Ya estamos en cuenta regresiva para ver a Taylor Swift en México. Si eres de las afortunadas que va, no solo prepares el outfit. También apréndete y aplica estos rituales del Eras Tour en su paso por nuestro país.
La famosa artista se presenta del 24 al 27 de agosto en el Foro Sol de la CDMX. Con esto se marcará la primera vez que la artista traiga uno de sus tours a México y a Latinoamérica.
La primera parte del Eras Tour comenzó en Estados Unidos, donde swifties rápidamente se organizaron para dejar marca con ciertas actividades, cánticos y acciones. Estas se hicieron tan populares y se replicaron en prácticamente todas las fechas que por eso ya son rituales del Eras Tour.
Así que toma nota, que quedan pocos días para ver a nuestra querida rubia.
Si Taylor Swift sigue el mismo setlist del Eras Tour de Estados Unidos, agárrate fuerte. Y es que la segunda canción sería “Cruel Summer” y una tradición básica consiste en cantar a todo pulmón su puente.
La canción, que pertenece al álbum Lover, no fue sencillo en su momento. Sin embargo, gracias al Eras Tour agarró fuerza y es de las más escuchadas en los listados más populares.
También ha sido protagonista de toda clase de videos en redes sociales de personas que van al concierto.
Pa’que armes el karaoke: Canciones de Taylor Swift para cantar a todo pulmón (y a quiénes están dedicadas)
Para que lo tengas a la mano, la parte que se canta a todo pulmón es la siguiente:
I’m drunk in the back of the car
And I cried like a baby comin’ home from the bar (Oh)
Said, “I’m fine,” but it wasn’t true
I don’t wanna keep secrets just to keep you
And I snuck in through the garden gate
Every night that summer just to seal my fate (Oh)
And I scream, “For whatever it’s worth
I love you, ain’t that the worst thing you ever heard?”
He looks up, grinnin’ like a devil
Y acá la canción pa’que practiques:
Uno de los rituales del Eras Tour más bonitos es hacer e intercambiar friendship bracelets, o sea, pulseras de amistad. Como su nombre lo dice, son brazaletes para representar la amistad entre swifties.
¿Cuál es el origen de los friendship bracelets? Proviene de una frase de la canción “You’re On Your Own, Kid” del álbum Midnights que tal cual solo menciona la acción de hacer brazaletes de amistad y disfrutar del momento:
So make the friendship bracelets, take the moment and taste it
Y pues eso bastó para que fans comenzaran a hacer sus propias pulseras con amix y familia. Además, al intercambiarlas antes de cada concierto tienen la oportunidad de conocer a más swifties.
Lo característico de los friendship bracelets es que traigan el nombre o frases de canciones de Taylor Swift.
A algunas personas les parece de mala suerte, pero Taylor Swift ve al 13 como su número de la suerte. No solo porque nació el 13 de diciembre de 1989, sino porque es un número que la ha perseguido en grandes momentos.
“Cumplí 13 años el viernes 13. Mi primer álbum se convirtió en oro en 13 semanas. Mi primera canción #1 tenía una introducción de 13 segundos”, dijo en una entrevista retomada por MTV. “Cada vez que gané un premio, me senté en el asiento 13, la fila 13, la sección 13 o la fila M, que es la letra 13”.
No necesitas persignarte: La coreografía de “Willow” de Taylor Swift no es ningún ‘ritual satánico’
El 13 es una constante en su carrera y durante algunos años (sobre todo en su era Fearless) Taylor Swift se pintaba un 13 en su mano antes de cada concierto para la buena suerte.
Aunque ya no lo hace, swifties no han dejado de replicar este detalle y por eso es un gran ritual del Eras Tour.
Basta con que agarres un plumón o delineador y te pongas el 13 en tu mano y lo rellenes con brillos.
Entre los rituales del Eras Tour también hay algunas acciones colectivas que suceden en momentos específicos del concierto.
Uno de ellos es durante la canción “marjorie”, del disco evemore. Durante esta canción, fans en Estados Unidos decidieron prender la luz de los celulares para hacer un homenaje más emotivo.
Y es que “marjorie” es un tributo de Taylor Swift a su abuela Marjorie Finlay. Ella falleció en 2003 y fue una cantante de ópera que inspiró a Taylor a perseguir una carrera en el mundo de la música.
Ojo: Hay un fan project mexicano que dice que durante “marjorie” se prendan las luces del celular, peeeero con un papel naranja y/o llevar flores de cempasúchil hechas de papel y sacarlas en ese momento.
Ok, habrá momentos en el concierto en los que swifties gritarán ciertas cosas durante las canciones. No te espantes, porque en realidad son chants del Eras Tour. O sea: cánticos creados por fans para interactuar más con Taylor Swift.
Taylor’s Version: Por qué Taylor Swift está regrabando sus primeros 6 álbumes
Aunque se han viralizado varios, te dejamos 6 fan chants que sí o sí deberías aprenderte:
• Doble aplauso en “You Belong With Me”
Después de que ella canta:
“Oh, I remember you driving to my house
In the middle of the night
I’m the one who makes you laugh,
when you know you’re ’bout to cry”
*DOBLE APLAUSO*
https://www.youtube.com/shorts/d_FkF5GDGJI
• “1, 2, 3, let’s go bitch!” en “Delicate”
Este fan chant de Taylor Swift nació desde 2018 cuando Emily Valencia, una swiftie, lo gritó al asistir a un show del Reputation Tour en Pasadena. Y sí, desde entonces, miles de fans lo han replicado y se ha mantenido como un favorito en el Eras Tour.
Este cántico va al mero inicio de la canción luego de que dice:
We can’t make any promises now can we, babe?
But you can make me a drink
1, 2, 3 let’s go bitch!
• Grita “Fuck the patriarchy!” en “All Too Well”
Sabemos que puede ser complicado cantar palabra por palabra esta canción debido a que Taylor Siwft interpreta la canción de 10 mintuos.
Sin embargo, los fan chants dictas que podrías no cantar todo, pero sí es tu obligación gritar “Fuck the patriarchy!” con todas las ganas.
Esa parte dice:
And you were tossing me the car keys,
“Fuck the patriarchy”
keychain on the ground…
https://www.youtube.com/shorts/2xi6lssiWeU
• Cantar la parte de Kendrick Lamar en “Bad Blood”
Entre los rituales del Eras Tour también está el rescate del remix de “Bad Blood”, el cual tiene una colaboración con Kendrick Lamar. Por eso, en una parte muy específica, swifties cantan lo que dice el rapero en el remix.
Band-Aids don’t fix bullet holes
You say sorry just for show
If you live like that, you live with ghosts
You forgive, you forget, but you never let it go
• “Taylor, you’ll be fine” en “Anti-Hero”
Esta es de las tradiciones del Eras Tour más “nuevas”, pues es de una canción de su último disco. Aunque esa línea que gritan las fans no viene en la canción original, sí se menciona en el remix realizado por Bleachers.
Did you hear my covert narcissism?
I disguised as altruism
like some kind of congressman
Taylor, you’ll be fine.
• “Where are you going Taylor?” en “Bejeweled”
Esta tradición swiftie parece haber comenzado con Tyler Conroy, quien publicó un video de él mismo gritando las palabras en el show de Swift en Houston.
A Swift le gustó el TikTok, lo que llevó a fans a declararlo como un nuevo chant oficial.
And by the way
Where are you going Taylor?
I’m going out tonight
@tyvid5my audition to make this the new 123 LGB #tstheerastour #swifttok #houstontstheerastour
♬ where are you going taylor – tyler conroy
Cuéntanos qué día verás a Taylor Swift en México. ¿Ya tienes todo listo?
Muchos economistas creen que el libre comercio es lo más beneficioso para la economía global, aunque el proteccionismo tiene algunos partidarios.
Pocas ideas suscitan un acuerdo tan generalizado entre los economistas como que los aranceles son una mala idea.
Pese a que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dice estar convencido de que los que anunció la semana pasada provocarán “históricos resultados” que harán a su país “rico de nuevo”, la mayoría de los economistas consideran estos aranceles un obstáculo para el progreso.
Trump ha establecido aranceles masivos y los ha convertido en una de las banderas de su segundo mandato.
Pero la mayoría de expertos señalan que resultarán perjudiciales y que los principales damnificados serán probablemente los consumidores y compañías estadounidenses.
¿Cómo ha llegado la ciencia económica a esta conclusión negativa sobre los aranceles?
Los aranceles son impuestos a las importaciones que se pagan en la aduana por los importadores.
Por ejemplo, si una empresa estadounidense quiere importar madera por un valor de US$100 y el gobierno estadounidense ha impuesto un arancel del 10% al país de procedencia, tendrá que pagar US$110.
Durante décadas, los aranceles fueron el instrumento principal de la política económica proteccionista, aplicada en diferentes países por gobiernos que buscaban proteger a la industria local de la competencia exterior.
Los partidarios del proteccionismo creían que la imposición de aranceles favorecería el desarrollo de la industria local, a la que consideraban clave para el desarrollo y veían ahogada por la afluencia de mercaderías extranjeras.
Fue la tesis esgrimida, entre otros, por Alexander Hamilton, uno de los “padres fundadores” de Estados Unidos, que abogó por los aranceles para frenar las importaciones de Gran Bretaña y permitir que la industria de la joven república estadounidense levantara el vuelo.
La teoría proteccionista sostenía que las restricciones a la competencia extranjera ayudarían a la industria nacional, que con menos competidores foráneos podría aumentar sus beneficios y emplear a más trabajadores locales. También compensaría la balanza de pagos y contribuiría a la capitalización del país.
Es la misma visión aparentemente abrazada más de dos siglos después por Trump, que aboga por que los autos de Estados Unidos se fabriquen en factorías en el país y cree que los ingresos por los aranceles compensarán los costes de la gran rebaja de impuestos que ha prometido.
Pero desde hace décadas impera el criterio de que los aranceles hacen más mal que bien.
En palabras de Erika York, analista de la Tax Foundation, un centro de análisis de Estados Unidos, “barreras al comercio como los aranceles han demostrado causar más daño económico que beneficio”.
“Elevan los previos, reducen la disponibilidad de bienes y servicios, lo que resulta en suma en menores ingresos, reducción del empleo y una menor producción”.
La principal preocupación en el contexto actual es que los aranceles tengan como primer efecto un aumento de los precios, precisamente cuando Estados Unidos y el mundo comenzaban a superar la ola inflacionista de los últimos años.
Los aranceles impactan en los márgenes de beneficio de fabricantes e importadores, lo que en muchos casos repercutirá en el precio final, contribuyendo a una potencial caída del consumo y, en consecuencia, del crecimiento económico.
“Cuando un producto es más caro para una compañía, se lo venderá más caro al consumidor, así que el consumidor va a tener que o pagar más o decidir no comprarlo, lo que resultará en una ralentización de la economía”, explica Şebnem Kalemli-Özcan, profesora de economía de la Universidad de Brown.
Por eso, el presidente de la Reserva Federal estadounidense, Jerome Powell, advirtió que los aranceles de Trump implican “riesgos elevados de un mayor desempleo y una mayor inflación”.
Los expertos también cuestionan la obsesión de ver la balanza de pagos como indicador de prosperidad de un país.
Trump insiste en que el déficit comercial que muestra la estadounidense es la prueba de que el resto del mundo lleva años abusando de su país.
Pero en realidad la balanza de pagos no es más que un indicador que mide el flujo de bienes y servicios, y el capital, lo que refleja los flujos financieros pero no necesariamente la salud del comercio y la economía.
Un ejemplo sencillo usado por York ilustra bien porque fijarse solo en la balanza de pagos puede llevar a engaño.
Imaginemos que una compañía estadounidense envía un flete valorado en US$100 millones a Francia. Al partir, se registraría esa cantidad como déficit para Estados Unidos. Si tras vender todas sus mercancías allí, ese mismo buque regresa de Francia con productos valorados en US$30 millones para vender en Estados Unidos, la balanza de pagos seguiría registrando un déficit de US$70 millones, pero a la postre esa compañía estadounidense habría vendido US$130 millones en ambos países, con lo que habría ganado US$30 millones como resultado.
El proteccionismo ha sido también abandonado por la constatación de que, aunque pueda resultar beneficioso a corto plazo para un determinado sector industrial, a la larga acaba siendo perjudicial para la economía en general.
Los agricultores locales, por ejemplo, pueden ampliar sus ventas y su cuota de mercado si no tienen que enfrentar la competencia extranjera, pero a la larga la falta de competencia llevará a un encarecimiento de los precios de los productos y potencialmente a un descenso de su calidad que acabará afectando a todos los consumidores.
“A medida que los consumidores gastan más en los bienes a los que se ha impuesto el arancel, tienen menos para gastar en otros, de manera que se apuntala a una industria en detrimento de todas las demás”, según explicó York.
Los aranceles son además un impuesto no progresivo. Se imponen sobre los artículos importados sin importar el nivel de renta de los consumidores, por lo que si derivan en un aumento de los precios, como suele suceder, acaban siendo un lastre mayor para las personas con menos recursos.
Por poner un ejemplo, si los aguacates suben un 15% como resultado de los aranceles, el impacto será mayor para las familias que tienen menos o ningún margen para afrontar esa subida.
Pero, según explicó un grupo de economistas en la revista Journal of Purchasing and Supply Management, los aranceles suelen acabar siendo dañinos incluso para los sectores a los que se supone que quieren proteger.
“Aunque los aranceles pueden ofrecer cierta protección a algunas industrias, también pueden crear ineficiencias” para estas y para sus socios y clientes en las cadenas de suministro, afirma el estudio.
En realidad, la idea de que el libre comercio es una fuente de prosperidad está presente en economistas clásicos desde hace siglos.
Adam Smith, considerado el padre de la ciencia económica moderna, ya abogaba por él en su libro “La riqueza de las naciones” de 1776.
Smith explicó que el libre comercio permitía a cada país especializarse en los productos que le resultaran más convenientes y con los que obtenía mayores beneficios, en lugar de tener que producir todo aquello que se demandara en su mercado.
Varias experiencias del pasado han llevado a los economistas a la conclusión actualmente vigente sobre los aranceles y el proteccionismo.
Rober Gulotty, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Chicago, recuerda el precedente de la Ley de Embargo de 1807, aprobada en Estados Unidos para castigar el comercio con Gran Bretaña y Francia. “Tuvo como efecto una pronunciada reducción de las importaciones y exportaciones de Estados Unidos, y la expansión del comercio británico en Sudamérica y culminó en la guerra de 1812” entre Estados Unidos y su antigua metrópoli.
El premio Nobel de Economía Joseph S. Stiglitz dijo en una conferencia reciente que el programa proteccionista implantado en Estados Unidos en la década de 1930, cuando el país sufría la grave crisis económica provocada por el crack bursátil de 1929, fue “un factor importante que contribuyó a la Gran Depresión”.
“No fue un programa de creación de empleo. Fue uno de destrucción de empleo”, dijo Stiglitz, que alertó además que la imposición de aranceles en un país suele desencadenar medidas de represalia en otros, justo lo que lleva años ocurriendo entre Estados Unidos y China, las dos mayores economías del mundo.
“Sabemos que este tipo de guerras comerciales conduce a un descenso de las condiciones de vida”, indicó Stiglitz.
Escarmentados por experiencias como la de 1930, los líderes mundiales apostaron tras el final de la Segunda Guerra Mundial por la supresión de las barreras comerciales en todo el mundo, un proceso impulsado decididamente por Estados Unidos.
La firma en 1948 del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) llevó a un sistema de mayor apertura y una supresión generalizada de aranceles que se tradujo en la creación de la Organización Mundial de Comercio en 1995, un legado que es valorado positivamente por la mayoría de economistas.
Fue la era de la Globalización, en la que, según Erika York, “el mundo abandonó las políticas comerciales proteccionistas y se desplazó hacia un sistema de comercio abierto basado en reglas”, lo que” ha llevado a beneficios generalizados, incluido un aumento de los ingresos, precios más bajos y más opciones para los consumidores”.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se inició también el proceso de integración que desembocó en la creación de un mercado común europeo, clave para la reconstrucción del viejo continente tras el desastre de la guerra y el desarrollo que ha experimentado Europa desde entonces.
Los estudios disponibles sobre episodios más recientes, como los aranceles impuestos a los productos de China durante la primera presidencia de Trump, también han revelado más perjuicios que beneficios y apuntan a que quienes acabaron pagándolos en mayor medida fueron los consumidores estadounidenses.
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