo andaba mal. Muy mal. Al principio, mi boca se llenó al instante de un líquido cálido y pegajoso”, recordó. “Luego, la cabeza en mi boca se movió nerviosamente”.
“Alguien lanzó un murciélago. Pensé que era de goma. Lo recogí, me lo metí en la boca y le di un mordisco”.
Entonces dice que se dio cuenta: “¡Oh, no, es real! Era un murciélago vivo de verdad”.
¿Es esta la versión definitiva de la historia? ¿Un murciélago vivo que lanzaron al escenario y que Ozzy muerde? Nada más lejos de la realidad.
Ozzy no siempre dijo que el animal estuviera vivo cuando se lo lanzaron.
En 2006, ofreció a la BBC una versión de la historia sutil, pero crucialmente diferente.
“Aparece este murciélago. Pensé que era uno de esos murciélagos de broma de Halloween porque tenía una cuerda alrededor del cuello”, dijo.
“Lo mordí, miré a mi izquierda y Sharon [Osbourne, su esposa y entonces representante] decía [haciendo un gesto de no].
“Y yo le dije: ¿De qué estás hablando? Ella [dice]: “Es un murciélago muerto de verdad”. Y yo… ¡ahora lo sé!”
Entonces, ¿estaba vivo o muerto el desafortunado mamífero alado?
¿Quién mejor para confirmar si estaba desprovisto de vida y había dejado de existir que la persona que afirma haber llevado el murciélago al concierto?
Según el diario Des Moines Register, ese hombre era Mark Neal.
Tenía 17 años en el momento del concierto. Y su relato de los acontecimientos que precedieron a la sangrienta noche fue el siguiente: su hermano menor había traído al animal a casa dos semanas antes, pero, lamentablemente, no había sobrevivido.
Neal dijo que, para cuando lo llevó al concierto, llevaba días muerto.
Así que parece que la evidencia disponible sobre esta legendaria pieza de exceso de heavy metal, ubicada en el número dos de la lista de los mitos más salvajes del rock de la revista Rolling Stone, apunta a que es en gran medida cierta.
Todos coinciden en que el murciélago sí llegó a la boca de Ozzy, aunque parece probable que ya no estuviera vivo para entonces, algo con lo que el propio Ozzy coincidía. A veces.
Pero ¿qué hay de un incidente inquietantemente similar ocurrido unos nueve meses antes en Los Ángeles?
Una vez más, los detalles varían, generalmente dependiendo de con quién hablaba Ozzy.
Los hechos básicos nunca han sido discutidos. Ozzy tenía previsto reunirse con un grupo de ejecutivos de la discográfica CBS en Los Ángeles, y a Sharon se le ocurrió que llevara tres palomas vivas.
Tras un breve discurso de agradecimiento, el plan era que Ozzy las lanzara al aire para que todos pudieran verlas revolotear, en un gesto simbólico de paz.
Alerta de spoiler: Eso no fue lo que finalmente ocurrió.
Ozzy había estado bebiendo brandy toda la mañana, y más tarde le contó al biógrafo de rock Mick Wall que una relacionista pública en la reunión lo había estado molestando mucho.
Según el libro de Wall, Black Sabbath: Síntomas del Universo, Ozzy “sacó una de esas palomas y le arrancó la cabeza de un mordisco solo para callarla”.
“Luego lo volvió a hacer con la siguiente paloma”, añadió, “escupiendo la cabeza sobre la mesa”.
“Fue entonces cuando me echaron. Dijeron que nunca volvería a trabajar para CBS”.
En la segunda versión, relatada unos meses después, le contó a Garry Bushell, de la revista Sounds, una historia ligeramente diferente.
“El engaño es que el pájaro estaba muerto. Planeábamos liberarlo allí, pero murió antes. Así que, en lugar de desperdiciarlo, le arranqué la cabeza de un mordisco.
“Deberías haber visto sus caras. Todos palidecieron. Se quedaron sin palabras.”
Ozzy, por supuesto, tenía una reputación que mantener. Después de todo, este era el hombre que había sido expulsado de Black Sabbath porque, incluso para los estándares astronómicamente laxos del rock, su consumo de alcohol y drogas se consideraba excesivo.
Y aunque sus encuentros con el murciélago y las palomas pudieran no parecerles a muchos una locura, estos, con útiles dosis de exageración, contribuyeron significativamente a la imagen escandalosa de Ozzy Osbourne.
Sin duda, le dieron aún más publicidad y notoriedad, ayudando a que su carrera en solitario se disparara como un rayo.
Y aunque puede que no sea culpable de todos los delitos que se le atribuyeron a lo largo de los años, no cabe duda de que alcanzó alturas (o profundidades) que otras estrellas del rock nunca se atrevieron a contemplar.
Eso significó que fue visto como el indiscutible maestro de ceremonias del exceso del rock, una reputación que definió su carrera y que lo acompañó hasta el final.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.